Lo más trascendente de la reunión que le dio forma a Cambiemos en Santa Fe fue lo que no tomó estado público hasta aquí: el pedido de Marcos Peña y Rogelio Frigerio para que el nuevo formato no se limite a la cuestión nacional y vaya progresando en planteos directamente vinculadas a la política santafesina.
El jefe de Gabinete y el ministro del Interior utilizaron la reunión de macristas y radicales santafesinos para mostrarse por primera vez juntos en el comité nacional de la UCR, intentando bajar los decibeles a las críticas de soslayo de no pocos correligionarios que piden un trato diferente en la coalición de gobierno y se quejan del intento de reclutar peronistas sin exigir certificados de buena conducta.
A la vez, la bendición a los cambiemistas santafesinos de parte de las dos principales referencias del staff ministerial no debería dejar lugar a dudas: la Casa Rosada quiere que el día después de las elecciones de medio mandato los titulares de los medios digan que el gobierno nacional ganó la provincia, uno de los objetivos de máxima, inmediatamente después de Buenos Aires.
Metiendo presión. En concreto, Peña y Frigerio instaron a construir un interbloque en la Cámara de Diputados de la provincia, que actúe como el eslabón legislativo de la nueva conformación política. La petición impactó de lleno en algunos radicales, una de cuyas referencias admitió a La Capital que de ejecutarse esa acción se dinamitarían los puentes con el socialismo.
«Tratamos de explicar que eso, primero, genera dificultades adentro del radicalismo. Ni siquiera tenemos bloques unificados los que formamos parte de Cambiemos», dijo una fuente en relación al MAR y al Grupo Universidad. Sin embargo, saben los radicales que el avance del PRO será cada vez más intenso e irresistible para que quiebren el Frente Progresista y dejen de pasar por las dos ventanillas.
En paralelo a esa cuestión, los dirigentes santafesinos tomaron el compromiso de crear mesas departamentales en todo el territorio provincial y avanzar en la búsqueda de acuerdos con los intendentes. Esto tiene sólo una lectura: cooptar a los radicales que gestionan y que hoy reportan en el Frente Progresista. El PRO sólo gobierna en tres localidades: Funes, Rufino y Las Rosas. «Ustedes avancen, nosotros veríamos la forma de canalizar los instrumentos para convencerlos», dijo un funcionario nacional, el martes, en el comité radical de calle Alsina.
La visión trémula de radicales y socialistas de hacer «compatible» la doble vía entre el gobierno nacional y la Casa Gris sin que choquen los planetas tiene un límite: las confrontaciones electorales que se vienen y las necesidades urgentes de Balcarce 50 para extender su influencia.
Habrá que esperar para saber cómo sigue haciendo equilibrio Julián Galdeano —presidente de la UCR santafesina— para evitar una ruptura sonora. Lo primero a lograr por todo el radicalismo es una mejor relación entre Mauricio Macri y Lifschitz, que ponga en el freezer la escalada declarativa. A partir de la crisis, Lifschitz mantuvo reuniones secretas con José Corral para bosquejar escenarios de mejor relación con el poder central.
«¿Cómo recibieron ustedes las críticas del presidente a Lifschitz?», preguntó el jefe de Gabinete a los integrantes de Cambiemos durante la reunión cerrada en Buenos Aires. Creen allí que el gobernador decidió no continuar las escaramuzas verbales. «Ahora los socialistas nos consultan hasta la hora en que deberíamos tomar el té», dijo a LaCapital un dirigente ucerreísta.
Atento a esa nueva realidad, a la inédita presencia que le dio Lifschitz al radicalismo en su gabinete y a las inseguridades sobre el resultado de la gestión nacional, cobra valor lo que dijo un eterno legislador provincial de boina blanca: «El PRO nos ofrece subir a una balsa que no se sabe ni cuánto ni cómo resiste. Tal vez nos convendría quedarnos en el barco del Frente Progresista, que a veces parece el Titanic antes de hundirse pero con orquesta y copas de champán para los que viajamos en la cubierta». Por ahora, los radicales van a todos los asados.
Matrimonio y algo más. En Cambiemos Santa Fe EM_DASHun matrimonio naciente que deberá saber convivir todos los días y a toda horaEM_DASH también se deberán definir cuestiones importantes. En el PRO hay quienes creen que Corral tiene que ser candidato a diputado nacional para posicionarse de cara a la Gobernación. Sin embargo, el presidente de la UCR asegura que no recibe presiones de ningún funcionario y sostiene que no es imprescindible que esté su nombre al frente de la boleta en 2017.
En ese juego de realidades espejadas, las espadas del PRO presionarán de ahora en más a los radicales para que dejen de ser un híbrido entre los socialistas y ellos.
Mientras tanto, no descartan la posibilidad de sumar peronistas. No por nada, un funcionario con despacho en la Planta Baja de Casa Rosada le dijo a este diario: «El que le gusta a Mauricio es Perotti».
Entre los amarillos también florece algún malestar interno: en la fundación de Cambiemos no se vio ni a Anita Martínez ni a Luciano Laspina, entre otros. A la par, el candidato a vicegobernador del sector, Jorge Boasso, ayer se mostró picante: «Ninguno de los referentes con votos está en la mesa de Cambiemos Santa Fe. ¿ Cambio para que nada cambie?».
Al margen de comidillas, proyecciones y reposicionamientos, la conformación del macrismo santafesino instala una nueva realidad que, hasta hace poco, sólo tocaba las notas del Frente Progresista y del PJ.
Entre la gestión de Lifschitz y lo que haga Macri con su administración nacional se columpiará el futuro político de la provincia. La política santafesina empieza a estar para alquilar balcones.
El jefe de Gabinete y el ministro del Interior utilizaron la reunión de macristas y radicales santafesinos para mostrarse por primera vez juntos en el comité nacional de la UCR, intentando bajar los decibeles a las críticas de soslayo de no pocos correligionarios que piden un trato diferente en la coalición de gobierno y se quejan del intento de reclutar peronistas sin exigir certificados de buena conducta.
A la vez, la bendición a los cambiemistas santafesinos de parte de las dos principales referencias del staff ministerial no debería dejar lugar a dudas: la Casa Rosada quiere que el día después de las elecciones de medio mandato los titulares de los medios digan que el gobierno nacional ganó la provincia, uno de los objetivos de máxima, inmediatamente después de Buenos Aires.
Metiendo presión. En concreto, Peña y Frigerio instaron a construir un interbloque en la Cámara de Diputados de la provincia, que actúe como el eslabón legislativo de la nueva conformación política. La petición impactó de lleno en algunos radicales, una de cuyas referencias admitió a La Capital que de ejecutarse esa acción se dinamitarían los puentes con el socialismo.
«Tratamos de explicar que eso, primero, genera dificultades adentro del radicalismo. Ni siquiera tenemos bloques unificados los que formamos parte de Cambiemos», dijo una fuente en relación al MAR y al Grupo Universidad. Sin embargo, saben los radicales que el avance del PRO será cada vez más intenso e irresistible para que quiebren el Frente Progresista y dejen de pasar por las dos ventanillas.
En paralelo a esa cuestión, los dirigentes santafesinos tomaron el compromiso de crear mesas departamentales en todo el territorio provincial y avanzar en la búsqueda de acuerdos con los intendentes. Esto tiene sólo una lectura: cooptar a los radicales que gestionan y que hoy reportan en el Frente Progresista. El PRO sólo gobierna en tres localidades: Funes, Rufino y Las Rosas. «Ustedes avancen, nosotros veríamos la forma de canalizar los instrumentos para convencerlos», dijo un funcionario nacional, el martes, en el comité radical de calle Alsina.
La visión trémula de radicales y socialistas de hacer «compatible» la doble vía entre el gobierno nacional y la Casa Gris sin que choquen los planetas tiene un límite: las confrontaciones electorales que se vienen y las necesidades urgentes de Balcarce 50 para extender su influencia.
Habrá que esperar para saber cómo sigue haciendo equilibrio Julián Galdeano —presidente de la UCR santafesina— para evitar una ruptura sonora. Lo primero a lograr por todo el radicalismo es una mejor relación entre Mauricio Macri y Lifschitz, que ponga en el freezer la escalada declarativa. A partir de la crisis, Lifschitz mantuvo reuniones secretas con José Corral para bosquejar escenarios de mejor relación con el poder central.
«¿Cómo recibieron ustedes las críticas del presidente a Lifschitz?», preguntó el jefe de Gabinete a los integrantes de Cambiemos durante la reunión cerrada en Buenos Aires. Creen allí que el gobernador decidió no continuar las escaramuzas verbales. «Ahora los socialistas nos consultan hasta la hora en que deberíamos tomar el té», dijo a LaCapital un dirigente ucerreísta.
Atento a esa nueva realidad, a la inédita presencia que le dio Lifschitz al radicalismo en su gabinete y a las inseguridades sobre el resultado de la gestión nacional, cobra valor lo que dijo un eterno legislador provincial de boina blanca: «El PRO nos ofrece subir a una balsa que no se sabe ni cuánto ni cómo resiste. Tal vez nos convendría quedarnos en el barco del Frente Progresista, que a veces parece el Titanic antes de hundirse pero con orquesta y copas de champán para los que viajamos en la cubierta». Por ahora, los radicales van a todos los asados.
Matrimonio y algo más. En Cambiemos Santa Fe EM_DASHun matrimonio naciente que deberá saber convivir todos los días y a toda horaEM_DASH también se deberán definir cuestiones importantes. En el PRO hay quienes creen que Corral tiene que ser candidato a diputado nacional para posicionarse de cara a la Gobernación. Sin embargo, el presidente de la UCR asegura que no recibe presiones de ningún funcionario y sostiene que no es imprescindible que esté su nombre al frente de la boleta en 2017.
En ese juego de realidades espejadas, las espadas del PRO presionarán de ahora en más a los radicales para que dejen de ser un híbrido entre los socialistas y ellos.
Mientras tanto, no descartan la posibilidad de sumar peronistas. No por nada, un funcionario con despacho en la Planta Baja de Casa Rosada le dijo a este diario: «El que le gusta a Mauricio es Perotti».
Entre los amarillos también florece algún malestar interno: en la fundación de Cambiemos no se vio ni a Anita Martínez ni a Luciano Laspina, entre otros. A la par, el candidato a vicegobernador del sector, Jorge Boasso, ayer se mostró picante: «Ninguno de los referentes con votos está en la mesa de Cambiemos Santa Fe. ¿ Cambio para que nada cambie?».
Al margen de comidillas, proyecciones y reposicionamientos, la conformación del macrismo santafesino instala una nueva realidad que, hasta hace poco, sólo tocaba las notas del Frente Progresista y del PJ.
Entre la gestión de Lifschitz y lo que haga Macri con su administración nacional se columpiará el futuro político de la provincia. La política santafesina empieza a estar para alquilar balcones.