La acción fue silenciosa pero continua. Y tuvo su primer momento de exposición pública el miércoles, cuando los diputados Andrés Larroque y Juan Cabandié, más la legisladora porteña Paula Penacca (dirigentes de La Cámpora) se presentaron en Edesur para reunirse con sus directivos. Transmitieron su inquietud por la continuidad de los cortes de electricidad en algunos barrios y pusieron a disposición la experiencia de trabajo y la información recolectada en las 15 comunas porteñas por los jóvenes kirchneristas. Ayer, al anunciar las obras que se harán con el Fondo para Obras de Consolidación y Expansión de Distribución Eléctrica, el ministro Julio De Vido destacó la labor territorial del FPV.
El aporte que están dando los miembros de las agrupaciones kirchneristas con presencia en la Ciudad –donde los cortes fueron sistemáticos y, en algunos casos, se extendieron durante varias semanas–funciona como una virtual polea de transmisión entre el Estado nacional y los porteños. Como vecinos que son, esos militantes tienen información de primera mano sobre los apagones, su duración y causas, como también de sus efectos más complejos. Una de las prioridades fue recorrer cuadra por cuadra, edificio por edificio, hablar con los encargados y localizar a la población en riesgo: los ancianos, los insulino-dependientes, los enfermos que necesitan conservar medicamentos bajo cadena de frío.
Otra de las tareas fue colaborar en los operativos interdisciplinarios que llevaron adelante los ministerios de Salud, Desarrollo Social, Seguridad y Defensa, en los que se repartía agua mineral, se hacían controles médicos y se identificaban lugares críticos (para ubicar allí generadores de electricidad). Los jóvenes que caminaban las veredas y calles sin luz –entre los que hay muchos profesionales– también ofrecieron asesoramiento jurídico para reclamar un resarcimiento económico ante el ENRE o directamente a las empresas involucradas.
«Nuestra comuna fue una de las más afectadas. En los primeros dos o tres días se pensaba que la electricidad iba a volver rápido. Pero después los vecinos se enojaron mucho y empezaron a pedir respuestas. Había un fuerte enojo con todos. Lo tomamos como algo absolutamente entendible en la situación dramática que se vivía. Nosotros seguimos trabajando, subiendo el agua mineral a los departamentos», contó Delfina Velázquez, de La Cámpora y comunera de Villa del Parque, Devoto, Villa Mitre y Villa Santa Rita. «Fue una situación difícil, con mucha bronca. Nosotros pusimos la otra mejilla y seguimos trabajando, junto a la gente», relató Laura Corvalán, de la comuna de Boedo y Almagro. En esta zona la situación está lejos de una solución definitiva. «Todavía hay cortes en algunos puntos, y eso provoca que los edificios no puedan cargar agua en los tanques. Ayer (por el jueves) entregamos 1500 litros en distintos puntos», contó Raúl Sánchez, otro comunero de Boedo y Almagro.
La relación entre los militantes y sus vecinos tuvo varias etapas. En una primera, hubo momentos de nerviosismo. La insistencia en el trabajo y la presencia en la calle a través de los días fueron descomprimiendo la tensión, las chicanas agresivas. «Fuimos poniendo cada vez más militancia en el territorio. Había compañeros que venían a los operativos cuando salían de laburar. Otros se tomaron días en el trabajo», reconstruyó Leo Farías, de la junta comunal de Floresta, Montecastro, Villa Luro, Versalles y Villa Real. Toda la información que se recolectaba era transmitida en tiempo real al centro de monitoreo del ministerio de Seguridad, donde se asignaban las prioridades para el envío de cuadrillas de Edesur, Edenor y sus tercerizadas. «
El aporte que están dando los miembros de las agrupaciones kirchneristas con presencia en la Ciudad –donde los cortes fueron sistemáticos y, en algunos casos, se extendieron durante varias semanas–funciona como una virtual polea de transmisión entre el Estado nacional y los porteños. Como vecinos que son, esos militantes tienen información de primera mano sobre los apagones, su duración y causas, como también de sus efectos más complejos. Una de las prioridades fue recorrer cuadra por cuadra, edificio por edificio, hablar con los encargados y localizar a la población en riesgo: los ancianos, los insulino-dependientes, los enfermos que necesitan conservar medicamentos bajo cadena de frío.
Otra de las tareas fue colaborar en los operativos interdisciplinarios que llevaron adelante los ministerios de Salud, Desarrollo Social, Seguridad y Defensa, en los que se repartía agua mineral, se hacían controles médicos y se identificaban lugares críticos (para ubicar allí generadores de electricidad). Los jóvenes que caminaban las veredas y calles sin luz –entre los que hay muchos profesionales– también ofrecieron asesoramiento jurídico para reclamar un resarcimiento económico ante el ENRE o directamente a las empresas involucradas.
«Nuestra comuna fue una de las más afectadas. En los primeros dos o tres días se pensaba que la electricidad iba a volver rápido. Pero después los vecinos se enojaron mucho y empezaron a pedir respuestas. Había un fuerte enojo con todos. Lo tomamos como algo absolutamente entendible en la situación dramática que se vivía. Nosotros seguimos trabajando, subiendo el agua mineral a los departamentos», contó Delfina Velázquez, de La Cámpora y comunera de Villa del Parque, Devoto, Villa Mitre y Villa Santa Rita. «Fue una situación difícil, con mucha bronca. Nosotros pusimos la otra mejilla y seguimos trabajando, junto a la gente», relató Laura Corvalán, de la comuna de Boedo y Almagro. En esta zona la situación está lejos de una solución definitiva. «Todavía hay cortes en algunos puntos, y eso provoca que los edificios no puedan cargar agua en los tanques. Ayer (por el jueves) entregamos 1500 litros en distintos puntos», contó Raúl Sánchez, otro comunero de Boedo y Almagro.
La relación entre los militantes y sus vecinos tuvo varias etapas. En una primera, hubo momentos de nerviosismo. La insistencia en el trabajo y la presencia en la calle a través de los días fueron descomprimiendo la tensión, las chicanas agresivas. «Fuimos poniendo cada vez más militancia en el territorio. Había compañeros que venían a los operativos cuando salían de laburar. Otros se tomaron días en el trabajo», reconstruyó Leo Farías, de la junta comunal de Floresta, Montecastro, Villa Luro, Versalles y Villa Real. Toda la información que se recolectaba era transmitida en tiempo real al centro de monitoreo del ministerio de Seguridad, donde se asignaban las prioridades para el envío de cuadrillas de Edesur, Edenor y sus tercerizadas. «