Por Pablo Galand
(JUAN ULRICH)
“Queremos recuperar la CGT para que se reordene su poder gremial”. El referente del sector de los “independientes” entiende que con Moyano la central obrera se convirtió en un partido político. El titular de la Unión Personal Civil de la Nación, Andrés Rodríguez, es el referente de los “independientes”. Un sector que si bien nunca integró el riñón del moyanismo, acompañó casi todo el período del dirigente camionero al frente de la CGT. Desde su óptica, Moyano se manejó de manera ilegal para convocar a la reelección de autoridades y no descarta la realización de un congreso paralelo.
–Daría la impresión de que el espacio que se opone a la continuidad de Moyano en la CGT es de tal heterogeneidad que le cuesta establecer una estrategia común.
–Esto obedece a varias razones. Ordenar una mayoría es más complejo que ser una minoría. Segundo, dentro de esa mayoría convivimos matices diferenciales, productos de diferentes desencuentros y reencuentros dentro de la historia del movimiento sindical. Entonces, arribar a acuerdos se hace más complejo. Pero en lo que estamos todos de acuerdo los que convivimos en este espacio es que queremos un Congreso legal y legítimo. Estamos impugnando al Consejo Directivo que supuestamente convocó al Comité Central Confederal (CCC) y al Congreso porque careció de quórum. Esto se logra estando los titulares de cada sindicato, cosa que no pasó. Nosotros tenemos certificado que el 24 de abril, cuando se hizo esa reunión del consejo, estaban presentes 16 miembros reales del Consejo Directivo. Por lo tanto, no tenía quórum. A partir de ahí, hay un vicio de ilegalidad en el resto de la convocatoria. Además, en lo político tiene que ver con que hay que establecer reglas de juego muy claras para que el Congreso que se convoque tenga el consenso de todos. Que se haga con la presencia exclusiva de los congresales y no con gente ajena. Nosotros convocamos en la Uocra a más de 70 organizaciones gremiales. En la historia del movimiento obrero hay sindicatos que pueden haber no estado en su momento en la conducción de la CGT pero estamos viendo que en este espacio hay gremios que históricamente fueron cegetistas. Estamos hablando de organizaciones como la Uocra, Upcn, la UOM, Smata… Hasta hay gremios que han estado con el moyanismo y que cruzaron de vereda. Evidentemente, algo está pasando.
–Si están convencidos de que son mayoría, ¿por qué no dan la pelea en la misma cancha?
–Para llegar a ese punto hace falta un congreso que funcione con legalidad. Si un sindicato que tiene 80 y pico de congresales, de repente dice que tiene 200 congresales, está falseando el congreso. Esto es lo que está pasando.
–Pero en las reuniones previas donde se definieron las reglas de juego del congreso ustedes tampoco participaron.
–Es que nos desayunamos todos con una declaración pública de Moyano que iba a convocar al Congreso contra viento y marea y que él iba a ser el próximo secretario general. Tiene todo el derecho a postularse pero en principio tiene que garantizar al conjunto del movimiento obrero la realización de un congreso legítimo y legal. A partir de que no sucede esto, es imposible ir a algo que no manejamos todos. Si el conjunto de las organizaciones participa del armado del congreso y lo consensúa, ahí están garantizadas las posibilidades de elegir una nueva conducción. Pero este paso no se dio.
–Para convocar a otro congreso tienen que esperar que el Ministerio de Trabajo impugne el convocado para el 12 de julio?
–El Ministerio de Trabajo tiene la obligación de expedirse. Ahí se pueden abrir distintos caminos. Si hay una actitud de comprensión de la problemática, lo lógico es que se forme una comisión mixta entre los sectores en pugna y se resuelva claramente ponerse de acuerdo en cómo se convoca a un congreso y cómo se participa. Si la minoría que representa Moyano no acepta esto, nosotros tampoco nos vamos a quedarnos sin CGT. Incluso, tenemos mayoría en el actual Consejo Directivo para autoconvocarnos y dar los pasos necesarios para convocar a un CCC y a un congreso. Queremos recuperar la CGT para que se reordene su poder gremial que hoy está bastante disperso. Necesitamos que vuelva a ser una organización colegiada, donde sus problemas se resuelvan en una mesa de conducción. La CGT no puede ser un partido político ni opositora ni oficialista. Esto es lo errado y lo que deforma la posibilidad de recuperar la fuerza gremial que necesita nuestra central obrera. Nadie discute que es necesario actualizar el mínimo no imponible, universalizar las asignaciones familiares, subsanar el déficit de muchas obras sociales. El tema es que esa agenda tiene que tener una sola meta que son los derechos del trabajador. No utilizarla con otro fin.
–¿Cree que el Gobierno está postergando estas decisiones debido a esta disputa gremial?
–No tendría por qué serlo. En algunos casos, tendría que haber soluciones en el aquí y ahora porque estamos hablando de beneficiar a los trabajadores, más allá del tinte que cada uno pueda ostentar. El Gobierno tampoco puede utilizar estas reivindicaciones a partir del manejo de una interna de la CGT.
–Uno de los elementos que reivindica el moyanismo para seguir al frente de la CGT fue su resistencia a las políticas neoliberales de los noventa. ¿Qué evaluación hace de su conducción en ese período?
–Todos tenemos historial en el movimiento sindical y debimos atravesar diferentes etapas. Lo que hay que respetar es la democracia de cada sindicato. Yo no puedo juzgar a tal o cual dirigente, sin respetar la decisión de su propio gremio. Los cambios en la dirigencia lo generan sus propios trabajadores. Hacer hincapié en la década del ’90, puede servir para la publicidad. Pero no para interpretar en serio lo que significó cabalgar esos tiempos, siendo dirigente gremial, y teniendo que solucionar la problemática de cada uno. En el caso particular de nuestro sindicato, hemos sido reelegidos por los trabajadores. Es allí donde yo me debo. Si tuviera una señal negativa, son los propios trabajadores los que me la van a hacer saber.