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Lorenzetti. Ministro y Presidente de la Corte Suprema de Justicia de la Nación.
Edición impresa. Mientras la presindenta Cristina Kirchner propone, con audacia, que los miembros del Consejo de la Magistratura sean elegidos por la gente, pero quiene tienen intereses prefieren que no sea así. Informe especial de Lucas Carrasco.
Por Lucas Carrasco
Durante su obligación publicitaria, el discurso anual que ofrece Ricardo Lorenzetti a los invitados de la agencia de autopublicidad que armó con el presupuesto de la Corte Suprema, el titular de un poder republicano, el judicial hizo abundantes llamados moralistas pero de tono muy general. No sea cosa que alguien vaya a mirar la moral de quienes se hacen llamar “sus señorías” para preservar las reminiscencias aristocráticas que los preceden, tanto como los precede la democracia.
Lo inflaron a un discurso parecido a los del ex vicepresidente Julio Cobos, por la falta de formación intelectual y por no decir nada. La “familia judicial” puede tener, como característica, la haraganería y la lentitud, pero ahí, con las formas, las maneras de nombrarse, con esas cosas no se jode. Como en cualquier corte. La futura reina Máxima Zorreguieta puede ser la hija de un prominente funcionario del genocidio argentino, custodio, ni más ni menos, que de la oligarquía como secretario de Agricultura de la última dictadura militar, pero para integrar, por su belleza racial, la corte holandesa, debe saber usar los cubiertos de plata en la mesa.
Lorenzetti se maneja así, con un infinito cuidado por las formas, más que nada cuando llegan los fotógrafos de los diarios que lo inflan. Lo inflaron principalmente los medios de comunicación a los que la Corte subsidia: Clarín, La Nación y Perfil.
Durante su obligación constitucional, el discurso de Cristina Fernández de Kirchner en el Congreso tuvo definiciones claras, novedades para el periodismo e iniciativas concretas a futuro. Una de esas, quizá la más sobresaliente para la agenda mediática, es el envío al Congreso de proyectos de ley innovadores que buscan democratizar la justicia.
Lorenzetti, que creyó que su rol era el de hacer sindicalismo a favor de los privilegios del clero más reaccionario del Poder Tribunal, puso cara de piedra. Aun cuando se anunció la creación de cámaras que antecedan el tratamiento de la Corte. Los cortesanos se suelen quejar de tener mucho trabajo. El presidente, sin embargo, trabaja para Tribunales una vez a la semana, seis meses al año. Aunque nunca se quita su cara de agobiado.
Lo otro sobresaliente es que se controlará el ingreso a los juzgados y la declaración patrimonial de los jueces. Hacía falta. Lo que no hace falta es explicar por qué. El Consejo de la Magistratura, surgido del Pacto de Olivos entre los ex presidentes Carlos Menem y Raúl Alfonsín, ha demostrado no funcionar. Cristina propone, con audacia, que sus miembros sean electos por la gente. Es el organismo encargado de controlar a los jueces.
La sana y fresca novedad fue recibida con violencia literaria por los diarios conservadores, lo que era de esperar. A nadie se le escapa que esta situación deriva de las causas “paradas” para privilegio de La Nación, Clarín y la Sociedad Rural. Es decir, Papel Prensa, Ley de Medios y restitución del predio de Palermo. Tres iniciativas que fueron votadas por el oficialismo e incluso por una parte de la oposición, la que tiene votos. Se abstuvieron algunos monotributistas del Congreso y en masa se opuso el partido municipal de Mauricio Macri, que piensa más en cómo salvar a su jefe de la cárcel que en las instituciones y su calidad.
Esto preanuncia una mayor debilidad de Lorenzetti, el auto re-reelegido presidente del Poder Tribunal, que días atrás sufrió el primer cimbronazo cuando un grupo de jueces y trabajadores de tribunales se reunieron en la Biblioteca Nacional bajo el promisorio objetivo de una “justicia legítima”.
El margen de maniobra para que Lorenzetti intente un rechazo frontal es nulo. Además, no sabe hacerlo. Y la causa a defender es patética. Puede operar en las sombras, como un cardenal en Roma; ésa es su especialidad. Y habrá que ver qué suerte tiene. Por ahora, poca. Es defender privilegios irrisorios, desprestigiar la institución, sostenido en lo más oscuro y anti republicano del Poder Tribunal. Y en la histeria gritona del Partido Clarín y los funcionarios municipales de Macri, que pretenden armar un partido de alcance nacional con los parientes pobres de lo más grasa de la farándula. No suena muy prometedor el escenario.
Hace exactamente un año, al otro día del discurso de Cristina en el Congreso, Macri se negaba a hacerse cargo del subte. Miren cómo terminó el 2012. Este año hay elecciones. Quien se pronuncie por la oscuridad aristocrática del Poder Tribunal va a ser castigado con indiferencia en las urnas. Un escenario novedoso, interesante, inescindible de la necesidad de democratizar el poder económico, incluido el comunicacional.
A través de la política, el objetivo democratizador de las corporaciones sigue convocando a una multitud de jóvenes con mística y entusiasmo. Como se vio fuera del congreso en las nutridas columnas de Unidos y Organizados. Un partido municipal como el que integra la atorranta de Laura Alonso no tiene ni puede tener jamás algo así. ¿Quién se entusiasmaría con defender el statu quo del Poder Tribunal estando procesado el gerente de su partido, como Mauricio Macri?
Lorenzetti. Ministro y Presidente de la Corte Suprema de Justicia de la Nación.
Edición impresa. Mientras la presindenta Cristina Kirchner propone, con audacia, que los miembros del Consejo de la Magistratura sean elegidos por la gente, pero quiene tienen intereses prefieren que no sea así. Informe especial de Lucas Carrasco.
Por Lucas Carrasco
Durante su obligación publicitaria, el discurso anual que ofrece Ricardo Lorenzetti a los invitados de la agencia de autopublicidad que armó con el presupuesto de la Corte Suprema, el titular de un poder republicano, el judicial hizo abundantes llamados moralistas pero de tono muy general. No sea cosa que alguien vaya a mirar la moral de quienes se hacen llamar “sus señorías” para preservar las reminiscencias aristocráticas que los preceden, tanto como los precede la democracia.
Lo inflaron a un discurso parecido a los del ex vicepresidente Julio Cobos, por la falta de formación intelectual y por no decir nada. La “familia judicial” puede tener, como característica, la haraganería y la lentitud, pero ahí, con las formas, las maneras de nombrarse, con esas cosas no se jode. Como en cualquier corte. La futura reina Máxima Zorreguieta puede ser la hija de un prominente funcionario del genocidio argentino, custodio, ni más ni menos, que de la oligarquía como secretario de Agricultura de la última dictadura militar, pero para integrar, por su belleza racial, la corte holandesa, debe saber usar los cubiertos de plata en la mesa.
Lorenzetti se maneja así, con un infinito cuidado por las formas, más que nada cuando llegan los fotógrafos de los diarios que lo inflan. Lo inflaron principalmente los medios de comunicación a los que la Corte subsidia: Clarín, La Nación y Perfil.
Durante su obligación constitucional, el discurso de Cristina Fernández de Kirchner en el Congreso tuvo definiciones claras, novedades para el periodismo e iniciativas concretas a futuro. Una de esas, quizá la más sobresaliente para la agenda mediática, es el envío al Congreso de proyectos de ley innovadores que buscan democratizar la justicia.
Lorenzetti, que creyó que su rol era el de hacer sindicalismo a favor de los privilegios del clero más reaccionario del Poder Tribunal, puso cara de piedra. Aun cuando se anunció la creación de cámaras que antecedan el tratamiento de la Corte. Los cortesanos se suelen quejar de tener mucho trabajo. El presidente, sin embargo, trabaja para Tribunales una vez a la semana, seis meses al año. Aunque nunca se quita su cara de agobiado.
Lo otro sobresaliente es que se controlará el ingreso a los juzgados y la declaración patrimonial de los jueces. Hacía falta. Lo que no hace falta es explicar por qué. El Consejo de la Magistratura, surgido del Pacto de Olivos entre los ex presidentes Carlos Menem y Raúl Alfonsín, ha demostrado no funcionar. Cristina propone, con audacia, que sus miembros sean electos por la gente. Es el organismo encargado de controlar a los jueces.
La sana y fresca novedad fue recibida con violencia literaria por los diarios conservadores, lo que era de esperar. A nadie se le escapa que esta situación deriva de las causas “paradas” para privilegio de La Nación, Clarín y la Sociedad Rural. Es decir, Papel Prensa, Ley de Medios y restitución del predio de Palermo. Tres iniciativas que fueron votadas por el oficialismo e incluso por una parte de la oposición, la que tiene votos. Se abstuvieron algunos monotributistas del Congreso y en masa se opuso el partido municipal de Mauricio Macri, que piensa más en cómo salvar a su jefe de la cárcel que en las instituciones y su calidad.
Esto preanuncia una mayor debilidad de Lorenzetti, el auto re-reelegido presidente del Poder Tribunal, que días atrás sufrió el primer cimbronazo cuando un grupo de jueces y trabajadores de tribunales se reunieron en la Biblioteca Nacional bajo el promisorio objetivo de una “justicia legítima”.
El margen de maniobra para que Lorenzetti intente un rechazo frontal es nulo. Además, no sabe hacerlo. Y la causa a defender es patética. Puede operar en las sombras, como un cardenal en Roma; ésa es su especialidad. Y habrá que ver qué suerte tiene. Por ahora, poca. Es defender privilegios irrisorios, desprestigiar la institución, sostenido en lo más oscuro y anti republicano del Poder Tribunal. Y en la histeria gritona del Partido Clarín y los funcionarios municipales de Macri, que pretenden armar un partido de alcance nacional con los parientes pobres de lo más grasa de la farándula. No suena muy prometedor el escenario.
Hace exactamente un año, al otro día del discurso de Cristina en el Congreso, Macri se negaba a hacerse cargo del subte. Miren cómo terminó el 2012. Este año hay elecciones. Quien se pronuncie por la oscuridad aristocrática del Poder Tribunal va a ser castigado con indiferencia en las urnas. Un escenario novedoso, interesante, inescindible de la necesidad de democratizar el poder económico, incluido el comunicacional.
A través de la política, el objetivo democratizador de las corporaciones sigue convocando a una multitud de jóvenes con mística y entusiasmo. Como se vio fuera del congreso en las nutridas columnas de Unidos y Organizados. Un partido municipal como el que integra la atorranta de Laura Alonso no tiene ni puede tener jamás algo así. ¿Quién se entusiasmaría con defender el statu quo del Poder Tribunal estando procesado el gerente de su partido, como Mauricio Macri?
se abre otro frente que tiene que ver con la batalla cultural