En las presentes circunstancias nos encontramos con una incómoda mezcla de una importante desaceleración en la actividad económica, caídas en inversiones reproductivas competitivas y persistente inflación, acompañada por incertidumbres en materia cambiaria y de funcionamiento institucional. Revertir las dificultades es posible hoy con un beneficio superior y costo inferior que hacerlo más tarde. Ello es factible en un contexto como el presente, caracterizado como difícil en el mundo, pero relativamente holgado para la Argentina, dados los términos de intercambio favorables, la dinámica propia de la economía, el reducido nivel de endeudamiento, las bajas tasas de interés en el mundo y los flujos de capital dirigidos a mercados emergentes. Para esto hay que reconocer la relación que existe en temas de tres dimensiones: la consistencia macroeconómica doméstica, la discusión sobre el tipo de cambio y, particularmente, las cuestiones de funcionamiento institucional.
En los últimos años, una parte no menor de la economía argentina parecía estar coordinada a correcciones nominales de algo más del 20% anual. Los precios, salarios y agregados monetarios venían a ese ritmo, que, a su vez, reflejaban las necesidades del Tesoro Nacional y su financiamiento por el BCRA. Sin embargo, también hay un segmento que venía acumulando un desequilibrio creciente en sus precios relativos. Se observa esto en ciertos servicios públicos y en determinados sectores expuestos a comercio exterior, particularmente en lo que no es agrícola tradicional. A ello se le agrega más recientemente una exacerbación de inquietudes sobre el carácter de derechos y obligaciones aplicables a actividades y agentes económicos. Debe tenerse en cuenta que este escenario conlleva un importante potencial de inestabilidad, particularmente frente a un cambio adverso de condiciones externas.
Un programa de desinflación es decir, reducir gradualmente los aumentos nominales de precios mediante una coherencia en el manejo de las variables macroeconómicas clásicas y política de ingresos que cuando conectadas entre sí nos acerca al resultado deseado, aunque también deberán considerarse otras dimensiones. De no hacerlo, el camino de coordinación a tasas de inflación persistentemente elevadas tiene vulnerabilidades: actúa como corrosivo persistente sobre el aparato económico ya que hay decisiones de inversión que se postergan, y estas tienden a ser menos eficientes que en la normalidad. Además, hay una constante erosión de ingresos locales, tasas altas de interés nominales altas y pérdidas asociadas a salidas netas de recursos.
Por ello, en estos momentos, tenemos que atender otros inconvenientes más básicos que se adicionan a la requerida consistencia macro. Estos, además, se retroalimentan entre sí. Dentro de esta categoría cabría mencionar:
* Existe un problema de coordinación para el funcionamiento de la economía. Hay confusión en las referencias de precios más allá de su nivel o su variación. La determinación de muchos de ellos se encuentra en un área de administración con reglas que son difíciles de comprender y evaluar. Últimamente, las restricciones en el mercado cambiario y diferentes cotizaciones aumentaron significativamente la incertidumbre. En consecuencia, no se materializan ciertas acciones con efectos en mediano y largo plazo.
Actividad
* La actividad está, además, reducida por la disminución de parámetros e instrumentos aceptados para transacciones. En una economía bimonetaria si, en la práctica, se retira parcialmente la circulación de una de las monedas, el nivel de transacciones cae por lo menos hasta que -y si- los pesos pueden reemplazar a las alternativas.
* La preservación del ahorro y saldos de pesos están seriamente afectados por las amenazas, percibidas o reales, sobre su preservación en poder adquisitivo a lo largo del tiempo. Idealmente, habría que tener la menor discrepancia posible de capacidad de compra presente y futura del dinero. Con inconvenientes, el uso de ajustes por índices de precios sirve como mecanismo sustituto. Sin embargo, la escasa, si alguna, credibilidad de los índices de precios elaborados, sumados a la prohibición legal de contratos indexados no hacen factible el uso de esta salida temporal.
* Particularmente, existe la suspicacia que el sector público podría tener incentivos (como parte interesada) para mantener un entorno con alta inflación. Esta percepción, contribuye a disminuir la efectividad de cualquiera de las iniciativas enumeradas previamente. En consecuencia, es fundamental remover esta percepción.
* En el contexto descripto, la implementación de restricciones al acceso a moneda extranjera refuerza la idea de potenciales dificultades adicionales para los tenedores de pesos y depósitos locales en moneda extranjera. Ocurre especialmente cuando las limitaciones no se entienden como aplicadas en circunstancias excepcional y temporalmente muy adversas.
Diagnóstico
Aunque así fueron presentadas, no sólo hay diferencias de diagnóstico, sino que también faltan indicaciones sobre cómo serán superadas en el futuro. Una buena manera de evitar esos temores es, precisamente, dejar abierto el derecho de elegir confiando que las personas preferirán el peso frente a otras monedas porque ese el que mejor se adapta a sus necesidades.
Imaginación
Más de una vez, hemos demostrado tener mucha imaginación para la búsqueda de todo tipo de atajos cuando enfrentábamos un asunto complejo como la depreciación de la propia moneda y desaceleración de actividad e inversión. Hoy, se espera que la salida sea compatible con el funcionamiento de la humanidad en los tiempos modernos. Es decir, con pautas de conducta que den a las personas posibilidades de desarrollar su potencial y aprovechar las ventajas y responsabilidades de una sociedad interconectada sin excesos de uso de autoridad central. Este no es un mal momento para probar que somos capaces de solucionar con persistencia y profundidad esta dificultad antes que se convierta en un problema mayor.
En los últimos años, una parte no menor de la economía argentina parecía estar coordinada a correcciones nominales de algo más del 20% anual. Los precios, salarios y agregados monetarios venían a ese ritmo, que, a su vez, reflejaban las necesidades del Tesoro Nacional y su financiamiento por el BCRA. Sin embargo, también hay un segmento que venía acumulando un desequilibrio creciente en sus precios relativos. Se observa esto en ciertos servicios públicos y en determinados sectores expuestos a comercio exterior, particularmente en lo que no es agrícola tradicional. A ello se le agrega más recientemente una exacerbación de inquietudes sobre el carácter de derechos y obligaciones aplicables a actividades y agentes económicos. Debe tenerse en cuenta que este escenario conlleva un importante potencial de inestabilidad, particularmente frente a un cambio adverso de condiciones externas.
Un programa de desinflación es decir, reducir gradualmente los aumentos nominales de precios mediante una coherencia en el manejo de las variables macroeconómicas clásicas y política de ingresos que cuando conectadas entre sí nos acerca al resultado deseado, aunque también deberán considerarse otras dimensiones. De no hacerlo, el camino de coordinación a tasas de inflación persistentemente elevadas tiene vulnerabilidades: actúa como corrosivo persistente sobre el aparato económico ya que hay decisiones de inversión que se postergan, y estas tienden a ser menos eficientes que en la normalidad. Además, hay una constante erosión de ingresos locales, tasas altas de interés nominales altas y pérdidas asociadas a salidas netas de recursos.
Por ello, en estos momentos, tenemos que atender otros inconvenientes más básicos que se adicionan a la requerida consistencia macro. Estos, además, se retroalimentan entre sí. Dentro de esta categoría cabría mencionar:
* Existe un problema de coordinación para el funcionamiento de la economía. Hay confusión en las referencias de precios más allá de su nivel o su variación. La determinación de muchos de ellos se encuentra en un área de administración con reglas que son difíciles de comprender y evaluar. Últimamente, las restricciones en el mercado cambiario y diferentes cotizaciones aumentaron significativamente la incertidumbre. En consecuencia, no se materializan ciertas acciones con efectos en mediano y largo plazo.
Actividad
* La actividad está, además, reducida por la disminución de parámetros e instrumentos aceptados para transacciones. En una economía bimonetaria si, en la práctica, se retira parcialmente la circulación de una de las monedas, el nivel de transacciones cae por lo menos hasta que -y si- los pesos pueden reemplazar a las alternativas.
* La preservación del ahorro y saldos de pesos están seriamente afectados por las amenazas, percibidas o reales, sobre su preservación en poder adquisitivo a lo largo del tiempo. Idealmente, habría que tener la menor discrepancia posible de capacidad de compra presente y futura del dinero. Con inconvenientes, el uso de ajustes por índices de precios sirve como mecanismo sustituto. Sin embargo, la escasa, si alguna, credibilidad de los índices de precios elaborados, sumados a la prohibición legal de contratos indexados no hacen factible el uso de esta salida temporal.
* Particularmente, existe la suspicacia que el sector público podría tener incentivos (como parte interesada) para mantener un entorno con alta inflación. Esta percepción, contribuye a disminuir la efectividad de cualquiera de las iniciativas enumeradas previamente. En consecuencia, es fundamental remover esta percepción.
* En el contexto descripto, la implementación de restricciones al acceso a moneda extranjera refuerza la idea de potenciales dificultades adicionales para los tenedores de pesos y depósitos locales en moneda extranjera. Ocurre especialmente cuando las limitaciones no se entienden como aplicadas en circunstancias excepcional y temporalmente muy adversas.
Diagnóstico
Aunque así fueron presentadas, no sólo hay diferencias de diagnóstico, sino que también faltan indicaciones sobre cómo serán superadas en el futuro. Una buena manera de evitar esos temores es, precisamente, dejar abierto el derecho de elegir confiando que las personas preferirán el peso frente a otras monedas porque ese el que mejor se adapta a sus necesidades.
Imaginación
Más de una vez, hemos demostrado tener mucha imaginación para la búsqueda de todo tipo de atajos cuando enfrentábamos un asunto complejo como la depreciación de la propia moneda y desaceleración de actividad e inversión. Hoy, se espera que la salida sea compatible con el funcionamiento de la humanidad en los tiempos modernos. Es decir, con pautas de conducta que den a las personas posibilidades de desarrollar su potencial y aprovechar las ventajas y responsabilidades de una sociedad interconectada sin excesos de uso de autoridad central. Este no es un mal momento para probar que somos capaces de solucionar con persistencia y profundidad esta dificultad antes que se convierta en un problema mayor.