Por Mariana Moyano *
Los comportamientos político-ideológicos caminan por un andarivel. Los cálculos matemáticos, por otro. Estas rutas –es cierto– suelen cruzarse. Los poderosos comparten intereses con mucha habitualidad. De todos modos, pensar las conductas sólo a través del mecanismo de causa/efecto es, al menos, excesivamente estructurado. Da mucho cuenta de cómo se teje la telaraña esa frase memorable acerca de que los dueños de todo, a veces, prefieren perder dinero antes que perder poder. Por lo tanto, si se quiere tener un diagnóstico preciso es obligatorio seguir, además de la ruta monetaria, la política. Y en el caso de los medios, la política editorial. Aclarado lo anterior –para que este texto no sea acusado de perspectiva cuadrada– es tiempo de ir al nudo. Clarín ha tenido en estos meses un –para decirlo con levedad– comportamiento benévolo para con Paul Singer en particular y con los fondos buitre en general. ¿Por qué? La respuesta política es harto conocida. Pero no es la única en este caso: tirando de Paul Singer llegamos a Clarín. No es una especulación, nos es un acto paranoide, no es una interpretación. Es un dato: hay una estructura empresarial que han bautizado con el nombre de Magna, en la cual Elliott Management (el fondo buitre que nos tiene a maltraer gracias a Thomas Griesa) y Cablevisión (la caja de funcionamiento y de donde saca su poder económico el grupo Clarín) tienen su vinculación empresarial.
Y como de hilos se trata, pues, a desanudar la madeja. Hace rato ya que Singer tiene intereses en medios de comunicación. Tuvo y vendió acciones en Time Warner –la dueña de TNT, CNN, HBO y Warner Bros.–, pero no se alejó de la rama, sino que se metió en otro gigante, de esos que colonizan con información y con entretenimiento: la Twenty-First Century Fox. Ya lleva ganado el cuatro por ciento por el precio de cada acción. Se ve que construyendo imaginarios no le ha ido nada mal.
Su participación en FOX asocia a Singer con el mayor accionista de esa cadena (News Corp), o sea, Rupert Murdoch, pero también con el JP Morgan Chase, ya que ese banco tiene acciones en la cadena. Murdoch y Singer son, se sabe, dos buenos aportantes a las arcas republicanas siempre encargadas de atender que Obama se mueva hacia la dirección que la derecha así lo ha decidido. Este es un claro ejemplo donde dinero, política e ideología caminan por la misma senda.
News Corp es, además, propietaria del Grupo Dow Jones, poseedor del diario The Wall Street Journal, una de las “biblias” (como le dice el catedrático español Ramón Reig) del neoliberalismo junto con el británico The Financial Times. Y aunque estos medios compitan en la primicia, entre bueyes no hay cornadas y es por eso que ambos comparten la propiedad de la mayor editorial del mundo: Penguin Random House, que hace poquito compró, salvo Santillana, todas las editoriales al grupo Prisa.
Este verano, Elliott Management invirtió mil millones de dólares para adquirir acciones de EMC Corporation, una de las seis empresas de almacenamiento de datos más importantes de los Estados Unidos, con una facturación de 23.200 millones de dólares y una filial en Argentina y con algunos importantes papelitos “casualmente” vueltos cenizas en el incendio de Iron Mountain.
EMC ha sido acusada en no pocas ocasiones de colaborar con la NSA, la agencia de espionaje de EE.UU., y tiene entre sus accionistas a BlackRock Institutional Trust Company, N.A., Goldman Sachs Group, Inc. y Bank of New York Mellon Corporation. O sea, los que nos cuentan las costillas y quienes tienen hoy los depósitos hechos por los argentinos para los bonistas.
Por estos días apareció una pieza más de este inmenso rompecabezas: a través del JP Morgan fue que el grupo Clarín transfirió tres millones de pesos a CG Domino SA en octubre de 2008, en momentos de una denuncia por manejo irregular del dinero de las AFJP. Hay una causa judicial por todo esto con pocas ganas de avanzar, parece. Lo novedoso es que CG Domino SA aparece también en el entramado presentado por la Afsca en su denuncia pública de cómo el grupo pretendió presentar como legal una adecuación a la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual que era, en realidad, falsa, ya que escondía sociedades entre empresas y entre socios.
Pero hay un dato más y que es donde más vemos la costura, donde la red de la araña muestra la hilacha: Singer compró el 6,7 por ciento (570 millones de dólares) de Interpublic, la nave nodriza de las enormes agencias de publicidad Mc Cann y FCB (Foote, Cone & Belding). Pero hete aquí que un dato de esta trama –que si no fuese red, sería novela– da de lleno en el corazón argentino: según Reuters, el valor de la empresa es de 8400 millones de dólares y sus inversiones superan los 25 mil millones de dólares y esa montaña de dinero está ahí porque fue utilizada para que Interpublic IPG creara IPG Mediabrands, una estructura para medir las inversiones en medios de varios clientes. La planificación global de las nuevas tecnologías se volvió urgencia para algunos megagrupos oligopólicos y en 2013 desde estas empresas crearon Magna, un consorcio que trabaja en conjunto para acelerar soluciones en la adquisición de la estructura digital de los medios audiovisuales. Los fundadores de toda esta red fueron A +E Networks, AOL, Clear Channel Media and Entertainment y Cablevisión.
Sí, así como suena, son Interpublic y Magna las empresas en las cuales Cablevisión y Elliott se vuelven socios, donde Clarín y Paul Singer poseen una zona común.
Me gusta esa frase de Rodolfo Walsh sobre que siempre hay que elegir la “sutil discriminación antes que el rechazo en bloque”, porque permite abrir y no trazar líneas que, a veces, se llevan puestas zonas grises que toda política posee por definición. Pero hay veces en que uno no puede dejarse engañar y lo que parece, es: si tiene cuatro patas, ladra y mueve la cola sin dudas es perro. Y cuando es negro, aletea y busca carroña, pues no puede esconderse. Es, desde este punto del Cono Sur a la hiperquinética Manhattan, guste o no, buitre.
* Licenciada en Ciencias de la Comunicación (UBA), periodista, docente.