Cristina Fernández de Kirchner fue directa y lo dijo sin anestesia: “Yo no preciso a Moyano; yo tengo relación directa con los trabajadores.” La Presidenta aprovechó el silencio que generó su afirmación y terminó: “Vamos hacia un modelo de varias CGT, de varias centrales obreras en Argentina.” Esta definición la formuló el fin de semana y sus interlocutores fueron los miembros más importantes de la cúpula de la UIA, en Los Cabos, en medio de la reunión del Grupo de los 20, cuyos miembros recibieron muy fríamente a Cristina Kirchner.
Esto sucedió en el hermético encuentro que mantuvo la Presidenta con Ignacio de Mendiguren, Luis Betnaza y Federico Nicholson.
La UIA es la única entidad empresaria que tiene hoy interlocución con la Presidenta a causa de la confianza –a pesar de disentir en varios temas– que le tiene a su titular De Mendiguren.
Cristina fue más dura aún: “Lo que haga Moyano ya es irrelevante.” Los hombres de negocios no coincidieron y manifestaron su temor por el efecto económico de una atomización en el poder gremial.
Y salieron convencidos de dos cosas:Que el enfrentamiento será frontal contra el jefe de la CGT.
Que la Presidenta no avala en forma categórica a ningún sector sindical .
Gerardo Martinez lo admitió en la reunión secreta que también tuvo con la cúpula de la UIA. En la ciudad de Ginebra y en el marco de la OIT hubo un encuentro en el que Martínez se sinceró: dijo que los sindicalistas que se oponen a Moyano no lograron –hasta ahora– un espaldarazo claro y contundente de la Casa Rosada.
En ambos encuentros los líderes empresarios propiciaron avanzar en un “acuerdo tripartito” para enfrentar los coletazos de la crisis internacional.
Fue en respuesta a una evaluación hipercrítica de la presidenta. Cristina repitió: “Estoy muy preocupada, la situación internacional es mucho peor a lo proyectado.” Ya lo había sugerido en el encuentro secreto –sin cámaras de televisión– que tuvo en el Council of the Americas. Para asombro de los banqueros, y después de una pregunta la Presidenta, dijo: “Europa se equivoca con su receta. Yo se lo dije a Nicolas (por Sarkozy), no me hizo caso y perdió las elecciones.” La UIA sugirió hacer un frente común con Brasil y fue De Mendiguren quien propuso “evitar el peligro que genera no utilizar bien los instrumentos económicos.” El líder industrial se refiere al cúmulo de desaciertos que cometió el Gobierno por la “mala praxis” del equipo económico para enfrentar la falta de divisas que origina el atraso cambiario, Los hombres de negocios consideran que Guillermo Moreno es audaz, pero que acumula fracasos en su “rudimentaria” política económica. Primero, porque a pesar de los controles Moreno no pudo frenar el drenaje de divisas, ni la suba del dólar paralelo; las reservas siguen cayendo y no duró ni un día el proyecto de bajar el paralelo a 5,10 pesos. Tampoco su manipulación del INDEC puede ocultar la creciente inflación: hace un par de años estaba en el 15% y ahora toca el 25% anual.
Pero el problema supera los traspiés del secretario de Comercio. Hoy, los dueños de los holdings ven una parálisis e inacción total en el Gabinete nacional y ministros que sólo ejecutan mal las órdenes de Cristina. La Presidenta –de hecho– lleva adelante una estrategia: separa y le quita poder a todo aquel que lo tuvo durante la gestión de Néstor Kirchner.
El conflicto con Moyano dejó al desnudo la inoperancia de Carlos Tomada y la falta de credibilidad de Amado Boudou. Pero reflejó también cómo el Gobierno licuó el poder de Julio De Vido, el hombre de mejor diálogo con el sindicalismo.
Ya habían sembrado confusión con la pesificación Juan Manuel Abal Medina y Axel Kicillof. Cristina tuvo que pedirle a un hombre de leyes como Julio Alak que actúe como bombero para tratar de despejarles las dudas a los tenedores de títulos.
La inoperancia del Gabinete tiene que ver con la forma cómo la Presidenta toma las decisiones políticas. No permite que nadie la contradiga y eso hace que los ministros no generen ni tengan iniciativa política propia. Cada uno de los ministros –a su vez– tiene una suerte de intervención de La Cámpora. Los jóvenes –algunos con buena formación y poca experiencia– fueron ubicados en puestos clave, pero no para generar iniciativas, sino para auditar y controlar a los ministros . Esta intervención llega hasta límites insólitos y degradantes para los ministros. Lo vivió en carne propia Héctor Timerman.
Hace unas semanas el canciller convocó a un grupo de diplomáticos y embajadores de países árabes para explicar la posición argentina sobre Malvinas. El encuentro iba a terminar en una cordial y diplomática recepción, pero el ágape se frustró porque la secretaria de Coordinación Internacional, Paula Ferraris, no le autorizó a Timerman los gastos de la confitería. Ferraris y Cecilia Nahon ejercen una suerte de intervención sobre la Cancillería. Esto se repite en todos los ministerios.
Ahora la presidenta del Banco Central está pidiendo asesoramiento legal a los principales estudios del mercado. Mercedes Marcó del Pont no fijó la prohibición en comprar dólares, pero teme quedar complicada judicialmente por los amparos que se multiplican.
Ricardo Etchegaray –el verdadero responsable de la medida– la responsabilizó en público del “corralito cambiario” para cubrirse y eludir la acción de la Justicia contra la AFIP. El episodio forma parte del desconcierto que existe en el Gabinete, temeroso por una cuestión: la fuerte desaceleración económica.
Copyright Clarín, 2012.
Esto sucedió en el hermético encuentro que mantuvo la Presidenta con Ignacio de Mendiguren, Luis Betnaza y Federico Nicholson.
La UIA es la única entidad empresaria que tiene hoy interlocución con la Presidenta a causa de la confianza –a pesar de disentir en varios temas– que le tiene a su titular De Mendiguren.
Cristina fue más dura aún: “Lo que haga Moyano ya es irrelevante.” Los hombres de negocios no coincidieron y manifestaron su temor por el efecto económico de una atomización en el poder gremial.
Y salieron convencidos de dos cosas:Que el enfrentamiento será frontal contra el jefe de la CGT.
Que la Presidenta no avala en forma categórica a ningún sector sindical .
Gerardo Martinez lo admitió en la reunión secreta que también tuvo con la cúpula de la UIA. En la ciudad de Ginebra y en el marco de la OIT hubo un encuentro en el que Martínez se sinceró: dijo que los sindicalistas que se oponen a Moyano no lograron –hasta ahora– un espaldarazo claro y contundente de la Casa Rosada.
En ambos encuentros los líderes empresarios propiciaron avanzar en un “acuerdo tripartito” para enfrentar los coletazos de la crisis internacional.
Fue en respuesta a una evaluación hipercrítica de la presidenta. Cristina repitió: “Estoy muy preocupada, la situación internacional es mucho peor a lo proyectado.” Ya lo había sugerido en el encuentro secreto –sin cámaras de televisión– que tuvo en el Council of the Americas. Para asombro de los banqueros, y después de una pregunta la Presidenta, dijo: “Europa se equivoca con su receta. Yo se lo dije a Nicolas (por Sarkozy), no me hizo caso y perdió las elecciones.” La UIA sugirió hacer un frente común con Brasil y fue De Mendiguren quien propuso “evitar el peligro que genera no utilizar bien los instrumentos económicos.” El líder industrial se refiere al cúmulo de desaciertos que cometió el Gobierno por la “mala praxis” del equipo económico para enfrentar la falta de divisas que origina el atraso cambiario, Los hombres de negocios consideran que Guillermo Moreno es audaz, pero que acumula fracasos en su “rudimentaria” política económica. Primero, porque a pesar de los controles Moreno no pudo frenar el drenaje de divisas, ni la suba del dólar paralelo; las reservas siguen cayendo y no duró ni un día el proyecto de bajar el paralelo a 5,10 pesos. Tampoco su manipulación del INDEC puede ocultar la creciente inflación: hace un par de años estaba en el 15% y ahora toca el 25% anual.
Pero el problema supera los traspiés del secretario de Comercio. Hoy, los dueños de los holdings ven una parálisis e inacción total en el Gabinete nacional y ministros que sólo ejecutan mal las órdenes de Cristina. La Presidenta –de hecho– lleva adelante una estrategia: separa y le quita poder a todo aquel que lo tuvo durante la gestión de Néstor Kirchner.
El conflicto con Moyano dejó al desnudo la inoperancia de Carlos Tomada y la falta de credibilidad de Amado Boudou. Pero reflejó también cómo el Gobierno licuó el poder de Julio De Vido, el hombre de mejor diálogo con el sindicalismo.
Ya habían sembrado confusión con la pesificación Juan Manuel Abal Medina y Axel Kicillof. Cristina tuvo que pedirle a un hombre de leyes como Julio Alak que actúe como bombero para tratar de despejarles las dudas a los tenedores de títulos.
La inoperancia del Gabinete tiene que ver con la forma cómo la Presidenta toma las decisiones políticas. No permite que nadie la contradiga y eso hace que los ministros no generen ni tengan iniciativa política propia. Cada uno de los ministros –a su vez– tiene una suerte de intervención de La Cámpora. Los jóvenes –algunos con buena formación y poca experiencia– fueron ubicados en puestos clave, pero no para generar iniciativas, sino para auditar y controlar a los ministros . Esta intervención llega hasta límites insólitos y degradantes para los ministros. Lo vivió en carne propia Héctor Timerman.
Hace unas semanas el canciller convocó a un grupo de diplomáticos y embajadores de países árabes para explicar la posición argentina sobre Malvinas. El encuentro iba a terminar en una cordial y diplomática recepción, pero el ágape se frustró porque la secretaria de Coordinación Internacional, Paula Ferraris, no le autorizó a Timerman los gastos de la confitería. Ferraris y Cecilia Nahon ejercen una suerte de intervención sobre la Cancillería. Esto se repite en todos los ministerios.
Ahora la presidenta del Banco Central está pidiendo asesoramiento legal a los principales estudios del mercado. Mercedes Marcó del Pont no fijó la prohibición en comprar dólares, pero teme quedar complicada judicialmente por los amparos que se multiplican.
Ricardo Etchegaray –el verdadero responsable de la medida– la responsabilizó en público del “corralito cambiario” para cubrirse y eludir la acción de la Justicia contra la AFIP. El episodio forma parte del desconcierto que existe en el Gabinete, temeroso por una cuestión: la fuerte desaceleración económica.
Copyright Clarín, 2012.