El pasado lunes en el marco de la Feria del Libro y como parte de las actividades auspiciadas por el stand del Grupo 23, Tiempo Argentino organizó un panel de debate: «La Argentina que viene», que se realizó en la sala Juan Rulfo de la exposición.
Con la coordinación del editor de la sección de economía del diario Tiempo Argentino, Mariano Beristain, participaron el prestigioso economista Eduardo Curia, presentado como «uno de los primeros en identificar el agotamiento del Plan de Convertibilidad», Tomás Raffo, jóven profesional del Instituto de Formación de la CTA a cargo de Claudio Lozano y Fernanda Vallejos economista de La Gran Makro y referente del FPV.
Durante la exposición de los diferentes panelistas se pusieron en debate, desde ópticas disímiles, las debilidades y fortalezas de la economía actual y la proyección de cara al próximo período presidencial. Así se abordaron, entre varios temas, el de la restricción externa de divisas, la inflación, el tipo de cambio, la inversión privada y el rol del Estado y, claro, los vínculos causales entre uno y otro.
Uno de los temas más discutidos fue el de la restricción externa y la política más adecauda para el mercado cambiario.
Mariano Beristain en la presentación puso de relieve los orígenes y visiones diferentes de cada uno de los expositores pero destacó, como denominador común, el hecho de que «los tres economistas han sido consecuentes durante toda su trayectoria con su propio pensamiento lo que no es poco en la Argentina de hoy».
Uno de los temas más discutidos fue el de la restricción externa y la política más adecauda para el mercado cambiario. Cada uno de los panelistas presentaron diagnósticos disímiles sobre las raíces del fenómeno y las vías para su resolución.
DIAGNÓSTICO. Eduardo Curia, explicó que «el gobierno está embarcado en un ‘Plan Verano’ que está funcionando y se va a fortalecer si se encauza el tema salarial. Es un plan fondeado en dólares pero que no ataca los desequilibrios profundos que tiene la economía argentina, empezando por una fuerte distorsión de precios relativos macro, un tipo de cambio ultra atrasado con otros precios distorsionados y profundos desequilibrios en materia fiscal y monetaria con una instancia de inflación elevada que en los últimos años, con altibajos, configuró un cuadro estanflacionario».
Para Curia «el plan va a llegar a buen puerto pero en el puerto esperarán esas distorsiones». Según el economista el objetivo del gobierno es el de seguir en un modelo de tipo «continuista» hasta el final del mandato y que eso incluye «además de las medidas represivas a la demanda de dólares, algo que aprendieron quienes dirigen la economía del país y que es la necesidad de recurrir a financiamiento externo».
Es que, Curia, para identificar el origen de la restricción externa explicó que «existe una discrepancia sustantiva en lo que es el esquema que yo llamo ‘modelo competitivo productivo’ del 2003-2007 vinculado a la megadevaluación de 2002, con lo que viene después, a partir de 2010, cuando se revierte el tipo de cambio competitivo y se da inicio a una matriz de tipo de cambio deprimido dejando atrás la gallina de los huevos de oro que permitió incrementar las reservas y mantener los superávits gemelos», sentenció.
Tanto Fernanda Vallejos como Tomás Raffo coincidieron con Curia en que en el modelo de crecimiento de los últimos años se pueden identificar nítidamente dos etapas.
Para Raffo, sin embargo, la restricción externa no tiene su raíz en el retraso cambiario: «Es cierto que luego de la devaluación de un 300% de 2002 vinieron los mejores años hasta 2007 donde se creció y se recuperaron puestos de trabajo y la Argentina salió del infierno. La pregunta es por qué se agotó ese modelo de equilibrios gemelos y cómo se recrea ese mágico dispositivo. La crisis de la Convertibilidad y la devaluación posterior se dieron en un contexto de deterioro de las condiciones laborales y de una estructura productiva ociosa. Hoy no están esas condiciones y es porque no hubo diversificación en la inversión. Es la falta de inversión lo que produce la inflación. Por eso es el comportamiento de las principales empresas lo que explica el atraso cambiario», concluyó.
Para el economista de la CTA, las claves de la situación se explican «porque el ciclo kirchnerista no revirtió la estructura primarizada y altamente concentrada y extranjerizada de la economía nacional manteniendo la inversión atada a la existencia de rentas extraordinarias».
Fernanda Vallejos, de la Gran Makro, opinó que la restricción externa no puede tener por orígen «un supuesto retraso cambiario que habría que demostrar» porque «tanto las exportaciones como las importaciones son inelásticas al tipo de cambio, dependen de la demanda interna y externa», explicó.
Continuó, disparando contra sus colegas: «Lo que ha estado ausente en los análisis de los economistas que me antecedieron es lo que pasa con el resto del mundo y sus interconexiones complejas con la Argentina, olvidan el contexto internacional y sus implicancias en la economía argentina.»
Continuó reconociendo que «con Tomás (Raffo) coincidiríamos en caracterizar la estructura económica de la Argentina como desequilibrada por el peso del sector agropecuario y el industrial en la historia económica. Pero el período de crecimiento estuvo determinado por la política fiscal expansiva promovida por el Estado y el impulso de los componentes autónomos de la demanda. Voy a desmentir a Tomás, porque en el último período se dieron los niveles de inversión promedio más altos de la historia argentina que llegaron a alrededor de un 20% del PBI. La inversión, además, creció un 20% en un período de crecimiento del 7 por ciento. La inversión no está determinada por otra variable que no sea la demanda, en este caso impulsada por las políticas públicas y el empleo, que incrementa la masa salarial a través de las paritarias. El salario en términos reales subió.», explicó.
Raffo, además, había señalado que «tenemos un núcleo económico que concentra enormes ganancias y, por eso, no tiene incentivos para producir una diversificación de la inversión. Teniendo un excedente tan grande los negocios se mantienen en esos sectores y, a lo sumo, alimentan el consumo suntuario, casas de lujo, el boom automotriz y la fuga de capitales que es una constante de la historia argentina».
PROPUESTAS. Eduardo Curia explicó que en un «mundo abstracto» lo ideal sería resolver el problema con «una política de shock» y, agregó, «como los desalineamientos son muy gruesos las medidas de terapia necesarias son muy severas: salir a flotar en materia cambiaria, unificar el mercado de cambios y eliminar una buena cantidad de las restricciones. Que se sincere el valor cambiario por tanteo del mercado. Tomar medidas de contexto en política monetaria fiscal y de ingresos muy severas. Hay variables que tienen que caer en dólares, la monetaria, el tema fiscal y el costo laboral en dólares que es altísimo aunque no necesariamente lo sea en su poder adquisitivo». Con todo, el economista reconoció que «ninguno de los candidatos a presidente va a tomar ese rumbo, es inviable política y socialmente. En las coordenadas concretas hay más posibilidad para dos esquemas, el primero es el del gradualismo, que tiene como inspiración el modelo del shock pero desplumando la gallina pluma por pluma. El problema es que siempre va a estar condicionado por la sombra del shock.» El segundo, continuó, «es la visión continuista que ahora implica el reconocimiento de que no alcanza la represión de la demanda de dólares y que se dieron cuenta de que hay que conseguir, de la manera que sea, abundancia de capitales externos. Pero es un retorno a la política noventista», sentenció.
Para Tomás Raffo, por el contrario, «la economía tiene salarios bajos, de 6500 pesos promedio y una pauperización que alcanza entre el 18 y el 35% de la población». Explicó que «difiero con el planteo de Curia en que, si bien no me parece mal el cepo, está mal constipar la demanda sin el control de la oferta. Se fugan 90 mil millones de dólares por año además de los 60 mil millones que se pagan de deuda pública. Si uno toma las 50 empresas más grandes de la Argentina triplican el saldo comercial del país. Hay que constipar la oferta para que se abra la puerta al desarrollo ausente. El único actor que puede hacer esto es el Estado porque no va a ocurrir por generación espontánea. Es lo que no hizo el kirchnerismo.», concluyó.
Por último, Fernanda Vallejos explicó que el ejemplo más claro para descartar otra devaluación como salida, es que «en 2014 hubo un mal año económico como reconoció Curia y fue un año signado por la devaluación que tuvo un efecto recesivo. Una devaluación no es una solución porque no sirve para incrementar exportaciones. Para eso necesitamos gobiernos nacionales y populares en la región que impulsen sus mercados internos y el consumo». Por último explicó que «el desafío que tenemos es el de la administración del corto plazo del esquema de escasez de divisas. Se está haciendo a través de una estrategia de inserción financiera activa para la cual, gracias a la pericia del equipo económico, no fue necesario hacerse amigo de los buitres. Tampoco hay que asumir un rumbo de endeudamiento alocado», concluyó.
Reunión de discípulos y maestros
Antes de comenzar su exposición el economista del Instituto de Estudios y Formación de la CTA, Tomás Raffo agradeció la invitación de Tiempo y sinceramente conmovido explicó que, para él, era un honor compartir panel con Eduardo Curia porque «a quien yo considero mi maestro que es el economista Claudio Lozano, a su vez, considera a Eduardo Curia como su maestro. Con lo cual estoy en un panel de debate con el maestro de mi maestro lo que para mí es muy gratificante.» A pesar de las grandes diferencias que ambos economistas pusieron de relieve en sus exposiciones, el joven economista de la CTA, más adelante, recordó que «en 1995, cuando se resquebrajó el consenso de la Convertibilidad, referentes como el propio Eduardo Curia entre otros economistas ya planteaban que el uno a uno era infinanciable al menos que hubiera endeudamiento fuerte creciente para financiar los desequilibrios. Tres año después estallaría la crisis de la Convertibilidad».
Con la coordinación del editor de la sección de economía del diario Tiempo Argentino, Mariano Beristain, participaron el prestigioso economista Eduardo Curia, presentado como «uno de los primeros en identificar el agotamiento del Plan de Convertibilidad», Tomás Raffo, jóven profesional del Instituto de Formación de la CTA a cargo de Claudio Lozano y Fernanda Vallejos economista de La Gran Makro y referente del FPV.
Durante la exposición de los diferentes panelistas se pusieron en debate, desde ópticas disímiles, las debilidades y fortalezas de la economía actual y la proyección de cara al próximo período presidencial. Así se abordaron, entre varios temas, el de la restricción externa de divisas, la inflación, el tipo de cambio, la inversión privada y el rol del Estado y, claro, los vínculos causales entre uno y otro.
Uno de los temas más discutidos fue el de la restricción externa y la política más adecauda para el mercado cambiario.
Mariano Beristain en la presentación puso de relieve los orígenes y visiones diferentes de cada uno de los expositores pero destacó, como denominador común, el hecho de que «los tres economistas han sido consecuentes durante toda su trayectoria con su propio pensamiento lo que no es poco en la Argentina de hoy».
Uno de los temas más discutidos fue el de la restricción externa y la política más adecauda para el mercado cambiario. Cada uno de los panelistas presentaron diagnósticos disímiles sobre las raíces del fenómeno y las vías para su resolución.
DIAGNÓSTICO. Eduardo Curia, explicó que «el gobierno está embarcado en un ‘Plan Verano’ que está funcionando y se va a fortalecer si se encauza el tema salarial. Es un plan fondeado en dólares pero que no ataca los desequilibrios profundos que tiene la economía argentina, empezando por una fuerte distorsión de precios relativos macro, un tipo de cambio ultra atrasado con otros precios distorsionados y profundos desequilibrios en materia fiscal y monetaria con una instancia de inflación elevada que en los últimos años, con altibajos, configuró un cuadro estanflacionario».
Para Curia «el plan va a llegar a buen puerto pero en el puerto esperarán esas distorsiones». Según el economista el objetivo del gobierno es el de seguir en un modelo de tipo «continuista» hasta el final del mandato y que eso incluye «además de las medidas represivas a la demanda de dólares, algo que aprendieron quienes dirigen la economía del país y que es la necesidad de recurrir a financiamiento externo».
Es que, Curia, para identificar el origen de la restricción externa explicó que «existe una discrepancia sustantiva en lo que es el esquema que yo llamo ‘modelo competitivo productivo’ del 2003-2007 vinculado a la megadevaluación de 2002, con lo que viene después, a partir de 2010, cuando se revierte el tipo de cambio competitivo y se da inicio a una matriz de tipo de cambio deprimido dejando atrás la gallina de los huevos de oro que permitió incrementar las reservas y mantener los superávits gemelos», sentenció.
Tanto Fernanda Vallejos como Tomás Raffo coincidieron con Curia en que en el modelo de crecimiento de los últimos años se pueden identificar nítidamente dos etapas.
Para Raffo, sin embargo, la restricción externa no tiene su raíz en el retraso cambiario: «Es cierto que luego de la devaluación de un 300% de 2002 vinieron los mejores años hasta 2007 donde se creció y se recuperaron puestos de trabajo y la Argentina salió del infierno. La pregunta es por qué se agotó ese modelo de equilibrios gemelos y cómo se recrea ese mágico dispositivo. La crisis de la Convertibilidad y la devaluación posterior se dieron en un contexto de deterioro de las condiciones laborales y de una estructura productiva ociosa. Hoy no están esas condiciones y es porque no hubo diversificación en la inversión. Es la falta de inversión lo que produce la inflación. Por eso es el comportamiento de las principales empresas lo que explica el atraso cambiario», concluyó.
Para el economista de la CTA, las claves de la situación se explican «porque el ciclo kirchnerista no revirtió la estructura primarizada y altamente concentrada y extranjerizada de la economía nacional manteniendo la inversión atada a la existencia de rentas extraordinarias».
Fernanda Vallejos, de la Gran Makro, opinó que la restricción externa no puede tener por orígen «un supuesto retraso cambiario que habría que demostrar» porque «tanto las exportaciones como las importaciones son inelásticas al tipo de cambio, dependen de la demanda interna y externa», explicó.
Continuó, disparando contra sus colegas: «Lo que ha estado ausente en los análisis de los economistas que me antecedieron es lo que pasa con el resto del mundo y sus interconexiones complejas con la Argentina, olvidan el contexto internacional y sus implicancias en la economía argentina.»
Continuó reconociendo que «con Tomás (Raffo) coincidiríamos en caracterizar la estructura económica de la Argentina como desequilibrada por el peso del sector agropecuario y el industrial en la historia económica. Pero el período de crecimiento estuvo determinado por la política fiscal expansiva promovida por el Estado y el impulso de los componentes autónomos de la demanda. Voy a desmentir a Tomás, porque en el último período se dieron los niveles de inversión promedio más altos de la historia argentina que llegaron a alrededor de un 20% del PBI. La inversión, además, creció un 20% en un período de crecimiento del 7 por ciento. La inversión no está determinada por otra variable que no sea la demanda, en este caso impulsada por las políticas públicas y el empleo, que incrementa la masa salarial a través de las paritarias. El salario en términos reales subió.», explicó.
Raffo, además, había señalado que «tenemos un núcleo económico que concentra enormes ganancias y, por eso, no tiene incentivos para producir una diversificación de la inversión. Teniendo un excedente tan grande los negocios se mantienen en esos sectores y, a lo sumo, alimentan el consumo suntuario, casas de lujo, el boom automotriz y la fuga de capitales que es una constante de la historia argentina».
PROPUESTAS. Eduardo Curia explicó que en un «mundo abstracto» lo ideal sería resolver el problema con «una política de shock» y, agregó, «como los desalineamientos son muy gruesos las medidas de terapia necesarias son muy severas: salir a flotar en materia cambiaria, unificar el mercado de cambios y eliminar una buena cantidad de las restricciones. Que se sincere el valor cambiario por tanteo del mercado. Tomar medidas de contexto en política monetaria fiscal y de ingresos muy severas. Hay variables que tienen que caer en dólares, la monetaria, el tema fiscal y el costo laboral en dólares que es altísimo aunque no necesariamente lo sea en su poder adquisitivo». Con todo, el economista reconoció que «ninguno de los candidatos a presidente va a tomar ese rumbo, es inviable política y socialmente. En las coordenadas concretas hay más posibilidad para dos esquemas, el primero es el del gradualismo, que tiene como inspiración el modelo del shock pero desplumando la gallina pluma por pluma. El problema es que siempre va a estar condicionado por la sombra del shock.» El segundo, continuó, «es la visión continuista que ahora implica el reconocimiento de que no alcanza la represión de la demanda de dólares y que se dieron cuenta de que hay que conseguir, de la manera que sea, abundancia de capitales externos. Pero es un retorno a la política noventista», sentenció.
Para Tomás Raffo, por el contrario, «la economía tiene salarios bajos, de 6500 pesos promedio y una pauperización que alcanza entre el 18 y el 35% de la población». Explicó que «difiero con el planteo de Curia en que, si bien no me parece mal el cepo, está mal constipar la demanda sin el control de la oferta. Se fugan 90 mil millones de dólares por año además de los 60 mil millones que se pagan de deuda pública. Si uno toma las 50 empresas más grandes de la Argentina triplican el saldo comercial del país. Hay que constipar la oferta para que se abra la puerta al desarrollo ausente. El único actor que puede hacer esto es el Estado porque no va a ocurrir por generación espontánea. Es lo que no hizo el kirchnerismo.», concluyó.
Por último, Fernanda Vallejos explicó que el ejemplo más claro para descartar otra devaluación como salida, es que «en 2014 hubo un mal año económico como reconoció Curia y fue un año signado por la devaluación que tuvo un efecto recesivo. Una devaluación no es una solución porque no sirve para incrementar exportaciones. Para eso necesitamos gobiernos nacionales y populares en la región que impulsen sus mercados internos y el consumo». Por último explicó que «el desafío que tenemos es el de la administración del corto plazo del esquema de escasez de divisas. Se está haciendo a través de una estrategia de inserción financiera activa para la cual, gracias a la pericia del equipo económico, no fue necesario hacerse amigo de los buitres. Tampoco hay que asumir un rumbo de endeudamiento alocado», concluyó.
Reunión de discípulos y maestros
Antes de comenzar su exposición el economista del Instituto de Estudios y Formación de la CTA, Tomás Raffo agradeció la invitación de Tiempo y sinceramente conmovido explicó que, para él, era un honor compartir panel con Eduardo Curia porque «a quien yo considero mi maestro que es el economista Claudio Lozano, a su vez, considera a Eduardo Curia como su maestro. Con lo cual estoy en un panel de debate con el maestro de mi maestro lo que para mí es muy gratificante.» A pesar de las grandes diferencias que ambos economistas pusieron de relieve en sus exposiciones, el joven economista de la CTA, más adelante, recordó que «en 1995, cuando se resquebrajó el consenso de la Convertibilidad, referentes como el propio Eduardo Curia entre otros economistas ya planteaban que el uno a uno era infinanciable al menos que hubiera endeudamiento fuerte creciente para financiar los desequilibrios. Tres año después estallaría la crisis de la Convertibilidad».