Gestionar el final de un ciclo de gobierno no resulta tarea fácil para ningún gobernante y las circunstancias por las que atraviesa España en la actualidad no contribuyen ciertamente a allanar ese cometido. Desde que el presidente del Gobierno desatara las dudas sobre su continuidad en un comentario tan informal como irresponsable a finales del año pasado, los acontecimientos se han precipitado. Para peor. A la fecha nos encontramos con un país amenazado de ruina (atrapado en la vorágine de los mercados financieros desatada sobre Europa), sin perspectiva, con serios problemas de cohesión social y aun territorial, en el que cunde la desilusión entre los ciudadanos sin distinción de ideologías o de clase social. Existen motivos más que fundados para la intranquilidad, patente desde luego tanto en las manifestaciones de los indignados como en los resultados electorales de los recientes comicios.
Las turbulencias en los mercados de deuda se han cebado en España con una intensidad que no solo amenaza con estrangular las finanzas públicas, sino que asfixia también desde hace tiempo a empresas de todo tamaño al encarecer su financiación, enterrando la perspectiva de una pronta recuperación económica. El sendero hacia la nada por el que se precipitaron con anterioridad Grecia, Irlanda y Portugal viene siendo recorrido a trompicones también por España, pese a las bienintencionadas declaraciones de las autoridades o los anuncios continuados de iniciativas y reformas que devienen luego ineficaces por su falta de ambición inicial, o sus demoras y continuos retardos, como es el caso del sector financiero, cuya urgencia aconsejaba una diligencia extrema en su resolución. Ni el Gobierno ni el Banco de España han sido consecuentes con ello.
Sería injusto responsabilizar de todos los males a nuestras autoridades. Una parte no menor de nuestras aflicciones tiene su origen en Europa y se necesitan por ello soluciones que trasciendan las fronteras nacionales. Pero es imposible no reconocer la parvedad de la aportación española a esas soluciones. Más allá de la impotencia de Europa para solventar sus problemas, la pérdida de confianza en la gestión de José Luis Rodríguez Zapatero parece irreversible y el creciente escepticismo sobre la gobernabilidad española en las circunstancias actuales amenaza con acrecentar nuestros males. La crisis no es solo económica, sino también, y acaso sobre todo, política.
Hace ya mucho que las respuestas del presidente del Gobierno a los desafíos a los que se enfrenta España apenas merecen crédito alguno por parte de los ciudadanos. Las encuestas lo venían demostrando de forma consistente (una reciente coloca al Gobierno del Estado como la institución peor valorada de una lista de 39), y el escepticismo y el desconcierto fueron rubricados por el descalabro de los socialistas en las pasadas elecciones, al tiempo que crecía la contestación en la calle.
Más allá de cualquier consideración sobre el origen de las protestas del 15-M, sobre su legitimidad o sus intenciones, resulta evidente que el aprecio que han merecido por parte de la opinión trae causa del profundo malestar en el que se ha sumido el conjunto de un país con cinco millones de parados, en el que 300.000 familias han perdido sus casas en los últimos tres años, y en el que su primer gobernante es incapaz de ofrecer ninguna esperanza razonable de alivio a sus angustias.
Rodríguez Zapatero dispone de toda la legitimidad y todo el derecho para terminar la legislatura si así lo quiere y nada en las leyes le obliga a disolver las Cámaras. Pero tras el anuncio, hecho en marzo, de que no concurrirá de nuevo a las elecciones, este periódico sostuvo que sus propósitos de agotar la legislatura solo eran moral y políticamente justificables a condición de que culminase las reformas imprescindibles que asegurasen la estabilidad necesaria, política y económica, para que el país afrontara el periodo electoral en las mejores condiciones posibles. Esa condición no se ha cumplido. Aún peor: su incapacidad en la gestión, los magros resultados de las reformas apenas incoadas, más el lastre y la impotencia de una legislatura agónica auguran un deterioro imparable al que resulta imprescindible poner fin cuanto antes. A este respecto, la fecha sugerida por algunos dirigentes socialistas para celebrar elecciones (finales de noviembre) es del todo tardía. Si de verdad Rodríguez Zapatero quiere rendir un último servicio a su país, debe hacerlo abandonando el poder cuanto antes y reconociendo la urgencia de que nuestro Gobierno recupere la credibilidad perdida. Los españoles en su conjunto, y los votantes socialistas en particular, se lo agradecerán.
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368
País- 18-07-2011 – 20:34:13h
Impresionante editorial. Qué está pasando, en El País??????
367
A.HITA- 18-07-2011 – 20:27:32h
ATENCIÓN JAURÍA MEDIÁTICA: Existe entre vuestros peperos alguién que tome las decisiones de este Presidente CUESTE LO QUE LE CUESTE? Si tan patrioteros os sentís, ¿dónde está vuestras alternativas para comparar con las de Zapatero y sin dañar excesivamente el INTERÉS GENERAL?, por cierto como están haciendo FUERA DE ESPAÑA. Pero si el CUANTO PEOR, MEJOR lo lleváis en los genes, AUNQUE TOMÉIS LA HOSTIA EL DOMINGO EN MISA.
366
A la deriva- 18-07-2011 – 20:26:08h
#357 Pompeu: que ilusion vamos a tener los españoles viendo el panorama politico que tenemos? Un gobierno haciendo agua por todos lados y una oposicion que no se la cree nadie y lo peor no hay cambio de actitud de quienes nos gobiernan o optan a gobernarnos…entonces, yo me pregunto, Solucionaran algo las elecciones??
365
JORGE- 18-07-2011 – 20:24:57h
HIPOCRITAS elecciones para que? si al final gobiernan los bancos y los mercados elecciones cuando toquen y ahora pidamos que los estados tomen el poder y exigir tasas a todas esas transacciones multimillonarias para empezar o es que el PP va hacer algo diferente que no que no somos tontos SABEMOS LO QUE QUEREMOS !
364
ROSA- 18-07-2011 – 20:23:24h
De acuerdo con El País casi siempre, no en este caso. Convocar ahora las elecciones es no terminar las reformas pendientes. Seguro que a Zapatero le encantaría marcharse de vacaciones, pero estamos hablando de responsabilidad política. ¿O es que pensáis que con la simple convocatoria electoral se arreglan los problemas? DE ESO NADA.
Las turbulencias en los mercados de deuda se han cebado en España con una intensidad que no solo amenaza con estrangular las finanzas públicas, sino que asfixia también desde hace tiempo a empresas de todo tamaño al encarecer su financiación, enterrando la perspectiva de una pronta recuperación económica. El sendero hacia la nada por el que se precipitaron con anterioridad Grecia, Irlanda y Portugal viene siendo recorrido a trompicones también por España, pese a las bienintencionadas declaraciones de las autoridades o los anuncios continuados de iniciativas y reformas que devienen luego ineficaces por su falta de ambición inicial, o sus demoras y continuos retardos, como es el caso del sector financiero, cuya urgencia aconsejaba una diligencia extrema en su resolución. Ni el Gobierno ni el Banco de España han sido consecuentes con ello.
Sería injusto responsabilizar de todos los males a nuestras autoridades. Una parte no menor de nuestras aflicciones tiene su origen en Europa y se necesitan por ello soluciones que trasciendan las fronteras nacionales. Pero es imposible no reconocer la parvedad de la aportación española a esas soluciones. Más allá de la impotencia de Europa para solventar sus problemas, la pérdida de confianza en la gestión de José Luis Rodríguez Zapatero parece irreversible y el creciente escepticismo sobre la gobernabilidad española en las circunstancias actuales amenaza con acrecentar nuestros males. La crisis no es solo económica, sino también, y acaso sobre todo, política.
Hace ya mucho que las respuestas del presidente del Gobierno a los desafíos a los que se enfrenta España apenas merecen crédito alguno por parte de los ciudadanos. Las encuestas lo venían demostrando de forma consistente (una reciente coloca al Gobierno del Estado como la institución peor valorada de una lista de 39), y el escepticismo y el desconcierto fueron rubricados por el descalabro de los socialistas en las pasadas elecciones, al tiempo que crecía la contestación en la calle.
Más allá de cualquier consideración sobre el origen de las protestas del 15-M, sobre su legitimidad o sus intenciones, resulta evidente que el aprecio que han merecido por parte de la opinión trae causa del profundo malestar en el que se ha sumido el conjunto de un país con cinco millones de parados, en el que 300.000 familias han perdido sus casas en los últimos tres años, y en el que su primer gobernante es incapaz de ofrecer ninguna esperanza razonable de alivio a sus angustias.
Rodríguez Zapatero dispone de toda la legitimidad y todo el derecho para terminar la legislatura si así lo quiere y nada en las leyes le obliga a disolver las Cámaras. Pero tras el anuncio, hecho en marzo, de que no concurrirá de nuevo a las elecciones, este periódico sostuvo que sus propósitos de agotar la legislatura solo eran moral y políticamente justificables a condición de que culminase las reformas imprescindibles que asegurasen la estabilidad necesaria, política y económica, para que el país afrontara el periodo electoral en las mejores condiciones posibles. Esa condición no se ha cumplido. Aún peor: su incapacidad en la gestión, los magros resultados de las reformas apenas incoadas, más el lastre y la impotencia de una legislatura agónica auguran un deterioro imparable al que resulta imprescindible poner fin cuanto antes. A este respecto, la fecha sugerida por algunos dirigentes socialistas para celebrar elecciones (finales de noviembre) es del todo tardía. Si de verdad Rodríguez Zapatero quiere rendir un último servicio a su país, debe hacerlo abandonando el poder cuanto antes y reconociendo la urgencia de que nuestro Gobierno recupere la credibilidad perdida. Los españoles en su conjunto, y los votantes socialistas en particular, se lo agradecerán.
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País- 18-07-2011 – 20:34:13h
Impresionante editorial. Qué está pasando, en El País??????
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A.HITA- 18-07-2011 – 20:27:32h
ATENCIÓN JAURÍA MEDIÁTICA: Existe entre vuestros peperos alguién que tome las decisiones de este Presidente CUESTE LO QUE LE CUESTE? Si tan patrioteros os sentís, ¿dónde está vuestras alternativas para comparar con las de Zapatero y sin dañar excesivamente el INTERÉS GENERAL?, por cierto como están haciendo FUERA DE ESPAÑA. Pero si el CUANTO PEOR, MEJOR lo lleváis en los genes, AUNQUE TOMÉIS LA HOSTIA EL DOMINGO EN MISA.
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A la deriva- 18-07-2011 – 20:26:08h
#357 Pompeu: que ilusion vamos a tener los españoles viendo el panorama politico que tenemos? Un gobierno haciendo agua por todos lados y una oposicion que no se la cree nadie y lo peor no hay cambio de actitud de quienes nos gobiernan o optan a gobernarnos…entonces, yo me pregunto, Solucionaran algo las elecciones??
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JORGE- 18-07-2011 – 20:24:57h
HIPOCRITAS elecciones para que? si al final gobiernan los bancos y los mercados elecciones cuando toquen y ahora pidamos que los estados tomen el poder y exigir tasas a todas esas transacciones multimillonarias para empezar o es que el PP va hacer algo diferente que no que no somos tontos SABEMOS LO QUE QUEREMOS !
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ROSA- 18-07-2011 – 20:23:24h
De acuerdo con El País casi siempre, no en este caso. Convocar ahora las elecciones es no terminar las reformas pendientes. Seguro que a Zapatero le encantaría marcharse de vacaciones, pero estamos hablando de responsabilidad política. ¿O es que pensáis que con la simple convocatoria electoral se arreglan los problemas? DE ESO NADA.
que lamentable este diario, mucho cuidadito de no parecer un diario populista que putea al FMI y el poder ecoonmico