Identidad y privacidad en la era digitalEl raid periodístico montado por una revista norteamericana con el fin de descubrir la identidad del misterioso creador del bitcoin no sólo devolvió una historia fascinante y cinematográfica, sino también una reflexión posible acerca de la identidad y la privacidad en este mundo digital. Anonimato, protección de datos personales y seguridad informática son los grandes ejes a través de los cuales circulan las disputas y los desarrollos tecnológicos en la actualidad. ¿Puede la privacidad convertirse en el próximo commodity digital?
Tras haberse refugiado en su versión digital desde fines de 2012, la edición norteamericana de la revista Newsweek decidió por estas horas volver al papel. Y lo hizo con la tapa perfecta: Satoshi Nakamoto, el misterioso creador del bitcoin, la moneda virtual en boga por estos días, iba a ser finalmente revelado. Como tantos otros, Nakamoto nunca tuvo una “cara” ni un nombre verificado; se trató siempre de un ciudadano digital. Pero el éxito de su creación y su promesa de revolucionar la economía, comenzó a demandar un rostro humano. Algunos querían un Julian Assange. Otros, confirmar que fuera una persona, dos, o el nombre apócrifo de algún proyecto secreto. Varios entendieron su silencio. Otros tanto lo vivieron como alimento de especulaciones.
Innovación tecnológica, millones de dólares y un personaje misterioso: Leah McGrath, una periodista que pasó semanas cruzando datos hasta que finalmente encontró a su presa, vio ahí una “historia”. «Satoshi Nakamoto”, el Thomas Pynchon de la era criptodigital, se llamaba en realidad Dorian Satoshi Nakamoto, un físico sexagenario de ascendencia japonesa, que vive con su madre en California, tiene un Toyota Corolla CE plateado y, a la manera de Sheldon Cooper, el protagonista de The Big Bang Theory, se aficiona por los trenes en miniatura. Un hombre entregado al secretismo, según McGrath, que realizó distintos trabajos clasificados para corporaciones y el ejército norteamericano. Cuando le consultó sobre el bitcoin, Nakamoto le respondió: “No puedo discutirlo. Se lo entregué a otras personas. Ellos están a cargo ahora”.
La historia se volvió un previsible éxito. Newsweek la subió a su sitio y a los pocos minutos se viralizó. Decenas de reporteros se agolparon en la casa de Nakamoto, incluso hubo una persecución automovilística. Presionado, Dorian aceptó volver a hablar sólo para regalar una sorpresa: “no tengo nada que ver con la comunidad bitcoin”, le dijo a otro periodista. En el medio, en el mismo foro de la P2P Foundation donde en 2009 presentó el proyecto bitcoin, la cuenta del usuario “Satoshi Nakamoto” se volvió a activar tras años de silencio. “No soy Dorian Nakamoto”, escribió. Todo se complicaba; bitcoin sumaba un capítulo más para su casi inevitable adaptación cinematográfica.
«El caso de Nakamoto y Newsweek es interesante por lo obvio: un medio ‘tradicional’ elige una historia ‘digital’ para volver a salir en papel, pero antes de que termine de distribuirse, ya se viralizó, amplió y desmintió, todo en menos de 24 horas. Más allá del ‘éxito editorial’, hay historias a las que el papel les queda chico y esta es una de ellas.”
Lo cierto es que el caso es interesante por lo obvio: un medio “tradicional” elige una historia “digital” para volver a salir en papel, pero antes de que termine de distribuirse, ya se viralizó, amplió y desmintió, todo en menos de 24 horas. Más allá del “éxito editorial”, hay historias a las que el papel les queda chico y esta es una de ellas.
Pero además, la parábola es atractiva y sintomática por otra cuestión. Mientras el artículo se difundía, algunos usuarios del popular sitio Reddit acusaban a McGrath de haber violado la privacidad de Nakamoto. Internet tiene una palabra para definir la exposición de datos personales: “doxxear”. Mientras el mundo se preguntaba si Dorian Nakamoto era o no el creador del bitcoin, otros usuarios se corrían del eje y señalaban a McGrath por haber “doxxeado” a una persona. Algunos, incluso, llegaron a pedir que se publiquen datos privados de la periodista a modo de revancha.
¿Hacía falta encontrar a Satoshi Nakamoto? El “hecho periodístico” parece dictar que sí. Hay otros que aseguran que la condición de posibilidad de un proyecto descentralizado como el bitcoin es que su líder “no exista”. No importa si Dorian fue víctima de una confusión o es una mente maestra y esquizoide: es posible que Satoshi Nakamoto efectivamente no exista, no al menos en el mundo de McGrath. Proyectos como el bitcoin no parecen requerir de un rostro sino de una “identidad liquida” formada sólo por ceros y unos. La presencia de los gemelos Winklevoss sonriendo en stereo y haciendo importantes negocios en el mundo bitcoin, sin embargo, relativizaría esta percepción.
Como buena reportera, McGrath encontró a su Nakamoto investigando: habló con vecinos, consultó la guía local y, lo que más inquietó a los redditors, logró acceder a facturas y correos. Sin quererlo, su raid en busca del “usuario desconocido” acabó escarbando en la enfermedad de este siglo: vivimos dejando registros permanentes de nuestras actividades; conceptos como identidad o privacidad están en constante tensión con un mundo de información, liquidez y elaboración de perfiles. Todos somos la base de datos de alguien.
El Nakamoto de Newsweek es una anécdota entretenida, apenas un decorado. Pero es parte de este contexto. Algo del boom del bitcoin, una criptomoneda que preserva el anonimato en las transacciones, se explica por este estado de cosas. La lucha política está hoy puesta en la custodia de los datos personales. El creciente interés de inversores por desarrollar aplicaciones de mensajería anónima o la fuerte presencia de celulares “seguros” en el reciente Mobile World Congress, si bien aún están lejos del mainstream comercial, prueban que la privacidad, consolidada como una demanda, puede convertirse también en un commodity. Aplicaciones, celulares y otros gadgets están comenzando a colocarla en el centro de sus servicios. Vivimos en la era post-NSA: la relación con nuestra información personal, el manejo de los datos que generamos y la tensión entre identidad y perfil, parece ser el nuevo carril por donde circula hoy la agenda digital. A todo esto, quién es en realidad Satoshi Nakamoto sigue siendo un misterio.