Tterritorialización de la militancia K. Jefatura y método
La cifra redonda, genérica y en algún punto simbólica, fue de diez mil. Todo un ejército de militantes K que se desplegó, durante sábado y ayer, por las zonas de La Plata más afectadas por el temporal del 2 de abril, que dejó más de cincuenta muertos y unos 300 mil afectados.
Formó parte de un operativo de asistencia luego de la inundación pero se constituyó, además, en un prueba piloto de intervención directa sobre el territorio.
Bajo el paraguas de Unidos y Organizados (UyO), pero capitaneados por La Cámpora, militantes de Kolina, el Movimiento Evita y Nuevo Encuentro, entre otras agrupaciones, bajaron a los barrios en la primera aparición efectiva y masiva de la militancia ultra-K.
El procedimiento tiene un rasgo inédito, varias particularidades y múltiples lecturas:
• Como nunca antes, de manera sistemática y general, y de una dimensión y extensión hasta ahora inimaginada, los grupos del kirchnerismo se convirtieron en los ejecutores prácticos de los programas del Gobierno nacional. Eso involucró desde la ANSES a la Superintendencia de Seguros, de Desarrollo Social al PAMI, e incluyó la recolección puntual de información sobre el impacto de la inundación en cada barrio. Fue un barrido casa por casa, timbre a timbre, para hacer llegar los programas y planes oficiales, establecer una «cercanía» y además recopilar información variada, entre ellos sobre eventuales víctimas no oficializadas.
• Hubo coordinación básica con los gobiernos de Pablo Bruera y Daniel Scioli pero, esencialmente se trató de una gestión sin intermediación del Gobierno nacional ante los afectados a través de sus militantes. Un procedimiento de cercanía que implicó «trabajar el territorio» en términos políticos como nunca, hasta ahora, se había hecho, disputándoles la representación y el protagonismo a los punteros históricos.
• La inundación ofreció la oportunidad para poner a prueba el método que, en una especie de remake del Operativo Dorrego, mostró a los militantes jóvenes con efectivos del Ejército. Pero, a diferencia de aquel programa que buscó hermanar a dos sectores en riña, la presencia de fuerzas de seguridad y armadas fue un soporte logístico de La Cámpora y tuvo un fin preventivo. Motivo puntual: la detención de Agustín Medina, hijo de Juan Pablo «Pata» Medina, el jefe de la UOCRA de La Plata, sindicato cuyos militantes atacaron la semana pasada a un grupo de militantes de La Cámpora.
• Desde el viernes, y a lo largo del fin de semana, el secretario de Seguridad, Sergio Berni, hizo un monitoreo y fijó un sistema de custodia de los grupos de militantes que bajaban a los barrios más sensibles, en particular por temor a que vuelvan a actuar grupos de la UOCRA de Medina o, aunque el riesgo era menor, punteros del peronismo que reportan al bruerismo.
• La Plata es uno de los distritos bonaerenses donde la imagen de Cristina está en el peor nivel. El ratio entre positiva y negativa le da 10 puntos abajo, lo que explica por qué en los últimos años Bruera se movió en zigzag respecto de la Casa Rosada hasta que el año pasado Carlos Kunkel le tendió una mano para evitar que se convierta en un alfil de Sergio Massa o del sciolismo. El nivel de eficacia de la bajada platense -que tuvo una versión comprimida en el barrio La Palangana de La Matanza- activó un mecanismo que, dicen en Gobierno, inaugura un procedimiento para aplicar en otros territorios.
• El operativo lo manejó Andrés «Cuervo» Larroque, jefe de La Cámpora. A pesar de que ese sector juvenil K tiene, por caso, un concejal: Martín Alaniz. La mecánica de bajar sin intermediación los «servicios» nacionales se replicó en lo político: en las dos apariciones de la Presidente en La Plata -una accidentada de Alicia Kirchner-, y en Larroque como vocero que borró del escenario a otras figuras, incluso José Ottavis que supo manejar la filial camporista provincial, al igual que a los referentes de otras agrupaciones. De esa invisibilidad táctica, sólo escapó parcialmente Florencia Saintout, la decana de la Facultad de Periodismo, edificio que se convirtió en epicentro del operativo de asistencia.
La cifra redonda, genérica y en algún punto simbólica, fue de diez mil. Todo un ejército de militantes K que se desplegó, durante sábado y ayer, por las zonas de La Plata más afectadas por el temporal del 2 de abril, que dejó más de cincuenta muertos y unos 300 mil afectados.
Formó parte de un operativo de asistencia luego de la inundación pero se constituyó, además, en un prueba piloto de intervención directa sobre el territorio.
Bajo el paraguas de Unidos y Organizados (UyO), pero capitaneados por La Cámpora, militantes de Kolina, el Movimiento Evita y Nuevo Encuentro, entre otras agrupaciones, bajaron a los barrios en la primera aparición efectiva y masiva de la militancia ultra-K.
El procedimiento tiene un rasgo inédito, varias particularidades y múltiples lecturas:
• Como nunca antes, de manera sistemática y general, y de una dimensión y extensión hasta ahora inimaginada, los grupos del kirchnerismo se convirtieron en los ejecutores prácticos de los programas del Gobierno nacional. Eso involucró desde la ANSES a la Superintendencia de Seguros, de Desarrollo Social al PAMI, e incluyó la recolección puntual de información sobre el impacto de la inundación en cada barrio. Fue un barrido casa por casa, timbre a timbre, para hacer llegar los programas y planes oficiales, establecer una «cercanía» y además recopilar información variada, entre ellos sobre eventuales víctimas no oficializadas.
• Hubo coordinación básica con los gobiernos de Pablo Bruera y Daniel Scioli pero, esencialmente se trató de una gestión sin intermediación del Gobierno nacional ante los afectados a través de sus militantes. Un procedimiento de cercanía que implicó «trabajar el territorio» en términos políticos como nunca, hasta ahora, se había hecho, disputándoles la representación y el protagonismo a los punteros históricos.
• La inundación ofreció la oportunidad para poner a prueba el método que, en una especie de remake del Operativo Dorrego, mostró a los militantes jóvenes con efectivos del Ejército. Pero, a diferencia de aquel programa que buscó hermanar a dos sectores en riña, la presencia de fuerzas de seguridad y armadas fue un soporte logístico de La Cámpora y tuvo un fin preventivo. Motivo puntual: la detención de Agustín Medina, hijo de Juan Pablo «Pata» Medina, el jefe de la UOCRA de La Plata, sindicato cuyos militantes atacaron la semana pasada a un grupo de militantes de La Cámpora.
• Desde el viernes, y a lo largo del fin de semana, el secretario de Seguridad, Sergio Berni, hizo un monitoreo y fijó un sistema de custodia de los grupos de militantes que bajaban a los barrios más sensibles, en particular por temor a que vuelvan a actuar grupos de la UOCRA de Medina o, aunque el riesgo era menor, punteros del peronismo que reportan al bruerismo.
• La Plata es uno de los distritos bonaerenses donde la imagen de Cristina está en el peor nivel. El ratio entre positiva y negativa le da 10 puntos abajo, lo que explica por qué en los últimos años Bruera se movió en zigzag respecto de la Casa Rosada hasta que el año pasado Carlos Kunkel le tendió una mano para evitar que se convierta en un alfil de Sergio Massa o del sciolismo. El nivel de eficacia de la bajada platense -que tuvo una versión comprimida en el barrio La Palangana de La Matanza- activó un mecanismo que, dicen en Gobierno, inaugura un procedimiento para aplicar en otros territorios.
• El operativo lo manejó Andrés «Cuervo» Larroque, jefe de La Cámpora. A pesar de que ese sector juvenil K tiene, por caso, un concejal: Martín Alaniz. La mecánica de bajar sin intermediación los «servicios» nacionales se replicó en lo político: en las dos apariciones de la Presidente en La Plata -una accidentada de Alicia Kirchner-, y en Larroque como vocero que borró del escenario a otras figuras, incluso José Ottavis que supo manejar la filial camporista provincial, al igual que a los referentes de otras agrupaciones. De esa invisibilidad táctica, sólo escapó parcialmente Florencia Saintout, la decana de la Facultad de Periodismo, edificio que se convirtió en epicentro del operativo de asistencia.