Como éste, muchos comercios de Dublín ofrecen rebajas o directamente cierran. Foto: AFP
DUBLIN.- Mientras los líderes europeos se debaten por superar la crisis de deuda del continente, muchos señalan a Irlanda como el modelo a seguir para salir de las dificultades.
Tras haber aplicado un duro ajuste para enmendar sus finanzas, Irlanda empezó a dar indicios de recuperación. Un año después de haber recibido un rescate de 67.500 millones de euros, la economía comienza a dar muestras de un modesto crecimiento y el déficit ya se ha achicado en algo.
Sin embargo, la austeridad fue una verdadera paliza para la frágil economía irlandesa y abrió heridas difíciles de cicatrizar. Sólo este año, casi 40.000 irlandeses abandonaron el país en busca de un mejor futuro, y se espera que esta tendencia continúe.
La canciller alemana, Angela Merkel, elogió recientemente al primer ministro irlandés, Enda Kenny, por dar un «ejemplo sobresaliente», mientras que el presidente francés, Nicolas Sarkozy, declaró que Irlanda «casi ha salido de la crisis».
Bajo la superficie, sin embargo, la dura realidad de la vida en Irlanda contradice esos halagadores comentarios. Los salarios de enfermeras, docentes y otros empleados públicos sufrieron recortes del 20%. Muchos tributos, como el inmobiliario y el impuesto al agua, aumentaron. La inversión en obras públicas prácticamente agoniza.
Ayer, el gobierno de Kenny anunció un nuevo aumento de impuestos y recortes al gasto para 2012 por un total adicional de 3800 millones de euros, que afectará al servicio de salud, los programas de protección social y los subsidios por hijo.
En un supermercado Spar del centro de Dublín, Samantha O’Donnell, madre de dos hijos, llenó su canasto, pero luego devolvió algunos productos. «Son muchos los que viven al día», dijo, y señaló que su salario de enfermera había sido recortado.
Para Sean Kay, profesor de política de la Universidad Ohio Wesleyan y autor de un libro en el que analiza la crisis en Irlanda, la experiencia de O’Donnell es generalizada.
«Los irlandeses reciben elogios por haber hecho lo que se les pidió, algo importante para atraer inversiones al país», dijo. «Pero el pueblo irlandés no ve ningún beneficio.»
Hay señales de recuperación. Durante los primeros nueve meses de 2011, las exportaciones estuvieron un 5,4% arriba, impulsadas por las ganancias de multinacionales que desembarcaron entre 1990 y 2000, atraídas por bajos impuestos, mano de obra anglohablante y su acceso al mercado europeo.
Las perspectivas para las empresas locales de tecnología también están mejorando. Hace tres años, Brian Farrell fundó junto con un socio la empresa Tethras, dedicada al desarrollo de aplicaciones para teléfonos inteligentes. Ahora tiene 16 empleados y espera duplicar su personal en los próximos 18 meses.
Durante el segundo trimestre, el PBI de Irlanda creció un 1,2% respecto del mismo período del año anterior, mientras que en 2010 sufrió una caída anual del 0,4%, y del 7%, en 2009. Y las tasas de interés que debería pagar Irlanda a sus acreedores internacionales si no contara con un salvavidas financiero también han caído del 14% en agosto hasta el 8,7 por ciento.
Pero esas tasas de interés siguen estando por arriba del nivel que obligó a Irlanda a pedir un rescate y demasiado altas para que las finanzas del país sean sustentables. El déficit presupuestario se redujo hasta un 10% del PBI durante 2012, del alarmante 32% de 2010. Pero en el mejor de los escenarios, no alcanzará el objetivo del 3% -que rige para Europa en su conjunto- hasta 2015.
Para colmo, la recuperación parece ser de corta vida, convirtiendo ese objetivo en inalcanzable. Recientemente, el Instituto de Investigaciones Económicas y Sociales, con sede en Dublín, redujo a la mitad sus predicciones de crecimiento para Irlanda durante 2012, y lo ubicó debajo del 1 por ciento.
El sufrimiento es inevitable para una nación abrumada por sus deudas, que siguen subiendo en relación con el PBI. Pero el ejemplo de Irlanda exhibe los peligros de hacer que la gente común les pague a los acreedores, en vez de compartir la carga.
Por ejemplo, los programas de seguridad social se han reducido a pesar de que el desempleo araña el 15% y se anticipa que seguirá por las nubes. Los irlandeses no son propensos a la queja, pero son cada vez más los que se han organizado, inspirados en el movimiento Occupy, de Estados Unidos.
El desempleo sería todavía más alto, dicen los economistas, si no fuera por la oleada de irlandeses que emigran a Australia, Inglaterra y Canadá. Miles abandonaron este país de cuatro millones y medio de habitantes desde que la economía entró en recesión, en 2008. La mayoría esperaba que fuera sólo temporalmente. Pero ahora, contadores, ingenieros y dentistas están emigrando con toda su familia.
El éxodo de los trabajadores de las zonas más castigadas hacia otras en crecimiento es una de las formas en las que las economías se reequilibran. Pero es algo que puede tardar años. Mientras, muchos irlandeses reconocen que los magros resultados que ha logrado Irlanda con tanto esfuerzo serán barridos por la crisis europea, si los mandatarios fracasan en mantener la unidad monetaria.
Traduccion de Jaime Arrambide .
DUBLIN.- Mientras los líderes europeos se debaten por superar la crisis de deuda del continente, muchos señalan a Irlanda como el modelo a seguir para salir de las dificultades.
Tras haber aplicado un duro ajuste para enmendar sus finanzas, Irlanda empezó a dar indicios de recuperación. Un año después de haber recibido un rescate de 67.500 millones de euros, la economía comienza a dar muestras de un modesto crecimiento y el déficit ya se ha achicado en algo.
Sin embargo, la austeridad fue una verdadera paliza para la frágil economía irlandesa y abrió heridas difíciles de cicatrizar. Sólo este año, casi 40.000 irlandeses abandonaron el país en busca de un mejor futuro, y se espera que esta tendencia continúe.
La canciller alemana, Angela Merkel, elogió recientemente al primer ministro irlandés, Enda Kenny, por dar un «ejemplo sobresaliente», mientras que el presidente francés, Nicolas Sarkozy, declaró que Irlanda «casi ha salido de la crisis».
Bajo la superficie, sin embargo, la dura realidad de la vida en Irlanda contradice esos halagadores comentarios. Los salarios de enfermeras, docentes y otros empleados públicos sufrieron recortes del 20%. Muchos tributos, como el inmobiliario y el impuesto al agua, aumentaron. La inversión en obras públicas prácticamente agoniza.
Ayer, el gobierno de Kenny anunció un nuevo aumento de impuestos y recortes al gasto para 2012 por un total adicional de 3800 millones de euros, que afectará al servicio de salud, los programas de protección social y los subsidios por hijo.
En un supermercado Spar del centro de Dublín, Samantha O’Donnell, madre de dos hijos, llenó su canasto, pero luego devolvió algunos productos. «Son muchos los que viven al día», dijo, y señaló que su salario de enfermera había sido recortado.
Para Sean Kay, profesor de política de la Universidad Ohio Wesleyan y autor de un libro en el que analiza la crisis en Irlanda, la experiencia de O’Donnell es generalizada.
«Los irlandeses reciben elogios por haber hecho lo que se les pidió, algo importante para atraer inversiones al país», dijo. «Pero el pueblo irlandés no ve ningún beneficio.»
Hay señales de recuperación. Durante los primeros nueve meses de 2011, las exportaciones estuvieron un 5,4% arriba, impulsadas por las ganancias de multinacionales que desembarcaron entre 1990 y 2000, atraídas por bajos impuestos, mano de obra anglohablante y su acceso al mercado europeo.
Las perspectivas para las empresas locales de tecnología también están mejorando. Hace tres años, Brian Farrell fundó junto con un socio la empresa Tethras, dedicada al desarrollo de aplicaciones para teléfonos inteligentes. Ahora tiene 16 empleados y espera duplicar su personal en los próximos 18 meses.
Durante el segundo trimestre, el PBI de Irlanda creció un 1,2% respecto del mismo período del año anterior, mientras que en 2010 sufrió una caída anual del 0,4%, y del 7%, en 2009. Y las tasas de interés que debería pagar Irlanda a sus acreedores internacionales si no contara con un salvavidas financiero también han caído del 14% en agosto hasta el 8,7 por ciento.
Pero esas tasas de interés siguen estando por arriba del nivel que obligó a Irlanda a pedir un rescate y demasiado altas para que las finanzas del país sean sustentables. El déficit presupuestario se redujo hasta un 10% del PBI durante 2012, del alarmante 32% de 2010. Pero en el mejor de los escenarios, no alcanzará el objetivo del 3% -que rige para Europa en su conjunto- hasta 2015.
Para colmo, la recuperación parece ser de corta vida, convirtiendo ese objetivo en inalcanzable. Recientemente, el Instituto de Investigaciones Económicas y Sociales, con sede en Dublín, redujo a la mitad sus predicciones de crecimiento para Irlanda durante 2012, y lo ubicó debajo del 1 por ciento.
El sufrimiento es inevitable para una nación abrumada por sus deudas, que siguen subiendo en relación con el PBI. Pero el ejemplo de Irlanda exhibe los peligros de hacer que la gente común les pague a los acreedores, en vez de compartir la carga.
Por ejemplo, los programas de seguridad social se han reducido a pesar de que el desempleo araña el 15% y se anticipa que seguirá por las nubes. Los irlandeses no son propensos a la queja, pero son cada vez más los que se han organizado, inspirados en el movimiento Occupy, de Estados Unidos.
El desempleo sería todavía más alto, dicen los economistas, si no fuera por la oleada de irlandeses que emigran a Australia, Inglaterra y Canadá. Miles abandonaron este país de cuatro millones y medio de habitantes desde que la economía entró en recesión, en 2008. La mayoría esperaba que fuera sólo temporalmente. Pero ahora, contadores, ingenieros y dentistas están emigrando con toda su familia.
El éxodo de los trabajadores de las zonas más castigadas hacia otras en crecimiento es una de las formas en las que las economías se reequilibran. Pero es algo que puede tardar años. Mientras, muchos irlandeses reconocen que los magros resultados que ha logrado Irlanda con tanto esfuerzo serán barridos por la crisis europea, si los mandatarios fracasan en mantener la unidad monetaria.
Traduccion de Jaime Arrambide .