En 2013 se fueron u$s 24.000 millones por turismo, autos y energía

Ingresos. Egresos. Saldo. La cuenta no puede fallar: si entran más dólares que los que salen, alguien tiene que financiar el resto de los billetes estadounidenses. Ese gran bolsillo de última instancia se llama Banco Central. El 2013 cerró con una fuerte caída de reservas en más de u$s 12.000 millones. Este dato, confirmado por el reporte del Banco Central sobre la Evolución del Mercado Único y Libre de Cambios y Balance Cambiario, abre un interrogante a futuro.
Una parte relevante de esta salida de dólares puede explicarse por el rubro turismo. Los argentinos que viajaron al extranjero, le demandaron al Banco Central la friolera de u$s 10.324 millones, en la sumatoria de paquetes y pasajes. En el mismo período, el Banco Central sólo recibió u$s 1.785 millones de ingresos registrados, lo que arroja un déficit de u$s 8.700 millones.
Para los especialistas, este punto es central por dos motivos: por un lado, porque evidencia la fuerte demanda de dólares a partir de las posibilidades de muchas familias de capitalizar la cotización diferencial del dólar y los valores atractivos en términos comparativos. Por otro lado, porque queda en evidencia que, producto de la brecha existente entre el dólar oficial y el blue (hoy en el 50%), el grueso de los turistas que llega al país decide cambiar sus dólares en el mercado informal, por lo que esos dólares nunca llegan a las arcas del Central.
Una parte de este déficit provino de los gastos con tarjeta. En rigor, fueron unos u$s 2.600 millones versus los u$s 1.200 millones que habían demandado los argentinos a sus bancos (y éstos al Banco Central) en 2012, en el que se calcularon también las compras de artículos en sitios web del exterior.
De todas formas, en la apertura de las sesiones ordinarias en el Parlamento, la presidenta Cristina Fernández de Kirchner destacó que en diciembre volvió a crecer el turismo receptivo y que el país volvió a marcar números positivos en lo que respecta a la balanza de ingresos y egresos por turismo.
«“En diciembre hemos vuelto a tener una balanza turística con saldo positivo de 71 millones de dólares, pero además creció el número de argentinos que decidieron vacacionar en el exterior”», señaló Fernández.
Autos
Pero dólares no sólo demandó el turismo. La industria automotriz y el boom de la compra de autos importados también explican parte de la salida de dólares. El déficit de este rubro arrojó en 2013 un récord de u$s 8.178 millones, unos u$s 1.300 millones más que en el año anterior. Así, el sector registró importaciones de piezas, insumos y unidades terminadas por u$s 19.579 millones en el año 2013, un 13% más que en 2012 y equivalentes al 25% del total de importaciones por 73.505 millones de dólares. Según el BCRA, “estos valores ubican al automotriz nuevamente como el principal sector importador de la economía argentina”.
Del otro lado del mostrador, esta industria también contribuyó con un importante volumen exportado, por u$s 11.401 millones en un año. En rigor, después del complejo cerealero y oleaginoso, se trató del segundo sector con mayores ingresos por cobros de exportaciones de bienes, con un récord sectorial que superó en 9% al del año anterior. Eso sí: en el Banco Central esperan con ansias la llegada de la liquidación de exportaciones del agro.
La factura de la energía también pesó
Si se toman los rubros por separado, el de la energía fue el tercero en el ranking de aquellos que provocaron una fuerte salida de dólares. Para 2013 fueron u$s 6.500 millones de déficit, con importaciones por u$s 12.412 millones, que se vieron compensadas por los u$s 5.934 millones registrados por cobros de exportaciones del sector petróleo, un 10% menores que en 2012. El agro, por su parte, lidera los ingresos por exportaciones, reafirmándose como un sector clave. Aunque el sector de oleaginosos, aceites y cereales totalizó en 2013 ventas por unos u$s 26.979 millones, un 13% menos que en 2012, ya que se exportó menos maíz y trigo por la caída de precios y cupos de exportación de biodiesel a la Unión Europea.
Cuáles serán las especialidades jurídicas que dominarán la escena en la próxima década? ¿Qué tendrá que saber un abogado en 2024, para que sus clientes no terminen contra las cuerdas? ¿Por dónde pasará la práctica de los abogados corporate en los próximos 10 años? Casi como un juego, Asuntos Legales consultó a las firmas de la City y a las principales casas de estudios para tener un panorama descalzado de la coyuntura que marca discusiones a pura paritaria, temas cambiarios y aduaneros.
“Los próximos 10 años en la Argentina… Creo tener en algún lado el teléfono del Payaso Plin Plin», respondió, divertido, un profesor e investigador full time de una de las principales facultades de Derecho del país, conocido no sólo en el ámbito jurídico, sino también corporativo
“Futurología pura”, “no me animaría a semejantes predicciones”, “casi una lotería” y “por qué no preguntás sobre 2014, que es igual de incierto”, fueron algunas de las respuestas para excusarse de los vaticinios. No obstante, aplicando lógica y racionalidad, viendo lo que ha pasado en los últimos años, las tendencias sociales y económicas, muchos otros se animaron a trazar escenarios posibles, con sus respectivas consecuencias para la práctica legal.
Por lo pronto, ni Derecho Lunar ni aspectos jurídicos de los marcianos formarán parte de la grilla de materias a cursar en las universidades. “Por lógica, diría Ambiental, Energía, Minería, Propiedad Intelectual, Comercio Exterior. Pero, bueno, se perdió la lógica”, refuerza el signado profesor, que mantuvo estricto anonimato.
“En el Derecho, existen los ‘cisnes negros’, eventos que pueden modificar la actividad de los estudios de un modo inesperado. Por consiguiente, el ejercicio de predicción es complicado”, enmarca Martín Hevia, decano Ejecutivo de la Escuela de Derecho de la Universidad Torcuato Di Tella y director de su carrera de Abogacía.
“Sí es cierto que existe una tendencia de concentración de trabajo en aspectos regulatorios. Los negocios internacionales, los intercambios de personas, la necesidad de conocer en detalle el Derecho local, empuja esta tendencia”, arriesga.
Para Eduardo Stordeur, director de la Maestría en Derecho Empresario de la Universidad de Palermo, “en términos, generales, es probable que los estudios especializados en Derecho Corporativo incrementen su cúmulo de trabajo en las áreas de Derecho Energético, especialmente Petróleo y Gas; Derecho de Propiedad Intelectual y Alta Tecnología y Derecho Tributario”.
Ello, porque, en un mundo interconectado, estas tres áreas “hacen a las actividades diarias de Estados, empresas e individuos”, justifica.
Lucas Grosman, director del Departamento de Derecho de la Universidad de San Andrés, señala que las cuestiones vinculadas con los recursos naturales y, en particular, hidrocarburos, se instalarán con fuerza en estas pampas, a raíz del enorme potencial de nuestro país como productor (gracias a las nuevas tecnologías de fracking). “Esto generará una intensa demanda de servicios legales en relación con cuestiones regulatorias -en particular regulaciones medioambientales-, tratamiento de inversiones extranjeras, arbitraje internacional y derecho constitucional económico, entre otras”, pronostica.
A su vez, como consecuencia de exigencias y prácticas, que se están afianzando en otros países, las empresas internacionales deberán satisfacer requisitos de compliance cada vez más demandantes y con mayor alcance. “Serán las áreas de Legales y los abogados corporativos, en general, quienes deberán lidiar con estos requisitos de manera primaria. Esto demandará familiaridad con las prácticas y regulaciones anticorrupción y de prevención del lavado de dinero, pero también con otras áreas, ya que las exigencias de compliance se expandirán”, dice Grosman, para quien el Derecho Penal Económico se desarrollará de la mano de este fenómeno y la responsabilidad penal de las personas jurídicas se convertirá en una fuente importante de preocupación para las empresas y sus asesores legales.
En otra línea, prosigue, la Argentina supo ser pionera en la región en materia de defensa de la competencia (antitrust), tendencia que se interrumpió en la última década. “Esto, sin dudas, se revertirá, y como ocurre desde hace un siglo en los Estados Unidos y desde hace décadas en Europa, la defensa de la competencia será una importantísima fuente de trabajo para los abogados”, señala el profesor de la Universidad de San Andrés.
Desde los estudios El panorama no se ve muy distinto desde la vereda de los estudios. Para Fernando Zoppi, socio del estudio Pérez Alati, Grondona, Benites, Arntsen & Martínez de Hoz (h), teniendo en cuenta que el Derecho va, por lo general, detrás de los grandes avances sociales, económicos y culturales, “quizás no sea tan difícil predecir al menos algunas de las áreas que tendrán una segura demanda en el futuro”.
En ese sentido, todo lo relacionado con el Derecho de las tecnologías planteará nuevos desafíos señala.
“Incluyo a los aspectos legales vinculados a la biotecnología (con un desarrollo ya importante al punto que ya se habla de biotech law como especialidad). Imagino que el Derecho Energético (fósiles y renovables) seguirá siendo muy importante, seguramente con cambios en cuanto a la preponderancia de las distintas energías. Vale preguntarse, incluso, si esto no creará áreas del derecho autónomas (por ejemplo, respecto de energías renovables)”, plantea.
Para la región en particular, Zoppi espera un salto en materia de infraestructura, que debería resultar en un caudal importante de trabajo para los abogados en materia de financiamiento de proyectos.
Pablo Louge, socio de Allende & Brea, coincide al poner una mirada amplia sobre el impacto de las nuevas tecnologías en la práctica jurídica. “Derecho de las Nuevas Tecnologías (o Derecho Informático, o de Internet y Redes Sociales) va a ser importante porque cada vez más se usan los medios electrónicos para comunicarse, almacenar información, distribuirla. Por ende, en cualquier juicio o transacción, va a aparecer un issue relacionado con la validez de estos medios, o con el robo o copia de los mismos, o con la validez de un escrito digital», dice.
En este escenario, y como las leyes todavía no son claras en la materia, el abogado debe realizar un trabajo adicional, que consiste en adaptar lo existente legamente a las nuevas realidades no previstas, señala y agrega: “Estos son temas horizontales, el mismo problema de la validez de un documento electrónico se plantea en laboral, penal, corporativo, administrativo”.
Una visión incluso más amplia aporta el letrado Mariano De Estrada, socio de Bulló – Tassi – Estebenet – Lipera – Torassa Abogados. Para él, Energía, Bioética y Biotecnología, Recursos Naturales, Protección de la Propiedad Intelectual, Derecho del Consumidor, Relaciones Laborales, Nuevas Tecnologías, de la Información, Comercio Internacional y Derecho del Juego y del Rntretenimiento formarán parte del combo.
Segundo Pinto, socio de Llerena & Asociados, ordena prácticamente las mismas cosas en otro orden, pero suma más. Así: Gas y Petróleo; Propiedad Intelectual; Derecho del Consumidor; Divorcios y Asesoramiento familiar; acciones pro bono; Derecho Tributario; Redes Sociales Regulación y Daños Derivados; Derecho Bancario, Financiero y Cambiario; Contencioso y Laboral componen su fixture.
Motivos Dicho todo lo anterior, la coincidencia entre los consultados es que el futuro del Derecho Corporativo dependerá del modelo de país que se tenga. “Si la Argentina mantiene una línea intervencionista, las áreas de relevancia para los próximo seis años serán: Derecho Laboral, Litigios, Derecho Administrativo y Derecho Penal Cambiario”, contextualiza Stordeur. Si, por el contrario, se gira hacia un mercado comercial más abierto, podrían resurgir las áreas de Inversiones Extranjeras, Fusiones y Adquisiciones, Mercado de Capitales y Derecho Bancario.
Puesto a justificar su enumeración, De Estrada explica que el crecimiento de la economía, la población y, especialmente, el ingreso de millones de personas a la denominada clase media de diversos países incrementará la presión sobre los tradicionales métodos de generación de energía, lo cual acrecentará la importancia de las nuevas fuentes y de los nuevos métodos, y su respectiva regulación, así como los negocios vinculados a este tema y la resolución de las controversias que se presenten.
En materia de bioética y biotecnología, el avance de la ciencia y la accesibilidad de muchos de sus descubrimientos para mucha gente, en muchos casos costeados públicamente o mediante los sistemas de salud de los países, incrementará la necesidad de asistencia legal en diversas cuestiones.
A su vez, en materia de recursos naturales (Derecho del Agua, Propiedad de la Tierra, Minería, Ambiental), el crecimiento de la población incrementará la necesidad de regular adecuadamente el uso de los recursos naturales más básicos. Por su parte, en un mundo donde los activos intangibles cada vez poseen más valor, la normativa de propiedad intelectual tendrá cada vez más importancia.
El teletrabajo, la propiedad comunitaria de ideas, la transición de un trabajo basado en lo material (habilidades y competencias físicas) a uno basado en lo inmaterial (habilidades con foco en la inteligencia o en el lenguaje) van a redefinir todo el Derecho del Trabajo, obligando a empresas, sindicatos y gobiernos a adaptarse, anticipa De Estrada.
Pinto, en tanto, apunta que «desde hace mucho tiempo, muchos estudios de otros países cuentan con departamentos pro bono; ojalá que dentro de 10 años sea un área que esté cerca de consolidarse en los estudios corporativos locales».
Menos deseoso y más realista, «los cambios permanentes en las reglas del juego, sumado a un índice de conflictividad permanente y en el que, desafortunadamente, no encuentro síntomas de que pueda haber algún cambio en el corto plazo, hacen que el área Contencioso también sea un espacio relevante en la prestación de un estudio corporativo en 2024».
Escenarios posibles, deseables o impuestos por la coyuntura, en palabras de Zoopi el cambio no será tanto de corte jurídico, sino en relación a la forma en que se prestarán los servicios legales. «Necesariamente mutará, y creo que por allí pasará el mayor cambio», concluye.

Acerca de Napule

es Antonio Cicioni, politólogo y agnotólogo, hincha de Platense y adicto en recuperación a la pizza porteña.

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