12/01/13
Al desborde y la incontinencia verbal de la Presidenta se los puede analizar de dos maneras: desde el sainete criollo, que es uno de los grandes aportes argentinos al teatro, o bien desde el análisis político.
Desde esta última perspectiva, es evidente que estamos ante una Presidenta que se pone cada día un poco más al margen de las instituciones democráticas . Pretende decir “los Tribunales o yo”. La ecuación constitucional es otra: ni los Tribunales, ni ella, sino el imperio irrestricto de la Constitución para todos los argentinos.
¿Qué mentira atroz esconde esta Presidenta para sentirse tan atacada por todos? Hace recordar al personaje de Crimen y castigo, que en cada en palabra creía ver el conocimiento o reconocimiento del delito que había cometido. Los rasgos de carácter de la Presidenta auguran un tiempo difícil porque cuando la mente falla, las partes se desarticulan y la anomia impera.
¿No será que está presa de la propia violencia que alimentó durante años y no ve otra salida que elevar el nivel de la escalada en un derrotero que lleva a la crisis institucional pero también a su propia destrucción?
El pueblo, opositor o kirchnerista, debe mantener la calma, la firmeza en la defensa de la Constitución y de las instituciones democráticas . Parodia del pasado con un agravante, a diferencia de María Estela Martínez de Perón, ella se cree un prócer político que ya no mide ni el contexto ni su propio poder.
Es una Presidenta convencida de que la única fuente de legitimidad es el voto, que desconoce la división de poderes, que ignora el valor supremo de los derechos humanos, que desprecia los derechos del otro, que cree que la Justicia debe ser un apéndice del Poder Ejecutivo e imagina a los medios de comunicación como una cadena repetidora de sus propios dichos.
Nuestra decisión es estar acá transmitiendo esa serenidad imprescindible para conducir una situación delicada aun con una enorme debilidad de poder e instrumentos.
Sólo se trata de sostener otro carácter y otra estrategia.
Al desborde y la incontinencia verbal de la Presidenta se los puede analizar de dos maneras: desde el sainete criollo, que es uno de los grandes aportes argentinos al teatro, o bien desde el análisis político.
Desde esta última perspectiva, es evidente que estamos ante una Presidenta que se pone cada día un poco más al margen de las instituciones democráticas . Pretende decir “los Tribunales o yo”. La ecuación constitucional es otra: ni los Tribunales, ni ella, sino el imperio irrestricto de la Constitución para todos los argentinos.
¿Qué mentira atroz esconde esta Presidenta para sentirse tan atacada por todos? Hace recordar al personaje de Crimen y castigo, que en cada en palabra creía ver el conocimiento o reconocimiento del delito que había cometido. Los rasgos de carácter de la Presidenta auguran un tiempo difícil porque cuando la mente falla, las partes se desarticulan y la anomia impera.
¿No será que está presa de la propia violencia que alimentó durante años y no ve otra salida que elevar el nivel de la escalada en un derrotero que lleva a la crisis institucional pero también a su propia destrucción?
El pueblo, opositor o kirchnerista, debe mantener la calma, la firmeza en la defensa de la Constitución y de las instituciones democráticas . Parodia del pasado con un agravante, a diferencia de María Estela Martínez de Perón, ella se cree un prócer político que ya no mide ni el contexto ni su propio poder.
Es una Presidenta convencida de que la única fuente de legitimidad es el voto, que desconoce la división de poderes, que ignora el valor supremo de los derechos humanos, que desprecia los derechos del otro, que cree que la Justicia debe ser un apéndice del Poder Ejecutivo e imagina a los medios de comunicación como una cadena repetidora de sus propios dichos.
Nuestra decisión es estar acá transmitiendo esa serenidad imprescindible para conducir una situación delicada aun con una enorme debilidad de poder e instrumentos.
Sólo se trata de sostener otro carácter y otra estrategia.