El economista Miguel Kiguel, aunque manifestó ser simpatizante del PRO, llamó al próximo gobierno a eliminar el cepo y devaluar inmediatamente con una política de shock, a pesar del riesgo de mayor inflación. Por el contrario, en un panel que compartieron, el diputado macrista Federico Sturzenegger, centró su exposición en la necesidad de bajar el «impuesto inflacionario» y «los impuestos al trabajo», para prometer competitividad a las empresas sin referirse al tipo de cambio. Marco Lavagna, representante del Frente Renovador, rechazó la «tentación de pedir una devaluación» y también el «maquillaje con endeudamiento».
Kiguel aseveró que habrá algunos temas en los que el próximo gobierno «deberá aplicar una política de shock».
«Hay mucha plata que quiere entrar en el país, pero no lo hará si la gente piensa que habrá devaluación», dijo el economista en el 32º Congreso Anual del Instituto Argentino de Ejecutivos de Finanzas (IAEF).
En tal sentido, rechazó el gradualismo, al afirmar que con «devaluar lentamente no se arregla nada, porque el mercado va a esperar a que se llegue al tipo de cambio esperado, y recién entonces traerá el dinero, lo que mantendrá las reservas bajo presión e impedirá eliminar el cepo. Es la opción más tentadora pero se queda a mitad de camino», remató.
También propuso que «inmediatamente» se elimine el cepo, aunque reconoció que «no es fácil» y es un «gran desafío», ya que implica el riesgo de que se dispare la inflación.
«¿Cómo salimos del cepo?», se preguntó, y respondió que la medida se adoptó «porque no se quiso devaluar» y que «sin solucionar el tema cambiario, no se podrá salir del cepo». Pero aceptó que «el problema no es sencillo». Insistió en que se puede apostar a un shock y dejar flotar el dólar, pero admitió que existe el riesgo de una sobrerreacción del mercado» y que la diferencia cambiaria «vaya a precios hasta en un 50%». Otra posibilidad sería devaluar, pero también hay riesgo inflacionario, y si se quiere defender determinado tipo de cambio y no se acierta en el cálculo, «la tasa de interés se puede ir por las nubes». Su propuesta es «oficializar el mercado blue».
A su vez, Sturzenegger planteó un escenario súper optimista del legado que deja el actual gobierno a la próxima administración y consideró que con acceso al crédito no habrá que hacer ajuste. Pero no se refirió a los holdouts.
Kiguel, durante la ronda de preguntas, advirtió contra el peligro de que los holdouts perciban que el Gobierno está desesperado por salir al mercado de capitales, lo que pondría a Argentina en una posición de debilidad para negociar.
El economista rechazó elípticamente una política de shock tras la asunción de Macri, al afirmar que no hay que mirar al «10 de diciembre, sino que a una tarea de todos los días para administrar bien».
También pareció cerrar la puerta a una devaluación fuerte de forma inmediata, al centrar la mejora de la competitividad en «claramente eliminar el impuesto inflacionario» y una baja de los «impuestos al trabajo», o sea los aportes y contribuciones a la seguridad social, de modo de lograr un «efecto expansivo». La inflación debería estar en un rango no superior a 4% en el tercer año de gobierno de Macri, según Sturzenegger.
Esa baja de ingresos se compensaría con mayor deuda y «volviendo a darle progresividad» al Impuesto a las Ganancias, y «terminar con el mamarracho» de los últimos retoques del mínimo no imponible, que lleva a que «gente que gana $ 30.000 o $ 40.000 hoy no tribute». Aseguró que en el PRO han hecho cuentas y esto se puede realizar sin perder recursos.
Por su parte, Lavagna dijo que el cepo no se puede eliminar de golpe pero sí en seis meses o el primer año del próximo gobierno, a la vez que llamó a evitar las «tentaciones» de apuntar al tipo de cambio o un «ajuste de shock», así como a un «maquillaje con endeudamiento». Propuso ir por «el medio, con una recuperación del superávit fiscal y comercial basados en el mercado interno».
Kiguel aseveró que habrá algunos temas en los que el próximo gobierno «deberá aplicar una política de shock».
«Hay mucha plata que quiere entrar en el país, pero no lo hará si la gente piensa que habrá devaluación», dijo el economista en el 32º Congreso Anual del Instituto Argentino de Ejecutivos de Finanzas (IAEF).
En tal sentido, rechazó el gradualismo, al afirmar que con «devaluar lentamente no se arregla nada, porque el mercado va a esperar a que se llegue al tipo de cambio esperado, y recién entonces traerá el dinero, lo que mantendrá las reservas bajo presión e impedirá eliminar el cepo. Es la opción más tentadora pero se queda a mitad de camino», remató.
También propuso que «inmediatamente» se elimine el cepo, aunque reconoció que «no es fácil» y es un «gran desafío», ya que implica el riesgo de que se dispare la inflación.
«¿Cómo salimos del cepo?», se preguntó, y respondió que la medida se adoptó «porque no se quiso devaluar» y que «sin solucionar el tema cambiario, no se podrá salir del cepo». Pero aceptó que «el problema no es sencillo». Insistió en que se puede apostar a un shock y dejar flotar el dólar, pero admitió que existe el riesgo de una sobrerreacción del mercado» y que la diferencia cambiaria «vaya a precios hasta en un 50%». Otra posibilidad sería devaluar, pero también hay riesgo inflacionario, y si se quiere defender determinado tipo de cambio y no se acierta en el cálculo, «la tasa de interés se puede ir por las nubes». Su propuesta es «oficializar el mercado blue».
A su vez, Sturzenegger planteó un escenario súper optimista del legado que deja el actual gobierno a la próxima administración y consideró que con acceso al crédito no habrá que hacer ajuste. Pero no se refirió a los holdouts.
Kiguel, durante la ronda de preguntas, advirtió contra el peligro de que los holdouts perciban que el Gobierno está desesperado por salir al mercado de capitales, lo que pondría a Argentina en una posición de debilidad para negociar.
El economista rechazó elípticamente una política de shock tras la asunción de Macri, al afirmar que no hay que mirar al «10 de diciembre, sino que a una tarea de todos los días para administrar bien».
También pareció cerrar la puerta a una devaluación fuerte de forma inmediata, al centrar la mejora de la competitividad en «claramente eliminar el impuesto inflacionario» y una baja de los «impuestos al trabajo», o sea los aportes y contribuciones a la seguridad social, de modo de lograr un «efecto expansivo». La inflación debería estar en un rango no superior a 4% en el tercer año de gobierno de Macri, según Sturzenegger.
Esa baja de ingresos se compensaría con mayor deuda y «volviendo a darle progresividad» al Impuesto a las Ganancias, y «terminar con el mamarracho» de los últimos retoques del mínimo no imponible, que lleva a que «gente que gana $ 30.000 o $ 40.000 hoy no tribute». Aseguró que en el PRO han hecho cuentas y esto se puede realizar sin perder recursos.
Por su parte, Lavagna dijo que el cepo no se puede eliminar de golpe pero sí en seis meses o el primer año del próximo gobierno, a la vez que llamó a evitar las «tentaciones» de apuntar al tipo de cambio o un «ajuste de shock», así como a un «maquillaje con endeudamiento». Propuso ir por «el medio, con una recuperación del superávit fiscal y comercial basados en el mercado interno».