Enrique Martínez, extitular del INTI
Fue titular del INTI durante los gobiernos de Raúl Alfonsín, Néstor Kirchner y Cristina Fernández. Resume en su trayectoria algunos puntos de contacto entre esas tres presidencias, de las que, sin embargo, guarda distancia. Exdiputado nacional por el Frepaso y crítico friendly de la actual administración, el ingeniero químico Enrique Martínez recibe a VIERNES en su oficina ubicada en Liniers.
Por: Sebastián Hadida
Viernes: ¿Por qué piensa que la industrialización argentina choca con limitaciones recurrentes?
Enrique Martínez: Nosotros tenemos una muy sana iniciativa, que es dinamizar el mercado interno, tratar de que la gente consuma y que eso traccione la economía. Sin embargo, la base de la economía está montada sobre una matriz concentrada liderada por filiales de corporaciones multinacionales, que son las que deciden la producción de aquellas cosas que nosotros compramos. Esas grandes empresas giran dividendos al exterior y, como no tienen integrada sus cadenas de valor, en proporción crecen más las importaciones de lo que crece la economía. En consecuencia, aparece la necesidad de sustituir importaciones. Ahora bien, si la sustitución de importaciones depende de la voluntad de las multinacionales, estamos ante un problema.
V.: Usted es crítico de las políticas oficiales de promoción de la industria automotriz, así como del complejo electrónico de Tierra del Fuego.
E.M.: La industria automotriz tiene un déficit de balanza comercial de alrededor de ocho mil millones de dólares por año, sin contar el giro de utilidades al exterior de las empresas del sector. El complejo electrónico de Tierra del Fuego tiene un déficit de la balanza comercial de más de tres mil millones de dólares. Ambos son, en definitiva, complejos ensambladores con casi ninguna decisión sobre desarrollos locales o innovación productiva, el escalón final de decisiones que toman empresas multinacionales. No estoy diciendo que esas industrias tengan que cerrar, pero claramente no expresan una lógica industrializadora. Cuando se habla de comparar números, mientras el sector automotor ocupa a 80 mil personas y el complejo de Tierra del Fuego, a unas 14 mil, yo llamo la atención de que hay no menos de 250 mil productores de la agricultura familiar que no aparecen en ningún diario y que necesitan un esquema de promoción y protección estatal para aumentar su productividad.
V.: En 2002 asume por segunda vez como titular del INTI, cargo del que se separa en 2011. Han pasado tres años desde su partida. ¿Qué balance hace de su gestión?
E.M.: Yo había tenido un primer período al frente del INTI entre 1986 y 1988. Cuando me voy en 1988, el INTI tenía 1.800 empleados. Cuando volví a asumir en el instituto en 2002, tenía 1.100 empleados. Eso demuestra lo que hizo el neoliberalismo con las instituciones de tecnología argentina. En 2011, cuando termino mi segunda gestión, teníamos exactamente el doble: 2.200 personas. Otro aspecto para destacar es la instalación federal que alcanzamos. Cuando comencé mi trabajo en el INTI teníamos presencia en diez provincias y, cuando me fui, ya estábamos en todas. Al margen de eso, se demostró que se puede trabajar simultáneamente con actividades de tecnología de punta y con sectores bien básicos de subsistencia. El plan estratégico definitivo que aprobamos en 2008 era realmente muy interesante.
V.: Cuando usted se desvinculó del INTI en 2011, ello fue leído como una pulseada con la ministra Débora Giorgi, entre una visión más vinculada a la economía social y otra más industrialista.
E.M.: Ese conflicto se dio. Lo que quería hacer Giorgi era vincular al sector automotor. Y lo logró. Hay que ver los resultados.
V.: Al menos antes de la sentencia del juez Griesa, se estaban dando pasos importantes para recrear un clima de confianza para captar inversiones extranjeras y resolver el problema de la restricción de divisas. ¿Usted cree que si las gestiones con los holdouts se complican, es posible volver a confiar en la voluntad inversora de la «burguesía nacional»?
E.M.: Francamente no creo que el Estado tenga que pensar en campeones nacionales. Yo creo que grandes asociaciones con Techint, Arcor o Aluar no son necesariamente las que van a resolver el problema argentino. Si nos concentramos en la restricción externa, creo que hay que desarrollar un plan serio de inversiones en energía que pueda convocar a capitales nacionales que tienen los dólares debajo del colchón o fuera del país. Se ha priorizado de tal manera la seducción de grandes capitales extranjeros, que se ha cerrado insólitamente la posibilidad de que parte de los centenares de miles de millones de dólares que forman parte del ahorro de los argentinos pueda invertirse en YPF.
V.: ¿Qué condiciones impondría a las inversiones extranjeras?
E.M.: No es lo mismo una persona que compra una empresa argentina para sacar toda la reserva pesquera que tenemos en la plataforma submarina que una persona que pueda venir a poner una clínica que resuelva los problemas del cáncer en el país. A mí me gustaría tener una herramienta que permita convocar a las terminales automotrices y decirles que a partir de los próximos seis meses van a sobrevivir solamente aquellas que tengan balanza de divisas al menos nula. Que compitan.
V.: Usted coordina el Instituto para la Producción Popular (del oficialista Movimiento Evita) ¿Cuáles son las dificultades que tienen los productores de la economía popular para poder desarrollar su actividad de forma digna y sustentable?
E.M.: Cuando un agricultor familiar le saca un fruto a la tierra y genera un valor, a continuación hay alguien inserto en la economía de mercado que se apropia de ese valor generado. Desde el campesino que cría un cabrito y lo tiene que vender cuando lo desteta porque no tiene dinero para engordarlo (y el comprador multiplica el precio por cuatro al revenderlo), hasta el hombre que labra un poste de quebracho en el Impenetrable y el precio se multiplica por seis o siete cuando llega a la Pampa Húmeda. Son los posteriores dueños del negocio los que se apropian de la renta, no agregan valor y tienen una alta incidencia sobre los mecanismos inflacionarios. El Estado no comparte esta mirada y sigue pensando que se puede desarrollar la Argentina apoyada en las grandes corporaciones.
V.: ¿Qué cree que debería hacer el Estado ?
E.M.: El Estado debe garantizar que el hachero venda el poste con el precio justo, pero además debe facilitar recursos y capacitación. Hay gente que produce un ternero cada cuatro vacas y otra gente que está absolutamente sistematizada en la producción de tomate en lata, y necesitan solamente un poco de crédito y apoyo comercial. El problema es que el Ministerio de Trabajo piensa que las únicas relaciones que tenemos que cuidar y promover son las relaciones laborales tradicionales entre empresarios y empleados.
V.: El 22 de agosto fue el lanzamiento de la precandidatura presidencial de Jorge Taiana. ¿Qué expresa y en qué se diferencia de los demás postulantes del FpV?
E.M.: Todos los candidatos del FpV, aun los más absolutamente cerrados en la defensa en bloque de la gestión, tienen claro que faltan cosas. El asunto es que no explicitan qué es lo que falta, de manera que el tema queda envuelto en la retórica. El planteo de Taiana es quitarle la retórica a esas asignaturas pendientes y mostrar claramente que las cosas que faltan están faltando desde el punto de vista del campo popular y no desde el punto de vista del liberalismo.
V.: ¿Cuál es el diferencial de Taiana?¿Qué propone?
E.M.: Ferro demostró que hay pocos espacios políticos, no sólo en el FpV, sino en la política argentina en general, que puedan convocar con algún mínimo de organización y desde fuera del Estado a 50 mil personas bien humildes. Responder prioritariamente a los más vulnerables es la idea de quienes formamos parte del Movimiento Evita, dando respuesta también a los sectores medios. Por eso, Taiana propone claramente la creación de un Banco de Desarrollo, un Ministerio de Economía Popular, una reforma tributaria integral y una nueva ley de entidades financieras.
V.: ¿Es oficial la ruptura del Movimiento Evita con Unidos y Organizados, que agrupa a los espacios kirchneristas más ortodoxos?
E.M.: Hubo una superposición de actividades militantes que hizo parecer que nosotros estamos alejados. Me parece que Unidos y Organizados es un espacio que todavía tiene que demostrar su utilidad. En tanto y en cuanto sea un espacio plural, funcionará.
BIO
Godoy Cruz, Mendoza, 1943.
Educación: Colegio Británico de Morón (primaria), Colegio Nacional de San Miguel (secundaria), ingeniero químico (UBA).
Trabajos previos: decano de la Facultad de Ingeniería de la UBA 1973/4; diputado nacional por el Frepaso/Alianza (1999-2000); presidente del INTI (1986-1988 y 2002-2011).
Último libro leído: Expulsions, de Saskia Sassen.
Rutina informativa: Tiempo Argentino (papel), Página/12 y Clarín (web). Programas periodísticos en TV, sobre todo de líneas diferentes de la propia.
Fue titular del INTI durante los gobiernos de Raúl Alfonsín, Néstor Kirchner y Cristina Fernández. Resume en su trayectoria algunos puntos de contacto entre esas tres presidencias, de las que, sin embargo, guarda distancia. Exdiputado nacional por el Frepaso y crítico friendly de la actual administración, el ingeniero químico Enrique Martínez recibe a VIERNES en su oficina ubicada en Liniers.
Por: Sebastián Hadida
Viernes: ¿Por qué piensa que la industrialización argentina choca con limitaciones recurrentes?
Enrique Martínez: Nosotros tenemos una muy sana iniciativa, que es dinamizar el mercado interno, tratar de que la gente consuma y que eso traccione la economía. Sin embargo, la base de la economía está montada sobre una matriz concentrada liderada por filiales de corporaciones multinacionales, que son las que deciden la producción de aquellas cosas que nosotros compramos. Esas grandes empresas giran dividendos al exterior y, como no tienen integrada sus cadenas de valor, en proporción crecen más las importaciones de lo que crece la economía. En consecuencia, aparece la necesidad de sustituir importaciones. Ahora bien, si la sustitución de importaciones depende de la voluntad de las multinacionales, estamos ante un problema.
V.: Usted es crítico de las políticas oficiales de promoción de la industria automotriz, así como del complejo electrónico de Tierra del Fuego.
E.M.: La industria automotriz tiene un déficit de balanza comercial de alrededor de ocho mil millones de dólares por año, sin contar el giro de utilidades al exterior de las empresas del sector. El complejo electrónico de Tierra del Fuego tiene un déficit de la balanza comercial de más de tres mil millones de dólares. Ambos son, en definitiva, complejos ensambladores con casi ninguna decisión sobre desarrollos locales o innovación productiva, el escalón final de decisiones que toman empresas multinacionales. No estoy diciendo que esas industrias tengan que cerrar, pero claramente no expresan una lógica industrializadora. Cuando se habla de comparar números, mientras el sector automotor ocupa a 80 mil personas y el complejo de Tierra del Fuego, a unas 14 mil, yo llamo la atención de que hay no menos de 250 mil productores de la agricultura familiar que no aparecen en ningún diario y que necesitan un esquema de promoción y protección estatal para aumentar su productividad.
V.: En 2002 asume por segunda vez como titular del INTI, cargo del que se separa en 2011. Han pasado tres años desde su partida. ¿Qué balance hace de su gestión?
E.M.: Yo había tenido un primer período al frente del INTI entre 1986 y 1988. Cuando me voy en 1988, el INTI tenía 1.800 empleados. Cuando volví a asumir en el instituto en 2002, tenía 1.100 empleados. Eso demuestra lo que hizo el neoliberalismo con las instituciones de tecnología argentina. En 2011, cuando termino mi segunda gestión, teníamos exactamente el doble: 2.200 personas. Otro aspecto para destacar es la instalación federal que alcanzamos. Cuando comencé mi trabajo en el INTI teníamos presencia en diez provincias y, cuando me fui, ya estábamos en todas. Al margen de eso, se demostró que se puede trabajar simultáneamente con actividades de tecnología de punta y con sectores bien básicos de subsistencia. El plan estratégico definitivo que aprobamos en 2008 era realmente muy interesante.
V.: Cuando usted se desvinculó del INTI en 2011, ello fue leído como una pulseada con la ministra Débora Giorgi, entre una visión más vinculada a la economía social y otra más industrialista.
E.M.: Ese conflicto se dio. Lo que quería hacer Giorgi era vincular al sector automotor. Y lo logró. Hay que ver los resultados.
V.: Al menos antes de la sentencia del juez Griesa, se estaban dando pasos importantes para recrear un clima de confianza para captar inversiones extranjeras y resolver el problema de la restricción de divisas. ¿Usted cree que si las gestiones con los holdouts se complican, es posible volver a confiar en la voluntad inversora de la «burguesía nacional»?
E.M.: Francamente no creo que el Estado tenga que pensar en campeones nacionales. Yo creo que grandes asociaciones con Techint, Arcor o Aluar no son necesariamente las que van a resolver el problema argentino. Si nos concentramos en la restricción externa, creo que hay que desarrollar un plan serio de inversiones en energía que pueda convocar a capitales nacionales que tienen los dólares debajo del colchón o fuera del país. Se ha priorizado de tal manera la seducción de grandes capitales extranjeros, que se ha cerrado insólitamente la posibilidad de que parte de los centenares de miles de millones de dólares que forman parte del ahorro de los argentinos pueda invertirse en YPF.
V.: ¿Qué condiciones impondría a las inversiones extranjeras?
E.M.: No es lo mismo una persona que compra una empresa argentina para sacar toda la reserva pesquera que tenemos en la plataforma submarina que una persona que pueda venir a poner una clínica que resuelva los problemas del cáncer en el país. A mí me gustaría tener una herramienta que permita convocar a las terminales automotrices y decirles que a partir de los próximos seis meses van a sobrevivir solamente aquellas que tengan balanza de divisas al menos nula. Que compitan.
V.: Usted coordina el Instituto para la Producción Popular (del oficialista Movimiento Evita) ¿Cuáles son las dificultades que tienen los productores de la economía popular para poder desarrollar su actividad de forma digna y sustentable?
E.M.: Cuando un agricultor familiar le saca un fruto a la tierra y genera un valor, a continuación hay alguien inserto en la economía de mercado que se apropia de ese valor generado. Desde el campesino que cría un cabrito y lo tiene que vender cuando lo desteta porque no tiene dinero para engordarlo (y el comprador multiplica el precio por cuatro al revenderlo), hasta el hombre que labra un poste de quebracho en el Impenetrable y el precio se multiplica por seis o siete cuando llega a la Pampa Húmeda. Son los posteriores dueños del negocio los que se apropian de la renta, no agregan valor y tienen una alta incidencia sobre los mecanismos inflacionarios. El Estado no comparte esta mirada y sigue pensando que se puede desarrollar la Argentina apoyada en las grandes corporaciones.
V.: ¿Qué cree que debería hacer el Estado ?
E.M.: El Estado debe garantizar que el hachero venda el poste con el precio justo, pero además debe facilitar recursos y capacitación. Hay gente que produce un ternero cada cuatro vacas y otra gente que está absolutamente sistematizada en la producción de tomate en lata, y necesitan solamente un poco de crédito y apoyo comercial. El problema es que el Ministerio de Trabajo piensa que las únicas relaciones que tenemos que cuidar y promover son las relaciones laborales tradicionales entre empresarios y empleados.
V.: El 22 de agosto fue el lanzamiento de la precandidatura presidencial de Jorge Taiana. ¿Qué expresa y en qué se diferencia de los demás postulantes del FpV?
E.M.: Todos los candidatos del FpV, aun los más absolutamente cerrados en la defensa en bloque de la gestión, tienen claro que faltan cosas. El asunto es que no explicitan qué es lo que falta, de manera que el tema queda envuelto en la retórica. El planteo de Taiana es quitarle la retórica a esas asignaturas pendientes y mostrar claramente que las cosas que faltan están faltando desde el punto de vista del campo popular y no desde el punto de vista del liberalismo.
V.: ¿Cuál es el diferencial de Taiana?¿Qué propone?
E.M.: Ferro demostró que hay pocos espacios políticos, no sólo en el FpV, sino en la política argentina en general, que puedan convocar con algún mínimo de organización y desde fuera del Estado a 50 mil personas bien humildes. Responder prioritariamente a los más vulnerables es la idea de quienes formamos parte del Movimiento Evita, dando respuesta también a los sectores medios. Por eso, Taiana propone claramente la creación de un Banco de Desarrollo, un Ministerio de Economía Popular, una reforma tributaria integral y una nueva ley de entidades financieras.
V.: ¿Es oficial la ruptura del Movimiento Evita con Unidos y Organizados, que agrupa a los espacios kirchneristas más ortodoxos?
E.M.: Hubo una superposición de actividades militantes que hizo parecer que nosotros estamos alejados. Me parece que Unidos y Organizados es un espacio que todavía tiene que demostrar su utilidad. En tanto y en cuanto sea un espacio plural, funcionará.
BIO
Godoy Cruz, Mendoza, 1943.
Educación: Colegio Británico de Morón (primaria), Colegio Nacional de San Miguel (secundaria), ingeniero químico (UBA).
Trabajos previos: decano de la Facultad de Ingeniería de la UBA 1973/4; diputado nacional por el Frepaso/Alianza (1999-2000); presidente del INTI (1986-1988 y 2002-2011).
Último libro leído: Expulsions, de Saskia Sassen.
Rutina informativa: Tiempo Argentino (papel), Página/12 y Clarín (web). Programas periodísticos en TV, sobre todo de líneas diferentes de la propia.
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