El presidente, Mauricio Macri, en el cierre del Foro de inversión y negocios de Argentina. Foto: Fabián Marelli
Prometió ser breve pero, más que nada, su mensaje fue contundente. Francisco Cabrera , ministro de Producción, subió al escenario principal del Centro Cultural Kirchner (CCK) para cerrar el «exitoso», según sus palabras, Foro de Inversión y Negocios. Y luego de definir como «platos fuertes» las palabras de Mauricio Macri y la presencia durante el «Mini Davos» de los principales CEO internacionales, envió un mensaje al empresariado local, con el que él generalmente dialoga.
«Me llena de orgullo que uno de los platos fuertes hayan sido cuatro empresarios argentinos. Esto marca un camino. (Un camino) de una nueva forma de competir con el mundo», sentenció Cabrera, que agradeció a la Agencia de Inversiones, que depende él, por el trabajo en la organización del foro. También hubo palabras para el asesor presidencial, Horacio Reyser. Algunos destacaron que se olvidó del equipo del jefe de Gabinete, Marcos Peña, del que nació la idea original.
Las palabras sobre la competencia no fueron inocentes. Llegaron luego de que Martín Migoya, CEO de Globant; Marcos Galperín, presidente de MercadoLibre; Alec Oxenford, cofundador de OLX; Roberto Souviron, cofundador de Despegar, y Susan Segal, presidenta del Council of Americas, terminaran un debate en el que habían descripto el nacimiento de nuevos valores empresarios en la Argentina: miras al largo plazo, inserción global y «ultracompetitividad». Uno de ellos incluso había opuesto estas cualidades a de los «viejos empresarios». Otro se animó reclamar que se pida menos al Estado y que se arriesgue un poco más.
El mismo equipo de Cabrera presentó meses atrás el Plan Productivo Argentino, que busca transformar gradualmente varios sectores industriales a los que se caracteriza como poco competitivos y abrir -no masivamente- la economía.
«Esto demuestra una confianza enorme en la Argentina», sentenció Reyser a LA NACION. «Si en el país somos capaces de unirnos y empujar para el mismo lado vamos a llegar a los niveles de inversión que necesitamos y los vamos a mantener por muchos años más», completó contento, mientras recibía palmadas de todos lados, el principal asesor en inversión de Macri.
«Es increíble lo que hemos logrado», afirmó emocionado Juan Procaccini a este medio, mientras todo su equipo se sacaba fotos encima del escenario una vez terminado el evento. «¿Qué te pareció?», preguntaban los voceros, ansiosos de recibir elogios de la prensa, que atacaba a cualquier funcionario. Es que en el festejo dejó de existir el off the record. Todos querían ser parte de lo que ya suponen, una de las victorias simbólicas más importantes del año.
«Este fue un gran espacio de encuentro para el sector público y privado, y el mejor ejemplo de lo que podemos lograr. No sólo hubo excelentes paneles , como el de los gobernadores, la seguridad jurídica y los unicornios (empresas cuyo valor de mercado superó los US$ 1000 millones), sino que se logró una energía positiva que atrae a cualquier inversor. Fue un éxito absoluto», señaló Procaccini mientras el presidente de Fiat Chrysler Automobile (FCA), Cristiano Rattazzi, y su par de IBM Argentina, Roberto Alexander, lo felicitaban por el foro.
«Ahora van a invertir acá», le dijo Procaccini a Alexander. «Nunca dejamos de invertir», retrucó el empresario mientras se daban un abrazo.
El festejo privado fue en el noveno piso, en la cúpula del CCK. Fue íntimo, sólo para los organizadores. «Cómo me molesta que quieran colarse. Me indigna», afirmó un asesor de Marcos Peña, que hacía de patovica en la entrada, mientras las cervezas, el champagne y los canapés abarrotaban el lugar. El resto del CCK ya estaba vacío. En ese momento, llegó Peña para participar del festejo.
«Esto es muy positivo. Una reinyección de entusiasmo para el país», indicó cuando LA NACION le preguntó si el encuentro había colmado sus expectativas previas. «Demostramos que se puede hacer un evento de nivel mundial. Y eso es bueno para el país», dijo el jefe de Gabinete visiblemente cansado.
Un rato antes, rodeado de sus colaboradores más estrechos, a la salida del último panel el ministro de Transporte, Guillermo Dietrich, no disimulaba su alegría. Cuando este medio lo consultó sobre qué le había dejado el Foro, prefirió no contestar directamente. Como un adolescente, sacó su iPhone, entró a la app de Notas y leyó algunas frases en inglés que el CEO de Dow había pronunciado al inicio del evento. «La Argentina puede cambiar el propio juego en esta década», releyó. Enseguida hizo la interpretación localista del elogio internacional: «Podemos cambiar nuestra historia reciente de caída y decadencia, y meternos en el desarrollo».
Prometió ser breve pero, más que nada, su mensaje fue contundente. Francisco Cabrera , ministro de Producción, subió al escenario principal del Centro Cultural Kirchner (CCK) para cerrar el «exitoso», según sus palabras, Foro de Inversión y Negocios. Y luego de definir como «platos fuertes» las palabras de Mauricio Macri y la presencia durante el «Mini Davos» de los principales CEO internacionales, envió un mensaje al empresariado local, con el que él generalmente dialoga.
«Me llena de orgullo que uno de los platos fuertes hayan sido cuatro empresarios argentinos. Esto marca un camino. (Un camino) de una nueva forma de competir con el mundo», sentenció Cabrera, que agradeció a la Agencia de Inversiones, que depende él, por el trabajo en la organización del foro. También hubo palabras para el asesor presidencial, Horacio Reyser. Algunos destacaron que se olvidó del equipo del jefe de Gabinete, Marcos Peña, del que nació la idea original.
Las palabras sobre la competencia no fueron inocentes. Llegaron luego de que Martín Migoya, CEO de Globant; Marcos Galperín, presidente de MercadoLibre; Alec Oxenford, cofundador de OLX; Roberto Souviron, cofundador de Despegar, y Susan Segal, presidenta del Council of Americas, terminaran un debate en el que habían descripto el nacimiento de nuevos valores empresarios en la Argentina: miras al largo plazo, inserción global y «ultracompetitividad». Uno de ellos incluso había opuesto estas cualidades a de los «viejos empresarios». Otro se animó reclamar que se pida menos al Estado y que se arriesgue un poco más.
El mismo equipo de Cabrera presentó meses atrás el Plan Productivo Argentino, que busca transformar gradualmente varios sectores industriales a los que se caracteriza como poco competitivos y abrir -no masivamente- la economía.
«Esto demuestra una confianza enorme en la Argentina», sentenció Reyser a LA NACION. «Si en el país somos capaces de unirnos y empujar para el mismo lado vamos a llegar a los niveles de inversión que necesitamos y los vamos a mantener por muchos años más», completó contento, mientras recibía palmadas de todos lados, el principal asesor en inversión de Macri.
«Es increíble lo que hemos logrado», afirmó emocionado Juan Procaccini a este medio, mientras todo su equipo se sacaba fotos encima del escenario una vez terminado el evento. «¿Qué te pareció?», preguntaban los voceros, ansiosos de recibir elogios de la prensa, que atacaba a cualquier funcionario. Es que en el festejo dejó de existir el off the record. Todos querían ser parte de lo que ya suponen, una de las victorias simbólicas más importantes del año.
«Este fue un gran espacio de encuentro para el sector público y privado, y el mejor ejemplo de lo que podemos lograr. No sólo hubo excelentes paneles , como el de los gobernadores, la seguridad jurídica y los unicornios (empresas cuyo valor de mercado superó los US$ 1000 millones), sino que se logró una energía positiva que atrae a cualquier inversor. Fue un éxito absoluto», señaló Procaccini mientras el presidente de Fiat Chrysler Automobile (FCA), Cristiano Rattazzi, y su par de IBM Argentina, Roberto Alexander, lo felicitaban por el foro.
«Ahora van a invertir acá», le dijo Procaccini a Alexander. «Nunca dejamos de invertir», retrucó el empresario mientras se daban un abrazo.
El festejo privado fue en el noveno piso, en la cúpula del CCK. Fue íntimo, sólo para los organizadores. «Cómo me molesta que quieran colarse. Me indigna», afirmó un asesor de Marcos Peña, que hacía de patovica en la entrada, mientras las cervezas, el champagne y los canapés abarrotaban el lugar. El resto del CCK ya estaba vacío. En ese momento, llegó Peña para participar del festejo.
«Esto es muy positivo. Una reinyección de entusiasmo para el país», indicó cuando LA NACION le preguntó si el encuentro había colmado sus expectativas previas. «Demostramos que se puede hacer un evento de nivel mundial. Y eso es bueno para el país», dijo el jefe de Gabinete visiblemente cansado.
Un rato antes, rodeado de sus colaboradores más estrechos, a la salida del último panel el ministro de Transporte, Guillermo Dietrich, no disimulaba su alegría. Cuando este medio lo consultó sobre qué le había dejado el Foro, prefirió no contestar directamente. Como un adolescente, sacó su iPhone, entró a la app de Notas y leyó algunas frases en inglés que el CEO de Dow había pronunciado al inicio del evento. «La Argentina puede cambiar el propio juego en esta década», releyó. Enseguida hizo la interpretación localista del elogio internacional: «Podemos cambiar nuestra historia reciente de caída y decadencia, y meternos en el desarrollo».