DEL EDITOR AL LECTOR
Ricardo Roa
A Perón se le hubieran puesto los pelos de punta si hubiera escuchado lo que la Presidenta dijo el martes, justo cuando se cumplían 40 años de su muerte.
Perón era un devoto lector de Vidas Paralelas, el monumental libro de Plutarco. Lo decía siempre. Son biografías de personajes de la historia griega y romana, agrupadas en parejas para comparar las dos culturas.
Cristina Kirchner trazó un tácito paralelismo entre Perón y Boudou. No mencionó al vice por su nombre pero todos entendimos lo que quiso decir cuando dijo que a Perón lo acusaron de “tener cuentas en Suiza”. Cualquiera sabe que Boudou no es un grande. Lo que Cristina quiso decir es que su vice, como Perón, es un perseguido de la Justicia.
El mismo día en que Cristina apelaba a Perón para defender a Boudou, el ex presidente francés, Nicolás Sarkozy, era detenido en una oficina de la Policía judicial para ser interrogado por corrupción. Ahí sí hay un paralelo. Las vidas de Boudou y Sarkozy se tocan.
Es la primera vez que un vice argentino en funciones es procesado y también la primera vez que un ex presidente francés es detenido. Comparten más cosas: un origen ideológico conservador, la inclinación por la frivolidad, el exhibicionismo y la farándula y la ambición de hacerse millonarios rápidamente, de entrar a jugar en el partido de los poderosos, un status que a los dos les obsesionó siempre.
Ambos tienen una media docena de causas en la Justicia. Algunas de ellas con la misma matriz, como la corrupción y el tráfico de influencias. La mayor parte de las denuncias contra Sarkozy son por la financiación ilegal de sus campañas presidenciales y las que más le preocupan son el caso Bettencourt, la heredera del imperio L’Oreal y los aportes del dictador libio Gadafi, nada menos.
Los jueces que siguen esta última pista le habían intervenido los teléfonos y descubrieron que Sarkozy y su abogado habían organizado una red para espiar a los jueces del caso Bettencourt, con ayuda de policías y con sobornos.
Boudou era el delfín de Cristina y el escándalo Ciccone lo volteó. Sarkozy pretendía convertirse en la alternativa salvadora entre la ultraderecha de Le Pen y el socialismo de Hollande, hoy en caída libre. Va camino de capotar. Lo que mata no es la ambición. Lo que mata es la ambición de poder a cualquier costo.
En Francia dicen que es un golpe demoledor contra la República y casi nadie discute que Sarkozy debe arreglar sus cuentas con la Justicia, como cualquier hijo de vecino. Sarkozy hace la gran Boudou; se declara víctima de un complot judicial. ¿Qué pasa acá? La Presidenta trata de ocultar al vice y hasta declara una faringitis súbita para no dejarlo a cargo del Gobierno, luego de retroceder 60 años para escarbar en la historia las cuentas suizas de Perón. ¿Qué más está dispuesta a hacer para defenderlo?
Ricardo Roa
A Perón se le hubieran puesto los pelos de punta si hubiera escuchado lo que la Presidenta dijo el martes, justo cuando se cumplían 40 años de su muerte.
Perón era un devoto lector de Vidas Paralelas, el monumental libro de Plutarco. Lo decía siempre. Son biografías de personajes de la historia griega y romana, agrupadas en parejas para comparar las dos culturas.
Cristina Kirchner trazó un tácito paralelismo entre Perón y Boudou. No mencionó al vice por su nombre pero todos entendimos lo que quiso decir cuando dijo que a Perón lo acusaron de “tener cuentas en Suiza”. Cualquiera sabe que Boudou no es un grande. Lo que Cristina quiso decir es que su vice, como Perón, es un perseguido de la Justicia.
El mismo día en que Cristina apelaba a Perón para defender a Boudou, el ex presidente francés, Nicolás Sarkozy, era detenido en una oficina de la Policía judicial para ser interrogado por corrupción. Ahí sí hay un paralelo. Las vidas de Boudou y Sarkozy se tocan.
Es la primera vez que un vice argentino en funciones es procesado y también la primera vez que un ex presidente francés es detenido. Comparten más cosas: un origen ideológico conservador, la inclinación por la frivolidad, el exhibicionismo y la farándula y la ambición de hacerse millonarios rápidamente, de entrar a jugar en el partido de los poderosos, un status que a los dos les obsesionó siempre.
Ambos tienen una media docena de causas en la Justicia. Algunas de ellas con la misma matriz, como la corrupción y el tráfico de influencias. La mayor parte de las denuncias contra Sarkozy son por la financiación ilegal de sus campañas presidenciales y las que más le preocupan son el caso Bettencourt, la heredera del imperio L’Oreal y los aportes del dictador libio Gadafi, nada menos.
Los jueces que siguen esta última pista le habían intervenido los teléfonos y descubrieron que Sarkozy y su abogado habían organizado una red para espiar a los jueces del caso Bettencourt, con ayuda de policías y con sobornos.
Boudou era el delfín de Cristina y el escándalo Ciccone lo volteó. Sarkozy pretendía convertirse en la alternativa salvadora entre la ultraderecha de Le Pen y el socialismo de Hollande, hoy en caída libre. Va camino de capotar. Lo que mata no es la ambición. Lo que mata es la ambición de poder a cualquier costo.
En Francia dicen que es un golpe demoledor contra la República y casi nadie discute que Sarkozy debe arreglar sus cuentas con la Justicia, como cualquier hijo de vecino. Sarkozy hace la gran Boudou; se declara víctima de un complot judicial. ¿Qué pasa acá? La Presidenta trata de ocultar al vice y hasta declara una faringitis súbita para no dejarlo a cargo del Gobierno, luego de retroceder 60 años para escarbar en la historia las cuentas suizas de Perón. ¿Qué más está dispuesta a hacer para defenderlo?
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