«No hay habitaciones» es la única respuesta que se escucha en la comarca petrolera.
01:32 02/12/2012
Desde el resurgimiento de la industria petrolera, las pocas plazas hoteleras fueron ocupadas por empresas y sus empleados, lo que generó un curioso fenómeno. En la comarca petrolera no hay habitaciones disponibles para casi nadie.
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CLAUDIO ANDRADE candrade@rionegro.com.ar
Del otro lado de la línea de teléfono o detrás del mostrador se escuchará la misma respuesta tantas veces como se pregunte: «¿Tendrá habitaciones?» «No, lamentablemente no tenemos». Y ese «lamentable» será un recurso literario para enmarcar la tristeza de un cliente que, ya lo sabe el empleado de turno, no encontrará consuelo. Porque en Cutral Co y en Plaza Huincul no cabe una aguja.
A mediados de los 90 –cuando comenzaron a registrarse los temblores del movimiento piquetero después de los despidos masivos durante el proceso de privatización en el gobierno de Carlos Menem–, estas comunidades hermanas, forjadas en la textura gelatinosa del «oro negro», eran puntos productivos en el mapa nacional con una capacidad de albergue de acuerdo con las módicas necesidades de la actividad principal. Con la resurrección de la industria petrolera, bajo la primera presidencia de Néstor Kirchner, la hotelería en la zona fue rápidamente captada por las empresas del rubro. El escenario de la producción cambió y con él el volumen de clientes. Las compañías entendieron que los pocos hoteles en funcionamiento cumplirían varios servicios al mismo tiempo, aliviando el proceso de manutención de sus empleados. «Es sabido que las grandes compañías quieren tercerizarlo todo. Con los hoteles pasa que acá su gente puede desayunar, dormir, y no tienen que mantener una estructura fija. El hotel no les pertenece, no es como si hubieran construido un edificio especialmente para este tema. Hay una sola cuenta», le dice a «Río Negro» el gerente de un conocido establecimiento hotelero.
En la actualidad los tres hoteles más importantes de Cutral Co tienen 120 habitaciones ocupadas año redondo con 250 empleados de empresas como YPF, San Antonio, entre otras. Los demás establecimientos del rubro son, por lo general, ocupados por viajantes de comercio y turistas de paso. Según los empresarios locales no todas las hosterías, pensiones y pequeños hospedajes reúnen las condiciones mínimas de confort exigidas por las petroleras ni por los consumidores acostumbrados a un buen pasar económico. Los requerimientos básicos de las compañías incluyen una habitación de tamaño estándar, baño privado, televisión con cable, aire acondicionado (tomando en cuenta que se trata de una región de clima desértico), limpieza diaria de la habitación, posibilidad de efectuar lavados de ropa y desayuno (de preferencia tipo americano). El precio de pizarra alcanza los 470 pesos por una habitación doble. Una cifra, que según le aseguraron fuentes de la industria a este diario, no se negocia. Un hotel de tres estrellas con 44 habitaciones, bajo contrato de ocupación, factura hoy en la comarca petrolera casi 7,5 millones de pesos al año. Entre los tres hoteles más importantes de la zona, la facturación anual en bruto supera los 22 millones de pesos.
«Parece mucha plata pero hay una carga laboral e impositiva muy grande. Acá está todo en regla y bajo contrato escrito, firmado y pasado por la AFIP», dice el dueño del tradicional Hotel Tortorici, José Ricardo Calá. Más de 120 personas se encuentran empleadas en esta actividad. En total la pequeña industria hotelera de Cutral Co y Huincul, compuesta por 13 alojamientos entre hoteles, hosterías, moteles y residenciales, mueve, según cálculos particulares, entre 40 y 45 millones de pesos al año aproximadamente.
«Lugares para dormir hay pero yo no pongo las manos al fuego por algunos, por eso hay tan pocas camas en realidad y uno termina enviando a la gente a Arroyito, a Neuquén o que siga hasta San Martín», explica la recepcionista de un hotel céntrico.
La fiebre petrolera hace brillar por extensión a una actividad que nunca fue considerada esencial en la comarca. «A veces nos pasamos un buen rato llamando a lugares y ninguno tiene nada. Que hay, hay, el tema está en las aspiraciones del cliente. No abundan los buenos hoteles», le indica a «Río Negro» un empleado de la Dirección de Turismo de Cutral Co instalada de un modo nada irónico en la ruta misma de salida del pueblo. Un hecho geográfico que compone una metáfora no buscada acerca de la imposibilidad hotelera. La pregunta cae de madura: ¿por qué no hay más hosterías, más emprendimientos, más hoteles si el mercado existe?
«Mire la realidad es que tener hoteles a principios de los 90 no era un negocio para nadie. No había hoteles porque nadie los necesitaba demasiado. Poco a poco yo empecé a notar que aumentaban las consultas y las quejas porque no había habitaciones. Fue como le dije a mi papá: vamos a meternos en esto. Y lo hicimos, tardamos 6 años en construir ladrillo por ladrillo el hotel y un día nos encontramos con esta situación, llegó Kirchner, el boom y ya no hubo más habitaciones disponibles», le dice a «Río Negro» Calá. El «Tortorici» comenzó a construirse en 1986 y se terminó en 1992. «Hoy se ve como una buena apuesta de negocios, pero entonces era un proyecto nada más. Durante años tuvimos el hotel vacío esperando que los tiempos cambiaran», dice el empresario cuya familia es dueña también de dos importantes casas de deportes en Cutral Co y mantiene un amplio abanico de negocios.
«Sería interesante proponer una ordenanza para que queden algunas piezas a disposición del turista común. El negocio está creciendo y apostar por la hotelería es una manera de apostar por Cutral Co y Huincul», dice el empresario Guillermo Eduardo Carulla, dueño del recientemente inaugurado hotel La Sort así como del Casino local «Luck». Carulla recicló una vieja casona del pueblo y la convirtió en un atractivo lugar. También innovó creando un café en un anexo de su hotel, de estilo posmoderno que parece sacado de alguno de los «Palermo» que están de moda hace años en Buenos Aires.
A pesar de las escasas habitaciones en oferta, el futuro de la industria hotelera local ya se está escribiendo. En la frontera de ambas localidades se alzan las estructuras de dos hoteles, uno de 5 estrellas con 60 habitaciones; y otro de tres estrellas con 44 habitaciones. Según estimaciones de fuentes de la industria, a partir del tamaño y el costo del metro cuadrado, en el primer establecimiento se invertirán alrededor de 18 millones de pesos y en el segundo aproximadamente 12 millones de pesos. El hotel de 60 habitaciones le pertenece a la empresa Chenyi vinculada con el gremialista Hugo Moyano. En marzo de este año estuvo visitando las instalaciones el gobernador Jorge Sapag. En el marco de este encuentro los empresarios aseguraron que el hotel estaría listo en diciembre del 2012.
«Algunos ya comenzaron a hacer cuentas. Después del remezón que significó la nacionalización de YPF ahora comienza la etapa de expansión y los negocios», dice un empresario local.
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