Lunes 27 de Octubre de 2014
En Mar del Plata
CONCLUSIONES DEL COLOQUIO DE IDEA – Por primera vez en casi una década el Coloquio de IDEA fue escenario de un intenso debate político que mereció la dura réplica del oficialismo. Se trataron temas nuevos, como el narcotráfico y la preocupación de las empresas por las drogas y el alcohol que afectan a los empleados. Son muchos los temores que manifiestan los empresarios (entre ellos, la falta de reservas, el nivel de la inflación o la inseguridad), pero a no pocos lo que más les inquieta es que en 2015 se mantenga el modelo kirchnerista.
Por: Liliana Franco
Desde que el supermercadista Alfredo Coto alertó al Gobierno sobre la inflación, allá por el año 2005 (en aquel entonces, se hablaba del 12% anual), tuvieron que pasar casi diez años hasta que los empresarios agrupados en IDEA se animaran a salir del tupper.
Si hubo algo que caracterizó al 50° aniversario del Coloquio fue que esta vez los on the record fueron tan jugosos como los off. Esto explica que el Gobierno saliera con los tapones de punta, con críticas a cargo del jefe de Gabinete, Jorge Capitanich, los ministros Axel Kicillof y Julio De Vido y el gobernador Daniel Scioli, tras años de ninguneo.
Quizás cansados por las acusaciones de opositores que recibieron durante una década, distintos empresarios de IDEA finalmente se unieron en un Foro de Convergencia y dejaron por escrito sus ideas para lo que consideran una Argentina mejor. Este documento, como dijo al cierre del evento Miguel Blanco, el presidente de la entidad, les fue presentado a los principales candidatos para que, si están de acuerdo, avalen con su firma el compromiso de cumplirlo.
Salvo Scioli que anticipó su negativa -como era lógico-, el resto zafó con la diplomática respuesta: «Lo vamos a estudiar». Brevemente, el documento plantea propuestas concretas en materia política, social, económica e incluso avanza con cuestiones como el narcotráfico y la criminalidad.
El Foro de Convergencia cambió el rol tradicional de IDEA, caracterizado por ser un centro de capacitación empresarial con encuentros orientados a discutir los temas de largo plazo. «Los Kirchner logran cosas increíbles», decía un viejo integrante de la entidad. «Fijate, unió a todas las entidades del campo, a las entidades empresarias (por el G-6) y hasta logró que IDEA se convierta en un think tank político», añadió. Otro experimentado participante agregó: «Es que somos hijos del rigor, sólo reaccionamos cuando las papas queman».
Efectivamente, miedo fue otra de las palabras más escuchadas en los break: miedo a que en diciembre haya tensión social, a que nuevamente la Argentina caiga en una crisis del sector externo, a que la inflación se desboque, a que no haya acuerdo en enero con los holdouts, a que se agudicen las trabas y controles por parte del Estado, por mencionar algunos de los temores económicos.
Miedo en lo social, por la pérdida o menoscabo de los valores, por el aumento de la pobreza, por la caída de la calidad educativa, por el aumento de la corrupción y la tolerancia o resignación de la sociedad, por el aumento de la violencia, por el avance del narcotráfico. Cabe recordar que siempre hubo paneles sobre educación en los coloquios de IDEA, pero el pasado fue el primero en incluir al problema del narcotráfico y por primera vez las empresas, en su gran mayoría, admitieron que dentro de sus compañías la drogadicción era un problema y que implementarían políticas de ayuda contra las adicciones.
«Si ya en la adolescencia la droga y el alcohol son un problema, por qué vamos a pensar que cuando ingresan en una empresa los jóvenes van a dejar el hábito», comentaba un empresario.
Y el miedo más grande que manifestaron muchos de los asistentes al Coloquio se refiere a la arena política. Se trata del miedo a que el kirchnerismo vaya a continuar en el poder.
Más de un empresario se atragantó con las masas cuando alguien comentó: «A mí me confirmaron que el Papa le dijo a Cristina que Scioli era su candidato, o algo así, presumía un industrial que dice tener vínculos con el oficialismo. Otro se sumó acotando: «Sí y parece que Cristina se postularía para un cargo en el Parlamento o como candidata a gobernadora de la provincia de Buenos Aires». Envalentonados, políticos de la oposición se sumaron a la charla y señalaron que «La Cámpora tendría numerosos cargos ministeriales si el kirchnerismo en cualquier variante gana, Axel Kicillof continuaría manejando Economía, Banco Central, ANSES, en fin, todos los lugares estratégicos». Terció un político bonaerense: «Ja, como si les hiciera falta, ya están en los directorios de un montón de empresas».
El temor que el kirchnerismo pueda llegar a cosechar un 40% de los votos y evitar de esta forma un balotaje era también compartido por simpatizantes y militantes de la oposición, aunque más no sea para no dormirse en los laureles y seguir conquistando voluntades.
Otro dato, dado a conocer ayer, pero que ya circulaba por IDEA, es que según la última encuesta de Poliarquía, más de la mitad de los votantes quiere que el cambio que haga el próximo Gobierno sea moderado y que sólo un tercio no le reconoce nada al kirchnerismo. Esto pone a los candidatos ante el desafío de tener una agenda muy similar a la que impone el kirchnerismo y eso desalienta cualquier cambio radical impulsado por una parte importante del empresariado. Es decir, los electores reclaman un cambio a medias.
Estos miedos parecen estar detrás de las duras declaraciones de Miguel Blanco -entre otras cuestiones, atacó el intento de reformar la Constitución- o del abogado Daniel Sabsay -consideró que Cristina no era abogada y calificó de «sátrapa» al canciller Timerman-. Y también explicarían que algunos participantes del encuentro no estuvieran de acuerdo.
Las discrepancias llegaron incluso a producirse entre Blanco y la titular de General Motors, Isela Costantini, además la presidente del Coloquio. Constantini desautorizó en declaraciones periodísticas los dichos del presidente de IDEA al sostener que la crítica «no era el espíritu del Coloquio».
La ejecutiva intentó mostrar que tales diferencias no existieron en el cierre del Coloquio cuando, abrazando a Blanco, afirmó: «Dicen que estamos separados». Sin embargo, parecería que mucho no le creyeron porque quien logró un sostenido aplauso y de pie fue justamente el titular de IDEA.
En defensa de Costantini, más de un ejecutivo recordó que «las automotrices depende del buen humor oficial para continuar produciendo».
Las diferencias no se dieron sólo entre los asistentes al Coloquio; también existen en el seno de los principales partidos políticos de la oposición.
La posibilidad de debatir en Coloquio provocó una «guerra de egos» en el partido que presiden Mauricio Macri (el jefe de gobierno de la Ciudad decidió no asistir por recomendación de su asesor Duran Barba). Al respecto, más de un empresario reflexionaba acerca de esta recomendación: «¿Duran Barba sabe quiénes asisten al coloquio de IDEA?», y otro, no sin ironía, replicó «se lo voy a contar a Mauricio cuando me llame por teléfono» , dando a entender que el candidato por el PRO últimamente esta convocando a más de un dirigente empresario.
Volviendo al tema de la «guerra de egos» en el seno del PRO a muchos les cayó muy mal que Mauricio Macri haya designado a Francisco Cabrera para participar en el panel de los economistas siendo ingeniero- donde los principales referentes de los partidos expusieron sus ideas. De hecho, IDEA curs ó la invitación al presidente del Banco Ciudad, Rogelio Frigerio, quien finalmente se vio obligado a rechazar el convite, aunque fue sin duda junto con otro referente económico del partido, Federico Sturzenegger, uno de los más requeridos por numerosos asistentes a IDEA para «tomar un café.
Entre los asistentes, Miguel Bein fue valorado en el debate por reconocer que hubo un «macrosidio» cuando en el 2011 se decidió que el salario real subiera sensiblemente en dólares (sin ninguna relación con el crecimiento de la productividad) y cosechó aplausos cuando sostuvo algo que en la Argenta actual no parece tan obvio: que para salir adelante el país necesita inversiones y para que haya inversiones las empresas tienen que tener rentabilidad. «Estuvo muy bien Bein», fue un comentario reiterado, pero más de uno se preguntó si Scioli lo escucha.
En el caso del Frente Renovador, los asistentes al Coloquio no comprendieron porqué la exposición estuvo a cargo de Ricardo Delgado, un economista con casi nula gestion en el Estado cuando Massa cuenta entre sus filas y de hecho concurrió acompañado por un ex ministro de Economía, dos ex presidentes del Banco Central y un ex secretario de Hacienda.
Quien aprovechó la inexperiencia de Delgado fue el referente de UNEN, Javier Gonzalez Fraga – el más aplaudido por los empresarios -. Al final de su disertación el economista del massismo ayudado por su tablet, leyó los grandes resultados macro de la gestion de los ministros Roberto Lavagna y Miguel Peirano y de Martín Redrado y Aldo Pignanelli al frente del Banco Central y hoy integrantes del Frente Renovador. Le siguió en el uso de la palabra Gonzalez Fraga y con un solo argumento derrumbó, como si fuera un castillo de naipes, todos los numeros que habia enunciado Delgado. La respuesta fue tan simple como letal: «Si Ricardo, esto es cierto pero acordarte que después Kirchner los saco (a los nombrados), entonces lo verdaderamente importante es la vocación política por hacer las cosas bien».
Ante la consulta a Fraga de cómo corregir el tipo de cambio respondio: «debe evitarse la tentacion liberal de la macrodevaluación que afecta al salario y al consumo». Pero tambien alertó sobre otra tentación, la que «ahora con música de izquierda, en los 90 con musica de derecha, y en los 70 con musica militar utilizó al retraso de tipo de cambio como una medida populista» que termino en estallidos del dólar.
La guerra de egos casi desapareció cuando los cuatros presidenciales, Sergio Massa, Julio Cobos, Ernesto Sanz y Hermes Binner, se juntaron en el escenario de IDEA y mantuvieron un debate «tan civilizado que parecian lores ingleses» dijo el CEO de una empresa multinacional.
Hubo numerosas coincidencias como ser el respeto a la independencia de los poderes, atacar el excesivo presidencialismo, reestablecer el dialogo, recuperar valores, entre otros aspectos. La foto final de los cuatro candidatos, los saludos y la conversación amena le hizo recordar a un empresario que peina canas que «antes la política era asi», lo que provocó la curiosidad algunos directivos jóvenes que se lo llevaron al lobby del Sheraton para ahondar más sobre esa Argentina donde el discenso no era causa para ser considerado un enemigo.
Sin embargo, la esperanza de que vengan tiempos sin tanto enfrentamiento dio paso a una duda compartida por varios de los asistentes: «todo muy lindo, pero cuando llegan al poder suelen cambiar».
El encuentro culminó con los acordes de la orquesta de Malher. Pero a muchos le quedaron retumbando también duras cifras dasas por el economista Orlando Ferreres. «Si la Argentina no hubiese tenido un promedio del 76% de inflación anual desde 1944, el país tendría ocho millones menos de pobres», según sus cálculos. Y agregó que «si el 70% del dinero, que se fugó del circuito económico del país, se hubiera reinvertido, alcanzaría para que la pobreza, que según un informe de la UCA es del 27,6 por ciento y representa a 11.604.000 de personas, se reduciría a 3.600.000 de pobres, igual que los niveles de Canadá.
En Mar del Plata
CONCLUSIONES DEL COLOQUIO DE IDEA – Por primera vez en casi una década el Coloquio de IDEA fue escenario de un intenso debate político que mereció la dura réplica del oficialismo. Se trataron temas nuevos, como el narcotráfico y la preocupación de las empresas por las drogas y el alcohol que afectan a los empleados. Son muchos los temores que manifiestan los empresarios (entre ellos, la falta de reservas, el nivel de la inflación o la inseguridad), pero a no pocos lo que más les inquieta es que en 2015 se mantenga el modelo kirchnerista.
Por: Liliana Franco
Desde que el supermercadista Alfredo Coto alertó al Gobierno sobre la inflación, allá por el año 2005 (en aquel entonces, se hablaba del 12% anual), tuvieron que pasar casi diez años hasta que los empresarios agrupados en IDEA se animaran a salir del tupper.
Si hubo algo que caracterizó al 50° aniversario del Coloquio fue que esta vez los on the record fueron tan jugosos como los off. Esto explica que el Gobierno saliera con los tapones de punta, con críticas a cargo del jefe de Gabinete, Jorge Capitanich, los ministros Axel Kicillof y Julio De Vido y el gobernador Daniel Scioli, tras años de ninguneo.
Quizás cansados por las acusaciones de opositores que recibieron durante una década, distintos empresarios de IDEA finalmente se unieron en un Foro de Convergencia y dejaron por escrito sus ideas para lo que consideran una Argentina mejor. Este documento, como dijo al cierre del evento Miguel Blanco, el presidente de la entidad, les fue presentado a los principales candidatos para que, si están de acuerdo, avalen con su firma el compromiso de cumplirlo.
Salvo Scioli que anticipó su negativa -como era lógico-, el resto zafó con la diplomática respuesta: «Lo vamos a estudiar». Brevemente, el documento plantea propuestas concretas en materia política, social, económica e incluso avanza con cuestiones como el narcotráfico y la criminalidad.
El Foro de Convergencia cambió el rol tradicional de IDEA, caracterizado por ser un centro de capacitación empresarial con encuentros orientados a discutir los temas de largo plazo. «Los Kirchner logran cosas increíbles», decía un viejo integrante de la entidad. «Fijate, unió a todas las entidades del campo, a las entidades empresarias (por el G-6) y hasta logró que IDEA se convierta en un think tank político», añadió. Otro experimentado participante agregó: «Es que somos hijos del rigor, sólo reaccionamos cuando las papas queman».
Efectivamente, miedo fue otra de las palabras más escuchadas en los break: miedo a que en diciembre haya tensión social, a que nuevamente la Argentina caiga en una crisis del sector externo, a que la inflación se desboque, a que no haya acuerdo en enero con los holdouts, a que se agudicen las trabas y controles por parte del Estado, por mencionar algunos de los temores económicos.
Miedo en lo social, por la pérdida o menoscabo de los valores, por el aumento de la pobreza, por la caída de la calidad educativa, por el aumento de la corrupción y la tolerancia o resignación de la sociedad, por el aumento de la violencia, por el avance del narcotráfico. Cabe recordar que siempre hubo paneles sobre educación en los coloquios de IDEA, pero el pasado fue el primero en incluir al problema del narcotráfico y por primera vez las empresas, en su gran mayoría, admitieron que dentro de sus compañías la drogadicción era un problema y que implementarían políticas de ayuda contra las adicciones.
«Si ya en la adolescencia la droga y el alcohol son un problema, por qué vamos a pensar que cuando ingresan en una empresa los jóvenes van a dejar el hábito», comentaba un empresario.
Y el miedo más grande que manifestaron muchos de los asistentes al Coloquio se refiere a la arena política. Se trata del miedo a que el kirchnerismo vaya a continuar en el poder.
Más de un empresario se atragantó con las masas cuando alguien comentó: «A mí me confirmaron que el Papa le dijo a Cristina que Scioli era su candidato, o algo así, presumía un industrial que dice tener vínculos con el oficialismo. Otro se sumó acotando: «Sí y parece que Cristina se postularía para un cargo en el Parlamento o como candidata a gobernadora de la provincia de Buenos Aires». Envalentonados, políticos de la oposición se sumaron a la charla y señalaron que «La Cámpora tendría numerosos cargos ministeriales si el kirchnerismo en cualquier variante gana, Axel Kicillof continuaría manejando Economía, Banco Central, ANSES, en fin, todos los lugares estratégicos». Terció un político bonaerense: «Ja, como si les hiciera falta, ya están en los directorios de un montón de empresas».
El temor que el kirchnerismo pueda llegar a cosechar un 40% de los votos y evitar de esta forma un balotaje era también compartido por simpatizantes y militantes de la oposición, aunque más no sea para no dormirse en los laureles y seguir conquistando voluntades.
Otro dato, dado a conocer ayer, pero que ya circulaba por IDEA, es que según la última encuesta de Poliarquía, más de la mitad de los votantes quiere que el cambio que haga el próximo Gobierno sea moderado y que sólo un tercio no le reconoce nada al kirchnerismo. Esto pone a los candidatos ante el desafío de tener una agenda muy similar a la que impone el kirchnerismo y eso desalienta cualquier cambio radical impulsado por una parte importante del empresariado. Es decir, los electores reclaman un cambio a medias.
Estos miedos parecen estar detrás de las duras declaraciones de Miguel Blanco -entre otras cuestiones, atacó el intento de reformar la Constitución- o del abogado Daniel Sabsay -consideró que Cristina no era abogada y calificó de «sátrapa» al canciller Timerman-. Y también explicarían que algunos participantes del encuentro no estuvieran de acuerdo.
Las discrepancias llegaron incluso a producirse entre Blanco y la titular de General Motors, Isela Costantini, además la presidente del Coloquio. Constantini desautorizó en declaraciones periodísticas los dichos del presidente de IDEA al sostener que la crítica «no era el espíritu del Coloquio».
La ejecutiva intentó mostrar que tales diferencias no existieron en el cierre del Coloquio cuando, abrazando a Blanco, afirmó: «Dicen que estamos separados». Sin embargo, parecería que mucho no le creyeron porque quien logró un sostenido aplauso y de pie fue justamente el titular de IDEA.
En defensa de Costantini, más de un ejecutivo recordó que «las automotrices depende del buen humor oficial para continuar produciendo».
Las diferencias no se dieron sólo entre los asistentes al Coloquio; también existen en el seno de los principales partidos políticos de la oposición.
La posibilidad de debatir en Coloquio provocó una «guerra de egos» en el partido que presiden Mauricio Macri (el jefe de gobierno de la Ciudad decidió no asistir por recomendación de su asesor Duran Barba). Al respecto, más de un empresario reflexionaba acerca de esta recomendación: «¿Duran Barba sabe quiénes asisten al coloquio de IDEA?», y otro, no sin ironía, replicó «se lo voy a contar a Mauricio cuando me llame por teléfono» , dando a entender que el candidato por el PRO últimamente esta convocando a más de un dirigente empresario.
Volviendo al tema de la «guerra de egos» en el seno del PRO a muchos les cayó muy mal que Mauricio Macri haya designado a Francisco Cabrera para participar en el panel de los economistas siendo ingeniero- donde los principales referentes de los partidos expusieron sus ideas. De hecho, IDEA curs ó la invitación al presidente del Banco Ciudad, Rogelio Frigerio, quien finalmente se vio obligado a rechazar el convite, aunque fue sin duda junto con otro referente económico del partido, Federico Sturzenegger, uno de los más requeridos por numerosos asistentes a IDEA para «tomar un café.
Entre los asistentes, Miguel Bein fue valorado en el debate por reconocer que hubo un «macrosidio» cuando en el 2011 se decidió que el salario real subiera sensiblemente en dólares (sin ninguna relación con el crecimiento de la productividad) y cosechó aplausos cuando sostuvo algo que en la Argenta actual no parece tan obvio: que para salir adelante el país necesita inversiones y para que haya inversiones las empresas tienen que tener rentabilidad. «Estuvo muy bien Bein», fue un comentario reiterado, pero más de uno se preguntó si Scioli lo escucha.
En el caso del Frente Renovador, los asistentes al Coloquio no comprendieron porqué la exposición estuvo a cargo de Ricardo Delgado, un economista con casi nula gestion en el Estado cuando Massa cuenta entre sus filas y de hecho concurrió acompañado por un ex ministro de Economía, dos ex presidentes del Banco Central y un ex secretario de Hacienda.
Quien aprovechó la inexperiencia de Delgado fue el referente de UNEN, Javier Gonzalez Fraga – el más aplaudido por los empresarios -. Al final de su disertación el economista del massismo ayudado por su tablet, leyó los grandes resultados macro de la gestion de los ministros Roberto Lavagna y Miguel Peirano y de Martín Redrado y Aldo Pignanelli al frente del Banco Central y hoy integrantes del Frente Renovador. Le siguió en el uso de la palabra Gonzalez Fraga y con un solo argumento derrumbó, como si fuera un castillo de naipes, todos los numeros que habia enunciado Delgado. La respuesta fue tan simple como letal: «Si Ricardo, esto es cierto pero acordarte que después Kirchner los saco (a los nombrados), entonces lo verdaderamente importante es la vocación política por hacer las cosas bien».
Ante la consulta a Fraga de cómo corregir el tipo de cambio respondio: «debe evitarse la tentacion liberal de la macrodevaluación que afecta al salario y al consumo». Pero tambien alertó sobre otra tentación, la que «ahora con música de izquierda, en los 90 con musica de derecha, y en los 70 con musica militar utilizó al retraso de tipo de cambio como una medida populista» que termino en estallidos del dólar.
La guerra de egos casi desapareció cuando los cuatros presidenciales, Sergio Massa, Julio Cobos, Ernesto Sanz y Hermes Binner, se juntaron en el escenario de IDEA y mantuvieron un debate «tan civilizado que parecian lores ingleses» dijo el CEO de una empresa multinacional.
Hubo numerosas coincidencias como ser el respeto a la independencia de los poderes, atacar el excesivo presidencialismo, reestablecer el dialogo, recuperar valores, entre otros aspectos. La foto final de los cuatro candidatos, los saludos y la conversación amena le hizo recordar a un empresario que peina canas que «antes la política era asi», lo que provocó la curiosidad algunos directivos jóvenes que se lo llevaron al lobby del Sheraton para ahondar más sobre esa Argentina donde el discenso no era causa para ser considerado un enemigo.
Sin embargo, la esperanza de que vengan tiempos sin tanto enfrentamiento dio paso a una duda compartida por varios de los asistentes: «todo muy lindo, pero cuando llegan al poder suelen cambiar».
El encuentro culminó con los acordes de la orquesta de Malher. Pero a muchos le quedaron retumbando también duras cifras dasas por el economista Orlando Ferreres. «Si la Argentina no hubiese tenido un promedio del 76% de inflación anual desde 1944, el país tendría ocho millones menos de pobres», según sus cálculos. Y agregó que «si el 70% del dinero, que se fugó del circuito económico del país, se hubiera reinvertido, alcanzaría para que la pobreza, que según un informe de la UCA es del 27,6 por ciento y representa a 11.604.000 de personas, se reduciría a 3.600.000 de pobres, igual que los niveles de Canadá.
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