Un memo filtrado por Snowden revela que un acuerdo de 2007 autorizó a la agencia estadounidense NSA a analizar los datos de teléfonos, Internet y correo electrónico de británicos, aunque no mediara sospecha de sus actividades.
Desde Londres
Estados Unidos almacenó datos electrónicos de británicos con la expresa anuencia de Londres. El memo filtrado por el ex espía de la CIA Edward Snowden revela que un acuerdo de 2007 autorizó a la Agencia Nacional de Seguridad (NSA) a analizar los datos de teléfonos, Internet y correo electrónico de británicos, aunque no mediara sospecha alguna sobre sus actividades. El matutino The Guardian y la cadena televisiva Channel 4 revelaron conjuntamente el memo que, según el periódico, es la primera confirmación explícita de que ciudadanos británicos quedaron atrapados en la red de espionaje masivo estadounidense.
El acuerdo de 2007 con la NSA cambió las reglas de juego existentes hasta ese momento en la alianza de los servicios de Inteligencia de Estados Unidos, el Reino Unido, Australia, Nueva Zelanda y Canadá denominada Five Eyes. La regla implícita de la alianza de estos cinco ojos angloparlantes era que compartirían información relevante, pero que no se espiarían mutuamente. El memo filtrado por Snowden deja en claro que estas reglas fueron alteradas en el caso británico con la autorización de la GCHQ, central de espionaje electrónico británico, para permitir el análisis de datos que provinieran de IP (protocolo de Internet), direcciones de correo electrónico, números de fax y de celulares.
Estos datos le permitieron a la NSA armar cadena de contactos o modelos de vida por los cuales se extendía el espionaje a las comunicaciones del amigo del amigo del amigo del sospechoso. Según un cálculo de especialistas del matutino The Guardian, con tres de estas cadenas de contactos en Facebook se puede colocar bajo el ojo de los servicios a unas cinco millones de personas.
Otro memo top secret revela un intento de la NSA de espiar a ciudadanos de los otros países de los Five Eyes, aunque no les hubiera dado la autorización. Bajo ciertas circunstancias puede ser aconsejable actuar unilateralmente cuando sea en interés de Estados Unidos y de su seguridad, indica el documento.
Los documentos filtrados por Snowden no permiten saber si el entonces gobierno del laborista Gordon Brown estaba al tanto de estos acuerdos alcanzados entre los dos servicios secretos. The Guardian contactó al GCHQ, la oficina del gabinete del primer ministro David Cameron y la NSA, pero hubo un estricto no comment de todas las partes. Sin embargo, la revelación atizó un debate que ya ha dividido por la mitad a la coalición conservadora-liberal demócrata que lidera Cameron.
El viceprimer ministro, el liberal demócrata Nick Clegg, insinuó ayer la posibilidad de una revisión de los poderes actuales de los servicios secretos. La capacidad que hoy existe de análisis y procesamiento de información, inimaginable hace unos años, se ha vuelto una realidad. Creo que ha llegado el momento de preguntarnos sobre la proporcionalidad que debe tener el proceso de recolección de datos de los servicios de Inteligencia y su transparencia, señaló Clegg a la cadena radial LBC.
El presidente del Comité de Inteligencia y Seguridad del Parlamento, el conservador Sir Malcolm Rifkind, indicó a The Guardian que buscaría una explicación sobre la existencia de este acuerdo secreto. Vamos a exigir un informe completo y detallado, indicó Rifkind. Ex canciller del gobierno conservador de John Major en los 90, Rifkind ha atacado en repetidas ocasiones a The Guardian por comprometer la seguridad nacional, pero la infinita cascada de revelaciones lo ha puesto a la defensiva.
El primer ministro David Cameron tiene menos margen de maniobra. Cameron lideró una ofensiva político-mediática contra The Guardian con veladas amenazas de demandar penalmente al matutino. Pero la revelación de que la NSA había pinchado los teléfonos de 35 líderes mundiales y la extensión de la red de espionaje a la sociedad británica en su conjunto, cambió el tono del debate en el Reino Unido y el resto de Europa.
En octubre, la Unión Europea respaldó una iniciativa de Alemania y Francia para regular las actividades de espionaje a nivel transatlántico. Dilma Rousseff canceló su reunión con Barak Obama y México exigió explicaciones a Estados Unidos sobre el espionaje al que fue sometido el ex presidente Felipe Calderón. Al mismo Cameron no le quedó más remedio que apoyar la iniciativa franco-germana sugiriendo con una carambola discursiva acrobática que en el fondo todos, hasta el mismo presidente Obama, estaban de acuerdo con la necesidad de cambios.
Desde Londres
Estados Unidos almacenó datos electrónicos de británicos con la expresa anuencia de Londres. El memo filtrado por el ex espía de la CIA Edward Snowden revela que un acuerdo de 2007 autorizó a la Agencia Nacional de Seguridad (NSA) a analizar los datos de teléfonos, Internet y correo electrónico de británicos, aunque no mediara sospecha alguna sobre sus actividades. El matutino The Guardian y la cadena televisiva Channel 4 revelaron conjuntamente el memo que, según el periódico, es la primera confirmación explícita de que ciudadanos británicos quedaron atrapados en la red de espionaje masivo estadounidense.
El acuerdo de 2007 con la NSA cambió las reglas de juego existentes hasta ese momento en la alianza de los servicios de Inteligencia de Estados Unidos, el Reino Unido, Australia, Nueva Zelanda y Canadá denominada Five Eyes. La regla implícita de la alianza de estos cinco ojos angloparlantes era que compartirían información relevante, pero que no se espiarían mutuamente. El memo filtrado por Snowden deja en claro que estas reglas fueron alteradas en el caso británico con la autorización de la GCHQ, central de espionaje electrónico británico, para permitir el análisis de datos que provinieran de IP (protocolo de Internet), direcciones de correo electrónico, números de fax y de celulares.
Estos datos le permitieron a la NSA armar cadena de contactos o modelos de vida por los cuales se extendía el espionaje a las comunicaciones del amigo del amigo del amigo del sospechoso. Según un cálculo de especialistas del matutino The Guardian, con tres de estas cadenas de contactos en Facebook se puede colocar bajo el ojo de los servicios a unas cinco millones de personas.
Otro memo top secret revela un intento de la NSA de espiar a ciudadanos de los otros países de los Five Eyes, aunque no les hubiera dado la autorización. Bajo ciertas circunstancias puede ser aconsejable actuar unilateralmente cuando sea en interés de Estados Unidos y de su seguridad, indica el documento.
Los documentos filtrados por Snowden no permiten saber si el entonces gobierno del laborista Gordon Brown estaba al tanto de estos acuerdos alcanzados entre los dos servicios secretos. The Guardian contactó al GCHQ, la oficina del gabinete del primer ministro David Cameron y la NSA, pero hubo un estricto no comment de todas las partes. Sin embargo, la revelación atizó un debate que ya ha dividido por la mitad a la coalición conservadora-liberal demócrata que lidera Cameron.
El viceprimer ministro, el liberal demócrata Nick Clegg, insinuó ayer la posibilidad de una revisión de los poderes actuales de los servicios secretos. La capacidad que hoy existe de análisis y procesamiento de información, inimaginable hace unos años, se ha vuelto una realidad. Creo que ha llegado el momento de preguntarnos sobre la proporcionalidad que debe tener el proceso de recolección de datos de los servicios de Inteligencia y su transparencia, señaló Clegg a la cadena radial LBC.
El presidente del Comité de Inteligencia y Seguridad del Parlamento, el conservador Sir Malcolm Rifkind, indicó a The Guardian que buscaría una explicación sobre la existencia de este acuerdo secreto. Vamos a exigir un informe completo y detallado, indicó Rifkind. Ex canciller del gobierno conservador de John Major en los 90, Rifkind ha atacado en repetidas ocasiones a The Guardian por comprometer la seguridad nacional, pero la infinita cascada de revelaciones lo ha puesto a la defensiva.
El primer ministro David Cameron tiene menos margen de maniobra. Cameron lideró una ofensiva político-mediática contra The Guardian con veladas amenazas de demandar penalmente al matutino. Pero la revelación de que la NSA había pinchado los teléfonos de 35 líderes mundiales y la extensión de la red de espionaje a la sociedad británica en su conjunto, cambió el tono del debate en el Reino Unido y el resto de Europa.
En octubre, la Unión Europea respaldó una iniciativa de Alemania y Francia para regular las actividades de espionaje a nivel transatlántico. Dilma Rousseff canceló su reunión con Barak Obama y México exigió explicaciones a Estados Unidos sobre el espionaje al que fue sometido el ex presidente Felipe Calderón. Al mismo Cameron no le quedó más remedio que apoyar la iniciativa franco-germana sugiriendo con una carambola discursiva acrobática que en el fondo todos, hasta el mismo presidente Obama, estaban de acuerdo con la necesidad de cambios.