En la cuenta regresiva hacia el ballottage, Daniel Filmus encabezó ayer el “Encuentro por la Igualdad”, festival cultural en apoyo a su candidatura, y desde el escenario convocó a todos los vecinos a “la epopeya de ganar la segunda vuelta”. A puro fervor, con un entusiasmo como pocas veces se le ha visto, Filmus arrancó una ovación de la multitud que llenaba dos cuadras de Diagonal Norte al convocar a “una semana de militancia” con un objetivo específico, que hasta sonó accesible: que cada porteño que lo eligió el 10 de julio sume un voto más para el ballottage de la próxima semana. “Si cada uno de los que nos votaron consigue un voto más, vamos a construir la nueva mayoría”, exhortó el candidato a jefe de gobierno del Frente para la Victoria.
Filmus estuvo acompañado por su segundo en la fórmula, el ministro Carlos Tomada, quien también habló a la muchedumbre, y por un amplio arco de dirigentes que representan al peronismo y la centroizquierda de la Ciudad. De espaldas al Obelisco, sobre el escenario decorado con pantallas gigantes y la nueva imagen de la campaña del FPV (un corazón rojo sobre fondo celeste y la consigna “Ahora votá por Filmus”), en primera línea se pudo ver a Aníbal Ibarra, Juan Cabandié, Martín Sabbatella, Gabriela Cerruti, Carlos Heller, entre muchos otros. En el palco también estuvieron personalidades de la cultura que participaron del festival artístico en apoyo a una Buenos Aires para todos. Eran los actores Lola Berthet, Raúl Rizzo, Federico Luppi y Arturo Bonín.
Tras una presentación emotiva realizada por Tomada, quien recordó la campaña sucia montada desde las empresas vinculadas al ecuatoriano Jaime Duran Barba, Filmus aclaró que el acto no debía ser leído como un cierre de campaña sino como “la apertura de la semana de la epoyeya”. Con un guiño a la épica de las batallas que en un primer momento parecen desiguales, el candidato del FPV hizo un racconto de “empresas difíciles” que pudieron ser llevadas a cabo con éxito. “Difícil era asumir (la presidencia) en 2003, cuando la Argentina tenía 5 millones de desocupados; difícil era poner la cara cuando todos decían ‘que se vayan todos’; difícil era invocar a Sarmiento en aquel momento, cuando la educación pública estaba muy mal, no ahora”, subrayó Filmus.
La mención a Sarmiento no fue casual, sino una meditada respuesta al discurso que había hecho el titular de la Sociedad Rural, Hugo Biolcati, en la exposición agroganadera. Desde Palermo, Biolcati había cuestionado al kirchnerismo por, supuestamente, no reivindicar la figura del impulsor de la educación pública. Filmus también mencionó a la presidenta, con quien horas antes se había comunicado a través de una teleconferencia entre Tecnópolis, Villa Martelli, y Río Turbio, Santa Cruz. “Difícil fue haber enfrentado hace dos años, a partir del coraje que tuvo Cristina, a las corporaciones más concentradas. Los que nos ponían fecha de defunción son los que hoy invocan a Sarmiento”, dijo Filmus. Aludía al famoso diálogo entre Biolcati y Mariano Grondona en el que vaticinaban, entre risas, que el mandato de Cristina no duraría cuatro años.
Con sus colaboradores atentos a todo –el equipo de confianza está integrado por Gabriel Fuks, Nicolás Trotta, Mara Brawer y Luis Alberto Quevedo–, Filmus hizo una convocatoria amplia y llamó sobre todo “a las bases” que en primera vuelta votaron a otras “fuerzas democráticas y populares”. Les pidió que lo acompañen con el voto, y para eso recordó los hechos históricos que tuvieron como escenario la Ciudad de Buenos Aires. Mencionó la Revolución del Parque que reclamaba elecciones libres y que gestó al radicalismo; la elección de Alfredo Palacios como el primer diputado socialista de América; el 17 de octubre de 1945; el 19 y 20 de diciembre de 2001; la despedida masiva en el velatorio de Néstor Kirchner.
“Esta semana vamos a salir a trabajar. Vamos a buscar nuestras agendas, nuestros contactos, a nuestros amigos. ¡Vamos a hacerlo! La consigna es sumar un voto por cada voto que tuvimos el 10 de julio”, arengó Filmus casi a los gritos. “Si no tenemos límites en nuestro corazón y en nuestra mente, nada es imposible”, insistió una vez más a modo de despedida. El acto terminó con el estallido de una nube de papelitos metalizados y las estrofas del Himno Nacional, “que nos hermana a todos”, presentado por el locutor. Era otra muestra de pluralismo, otro pequeño gesto para trascender las identidades partidarias.
Filmus estuvo acompañado por su segundo en la fórmula, el ministro Carlos Tomada, quien también habló a la muchedumbre, y por un amplio arco de dirigentes que representan al peronismo y la centroizquierda de la Ciudad. De espaldas al Obelisco, sobre el escenario decorado con pantallas gigantes y la nueva imagen de la campaña del FPV (un corazón rojo sobre fondo celeste y la consigna “Ahora votá por Filmus”), en primera línea se pudo ver a Aníbal Ibarra, Juan Cabandié, Martín Sabbatella, Gabriela Cerruti, Carlos Heller, entre muchos otros. En el palco también estuvieron personalidades de la cultura que participaron del festival artístico en apoyo a una Buenos Aires para todos. Eran los actores Lola Berthet, Raúl Rizzo, Federico Luppi y Arturo Bonín.
Tras una presentación emotiva realizada por Tomada, quien recordó la campaña sucia montada desde las empresas vinculadas al ecuatoriano Jaime Duran Barba, Filmus aclaró que el acto no debía ser leído como un cierre de campaña sino como “la apertura de la semana de la epoyeya”. Con un guiño a la épica de las batallas que en un primer momento parecen desiguales, el candidato del FPV hizo un racconto de “empresas difíciles” que pudieron ser llevadas a cabo con éxito. “Difícil era asumir (la presidencia) en 2003, cuando la Argentina tenía 5 millones de desocupados; difícil era poner la cara cuando todos decían ‘que se vayan todos’; difícil era invocar a Sarmiento en aquel momento, cuando la educación pública estaba muy mal, no ahora”, subrayó Filmus.
La mención a Sarmiento no fue casual, sino una meditada respuesta al discurso que había hecho el titular de la Sociedad Rural, Hugo Biolcati, en la exposición agroganadera. Desde Palermo, Biolcati había cuestionado al kirchnerismo por, supuestamente, no reivindicar la figura del impulsor de la educación pública. Filmus también mencionó a la presidenta, con quien horas antes se había comunicado a través de una teleconferencia entre Tecnópolis, Villa Martelli, y Río Turbio, Santa Cruz. “Difícil fue haber enfrentado hace dos años, a partir del coraje que tuvo Cristina, a las corporaciones más concentradas. Los que nos ponían fecha de defunción son los que hoy invocan a Sarmiento”, dijo Filmus. Aludía al famoso diálogo entre Biolcati y Mariano Grondona en el que vaticinaban, entre risas, que el mandato de Cristina no duraría cuatro años.
Con sus colaboradores atentos a todo –el equipo de confianza está integrado por Gabriel Fuks, Nicolás Trotta, Mara Brawer y Luis Alberto Quevedo–, Filmus hizo una convocatoria amplia y llamó sobre todo “a las bases” que en primera vuelta votaron a otras “fuerzas democráticas y populares”. Les pidió que lo acompañen con el voto, y para eso recordó los hechos históricos que tuvieron como escenario la Ciudad de Buenos Aires. Mencionó la Revolución del Parque que reclamaba elecciones libres y que gestó al radicalismo; la elección de Alfredo Palacios como el primer diputado socialista de América; el 17 de octubre de 1945; el 19 y 20 de diciembre de 2001; la despedida masiva en el velatorio de Néstor Kirchner.
“Esta semana vamos a salir a trabajar. Vamos a buscar nuestras agendas, nuestros contactos, a nuestros amigos. ¡Vamos a hacerlo! La consigna es sumar un voto por cada voto que tuvimos el 10 de julio”, arengó Filmus casi a los gritos. “Si no tenemos límites en nuestro corazón y en nuestra mente, nada es imposible”, insistió una vez más a modo de despedida. El acto terminó con el estallido de una nube de papelitos metalizados y las estrofas del Himno Nacional, “que nos hermana a todos”, presentado por el locutor. Era otra muestra de pluralismo, otro pequeño gesto para trascender las identidades partidarias.
En la epopeya del Cid Campeador, se sentará en un caballo al cadáver del Cid para asustar a los enemigos y dar fuerzas a las tropas propias en el último combate. ¿Se trata de eso esta epopeya? ¿Utilizar un muerto político para ganar batallas posibles, en la poesía, imposibles en la realidad?