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Martín Lousteau fue la excepción. Fuera de ese caso, el kirchnerismo se ha caracterizado por elegir ministro de Economía entre funcionarios que ya estaban en el Gobierno: después de Roberto Lavagna, pasó con Felisa Miceli, Miguel Peirano, Carlos Sánchez y el propio Amado Boudou. Pero es posible que ahora esa regla vuelva a ser quebrada .
La ronda de candidatos oscila entre Hernán Lorenzino, el secretario de Finanzas al principio auspiciado por Boudou; la jefa del Banco Central, Mercedes Marcó del Pont, y el director de la AFIP, Ricardo Echegaray. Cada cual tiene promotores, dentro y fuera del oficialismo.
Pero el vaivén parece haberse detenido en alguien que suena a menudo : Mario Blejer, titular del Central en tiempos de Eduardo Duhalde, por años funcionario del Fondo Monetario y un hombre que siempre mereció el respeto de Cristina Kirchner.
Desde luego, Blejer también tendría sus auspiciantes, entre ellos, Jorge Brito, un banquero con fuerte llegada a la Presidenta. En el sistema financiero afirman que el dueño del Macro está operando a todo vapor y, además, que Boudou lo acompañaría en la gesta. Al parecer, el ministro habría tomado nota de ya no hay plafond para Lorenzino.
El telón de fondo del runrún es la seria inquietud que le despierta a Cristina Kirchner la evolución del proceso cambiario. Y, consecuentemente, la impericia con que es manejado desde el área económica, al margen de quien carga con las culpas mayores.
Los patrocinantes del ex jefe del Central van más lejos: creen que la designación de Blejer podría pegarle un vuelco a las expectativas que hoy gobiernan la demanda de dólares. El punto es si, como dicen, en la Casa Rosada piensan lo mismo.
Está a la vista, por otra parte, que la desordenada seguidilla de medidas adoptadas estos días no han servido para detener la presión cambiaria. A lo sumo, fueron taponadas algunas bocas de salida: el filtro de la AFIP sobre los pequeños compradores no huele a otra cosa que a cerrojo liso y llano .
Así ocurre, por más que Boudou quiera presentarlo de otra manera. “No hay ningún problema con la compra de divisas. El problema lo tienen los que quieren lavar dinero y los que quieren especular contra el resto de los argentinos”, sostuvo ayer.
De tan livianito, el argumento cae a pique apenas se avanza en sus propios contrasentidos . ¿Es posible que alguien crea que no hay problemas para comprar divisas, con todo lo que está pasando? ¿O que quienes buscan adquirir 300, 500 o 1.000 dólares lo hacen para lavar dinero o especulan contra el resto de los argentinos? Sería bueno que el ministro hiciera la experiencia de contarle todo eso a quienes deambulan de ventanilla en ventanilla. Imposible: no se atreverá.
Y ya que habla de lavado de dinero, viene a cuento que el kirchnerismo produjo un blanqueo de capitales memorable por su magnitud y generosidad . Fue aplicado con años retroactividad, liberó a grandes operaciones de juicios ya en marcha y se lo corrigió para hacerlo aún más amplio y permitir la entrada de quienes, en la versión original, quedaban afuera. Pareció a medida y, además, coincidió con una moratoria impositiva de igual porte .
En la lista de eventuales decisiones hay dos fuertes, así sean transitorias y quizás discrecionales. Prohibir la transferencia de utilidades y regalías al exterior. Ese paquete, que robustecería la oferta de divisas y equivale a unos US$ 12.000 millones anuales, regiría por 180 días.
Probablemente, el tendal de heridos que deja el temblor cambiario barra con varios candidatos a Economía. Pero aún en el caso de que efectivamente hayan crecido las chances de Blejer, está por verse si aceptará un ministerio con funciones tan recortadas .
Por lo demás, es sabido que un hombre no resuelve todo. Para eso cuentan las políticas integrales y, desde ya, las políticas que acierten con las soluciones . Justamente, lo que ahora luce imprescindible.
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Martín Lousteau fue la excepción. Fuera de ese caso, el kirchnerismo se ha caracterizado por elegir ministro de Economía entre funcionarios que ya estaban en el Gobierno: después de Roberto Lavagna, pasó con Felisa Miceli, Miguel Peirano, Carlos Sánchez y el propio Amado Boudou. Pero es posible que ahora esa regla vuelva a ser quebrada .
La ronda de candidatos oscila entre Hernán Lorenzino, el secretario de Finanzas al principio auspiciado por Boudou; la jefa del Banco Central, Mercedes Marcó del Pont, y el director de la AFIP, Ricardo Echegaray. Cada cual tiene promotores, dentro y fuera del oficialismo.
Pero el vaivén parece haberse detenido en alguien que suena a menudo : Mario Blejer, titular del Central en tiempos de Eduardo Duhalde, por años funcionario del Fondo Monetario y un hombre que siempre mereció el respeto de Cristina Kirchner.
Desde luego, Blejer también tendría sus auspiciantes, entre ellos, Jorge Brito, un banquero con fuerte llegada a la Presidenta. En el sistema financiero afirman que el dueño del Macro está operando a todo vapor y, además, que Boudou lo acompañaría en la gesta. Al parecer, el ministro habría tomado nota de ya no hay plafond para Lorenzino.
El telón de fondo del runrún es la seria inquietud que le despierta a Cristina Kirchner la evolución del proceso cambiario. Y, consecuentemente, la impericia con que es manejado desde el área económica, al margen de quien carga con las culpas mayores.
Los patrocinantes del ex jefe del Central van más lejos: creen que la designación de Blejer podría pegarle un vuelco a las expectativas que hoy gobiernan la demanda de dólares. El punto es si, como dicen, en la Casa Rosada piensan lo mismo.
Está a la vista, por otra parte, que la desordenada seguidilla de medidas adoptadas estos días no han servido para detener la presión cambiaria. A lo sumo, fueron taponadas algunas bocas de salida: el filtro de la AFIP sobre los pequeños compradores no huele a otra cosa que a cerrojo liso y llano .
Así ocurre, por más que Boudou quiera presentarlo de otra manera. “No hay ningún problema con la compra de divisas. El problema lo tienen los que quieren lavar dinero y los que quieren especular contra el resto de los argentinos”, sostuvo ayer.
De tan livianito, el argumento cae a pique apenas se avanza en sus propios contrasentidos . ¿Es posible que alguien crea que no hay problemas para comprar divisas, con todo lo que está pasando? ¿O que quienes buscan adquirir 300, 500 o 1.000 dólares lo hacen para lavar dinero o especulan contra el resto de los argentinos? Sería bueno que el ministro hiciera la experiencia de contarle todo eso a quienes deambulan de ventanilla en ventanilla. Imposible: no se atreverá.
Y ya que habla de lavado de dinero, viene a cuento que el kirchnerismo produjo un blanqueo de capitales memorable por su magnitud y generosidad . Fue aplicado con años retroactividad, liberó a grandes operaciones de juicios ya en marcha y se lo corrigió para hacerlo aún más amplio y permitir la entrada de quienes, en la versión original, quedaban afuera. Pareció a medida y, además, coincidió con una moratoria impositiva de igual porte .
En la lista de eventuales decisiones hay dos fuertes, así sean transitorias y quizás discrecionales. Prohibir la transferencia de utilidades y regalías al exterior. Ese paquete, que robustecería la oferta de divisas y equivale a unos US$ 12.000 millones anuales, regiría por 180 días.
Probablemente, el tendal de heridos que deja el temblor cambiario barra con varios candidatos a Economía. Pero aún en el caso de que efectivamente hayan crecido las chances de Blejer, está por verse si aceptará un ministerio con funciones tan recortadas .
Por lo demás, es sabido que un hombre no resuelve todo. Para eso cuentan las políticas integrales y, desde ya, las políticas que acierten con las soluciones . Justamente, lo que ahora luce imprescindible.