Ella es igual a El

Jueves 07 de julio de 2011 | Publicado en edición impresa
Foto: LA NACION
¿Cómo es Ella? ¿Igual, peor o mejor que El?
En 2007, cuando Néstor Kirchner la ungió como candidata , Cristina Fernández fue presentada como la presidenta que le sumaría calidad institucional al estilo personalista y avasallante de su marido. Sin embargo, a las pocas horas de haber asumido, acusó al gobierno de los Estados Unidos de agitar una operación contra ella de la mano del empresario venezolano Alejandro Antonini Wilson , a quien le incautaron una valija con casi 800.000 dólares en efectivo después de bajar de un avión privado proveniente de Caracas, Venezuela. Luego El, con intención de insuflarle poder político del que todavía carecía, eligió la pelea contra el campo para que Ella, como presidenta, tuviera un rol definido, diseñado a través de la lucha contra un contendiente poderoso. «Así como Néstor se recibió de presidente cuando enfrentó a la vieja Corte Suprema e impulsó una nueva y mejor, Kirchner pensó que a Cristina le sucedería lo mismo con la 125, pero se equivocó de enemigo», recordó el ex jefe de Gabinete Alberto Fernández, una vez fuera del Gobierno.
Mientras El vivió, a Ella le costó proyectar la imagen de que gobernaba con autonomía, porque la sombra y el peso de Kirchner le impedían brillar con luz propia. Hay decenas de anécdotas que demuestran cómo muchas de las decisiones que tomaba la jefa del Estado por la tarde eran revisadas durante la mañana del otro día, después de haber sido consultadas con Kirchner antes, durante o después de la cena. «Néstor era el ministro de Economía, el presidente del Banco Central y también el secretario de Hacienda. Pero eso no quiere decir que Cristina no gobernaba. Al contrario. Ella es más intransigente y radical que El. Y si hay algo que siempre le enrostró es no haber ido más a fondo, y más rápido, por ejemplo, en su pelea contra los medios críticos», me dijo un ministro distendido durante el último verano, en un parador de la costa atlántica.
En este punto, también parece haber cierta confusión. Porque en realidad Ella es igual a El. Es decir, se obsesionan por las mismas cosas. Así como Kirchner, en su momento, le impidió al ex canciller Rafael Bielsa aceptar invitaciones de diarios y programas de televisión críticos para defender su candidatura a jefe de gobierno de la ciudad, Cristina Fernández impartió la misma directiva a Daniel Filmus, aunque el ex ministro de Educación lo disimule con su invitación a debatir en varios ámbitos. Así como el ex presidente, a pocos meses de asumir, le quitó al vicepresidente Daniel Scioli la Secretaría de Turismo para romper el excelente vínculo que mantenía con los medios y los periodistas, la Presidenta ahora le impuso a Scioli a Gabriel Mariotto como candidato a vicegobernador con la intención de estropear su nexo con la prensa no oficialista y sus posibilidades de transformarse en candidato a presidente dentro de cuatro años.
Lo mismo se puede decir sobre la decisión de quitarle el negocio de la transmisión de fútbol a Torneos y Competencias y de acusar sin pruebas fehacientes, abriendo grandes dudas sobre la historia lanzada por el oficialismo, a los accionistas de Papel Prensa por delitos de lesa humanidad. «Los dos querían hacerlo, pero Néstor dudaba y planteaba que todavía tenían margen para negociar. En cambio Cristina autorizó la reunión con [Julio Humberto] Grondona, le preguntó cuánta plata costaría el traspaso y ordenó ejecutar el plan en cuestión de horas, para asegurarse de que no hubiera marcha atrás», me contó el mismo ministro, que participó de las negociaciones con el mandamás de la AFA.
Sobre la batalla contra Papel Prensa, fue Lidia Papaleo la que escuchó de la propia boca del ex presidente y en presencia de la jefa del Estado, en la quinta de Olivos, la siguiente afirmación: «Yo esta pelea nunca me animé a darla a fondo. Es más, si no fuera por ella, yo esta pelea no la daba más». Es decir: la diferencia entre El y Ella no está en las cuestiones de fondo, sino en el tiempo y la forma de la toma de decisiones.
Kirchner, por ejemplo, en una charla mano a mano, no solía escuchar con atención a nadie por más de cinco minutos, pero retenía la información que le interesaba, y después la usaba como más le convenía. Cristina Fernández, en cambio, sólo mantiene reuniones para ser escuchada. Y en el caso de que la entrevista sea con un periodista, no se priva de dar a conocer su doctrina sobre el rol de los medios, que es idéntica a la que defienden Carlos Zannini, Juan Manuel Abal Medina y también Mariotto. La Presidenta piensa que los medios son partidos políticos disfrazados de instrumentos imparciales y que los trabajadores de prensa usan los «fueros periodísticos» para defender intereses distintos de los del Estado. Que los medios, en general, suelen acompañar a los gobiernos durante los primeros meses o años de su gestión para después transformarse en un factor opositor, golpista o destituyente.
Esa visión maniquea de la realidad era compartida, aunque no en su totalidad, por Néstor Kirchner. El oscilaba entre la postura sin matices de su compañera y la lógica de Alberto Fernández, para quien los medios son fábricas de noticias que no pueden ocultar la realidad porque irían contra sus propios intereses.
Kirchner, Cristina Fernández y su equipo de gladiadores antimedios saldaron las diferencias con un plan agresivo que todavía está en ejecución. Se trata del financiamiento sin auditoría ni control de medios y periodistas amigos o militantes capaces de descalificar o neutralizar a medios y profesionales críticos para evitar que la realidad se filtre entre los votantes argentinos y les impida ganar elecciones.
Para esto cuentan con un presupuesto de más de dos mil millones de pesos sólo durante este año y la posibilidad de comprar o financiar diarios o entregar frecuencias de radio y televisión que todavía están vacantes. Además, los candidatos de todas las listas nacionales, provinciales y municipales deben pasar por la prueba del ácido: les preguntan si son de La Cámpora y después si atendieron, atienden o atenderán a cualquier periodista crítico o del Grupo Clarín. En ese sentido, Máximo Kirchner y sus compañeros de «militancia» tienen menos matices que la jefa del Estado. Para decirlo de otra manera: su hijo es a la madre lo que Cristina era a su jefe político.
La cuestión de cómo pararse desde el Gobierno frente a la prensa no es un chiste ni algo que deba ser tomado de manera superficial. Gente grande y experimentada como Jorge Taiana, Bielsa, Filmus y otros fueron castigados, en su momento, por haber sido considerados «funcionales a la corpo mediática». El los retaba y les sacaba la tarjeta amarilla. La Presidenta los sanciona o los reemplaza por los chicos de La Cámpora, quienes juran estar dispuestos a la dar la vida por Ella.
En el fondo es lo mismo, pero menos sutil.
© La Nacion

Acerca de Nicolás Tereschuk (Escriba)

"Escriba" es Nicolás Tereschuk. Politólogo (UBA), Maestría en Sociologìa Económica (IDAES-UNSAM). Me interesa la política y la forma en que la política moldea lo económico (¿o era al revés?).

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9 comentarios en «Ella es igual a El»

    1. Por lo que se observa, por lo menos dentro del peronismo, había un sólo comando que era el de Néstor, ahora la nave peronista va al garete y corren sus pasajeros de terminar…

      1. Muchachos:
        Me refiero a la nave peronista, no al cristinismo que intenta, o bien bajarse de esa nave o quedarse con la nave luego de una prolongada estadía en astilleros para transformarla. Suerte con el experimento. El Néstor no se atrevió a tanto, pero ahora es distinto, tienen un gran copiloto, por todos amado, que ha sido consagrado con los oleos correspondientes por el sumo sacerdote Horacio Verbitsky http://www.pagina12.com.ar/diario/elpais/1-171869-2011-07-09.html
        Suerte y que no se hunda en agosto u octubre.

      2. la nave peronista al garete? estás confundiendote con el radicalismo, me parece. los de escudito rojo y blanco son radichetas, para que no tengas dudas.

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