La lenta, insuficiente y descoordinada respuesta a la catástrofe de La Plata y Buenos Aires hace clamar a gritos por la recreación del Sistema Federal de Emergencias (SIFEM), que hasta 2002 operó, dirigido por el Jefe de Gabinete y con poder para movilizar a todo el gobierno en caso de catástrofe. Aquel organismo tenía el apoyo financiero del Banco Interamericano de Desarrollo, así como la asistencia técnica de la Federal Emergency Management Agency (FEMA), la organización gubernamental norteamericana, preparada para actuar de inmediato en caso de catástrofe, y de la National Emergency Management Authority (NEMA) de Israel.
En 2002, el SIFEM fue convertido en una oficina dentro de la Secretaría de Seguridad Interior del Ministerio de Justicia. Dos años más tarde pasó a ser una oficina de la Dirección General de Defensa Civil, dependiente de la Subsecretaría de Seguridad y Protección Civil, dependiente de la Secretaría de Seguridad Interior, dependiente del Ministerio del Interior.
Han transcurrido ocho años y quien pretenda entrar en el sitio de la Dirección General de Defensa Civil se encontrará con un cartel que dice: “Página en construcción”. En el Presupuesto de la Nación, lo único que figura es una partida de 206 millones de pesos para “Acciones de Asistencia Civil”, un programa cuya “unidad ejecutora” no está especificada. Los fondos están previstos nada menos que para “resguardar a la población ante la posibilidad de un desastre que cause vastas pérdidas a nivel humano, material o ambiental, suficientes para que la sociedad afectada no pueda salir adelante por sus propios medios”.
Organizar el SIFEM, previsto poco antes por decreto, fue la primera decisión que tomé al asumir la Jefatura de Gabinete de Ministros en 1999. Constituí al mismo tiempo el Gabinete de Emergencias (GADE), preparado para emergencias graves e integrado por varios ministros, presididos por el Jefe de Gabinete. Ante el peligro de una inundación, debía actuar toda una red de organismos, que iban desde el Sistema de Radares Meteorológicos hasta la Prefectura y la Gendarmería.
La Sala de Situación y Centro de Operaciones del SIFEM ocupaba toda una planta del edificio de la Jefatura. Aún en formación, el SIFEM montó una red radioeléctrica de emergencia que interconectó a la Nación y las provincias, ante la posibilidad de que el “efecto 2000” afectara a los sistemas computarizados. Luego, acudió sin demora con el avión Tango 02 a participar en las operaciones de rescate de un avión con turistas argentinos que había caído en Brasil.
El SIFEM comenzó a desmontarse a mediados de 2000, cuando la Jefatura de Gabinetes cambió de manos. Más tarde fue tirado por la borda; y hoy debe recuperarse. Lo de La Plata y Buenos Aires no debe repetirse.
*Escritor y político
En 2002, el SIFEM fue convertido en una oficina dentro de la Secretaría de Seguridad Interior del Ministerio de Justicia. Dos años más tarde pasó a ser una oficina de la Dirección General de Defensa Civil, dependiente de la Subsecretaría de Seguridad y Protección Civil, dependiente de la Secretaría de Seguridad Interior, dependiente del Ministerio del Interior.
Han transcurrido ocho años y quien pretenda entrar en el sitio de la Dirección General de Defensa Civil se encontrará con un cartel que dice: “Página en construcción”. En el Presupuesto de la Nación, lo único que figura es una partida de 206 millones de pesos para “Acciones de Asistencia Civil”, un programa cuya “unidad ejecutora” no está especificada. Los fondos están previstos nada menos que para “resguardar a la población ante la posibilidad de un desastre que cause vastas pérdidas a nivel humano, material o ambiental, suficientes para que la sociedad afectada no pueda salir adelante por sus propios medios”.
Organizar el SIFEM, previsto poco antes por decreto, fue la primera decisión que tomé al asumir la Jefatura de Gabinete de Ministros en 1999. Constituí al mismo tiempo el Gabinete de Emergencias (GADE), preparado para emergencias graves e integrado por varios ministros, presididos por el Jefe de Gabinete. Ante el peligro de una inundación, debía actuar toda una red de organismos, que iban desde el Sistema de Radares Meteorológicos hasta la Prefectura y la Gendarmería.
La Sala de Situación y Centro de Operaciones del SIFEM ocupaba toda una planta del edificio de la Jefatura. Aún en formación, el SIFEM montó una red radioeléctrica de emergencia que interconectó a la Nación y las provincias, ante la posibilidad de que el “efecto 2000” afectara a los sistemas computarizados. Luego, acudió sin demora con el avión Tango 02 a participar en las operaciones de rescate de un avión con turistas argentinos que había caído en Brasil.
El SIFEM comenzó a desmontarse a mediados de 2000, cuando la Jefatura de Gabinetes cambió de manos. Más tarde fue tirado por la borda; y hoy debe recuperarse. Lo de La Plata y Buenos Aires no debe repetirse.
*Escritor y político