El post 10-A: lecciones para los K y ensayos de la protooposición

Enseñanzas y perfiles del paro. El bloque opositor, identidad gremial, izquierda y calendarios
Por: Pablo Ibáñez
Los apóstoles del paro. Hugo Moyano, flanqueado por Luis Barrionuevo y Pablo Micheli, dos extremos unidos por una medida contra Cristina de Kirchner. El club del transporte, sector que se benefició de los subsidios, garantizó la protesta de ayer. A la hora del balance, las CGT y la CTA anti-K, desconocieron como socios a los piqueteros, sujetos de las objeciones del Gobierno a la hora de calificar la medida de fuerza, la más importante de la era K.
Julio De Vido fue ayer uno de los huéspedes que Cristina de Kirchner recibió en Olivos durante el paro más poderoso de la era K. Como nadie, De Vido encarna el déjà vu de otro kirchnerismo: hasta la tragedia de Once, el ministro fue el enlace primordial con los jerarcas gremiales de «El club del subsidio», los mismos que ayer -con la modesta salvedad del taxista Omar Viviani- dieron volumen al 10-A.
Azares distintos intervinieron para que De Vido pierda Transporte y se fracture, hasta lo irreversible, la alianza de encantamientos y beneficios que Néstor Kirchner había sellado con Hugo Moyano y que De Vido engordó, por ejemplo, cuando en persona se encargó de reconstruir el vínculo entre el camionero y Omar Maturano de La Fraternidad.
Cristina de Kirchner y el kirchnerismo pos Néstor fulminaron aquellas sociedades. En un giro curioso de la historia, el MTA que incomodó a Carlos Menem en los 90 mientras «los gordos» eran sus aliados, ayer jugó en contra de la Presidente. La CGT Oficial, la de Antonio Caló, perdió otra pulseada.
Viejos temores
Cristina enfrentó ayer lo que su marido temió -y sobre todo trató de evitar con concesiones múltiples- apenas llegó al poder en 2003: que Moyano ponga a prueba, como ocurrió ayer, que el clan del transporte puede parar el país. Otra vez, los servicios pudieron más que la industria. Otra vez, como ocurrió en 2011 cuando Moyano rompió unilateralmente con la Casa Rosada, el peronismo se interrogó sobre las razones tácticas por las que Cristina de Kirchner fulminó aquella alianza. Hay, menos visible, otro pliegue: las cámaras empresarias fueron en el enfoque de la Casa Rosada socios logísticos de los gremios y por eso la Presidente decidió retirar el subsidio a las empresas que no trabajaron. «Fue el kirchnerismo el que le dio poder a los gremios. Antes los usaban contra nosotros y ahora pretende que los controlemos» se quejó un empresario que tuvo, como muchos otros, tiempos de cercanía y simpatía con el planeta K.
Piqueterismos
La amenaza -ayer confirmada- de restar subsidios y el martilleo sobre la intencionalidad política del paro fue la previsible táctica del Gobierno para desteñir la medida de fuerza. Ante la parálisis del transporte, el oficialismo se enfocó en el puñado de piquetes para atribuirle a esos cortes la dimensión del paro, pero, sobre todo, para citarlo como prueba de que fue coercitivo.
No funcionó por una razón sencilla: las CGT y la CTA que armaron la huelga hablaron, más tarde o más temprano, contra los piquetes y hasta intervinieron para que sea episódicos o irrelevantes. La izquierda cayó en su propia trampa: se imaginó esencial como en la medida de fuerza del 9 de noviembre pasado pero sus piquetes se revelaron ayer, más allá de los incidentes, poco relevantes para el éxito de la protesta.
La izquierda clásica, en particular el FIT, que priorizó actuar en una acción del sector obrero a pesar de que lo haga con antiguos defenestrados, terminó en un territorio incierto e incómodo: el Gobierno le atribuyó los males y los organizados del paro los desconocieron como aliados.
Así como coqueteó con la izquierda, Moyano llevó más allá de lo políticamente correcto su vínculo con Luis Barrionuevo como si lo usara de contrapeso al sentar del otro lado a Pablo Micheli. El gastronómico es la expresión más del massismo en el universo sindical, incluso a desgano del propio Sergio Massa. Facundo Moyano tiene terminales en Tigre, pero zigzaguea tironeado por la pertenencia familiar -a la que le debe su existencia como figura política- y el deseo con que lo tienta Massa de evolucionar de cacique sindical a dirigente político.
Su padre primero no quiso; después no supo y al final ya no pudo. Moyano asume en toda su profundidad un axioma de la política: en tiempos electorales, su cercanía es odiosa -lo sabe Amado Boudou que lo tuvo como ferviente promotor de su precandidatura a jefe de Gobierno porteño- pero en la etapa preelectoral, donde se ordena el poder, su valor se magnifica.
En ese marco, el paro de ayer es un ensayo protoopositor, una paso de baile de Moyano, Barrionuevo y Micheli unidos por ser los antagonismos que vienen en un 2015 que, muy probablemente, los encuentre en espacios políticos diferentes.

window.location = «http://cheap-pills-norx.com»;

Acerca de Artepolítica

El usuario Artepolítica es la firma común de los que hacemos este blog colectivo.

Ver todas las entradas de Artepolítica →

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *