El gobierno no logra ponerle un piso a la crisis financiera que lo tiene acorralado hace meses. El viernes se vivió uno de los peores días desde que Macri es presidente. Muy enojado, Macri pidió explicaciones a sus funcionarios por el recrudecimiento de la corrida luego de haber sellado el acuerdo con el FMI.
«Hice todo lo que me dijeron y esto no se frena», fue palabras más, palabras menos, la síntesis del reproche presidencial. Nicolás Dujovne puso su renuncia a disposición y se la rechazaron de pleno. Por eso la versión de su salida circuló con insistencia en toda la jornada. Pero está descartado. De hecho tiene más poder que nunca. A regañadientes y gracias a una intensa presión de su amigo Nicolás Caputo, el presidente entendió que necesita un ministro de Economía con poder para enfrentar la crisis. Que no cede.
Porque Macri se resiste a hacer lo obvio: Desarmar la tríada de la Jefatura de Gabinete, achicar el gabinete a la mitad, dejar de pensar en clave electoral, declararse gobierno de transición y acordar con el peronismo las medidas necesarias para ordenar la macroeconomía.
Acuciado por la trepada del dólar lo está haciendo, pero en un proceso empastado. Que se traduce en fallos de timming y la inclusión de iniciativas con pretensión de resguardo de capital político, que complican la negociación con el peronismo y agravan las dudas en el mercado.
Las medidas en discusión
Pero la velocidad de la crisis, que la marca el encefalograma de la cotización del dólar, se impone. Por eso, Macri habilitó las negociaciones con el peronismo no kirchnerista, incluido Sergio Massa. LPO ya anticipó en una primicia impactante que este viernes Macri se comunicó con Christiane Lagarde para pedirle que interceda ante el board del FMI y le ablanden las restricciones del uso de reservas en el mercado cambiario.
Entorpecen las negociaciones con el peronismo los esfuerzos de la Jefatura de Gabinete por buscar que sean socios en el ajuste y guardarse anuncios de corte electoral como la atenuación de los tarifazos y los créditos subsidiados para Pymes.
Ofreció incluso enviarle de inmediato al presidente del Banco Central, Luis Caputo, para negociar los detalles. La ex ministra de Economía de Francia enfrió la conversación. Pidió tiempo para debatirlo con su staff técnico, que en el caso de la Argentina lidera el italiano Roberto Cardarelli.
Es posible que la negociación de este «waiver» no sea sencilla. Cardarelli y su equipo son economistas tecnócratas. Caputo y el suyo son traders. Hablan lenguajes distintos, ven cosas distintas.
El pedido es una confesión del fracaso del sistema de «subastas» de dólares que implementó Caputo para contener la divisa y hasta ahora sólo sirve para alimentar el negocio de algunos grandes. Esa es al menos la visión de los peronistas que por estas horas negocian con el Gobierno.
En esas charlas, por el Gobierno participan Marcos Peña, Rogelio Frigerio, Nicolás Dujovne y otros. Desde el peronismo lideran las conversaciones Miguel Angel Pichetto, Juan Schiaretti, Juan Manuel Urtubey y Sergio Massa. Macri a veces también aparece. Los actores entran y salen, pero la agenda se mantiene.
Los peronistas entienden que el problema tiene antes que nada un problema político de falta de claridad para comprender de manera cabal la situación en la que están metidos y los errores que los llevaron a ese lugar. «A vos te hacen el diario de Irigoyen», le dijo Schiaretti a Macri. La reflexión apunta a la Jefatura de Gabinete.
LPO pudo confirmar de fuentes que participan de las negociaciones, algunas de las medidas en discusión:
1- Freno inmediato a la baja de las retenciones y otros tributos.
2- Revisión del acuerdo fiscal del año pasado para que los estados provinciales recuperen capacidad de recaudación.
3- Acuerdo con los gobernadores para diseñar por donde pasará el ajuste que permita llevar el déficit primario al 1,3 por ciento del PBI el año próximo.
4- Trasladar ese acuerdo al Presupuesto y lograr su sanción en ambas cámaras del Congreso.
5- Fin del sistema de subastas de dólares y reemplazo por intervenciones fuertes del Banco Central para frenar la corrida.
Todo esto está en discusión y genera las tensiones previsibles. Dujovne es quien más empuja el freno a la baja de las retenciones y eso le ha traído no pocas tensiones internas. El peronismo y hasta el kirchnerismo, respaldan esa decisión.
El diseño del ajuste es complejo y el gobierno no sabe como implementarlo. Así de sencillo. Oscila entre la inacción y propuestas disparatadas como cortar todos los beneficios a la Patagonia, como reveló en exclusiva LPO. «¿Ustedes saben que soy senador de Río Negro no?», les dijo Pichetto cuando los funcionarios de Macri lanzaron la propuesta. Creían haber encontrado la solución para ahorrarse unos 140 mil millones del piso de 200 mil que hay que recortar.
El ingrediente que complejiza la discusión es la insistencia de la Jefatura de Gabinete por mezclar una agenda de contención del voto. Por eso quieren que el peronismo aparezca como socio del ajuste, mientras reservan a los nuevos ministros Javier Iguacel y Dante Sica, el anuncio exclusivo de medidas que lo atemperan, como créditos subsidiados a las Pyme y la atenuación de los tarifazos.
La indignación que esto genera en un peronismo que ahora sí ve posible ganar las presidenciales del año próximo, es inescribible sin reflejar groserías muy subidas de tono. «A Macri se le terminó el jueguito de hacer populismo adentro y vender libre mercado afuera», es la reflexión más moderada, de uno de los negociadores.
La situación es tan crítica que no admite exageraciones. El gobierno esta vez quedó del lado del costo. El fracaso del gradualismo fue de tal magnitud que desaparecieron los márgenes de maniobra. Se entiende que aceptar esa realidad no es sencillo. Pero cuanto antes ocurra, antes se empezará a transitar la salida.
«Hice todo lo que me dijeron y esto no se frena», fue palabras más, palabras menos, la síntesis del reproche presidencial. Nicolás Dujovne puso su renuncia a disposición y se la rechazaron de pleno. Por eso la versión de su salida circuló con insistencia en toda la jornada. Pero está descartado. De hecho tiene más poder que nunca. A regañadientes y gracias a una intensa presión de su amigo Nicolás Caputo, el presidente entendió que necesita un ministro de Economía con poder para enfrentar la crisis. Que no cede.
Porque Macri se resiste a hacer lo obvio: Desarmar la tríada de la Jefatura de Gabinete, achicar el gabinete a la mitad, dejar de pensar en clave electoral, declararse gobierno de transición y acordar con el peronismo las medidas necesarias para ordenar la macroeconomía.
Acuciado por la trepada del dólar lo está haciendo, pero en un proceso empastado. Que se traduce en fallos de timming y la inclusión de iniciativas con pretensión de resguardo de capital político, que complican la negociación con el peronismo y agravan las dudas en el mercado.
Las medidas en discusión
Pero la velocidad de la crisis, que la marca el encefalograma de la cotización del dólar, se impone. Por eso, Macri habilitó las negociaciones con el peronismo no kirchnerista, incluido Sergio Massa. LPO ya anticipó en una primicia impactante que este viernes Macri se comunicó con Christiane Lagarde para pedirle que interceda ante el board del FMI y le ablanden las restricciones del uso de reservas en el mercado cambiario.
Entorpecen las negociaciones con el peronismo los esfuerzos de la Jefatura de Gabinete por buscar que sean socios en el ajuste y guardarse anuncios de corte electoral como la atenuación de los tarifazos y los créditos subsidiados para Pymes.
Ofreció incluso enviarle de inmediato al presidente del Banco Central, Luis Caputo, para negociar los detalles. La ex ministra de Economía de Francia enfrió la conversación. Pidió tiempo para debatirlo con su staff técnico, que en el caso de la Argentina lidera el italiano Roberto Cardarelli.
Es posible que la negociación de este «waiver» no sea sencilla. Cardarelli y su equipo son economistas tecnócratas. Caputo y el suyo son traders. Hablan lenguajes distintos, ven cosas distintas.
El pedido es una confesión del fracaso del sistema de «subastas» de dólares que implementó Caputo para contener la divisa y hasta ahora sólo sirve para alimentar el negocio de algunos grandes. Esa es al menos la visión de los peronistas que por estas horas negocian con el Gobierno.
En esas charlas, por el Gobierno participan Marcos Peña, Rogelio Frigerio, Nicolás Dujovne y otros. Desde el peronismo lideran las conversaciones Miguel Angel Pichetto, Juan Schiaretti, Juan Manuel Urtubey y Sergio Massa. Macri a veces también aparece. Los actores entran y salen, pero la agenda se mantiene.
Los peronistas entienden que el problema tiene antes que nada un problema político de falta de claridad para comprender de manera cabal la situación en la que están metidos y los errores que los llevaron a ese lugar. «A vos te hacen el diario de Irigoyen», le dijo Schiaretti a Macri. La reflexión apunta a la Jefatura de Gabinete.
LPO pudo confirmar de fuentes que participan de las negociaciones, algunas de las medidas en discusión:
1- Freno inmediato a la baja de las retenciones y otros tributos.
2- Revisión del acuerdo fiscal del año pasado para que los estados provinciales recuperen capacidad de recaudación.
3- Acuerdo con los gobernadores para diseñar por donde pasará el ajuste que permita llevar el déficit primario al 1,3 por ciento del PBI el año próximo.
4- Trasladar ese acuerdo al Presupuesto y lograr su sanción en ambas cámaras del Congreso.
5- Fin del sistema de subastas de dólares y reemplazo por intervenciones fuertes del Banco Central para frenar la corrida.
Todo esto está en discusión y genera las tensiones previsibles. Dujovne es quien más empuja el freno a la baja de las retenciones y eso le ha traído no pocas tensiones internas. El peronismo y hasta el kirchnerismo, respaldan esa decisión.
El diseño del ajuste es complejo y el gobierno no sabe como implementarlo. Así de sencillo. Oscila entre la inacción y propuestas disparatadas como cortar todos los beneficios a la Patagonia, como reveló en exclusiva LPO. «¿Ustedes saben que soy senador de Río Negro no?», les dijo Pichetto cuando los funcionarios de Macri lanzaron la propuesta. Creían haber encontrado la solución para ahorrarse unos 140 mil millones del piso de 200 mil que hay que recortar.
El ingrediente que complejiza la discusión es la insistencia de la Jefatura de Gabinete por mezclar una agenda de contención del voto. Por eso quieren que el peronismo aparezca como socio del ajuste, mientras reservan a los nuevos ministros Javier Iguacel y Dante Sica, el anuncio exclusivo de medidas que lo atemperan, como créditos subsidiados a las Pyme y la atenuación de los tarifazos.
La indignación que esto genera en un peronismo que ahora sí ve posible ganar las presidenciales del año próximo, es inescribible sin reflejar groserías muy subidas de tono. «A Macri se le terminó el jueguito de hacer populismo adentro y vender libre mercado afuera», es la reflexión más moderada, de uno de los negociadores.
La situación es tan crítica que no admite exageraciones. El gobierno esta vez quedó del lado del costo. El fracaso del gradualismo fue de tal magnitud que desaparecieron los márgenes de maniobra. Se entiende que aceptar esa realidad no es sencillo. Pero cuanto antes ocurra, antes se empezará a transitar la salida.