Carlos Burgueño
Washington (enviado especial) – Luis De Guindos: «Usted sabe de qué le tengo que hablar». Hernán Lorenzino: «Y usted sabe qué es lo que le voy a contestar». Con las manos apretadas en un diplomático saludo, los ministros de Economía de España y de la Argentina mantuvieron en esta ciudad el jueves el único e informal encuentro, hasta ahora, entre los dos países luego de la decisión de nacionalizar YPF.
Los dos funcionarios se cruzaron en la planta baja del edificio 1 del FMI, durante un cóctel organizado por el Gobierno de México para presentar la próxima cumbre de presidentes y jefes de Gobierno del G-20 en Los Cabos. Sonrientes y sin mayores signos de conflicto, entendieron que la oportunidad no habilitaba mayores discusiones y que en definitiva «nadie tiene que arruinar la fiesta de otro», según reflexionaba un integrante de la delegación argentina al escuchar el momento clave en que Lorenzino y De Guindos cruzaron miradas y saludos. Obviamente el encuentro era seguido de cerca por los otros ministros, ya enterados abiertamente de la situación entre ambos países, en especial a partir del lobby español para sancionar en el Banco Mundial a la Argentina con menos créditos. En esos momentos, la intención española era que el país recibiera un severo reto institucional de parte del FMI, el Banco Mundial y el G-20, contra la decisión de nacionalizar la petrolera. No pudo ser. Las frenéticas y múltiples negociaciones que el equipo económico argentino mantuvo desde el jueves hasta ayer impidieron que cualquiera de los tres tomaran como propias las presiones españolas, y en todo momento describieron el caso de la nacionalización de YPF como una cuestión «bilateral».
Según la propia definición de De Guindos, con Lorenzino son viejos amigos. «Nos encontramos siempre en las reuniones del G-20, y siempre tuvimos buena relación, es una buena persona», dijo el ministro español a este diario, con una sonrisa, luego de una conferencia de prensa el sábado en el edificio principal del FMI.
El encuentro del G-20 fue organizado especialmente aprovechando la presencia múltiple de funcionarios que concurrían a la reunión conjunta del FMI y el BM. En el salón Este, donde se sirvió el cóctel que antecedió a un almuerzo con comida mexicana, miraban de reojo el encuentro entre los dos ministros el secretario de Tesoro, Timothy Geithner; la titular del FMI, Christine Lagarde; el ministro de Hacienda brasileño, Guido Mantega; el mexicano José Antonio Meade y el francés Françoise Baroin.
Para ese momento, Lorenzino ya había cerrado una señal que se conocería el viernes: para el FMI, el tema YPF es una cuestión bilateral que no debe ser discutida en el organismo. La decisión la confirmaría luego el viernes Nicolás Eyzaguirre, el chileno que ocupa el cargo de director general para el Hemisferio Occidental del Fondo, y que en otras oportunidades no tuvo reparos en criticar abiertamente a la Argentina, por ejemplo, en sus mediciones inflacionarias desde el INDEC.
Lorenzino obtuvo igualmente otra noticia. Fue cuando Agustín Carstens, el gobernador del Banco de México, confirmó que el tema YPF será necesariamente tratado en la cumbre de Los Cabos, pero por un motivo inapelable. Sucede que España será uno de los tres países especialmente invitados para la ocasión pese a no pertenecer al G-20, junto con Colombia y Chile. Esto quiere decir que, inevitablemente, el jefe de Gobierno español, Mariano Rajoy, tendrá su oportunidad para hablar a los presentes y desplegar todas sus críticas. Rajoy intentará, además, que haya una mención sobre el tema cuando tenga que exponer el representante de la Unión Europea, que como bloque tiene su sillón fijo en las cumbres del G-20. Igualmente el Gobierno de Cristina de Kirchner estará a salvo de que la cuestión figure en el documento final de la cumbre, ya que para que esto ocurra debe haber unanimidad de todos los miembros. Por este mismo motivo, por ejemplo, la Argentina no pudo incluir una declaración de condena a Gran Bretaña (también integrante del G-20) por el conflicto de las islas Malvinas.
Así, ni el FMI, ni el Banco Mundial ni el G-20 considerarán el caso YPF. El ministro Lorenzino debió invertir varias horas (cuatro con Meade para aplacar las primeras iras mexicanas), explicando la posición argentina.
Washington (enviado especial) – Luis De Guindos: «Usted sabe de qué le tengo que hablar». Hernán Lorenzino: «Y usted sabe qué es lo que le voy a contestar». Con las manos apretadas en un diplomático saludo, los ministros de Economía de España y de la Argentina mantuvieron en esta ciudad el jueves el único e informal encuentro, hasta ahora, entre los dos países luego de la decisión de nacionalizar YPF.
Los dos funcionarios se cruzaron en la planta baja del edificio 1 del FMI, durante un cóctel organizado por el Gobierno de México para presentar la próxima cumbre de presidentes y jefes de Gobierno del G-20 en Los Cabos. Sonrientes y sin mayores signos de conflicto, entendieron que la oportunidad no habilitaba mayores discusiones y que en definitiva «nadie tiene que arruinar la fiesta de otro», según reflexionaba un integrante de la delegación argentina al escuchar el momento clave en que Lorenzino y De Guindos cruzaron miradas y saludos. Obviamente el encuentro era seguido de cerca por los otros ministros, ya enterados abiertamente de la situación entre ambos países, en especial a partir del lobby español para sancionar en el Banco Mundial a la Argentina con menos créditos. En esos momentos, la intención española era que el país recibiera un severo reto institucional de parte del FMI, el Banco Mundial y el G-20, contra la decisión de nacionalizar la petrolera. No pudo ser. Las frenéticas y múltiples negociaciones que el equipo económico argentino mantuvo desde el jueves hasta ayer impidieron que cualquiera de los tres tomaran como propias las presiones españolas, y en todo momento describieron el caso de la nacionalización de YPF como una cuestión «bilateral».
Según la propia definición de De Guindos, con Lorenzino son viejos amigos. «Nos encontramos siempre en las reuniones del G-20, y siempre tuvimos buena relación, es una buena persona», dijo el ministro español a este diario, con una sonrisa, luego de una conferencia de prensa el sábado en el edificio principal del FMI.
El encuentro del G-20 fue organizado especialmente aprovechando la presencia múltiple de funcionarios que concurrían a la reunión conjunta del FMI y el BM. En el salón Este, donde se sirvió el cóctel que antecedió a un almuerzo con comida mexicana, miraban de reojo el encuentro entre los dos ministros el secretario de Tesoro, Timothy Geithner; la titular del FMI, Christine Lagarde; el ministro de Hacienda brasileño, Guido Mantega; el mexicano José Antonio Meade y el francés Françoise Baroin.
Para ese momento, Lorenzino ya había cerrado una señal que se conocería el viernes: para el FMI, el tema YPF es una cuestión bilateral que no debe ser discutida en el organismo. La decisión la confirmaría luego el viernes Nicolás Eyzaguirre, el chileno que ocupa el cargo de director general para el Hemisferio Occidental del Fondo, y que en otras oportunidades no tuvo reparos en criticar abiertamente a la Argentina, por ejemplo, en sus mediciones inflacionarias desde el INDEC.
Lorenzino obtuvo igualmente otra noticia. Fue cuando Agustín Carstens, el gobernador del Banco de México, confirmó que el tema YPF será necesariamente tratado en la cumbre de Los Cabos, pero por un motivo inapelable. Sucede que España será uno de los tres países especialmente invitados para la ocasión pese a no pertenecer al G-20, junto con Colombia y Chile. Esto quiere decir que, inevitablemente, el jefe de Gobierno español, Mariano Rajoy, tendrá su oportunidad para hablar a los presentes y desplegar todas sus críticas. Rajoy intentará, además, que haya una mención sobre el tema cuando tenga que exponer el representante de la Unión Europea, que como bloque tiene su sillón fijo en las cumbres del G-20. Igualmente el Gobierno de Cristina de Kirchner estará a salvo de que la cuestión figure en el documento final de la cumbre, ya que para que esto ocurra debe haber unanimidad de todos los miembros. Por este mismo motivo, por ejemplo, la Argentina no pudo incluir una declaración de condena a Gran Bretaña (también integrante del G-20) por el conflicto de las islas Malvinas.
Así, ni el FMI, ni el Banco Mundial ni el G-20 considerarán el caso YPF. El ministro Lorenzino debió invertir varias horas (cuatro con Meade para aplacar las primeras iras mexicanas), explicando la posición argentina.
¿Y? ¿Nos caemos del mundo o no nos caemos del mundo?
Gilipollasssss…