El anonimato genera impunidad y, en el debate de las ideas, esta conduce con frecuencia a la grosería y al exabrupto. La posibilidad de comentar las noticias es un mecanismo de participación que refuerza la relación de los lectores con el diario, pero la publicación de comentarios irrespetuosos o inapropiados se ha convertido en un foco de malestar. En mi artículo Comentarios muy poco edificantes, de diciembre de 2009, recogí este malestar y lo trasladé a los responsables de la edición digital. Aunque a partir de ese momento se aplicaron con mayor rigor las reglas de moderación, el resultado siguió siendo insatisfactorio. Muchos lectores han continuado escribiéndome para protestar y hacerme notar que el nivel de calidad que el diario se esfuerza por mantener en sus textos periodísticos cae en ocasiones estrepitosamente al adentrarse en el apartado de los comentarios.
La nueva sección de Política cambia la forma de ordenar las noticias
La impunidad que concede el anonimato es una de las causas de que la conversación digital adquiera en ocasiones un nivel lamentable, lo cual tiene otro efecto indeseable: ahuyenta a quienes están interesados en mantener un debate respetuoso y constructivo. El tono resulta especialmente agrio en determinado tipo de noticias, como las referidas a las relaciones entre los sexos. Hernán Castillo, de Oviedo, señala como ejemplo este comentario a una noticia sobre la imputación de Silvio Berlusconi por mantener contactos sexuales con menores: «Veo mucho odio a los hombres que disfrutan de su vida con su dinero. A las que habría que meter en la cárcel son a las lagartas que dejan a un hombre bueno entre cartones, mientras le okupan su casa y viven a gastos pagados (…). Valiente panda de retorcidas que sois, no hay nada más repugnante que hacerse las víctimas y después joder y parasitar a los hombres». Firmado, José. También las noticias sobre la Iglesia católica son propicias a comentarios desagradables y todo tipo de improperios. Francisco Quintana cita, como ejemplo «del habitual tono soez y maleducado», el que se observa en la conversación que sigue al reportaje Demasiados enigmas en el convento.
Algunos lectores, cansados de protestar, me interpelan personalmente: «¿De qué sirve que le expresemos nuestras quejas si no cambia nada?». Sí sirve. A raíz de las quejas recibidas, los responsables de la edición digital se comprometieron a estudiar la cuestión y ahora puedo anunciarles que la situación va a cambiar. De hecho ya ha comenzado a cambiar. La dirección ha decidido aplicar un nuevo sistema de participación que ya está operativo en la nueva sección de Política y se irá extendiendo paulatinamente a toda la edición digital. «Queremos propiciar una conversación más respetuosa y de mayor calidad», asegura Gumersindo Lafuente, responsable de los desarrollos digitales del diario.
Para poder hacer comentarios a las noticias es preciso inscribirse previamente en Eskup, la red social del diario, e identificarse mediante un correo electrónico y otros datos. Los lectores pueden elegir si quieren aparecer públicamente con su nombre o con un alias. En el nuevo sistema, no hay moderación previa, pero el diario podrá eliminar comentarios y vetar, previa advertencia, a quienes incurran en abusos. El nuevo sistema ofrece ventajas, como incluir fotografías y vídeos, tener un perfil personal y mantener conversaciones con otros lectores. La nueva sección de Política se puso en marcha el domingo 22 y quiero aprovechar esta ocasión para hacerles notar el cambio que supone en la forma de ordenar y estructurar las noticias. Su diseño es un avance de lo que será en un futuro próximo toda la edición digital. Gumersindo Lafuente lo explica así: «Hasta ahora habíamos seguido la estructura de secciones propia de la edición impresa, pero las herramientas digitales permiten nuevas formas de ordenar, presentar y compartir la información. En la nueva plataforma, las noticias se agrupan por etiquetas que irán cambiando en función de la actualidad, y que son dinámicas, pues se actualizan las 24 horas del día».
Entre las novedades de la nueva sección figura la posibilidad de acceder a todas las informaciones sobre un tema o personaje con un solo clic o la posibilidad de ver los trabajos previos del autor de un artículo pulsando sobre la firma.
He de referirme ahora a otros dos asuntos que han acaparado el correo de la Defensora. El primero se refiere a las corridas de toros. Recibo con frecuencia cartas de lectores que piden que, como ocurre con el boxeo, el diario deje de informar sobre las corridas, pues consideran indigno informar sobre un acontecimiento que convierte en espectáculo la tortura y muerte de un animal. Pero esta semana, numerosos lectores me ha escrito para que traslade a la dirección una petición muy concreta: que las fotos y vídeos de las corridas no se ubiquen en la portada de la edición digital.
Paco Almansa se queja, por ejemplo,de tener que tropezarse con la imagen de un toro ensangrentado cuando busca los resultados electorales. A Venturián Arana le molesta no poder evitar esas imágenes cuando entra en el diario a través de su iPad. Nole Delgado, Juan Gurmendi, Alberto Ruiz Cristina y Daniel Montesdeoca, entre otros, aseguran que esas imágenes hieren su sensibilidad y piden que se releguen a una sección interior a la que puedan ir a buscarlas quienes estén interesados en ellas.
El director adjunto Vicente Jiménez no considera apropiado dar un trato diferenciado a las corridas de toros. Cree que esta información es un contenido más del diario y su inclusión o no en portada debe regirse por los mismos criterios de interés y actualidad que el resto de las noticias e imágenes. Establecer diferencias de emplazamiento por cuestiones de sensibilidad sentaría un precedente difícil de gestionar en otras muchas materias en las que también hay diferentes sensibilidades.
Soy consciente de que la sociedad española está dividida con relación a esta cuestión y que entre los lectores del diario hay tantos defensores como detractores de la fiesta. Pero, de la misma manera que se evita poner en portada imágenes de guerra o de accidentes susceptibles de herir la sensibilidad por su crudeza, debería considerarse en este caso concreto la conveniencia de atender esta petición. Sería la forma más equitativa de tratar una cuestión que divide de forma tan rotunda a los lectores. Con la solución que proponen, los aficionados a los toros podrían seguir disfrutando de las fotos y de los vídeos sin imponer esas imágenes a aquellos a quienes les repugnan.
El último asunto a tratar atañe a la publicidad. Un considerable número de bomberos de Madrid me ha escrito para pedir explicaciones por la «censura» de que han sido objeto al rechazar el diario la publicación de un anuncio que decía: «Inseguridad en la Comunidad de Madrid. Faltan bomberos. Reclama el servicio que mereces». El subdirector Carlos Yarnoz explica las razones de esta decisión: «Como criterio general, EL PAÍS no publica anuncios referidos a conflictos laborales de empresas o instituciones, porque entiende que la publicidad no es el canal adecuado para tales contenidos sino, en todo caso, el espacio reservado a la información, donde el periodista puede contrastar los datos que se difunden y recoger las diferentes versiones».
Esa misma semana, sin embargo, recibí otras quejas, pero no por censurar un anuncio, sino por no haberlo hecho. Marcos Ruiz Cercas y Paloma G. Díaz consideraron «bochornoso» que el diario hubiera publicado el domingo 22 un anuncio de Nueva Rumasa en el que se decía: «José María Ruiz-Mateos Jiménez de Tejada (Marqués de Olivara) ha creado y mantenido desde su infancia y a lo largo de toda su vida 100.000 puestos de trabajo directos y muchísimos más indirectos. A veces incomprendido e injustamente maltratado. A sus 80 años continuará en unión de sus hijos con la noble tarea que le ha caracterizado». Dada la situación de Rumasa, este anuncio no debió publicase. Carlos Yarnoz explica: «Su contenido no hizo saltar las alarmas entre las personas que gestionan a diario la publicidad. Por ese motivo, no fue sometido a un examen previo de la Redacción. De haberlo hecho, sin duda hubiera desencadenado un análisis que habría concluido, probablemente, con el rechazo a su publicación».
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La nueva sección de Política cambia la forma de ordenar las noticias
La impunidad que concede el anonimato es una de las causas de que la conversación digital adquiera en ocasiones un nivel lamentable, lo cual tiene otro efecto indeseable: ahuyenta a quienes están interesados en mantener un debate respetuoso y constructivo. El tono resulta especialmente agrio en determinado tipo de noticias, como las referidas a las relaciones entre los sexos. Hernán Castillo, de Oviedo, señala como ejemplo este comentario a una noticia sobre la imputación de Silvio Berlusconi por mantener contactos sexuales con menores: «Veo mucho odio a los hombres que disfrutan de su vida con su dinero. A las que habría que meter en la cárcel son a las lagartas que dejan a un hombre bueno entre cartones, mientras le okupan su casa y viven a gastos pagados (…). Valiente panda de retorcidas que sois, no hay nada más repugnante que hacerse las víctimas y después joder y parasitar a los hombres». Firmado, José. También las noticias sobre la Iglesia católica son propicias a comentarios desagradables y todo tipo de improperios. Francisco Quintana cita, como ejemplo «del habitual tono soez y maleducado», el que se observa en la conversación que sigue al reportaje Demasiados enigmas en el convento.
Algunos lectores, cansados de protestar, me interpelan personalmente: «¿De qué sirve que le expresemos nuestras quejas si no cambia nada?». Sí sirve. A raíz de las quejas recibidas, los responsables de la edición digital se comprometieron a estudiar la cuestión y ahora puedo anunciarles que la situación va a cambiar. De hecho ya ha comenzado a cambiar. La dirección ha decidido aplicar un nuevo sistema de participación que ya está operativo en la nueva sección de Política y se irá extendiendo paulatinamente a toda la edición digital. «Queremos propiciar una conversación más respetuosa y de mayor calidad», asegura Gumersindo Lafuente, responsable de los desarrollos digitales del diario.
Para poder hacer comentarios a las noticias es preciso inscribirse previamente en Eskup, la red social del diario, e identificarse mediante un correo electrónico y otros datos. Los lectores pueden elegir si quieren aparecer públicamente con su nombre o con un alias. En el nuevo sistema, no hay moderación previa, pero el diario podrá eliminar comentarios y vetar, previa advertencia, a quienes incurran en abusos. El nuevo sistema ofrece ventajas, como incluir fotografías y vídeos, tener un perfil personal y mantener conversaciones con otros lectores. La nueva sección de Política se puso en marcha el domingo 22 y quiero aprovechar esta ocasión para hacerles notar el cambio que supone en la forma de ordenar y estructurar las noticias. Su diseño es un avance de lo que será en un futuro próximo toda la edición digital. Gumersindo Lafuente lo explica así: «Hasta ahora habíamos seguido la estructura de secciones propia de la edición impresa, pero las herramientas digitales permiten nuevas formas de ordenar, presentar y compartir la información. En la nueva plataforma, las noticias se agrupan por etiquetas que irán cambiando en función de la actualidad, y que son dinámicas, pues se actualizan las 24 horas del día».
Entre las novedades de la nueva sección figura la posibilidad de acceder a todas las informaciones sobre un tema o personaje con un solo clic o la posibilidad de ver los trabajos previos del autor de un artículo pulsando sobre la firma.
He de referirme ahora a otros dos asuntos que han acaparado el correo de la Defensora. El primero se refiere a las corridas de toros. Recibo con frecuencia cartas de lectores que piden que, como ocurre con el boxeo, el diario deje de informar sobre las corridas, pues consideran indigno informar sobre un acontecimiento que convierte en espectáculo la tortura y muerte de un animal. Pero esta semana, numerosos lectores me ha escrito para que traslade a la dirección una petición muy concreta: que las fotos y vídeos de las corridas no se ubiquen en la portada de la edición digital.
Paco Almansa se queja, por ejemplo,de tener que tropezarse con la imagen de un toro ensangrentado cuando busca los resultados electorales. A Venturián Arana le molesta no poder evitar esas imágenes cuando entra en el diario a través de su iPad. Nole Delgado, Juan Gurmendi, Alberto Ruiz Cristina y Daniel Montesdeoca, entre otros, aseguran que esas imágenes hieren su sensibilidad y piden que se releguen a una sección interior a la que puedan ir a buscarlas quienes estén interesados en ellas.
El director adjunto Vicente Jiménez no considera apropiado dar un trato diferenciado a las corridas de toros. Cree que esta información es un contenido más del diario y su inclusión o no en portada debe regirse por los mismos criterios de interés y actualidad que el resto de las noticias e imágenes. Establecer diferencias de emplazamiento por cuestiones de sensibilidad sentaría un precedente difícil de gestionar en otras muchas materias en las que también hay diferentes sensibilidades.
Soy consciente de que la sociedad española está dividida con relación a esta cuestión y que entre los lectores del diario hay tantos defensores como detractores de la fiesta. Pero, de la misma manera que se evita poner en portada imágenes de guerra o de accidentes susceptibles de herir la sensibilidad por su crudeza, debería considerarse en este caso concreto la conveniencia de atender esta petición. Sería la forma más equitativa de tratar una cuestión que divide de forma tan rotunda a los lectores. Con la solución que proponen, los aficionados a los toros podrían seguir disfrutando de las fotos y de los vídeos sin imponer esas imágenes a aquellos a quienes les repugnan.
El último asunto a tratar atañe a la publicidad. Un considerable número de bomberos de Madrid me ha escrito para pedir explicaciones por la «censura» de que han sido objeto al rechazar el diario la publicación de un anuncio que decía: «Inseguridad en la Comunidad de Madrid. Faltan bomberos. Reclama el servicio que mereces». El subdirector Carlos Yarnoz explica las razones de esta decisión: «Como criterio general, EL PAÍS no publica anuncios referidos a conflictos laborales de empresas o instituciones, porque entiende que la publicidad no es el canal adecuado para tales contenidos sino, en todo caso, el espacio reservado a la información, donde el periodista puede contrastar los datos que se difunden y recoger las diferentes versiones».
Esa misma semana, sin embargo, recibí otras quejas, pero no por censurar un anuncio, sino por no haberlo hecho. Marcos Ruiz Cercas y Paloma G. Díaz consideraron «bochornoso» que el diario hubiera publicado el domingo 22 un anuncio de Nueva Rumasa en el que se decía: «José María Ruiz-Mateos Jiménez de Tejada (Marqués de Olivara) ha creado y mantenido desde su infancia y a lo largo de toda su vida 100.000 puestos de trabajo directos y muchísimos más indirectos. A veces incomprendido e injustamente maltratado. A sus 80 años continuará en unión de sus hijos con la noble tarea que le ha caracterizado». Dada la situación de Rumasa, este anuncio no debió publicase. Carlos Yarnoz explica: «Su contenido no hizo saltar las alarmas entre las personas que gestionan a diario la publicidad. Por ese motivo, no fue sometido a un examen previo de la Redacción. De haberlo hecho, sin duda hubiera desencadenado un análisis que habría concluido, probablemente, con el rechazo a su publicación».
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