Por Artemio López
08/10/11 – 02:24
Durante ocho años se construyó con sagrada furia el mito del “viento de cola” como responsable central de las circunstancias favorables de la economía, restándole todo mérito a la toma de decisiones del Gobierno nacional en la mejora.
Recientemente, y tras el despliegue de la nueva fase de la crisis capitalista internacional iniciada en 2008, es el mismo coro de ángeles neoliberales autóctonos el que ahora predica el fin del “viento de cola” y el agotamiento del ciclo de crecimiento de la economía argentina, restándoles nuevamente todo mérito a las políticas locales y regionales para enfrentar la crisis del capitalismo central, en particular, el europeo.
Uno de los indicadores a considerar para dar este debate necesario en la nueva etapa que iniciará plebiscitada Cristina Kirchner en veinte días resulta el peso de la deuda respecto al PBI y la composición de las exportaciones.
Cuántas provienen del sector primario, cuántas del industrial, cuántas del sector manufacturero agropecuario.
Al respecto, el ministro Amado Boudou sostuvo recientemente que la Argentina puede enfrentar la crisis del neoliberalismo tardío, ya no sólo por su consistencia financiera (la deuda externa equivale al 45% del PBI y sólo el equivalente al 15% está en manos privadas, cuando en el año 2003 la deuda equivalía al 150% del PBI), sino por la diversificación en la composición de sus exportaciones, diversidad que permitiría enfrentar también una baja en el precio de las commodities.
Señalaba Boudou:
“De nuestras exportaciones, si bien son muy importantes las agropecuarias, tenemos otro tipo de exportaciones, el 35 por ciento del total no son de ese sector, y también en Argentina tiene mucha importancia el mercado interno. Esa matriz diversificada de la economía es lo que nos permite seguir siempre hacia adelante.”
Para observar la consistencia de la afirmación del ministro, el gráfico muestra la diversificación de las exportaciones nacionales por su composición y destino.
Como se observa, el nivel de diversificación de las exportaciones actuales –tanto por origen como por destino– es muy importante. Las Manufacturas de Origen Industrial superan a las de origen agropecuario, a los productos primarios, combustibles y energía y es deseable que esta supremacía se profundice tal como lo hiciera durante los ocho años de gestión kirchnerista que en su inicio, en el año 2003, tomó una estructura exportadora donde apenas el 25% de las exportaciones eran Manufacturas de Origen Industrial.
Adicionalmente, es conveniente que la diversidad exportadora se profundice a favor de las MOI porque la experiencia muestra que debajo del proceso de informalidad laboral que aún afecta al 34% de los asalariados, se observan los efectos de la desindustrialización de la estructura productiva de los últimos 35 años.
Recordemos que en marzo de 1976, antes de la dictadura que dio marco institucional al desembarco neoliberal desindustrializador, el nivel de informalidad del mercado de trabajo en el GBA medido por la EPH/Indec era del 12% y llegó al 55% en la misma región en el año 2002, tras la crisis del neoliberalismo.
*Director de Consultora Equis.
08/10/11 – 02:24
Durante ocho años se construyó con sagrada furia el mito del “viento de cola” como responsable central de las circunstancias favorables de la economía, restándole todo mérito a la toma de decisiones del Gobierno nacional en la mejora.
Recientemente, y tras el despliegue de la nueva fase de la crisis capitalista internacional iniciada en 2008, es el mismo coro de ángeles neoliberales autóctonos el que ahora predica el fin del “viento de cola” y el agotamiento del ciclo de crecimiento de la economía argentina, restándoles nuevamente todo mérito a las políticas locales y regionales para enfrentar la crisis del capitalismo central, en particular, el europeo.
Uno de los indicadores a considerar para dar este debate necesario en la nueva etapa que iniciará plebiscitada Cristina Kirchner en veinte días resulta el peso de la deuda respecto al PBI y la composición de las exportaciones.
Cuántas provienen del sector primario, cuántas del industrial, cuántas del sector manufacturero agropecuario.
Al respecto, el ministro Amado Boudou sostuvo recientemente que la Argentina puede enfrentar la crisis del neoliberalismo tardío, ya no sólo por su consistencia financiera (la deuda externa equivale al 45% del PBI y sólo el equivalente al 15% está en manos privadas, cuando en el año 2003 la deuda equivalía al 150% del PBI), sino por la diversificación en la composición de sus exportaciones, diversidad que permitiría enfrentar también una baja en el precio de las commodities.
Señalaba Boudou:
“De nuestras exportaciones, si bien son muy importantes las agropecuarias, tenemos otro tipo de exportaciones, el 35 por ciento del total no son de ese sector, y también en Argentina tiene mucha importancia el mercado interno. Esa matriz diversificada de la economía es lo que nos permite seguir siempre hacia adelante.”
Para observar la consistencia de la afirmación del ministro, el gráfico muestra la diversificación de las exportaciones nacionales por su composición y destino.
Como se observa, el nivel de diversificación de las exportaciones actuales –tanto por origen como por destino– es muy importante. Las Manufacturas de Origen Industrial superan a las de origen agropecuario, a los productos primarios, combustibles y energía y es deseable que esta supremacía se profundice tal como lo hiciera durante los ocho años de gestión kirchnerista que en su inicio, en el año 2003, tomó una estructura exportadora donde apenas el 25% de las exportaciones eran Manufacturas de Origen Industrial.
Adicionalmente, es conveniente que la diversidad exportadora se profundice a favor de las MOI porque la experiencia muestra que debajo del proceso de informalidad laboral que aún afecta al 34% de los asalariados, se observan los efectos de la desindustrialización de la estructura productiva de los últimos 35 años.
Recordemos que en marzo de 1976, antes de la dictadura que dio marco institucional al desembarco neoliberal desindustrializador, el nivel de informalidad del mercado de trabajo en el GBA medido por la EPH/Indec era del 12% y llegó al 55% en la misma región en el año 2002, tras la crisis del neoliberalismo.
*Director de Consultora Equis.