Para la Encuesta de la Deuda Social Argentina de la Universidad Católica Argentina (UCA) la indigencia no afecta al 1,7% de la población, como informó el INDEC la semana pasada, sino al 5,4%. Y la pobreza no es de 6,5%, sino de 21,9%. En ambos casos triplica la estadística oficial .
Para la UCA, las mismas canastas costaban entre un 60% y un 70% más : $ 36 diarios la de indigencia y $ 74 la de pobreza.
Según la Encuesta de Deuda Social, “la indigencia, que aún afecta a más de 2 millones de argentinos, se concentra mucho más en los hogares cuyo jefe no tienen secundaria completa o es una mujer . En los hogares con niños, la indigencia afecta al 7,6%. Pero el problema es aún mayor cuando el jefe de hogar tiene un trabajo precario (11,2%). En este caso, incluso el riesgo a la indigencia es mayor que cuando el jefe de hogar está desocupado (5,7%), dado que entre estos últimos existe un perfil socio-ocupacional y familiar relativamente menos excluido. Los sectores más pobres no pueden darse la posibilidad del desempleo frente a las urgencias de la subsistencia”.
En relación a la pobreza, “los mayores riesgos se concentran entre los hogares con niños (30,9%), cuando los jefes no tienen secundaria incompleta (32%) o no cuentan con otra opción que tomar un empleo precario (35%). También los que viven en villas miserias o asentamientos precarios (29,1%). De los centros urbanos relevados por la encuesta de la UCA, el Conurbano bonaerense y el Gran Tucumán constituyen las áreas más afectadas todavía por la pobreza”.
Agustín Salvia, responsable de la Encuesta sostiene que, si bien en los últimos años hubo una reducción, tanto la indigencia como la pobreza aún se mantienen en niveles elevados . Y eso se debe a que esa caída “no tiene como principal correlato un incremento en los empleos de inclusión entre los pobres sino justamente un aumento del trabajo informal, la precariedad laboral, la actividad indigente y la posibilidad de acceder a los programas sociales de transferencia de ingresos”. No obstante, entre los que tienen un empleo pleno la pobreza abarca al 13,5%.
Salvia agrega que sobre todo la Asignación Universal por Hijo (AUH) tuvo un papel importante en que haya menos indigencia. “Sin embargo la exclusión estructural continúa presente a pesar de esta mayor capacidad de consumo. En muchos aspectos sustantivos la vida social continúa siendo pobre para muchos argentinos: educación, vivienda, salud, trabajo, seguridad y justicia”.
Y añade: “La situación es todavía más grave en aquellos hogares que además no logran vencer a la inflación debido a que no cuentan con más capacidad de trabajo familiar para aumentar sus ingresos o no logran acceder a los programas sociales. De ahí que tampoco el trabajo infantil ni la indigencia callejera parezcan haberse reducido en el contexto de la mayor bonanza y del consumo que tuvo lugar en el país durante 2011”.
Para la UCA, las mismas canastas costaban entre un 60% y un 70% más : $ 36 diarios la de indigencia y $ 74 la de pobreza.
Según la Encuesta de Deuda Social, “la indigencia, que aún afecta a más de 2 millones de argentinos, se concentra mucho más en los hogares cuyo jefe no tienen secundaria completa o es una mujer . En los hogares con niños, la indigencia afecta al 7,6%. Pero el problema es aún mayor cuando el jefe de hogar tiene un trabajo precario (11,2%). En este caso, incluso el riesgo a la indigencia es mayor que cuando el jefe de hogar está desocupado (5,7%), dado que entre estos últimos existe un perfil socio-ocupacional y familiar relativamente menos excluido. Los sectores más pobres no pueden darse la posibilidad del desempleo frente a las urgencias de la subsistencia”.
En relación a la pobreza, “los mayores riesgos se concentran entre los hogares con niños (30,9%), cuando los jefes no tienen secundaria incompleta (32%) o no cuentan con otra opción que tomar un empleo precario (35%). También los que viven en villas miserias o asentamientos precarios (29,1%). De los centros urbanos relevados por la encuesta de la UCA, el Conurbano bonaerense y el Gran Tucumán constituyen las áreas más afectadas todavía por la pobreza”.
Agustín Salvia, responsable de la Encuesta sostiene que, si bien en los últimos años hubo una reducción, tanto la indigencia como la pobreza aún se mantienen en niveles elevados . Y eso se debe a que esa caída “no tiene como principal correlato un incremento en los empleos de inclusión entre los pobres sino justamente un aumento del trabajo informal, la precariedad laboral, la actividad indigente y la posibilidad de acceder a los programas sociales de transferencia de ingresos”. No obstante, entre los que tienen un empleo pleno la pobreza abarca al 13,5%.
Salvia agrega que sobre todo la Asignación Universal por Hijo (AUH) tuvo un papel importante en que haya menos indigencia. “Sin embargo la exclusión estructural continúa presente a pesar de esta mayor capacidad de consumo. En muchos aspectos sustantivos la vida social continúa siendo pobre para muchos argentinos: educación, vivienda, salud, trabajo, seguridad y justicia”.
Y añade: “La situación es todavía más grave en aquellos hogares que además no logran vencer a la inflación debido a que no cuentan con más capacidad de trabajo familiar para aumentar sus ingresos o no logran acceder a los programas sociales. De ahí que tampoco el trabajo infantil ni la indigencia callejera parezcan haberse reducido en el contexto de la mayor bonanza y del consumo que tuvo lugar en el país durante 2011”.