El jefe de la unidad brasileña no cree que la inseguridad en la Argentina sea tan grave como en su país pero lo sorprendió que el Gobierno hable sólo de sensación
El coronel Robson Rodríguez Da Silva no es un jefe policial común. Si bien se formó en la tristemente célebre policía militar brasileña, retratada con crudeza en la película Tropa de Elite, su posterior licenciatura en antropología modificó para siempre su forma de ver el combate del crimen.
De 2003 a 2009, según Human Rights Watch, las policías de Río de Janeiro y de San Pablo mataron a 11 mil personas. Con sus aspiraciones para ser sede del Mundial de Fútbol 2014, la postal de la violencia sufrida en las favelas no era el mensaje al mundo que Brasil quería enviar. En ese momento, Rodríguez Da Silva encontró una rendija política para colar una propuesta alternativa a la clásica intervención de las fuerzas de seguridad en su país.
La policía militar libró una una verdadera guerra contra las drogas. Pero esa estrategia falló, explicó a El Cronista el Jefe de la Unidad de la Policía de Pacificación de Río de Janeiro. Con una típica visión militar, de entrar y salir, en el combate no había una preocupación de establecer un vínculo con la población local, añadió Rodríguez Da Silva, que estuvo la semana pasada en el país para disertar en el Congreso Latinoamericano de Seguridad Ciudadana. Luego de los enfrentamientos, explicó, la policía se retiraba y los narcos volvían a tomar el control de las favelas. Había que hacer una ocupación fuerte pero también permanente pero las personas estaban traumatizadas por la violencia de la policía, agregó Rodríguez Da Silva.
Como plan piloto, la Policía Pacificadora comenzó en la favela Santa Marta y hoy está presente en 62 asentamientos. Además de la policía, ingresan médicos, psicólogos y asistentes sociales: llevan el Estado a donde no lo había.
Más allá de la disminución de los homicidios (fueron ocho en 2010), Rodríguez Da Silva exhibe, como medallas, indicadores que le darían la razón. Las favelas se ven ahora como un interesante mercado de consumidores y hasta los empresarios se volcaron a invertir allí. Además, el precio de los inmuebles comenzó a subir. Pero aun hay mucho trabajo para hacer.
La inseguridad encabeza el listado de problemas de los argentinos para la mayoría de las encuestas. Pero el experto brasileño no cree que sea tan grave como el flagelo que vive su país, si bien se sorprendió, sin poder disimular una sonrisa, al escuchar en la entrevista que el Gobierno afirma que se trata de una sensación.
Además, el jefe policial admitió que en Río de Janeiro hay un alineamiento político entre los gobiernos federal y municipal para enfrentarlo y aquí no lo hay. Antes de la entrevista, Rodríguez Da Silva había visitado una comisaría de la Policía Metropolitana, una fuerza cuyo debut generó uno de los tantos contrapuntos entre el kirchnerismo y el macrismo.
El coronel Robson Rodríguez Da Silva no es un jefe policial común. Si bien se formó en la tristemente célebre policía militar brasileña, retratada con crudeza en la película Tropa de Elite, su posterior licenciatura en antropología modificó para siempre su forma de ver el combate del crimen.
De 2003 a 2009, según Human Rights Watch, las policías de Río de Janeiro y de San Pablo mataron a 11 mil personas. Con sus aspiraciones para ser sede del Mundial de Fútbol 2014, la postal de la violencia sufrida en las favelas no era el mensaje al mundo que Brasil quería enviar. En ese momento, Rodríguez Da Silva encontró una rendija política para colar una propuesta alternativa a la clásica intervención de las fuerzas de seguridad en su país.
La policía militar libró una una verdadera guerra contra las drogas. Pero esa estrategia falló, explicó a El Cronista el Jefe de la Unidad de la Policía de Pacificación de Río de Janeiro. Con una típica visión militar, de entrar y salir, en el combate no había una preocupación de establecer un vínculo con la población local, añadió Rodríguez Da Silva, que estuvo la semana pasada en el país para disertar en el Congreso Latinoamericano de Seguridad Ciudadana. Luego de los enfrentamientos, explicó, la policía se retiraba y los narcos volvían a tomar el control de las favelas. Había que hacer una ocupación fuerte pero también permanente pero las personas estaban traumatizadas por la violencia de la policía, agregó Rodríguez Da Silva.
Como plan piloto, la Policía Pacificadora comenzó en la favela Santa Marta y hoy está presente en 62 asentamientos. Además de la policía, ingresan médicos, psicólogos y asistentes sociales: llevan el Estado a donde no lo había.
Más allá de la disminución de los homicidios (fueron ocho en 2010), Rodríguez Da Silva exhibe, como medallas, indicadores que le darían la razón. Las favelas se ven ahora como un interesante mercado de consumidores y hasta los empresarios se volcaron a invertir allí. Además, el precio de los inmuebles comenzó a subir. Pero aun hay mucho trabajo para hacer.
La inseguridad encabeza el listado de problemas de los argentinos para la mayoría de las encuestas. Pero el experto brasileño no cree que sea tan grave como el flagelo que vive su país, si bien se sorprendió, sin poder disimular una sonrisa, al escuchar en la entrevista que el Gobierno afirma que se trata de una sensación.
Además, el jefe policial admitió que en Río de Janeiro hay un alineamiento político entre los gobiernos federal y municipal para enfrentarlo y aquí no lo hay. Antes de la entrevista, Rodríguez Da Silva había visitado una comisaría de la Policía Metropolitana, una fuerza cuyo debut generó uno de los tantos contrapuntos entre el kirchnerismo y el macrismo.
