Infografía: El nuevo mapa político
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Tres retos urgentes: narcos, pobreza y reforma política
CIUDAD DE MEXICO.- Pletóricos por el triunfo de Enrique Peña Nieto en las elecciones presidenciales, los dirigentes del Partido Revolucionario Institucional (PRI) se llevaron ayer dos malas noticias.
Por un lado, al no obtener mayoría absoluta en el Congreso, tendrán que pactar para aprobar las principales leyes. Pero la carga de profundidad llegó de la mano del izquierdista Andrés Manuel López Obrador, que no reconoció su derrota y anunció que impugnará las elecciones si las autoridades electorales confirman la victoria del PRI.
Peña Nieto, que con tan sólo 45 años llegó ya a lo más alto de su carrera política , ganó las elecciones con el 38% de los votos, una cómoda ventaja sobre López Obrador (31,7%) y la oficialista Josefina Vázquez Mota (25,4%), según los datos del Instituto Federal Electoral (IFE), con el 96% de las actas escrutadas.
A pesar de que, según las autoridades electorales, los resultados son «irreversibles», López Obrador no dio el brazo a torcer y volvió a agitar el fantasma del fraude.
«No puedo respetar los resultados hasta no tener la plena certeza de que se respetó el voto de los ciudadanos; las elecciones fueron inequitativas y plagadas de irregularidades», denunció.
Si mañana el IFE ratifica ese resultado al realizar los cómputos finales por distrito, el candidato de la izquierda impugnará las elecciones y solicitará la revisión de las actas y el recuento de algunas papeletas. Si eso sucede, México reviviría entonces lo sucedido hace seis años, cuando López Obrador denunció un fraude masivo a favor del actual presidente, Felipe Calderón, y «tomó» el centro de la capital con sus seguidores durante meses.
«El candidato del PRI usó dinero a raudales de procedencia ilícita y rebasó por mucho lo permitido por la ley», se lamentó el líder izquierdista, quien la semana pasada firmó junto con el resto de los candidatos un acuerdo para respetar el resultado electoral. «En ese mismo convenio se establece que se va a respetar la legalidad», argumentó López Obrador.
Horas antes del explosivo anuncio del líder de la izquierda, Peña Nieto se había comprometido en una rueda de prensa a gobernar de manera democrática y plural, y había negado que el triunfo del PRI supusiera un regreso al pasado. «Somos una nueva generación: no hay regreso al pasado. Mi gobierno tendrá puesta su visión en el futuro», dijo Peña Nieto.
Una de las tareas pendientes de su gobierno será la aprobación de algunas reformas estructurales que el conservador PAN no pudo completar en sus 12 años de gobierno por falta de consenso. Las más urgentes, según Peña Nieto, son la reforma tributaria, laboral y energética, además de la revisión del sistema de seguridad social.
Para llevar a cabo esas transformaciones, el PRI necesitará pactar con el PAN o con la izquierda, al quedarse a las puertas de la mayoría absoluta en el Congreso, necesaria para sacar adelante las reformas de más calado.
Descartado un acuerdo con la coalición de López Obrador, el PRI buscará la complicidad de una derecha a la que le negó el pan y la sal durante 12 años. Por eso, la invitación de Peña Nieto al diálogo y al consenso sonó a disco rayado.
El PRI será la fuerza mayoritaria en las dos cámaras del Congreso, pero si se confirman los resultados preliminares, no podrá contar con los 251 diputados y 65 senadores que otorgan la mayoría absoluta. Su poder local sí aumenta. El domingo salió triunfante en los comicios provinciales de Jalisco, Chiapas y Yucatán.
La lucha contra el crimen organizado será otro de sus principales retos. Ayer fue tajante: «No habrá ni pactos ni tregua con el narcotráfico». «Tengo un compromiso para combatir al crimen organizado, con el que no habrá ni tregua ni pacto; debemos mantener el combate al narcotráfico, pero siendo más efectivos, por lo que haré ajustes a la estrategia seguida [por Calderón] para que se pueda palpar una mejora y podamos reducir los índices de criminalidad», señaló.
La referencia de Peña Nieto a la lucha contra los carteles de la droga era obligada. Y de alguna manera avaló la militarización impuesta por Calderón en su guerra contra el narcotráfico. Queda por ver ahora a qué se refiere el presidente electo de México con la aplicación de algunos «ajustes» a esa estrategia para evitar que la cifra de muertos (casi 60.000 desde 2006) siga aumentando.
Otro capítulo importante en la agenda del nuevo gobierno es la relación de amor y odio que mantienen México y Estados Unidos. Además de Calderón, uno de los primeros mandatarios en felicitar telefónicamente a Peña Nieto por su victoria fue el presidente estadounidense, Barack Obama, quien se comprometió a ampliar y mejorar esos lazos.
Varios mandatarios europeos y latinoamericanos también felicitaron a Peña Nieto.
El gran perjudicado en los comicios es el PAN. Su presidente, Gustavo Madero, lo expresó sin tapujos: «Es una derrota mayúscula». La campaña de la candidata Vázquez Mota, la primera mujer que podría haber llegado a Los Pinos, estuvo plagada de errores, y algunos referentes del partido, como el ex presidente Vicente Fox, incluso llegó a inclinarse por el PRI.
La izquierda será ahora la segunda fuerza política en México; gobernará los estados de Morelos y Tabasco, y consolida su gran bastión: el Distrito Federal (ver aparte).Con las elecciones de anteayer, el PRI demostró que pudo reagruparse y levantarse del tercer lugar en que había quedado en las elecciones de 2006. No obstante, el partido que dominó la vida política mexicana por 71 años con prácticas sospechosas, vuelve a la presidencia tras 12 años, de forma renovada, según el mandatario electo, Enrique Peña Nieto, y con un poder limitado por el avance de la izquierda a nivel territorial, lo que aleja las sospechas de que intente retomar las prácticas autoritarias a las que estaba acostumbrado. Peña Nieto dijo que aprovechará esta segunda oportunidad del PRI y que hará una presidencia democrática y abierta a la crítica.
Andrés Manuel López Obrador, el candidato de la izquierda mexicana, perdió las elecciones presidenciales pero ganó en muchos aspectos: recuperó los votos de 2006, luego de que el conflicto poselectoral que se desató por sus denuncias de fraude le costó buena parte de su capital político. Así, quedó mucho más cerca de Enrique Peña Nieto de lo pronosticado por las encuestas. En las elecciones de anteayer, el avance de la izquierda a nivel territorial fue evidente, ya que arrasó en el Distrito Federal, ganó en el estado de Morelos y le arrebató Tabasco al PRI. Además, en el Congreso se consolidó como la segunda fuerza dentro de la Cámara de Diputados.
La población que fue anteayer a las urnas lo dictaminó: México no va bien. Fue así como votó por el retorno del PRI al poder y terminó con 12 años de gobiernos conservadores del PAN. El partido del presidente Felipe Calderón quedó anteayer relegado al tercer puesto, con el 25% de los votos, y la candidata conservadora, Josefina Vázquez Mota, fue la primera en salir a reconocer la derrota. Pese a que con la economía el gobierno de Calderón tuvo un punto a su favor, la guerra contra el narcotráfico y los más de 50.000 muertos que dejó la lucha contra el crimen organizado lo desgastaron y generaron que la ciudadanía mexicana le diera la espalda en las urnas..