La Semana de la Industria -actividad que celebró ayer su día- llegó este año en el contexto de un repunte reciente registrado en casi todas las ramas, tras un 2016 que había cerrado con una caída superior al 4%. La reactivación, que excluye al rubro textil, se da aun cuando se sigue hablando del alto «costo argentino». Ese costo, según reclaman empresarios y reconocen los funcionarios, revela que están pendientes, entre otras varias tareas, la reforma impositiva, varias obras de infraestructura y un avance en la simplificación de la vida empresarial.
A ese escenario se suma que, mientras desde el Gobierno destacan como estrategia fundamental la búsqueda de una integración inteligente al mundo (en el caso de los autos, la situación de Brasil pone el hallazgo de nuevos mercados como una meta central), la decisión reciente de Estados Unidos respecto de imponer elevados aranceles (de hasta 64%) para el ingreso de biodiésel proveniente de nuestro país, abrió un desafío adicional.
«Por la magnitud que tuvo, la medida ha puesto a la política de Estados Unidos en una posición de offside con la Argentina, y quedamos en mejores condiciones para negociar otras cosas», dijo el ministro de Producción, Francisco Cabrera, en un diálogo que mantuvo con LA NACION, acompañado por los funcionarios de su equipo dedicados al área fabril: el secretario de Industria, Martín Etchegoyen; el subsecretario de Industria, Fernando Grasso, y el subsecretario de Gestión Productiva, Sergio Drucaroff.
Más allá de ese caso, por el que la Argentina pidió el lunes pasado un «acuerdo de suspensión» ante el Departamento de Comercio de Estados Unidos, Cabrera defendió las negociaciones comerciales y apuntó que vender bienes a ese país ayuda a abrir otros mercados.
Los funcionarios desestimaron también que el problema de la industria textil -donde la producción cayó, en forma interanual, un 3% en julio y un 12,9% en los primeros siete meses del año- sea la importación de mercadería. Como una medida de incentivo para ese rubro, Cabrera dijo que se enviará un proyecto de ley al Congreso que buscará reducir las contribuciones patronales, en promedio un 20%. «Es uno de los sectores con mayor informalidad y en la actividad de confecciones, el 70% de los trabajadores está en negro», afirmó.
En julio pasado y en comparación con igual mes de 2016, la actividad industrial mostró, para el conjunto de los rubros, una variación positiva de 5,9%, según el informe del Indec. Los datos de empleo en el sector, dados a conocer esta semana por el Ministerio de Trabajo, siguen mostrando en cambio una caída: en junio hubo un 2,7% menos de asalariados fabriles que un año atrás, y los funcionarios admiten que la recuperación llevará más tiempo, porque con la mayor actividad, las primeras decisiones llevan a extender las jornadas de trabajo de quienes ya están ocupados.
Cabrera dijo que próximamente habrá dos nuevos anuncios de inversión en la industria automotriz y afirmó que será renovado el acuerdo por Precios Cuidados -la vigencia del actual cae el miércoles próximo-, aunque no anticipó cuál será el porcentaje de modificación de los valores. También sostuvo que de las inversiones productivas anunciadas desde el inicio de la gestión, por un monto de US$ 70.000 millones, están en ejecución US$ 44.000 millones.
-¿Cuándo podría reactivarse la industria textil y cómo influyen las importaciones, que generan quejas de la Unión Industrial?
Francisco Cabrera: -Cuando se evalúa la situación respecto del consumo, el sector textil ha caído. Tradicionalmente son las marcas las que importan para completar su oferta; eso es natural, pero ante la caída del consumo hay sectores que se quejan. La verdad es que se ha hecho un buen trabajo contra el contrabando: cuando se comparan las toneladas traídas en 2015 y en 2016 hubo un aumento de 7%, pero según la Fundación ProTejer, cuando se considera lo que había de contrabando da una caída de 16%.
Martín Etchegoyen: -Es de los sectores a los que más les cuesta recuperarse, porque es donde el consumo se ha retrasado más. En términos de productos finales, el mercado textil local es de US$ 6000 millones y sólo en Chile en los últimos 12 meses se compró por US$ 1200 millones, y hay que sumar Miami y otros destinos.
F. C.: -Nadie cree que el verdadero problema sea la importación; por supuesto que afecta a algunas compañías, pero en términos agregados, el verdadero problema es el consumo y el precio de la indumentaria en el país.
-¿Y eso es a su vez un problema de los costos internos?
F. C.: -De todo el costo argentino, que incluye impuestos, logística, capital, acceso a la tecnología, burocracia. Sobre eso tenemos que trabajar, y todos los días solucionamos algo.
M. E.: -En años anteriores hubo además un stockeo de mercaderías por compras con el dólar a 9 pesos, cuando todos sabíamos que en realidad valía 12 pesos. Eso tuvo un efecto al comparar los números de 2016. Hay que ver de qué se hablaba en la industria en 2015: desdoblamiento del tipo de cambio, falta de reintegros, derechos de exportación, de no poder girar divisas. Esa era la agenda; 2016 fue un año duro, pero no hubo más desdoblamiento del tipo de cambio; se habilitó un plazo de hasta 10 años para liquidar exportaciones; se quitó la retención de 5% a las exportaciones de la industria. En los primeros siete meses de 2017 crecieron las exportaciones industriales por primera vez desde 2011. En lo impositivo y por la ley de pequeñas y medianas empresas, las pymes industriales se beneficiaron en $ 1300 millones [por compensar el impuesto al cheque y descontar inversiones de Ganancias]. Hoy la agenda es la de verdad, y cuando se dice que la presión impositiva es alta o que hay que mejorar la logística, es verdad; tenemos que seguir bajando costos.
-Un tema de costos que se sumó en 2016 es la suba de tarifas de gas y electricidad, ¿cómo impactó?
M. E.: -Hubo un cambio de agenda, porque antes muchas compañías pensaban si iban a invertir o no, porque no sabían si iban a tener energía. Obviamente que hubo un impacto en la actividad de la industria en 2016.
-¿Hubo cierres por eso?
M. E.: -No, cierres, no. Hubo algunos casos, particularmente en sectores llamados electrointensivos, para los cuales dispusimos una reducción de tarifas que llegó hasta el 20%. Eso amortiguó muchísimo el impacto. Y se creó un fondo para ayudar a compañías con situación crítica.
-En una entrevista con LA NACION, Joachim Maier, presidente de Adefa, que agrupa a las automotrices, dijo que no hubo aún ninguna reforma estructural para mejorar la competitividad.
F. C.: -No, no, no. Está absolutamente equivocado el presidente de Mercedes-Benz. Si le parece que no es una reforma estructural profunda haber unificado el tipo de cambio, haber cambiado las reglas de la integración al mundo, haber sacado las DJAI, tener un mercado de cambio libre, entonces no sé dónde vive. Estoy de acuerdo en que aún no se hicieron modificaciones en Ingresos Brutos, pero hay, por ejemplo, una ley de autopartes que promueve a las empresas locales. Si hay un sector que atrajo inversiones es el automotor.
-Más del 60% de los autos que se venden en el país son importados y no de fabricación local, ¿eso es hoy un problema?
F. C.: -Al hablar de industria, lo importante es cuántos autos se hacen. Yo estoy muy contento con lo que se fabrica, lo que se vende, lo que se invierte, y con el acceso a mercados.
M. E.: -La Argentina es un mercado potencial de 1,2 millones de autos por año, 1 millón es muy buen mercado y 850.000 también, visto de dónde venimos, y ese el número al que probablemente se llegue este año. Una gran porción no puede abastecerse con lo local, porque tendrías que tener muchas terminales y líneas de producción con escala baja. El país se tiene que especializar. España fabrica 3 millones y tiene un mercado de un millón, en el que la participación de lo local es del 40%. El mercado argentino está muy bien y el brasileño, estancado. La participación de importados en 2011 era igual, pero se le vendía mucho a Brasil y no se hablaba entonces de eso.
Fernando Grasso: -Para que sea viable la inversión para fabricar un auto con una plataforma competitiva, hay que hablar de 80.000 o 100.000 autos por año de un modelo. Hoy todos los sectores se transforman e invierten, incluso el textil, porque con muchos años de economía cerrada, los propios empresarios dejan de hacer gimnasia y queda la necesidad de inversiones y mejorar los procesos.
-¿Qué lectura hacen de lo ocurrido en el caso del biodiésel y el arancel puesto por EE.UU.?
F. C.: -Fue una sorpresa la magnitud del arancel. Sabíamos que iba a haber un arancel preliminar y luego, una negociación entre privados, pero este arancel al ser tan alto no incentiva al sector privado americano a sentarse a discutir. Pensábamos que iba a estar en alrededor de 23%. Presentamos la queja formal y el secretario de Comercio de EE.UU. me dijo que tomaría riendas en el asunto.
-¿Qué pasa si no se avanza y no se logra un mercado alternativo?
F. C.: -Tenemos que seguir defendiendo la exportación de biodiésel en un mundo que va a privilegiar las energías renovables. Desde lo económico, si no se exporta biodiésel se exportará aceite de soja, con un precio muy parecido.
-¿Cuándo se concretará el ingresos de carne porcina de EE.UU.?
F. C.: -Falta acordar temas del protocolo sanitario. Es positivo cualquier acuerdo por productos agrícolas, porque les permite a ellos colocar productos aquí, y a nosotros allí. Nos interesa EE.UU. como comprador, porque eso abre otros mercados.
-¿Qué opinan de que Entre Ríos, Santa Fe y Córdoba analicen barreras propias para esa carne?
F. C.: -No me parece ni mal ni bien; si lo quieren hacer, está bien, pero no creo que tengan controles sanitarios más rigurosos que los ya aplicados.
-¿Cómo ven el valor del dólar?
F. C.: -El tipo de cambio va a estar estable por mucho tiempo y el foco de competitividad deberá ponerse en otros temas.
M. E.: -Si se piensa en ganancias de competitividad por el tipo de cambio como en el pasado, se va mal. Tenemos un plan productivo de ocho ejes: el acceso al financiamiento, la mejora de la infraestructura, los cambios impositivos, el desarrollo tecnológico, la simplificación de trámites, los acuerdos de competitividad, la defensa de la competencia y la integración inteligente al mundo.
F. C.: -Es una visión antiquísima pensar que cualquier integración al mundo primarizaría nuestra economía. El país seguirá haciendo autos porque es muy productivo desde lo industrial. Me pueden decir que los autos son caros: eso es por el caos de costos. Pero la Argentina puede ser muy productiva, no hay razón para que no lo sea.
El equipo de industria
Francisco Cabrera
Ministro de Producción
Profesión
Ingeniero
Ocupación anterior
Ministro de Desarrollo (GCBA)
Fernando Grasso
Subsecretario de Industria
Profesión
Lic. en Economía
Ocupación anterior
Economista de Adimra
Martín Etchegoyen
Secretario de Industria
Profesión
Lic. en Administración
Ocupación anterior
Director de la Unión Industrial
Sergio Drucaroff
Subs. de Gestión Productiva
Profesión
Lic. en Economía
Ocupación anterior
Jefe del Dpto. Pyme (UIA Joven)
A ese escenario se suma que, mientras desde el Gobierno destacan como estrategia fundamental la búsqueda de una integración inteligente al mundo (en el caso de los autos, la situación de Brasil pone el hallazgo de nuevos mercados como una meta central), la decisión reciente de Estados Unidos respecto de imponer elevados aranceles (de hasta 64%) para el ingreso de biodiésel proveniente de nuestro país, abrió un desafío adicional.
«Por la magnitud que tuvo, la medida ha puesto a la política de Estados Unidos en una posición de offside con la Argentina, y quedamos en mejores condiciones para negociar otras cosas», dijo el ministro de Producción, Francisco Cabrera, en un diálogo que mantuvo con LA NACION, acompañado por los funcionarios de su equipo dedicados al área fabril: el secretario de Industria, Martín Etchegoyen; el subsecretario de Industria, Fernando Grasso, y el subsecretario de Gestión Productiva, Sergio Drucaroff.
Más allá de ese caso, por el que la Argentina pidió el lunes pasado un «acuerdo de suspensión» ante el Departamento de Comercio de Estados Unidos, Cabrera defendió las negociaciones comerciales y apuntó que vender bienes a ese país ayuda a abrir otros mercados.
Los funcionarios desestimaron también que el problema de la industria textil -donde la producción cayó, en forma interanual, un 3% en julio y un 12,9% en los primeros siete meses del año- sea la importación de mercadería. Como una medida de incentivo para ese rubro, Cabrera dijo que se enviará un proyecto de ley al Congreso que buscará reducir las contribuciones patronales, en promedio un 20%. «Es uno de los sectores con mayor informalidad y en la actividad de confecciones, el 70% de los trabajadores está en negro», afirmó.
En julio pasado y en comparación con igual mes de 2016, la actividad industrial mostró, para el conjunto de los rubros, una variación positiva de 5,9%, según el informe del Indec. Los datos de empleo en el sector, dados a conocer esta semana por el Ministerio de Trabajo, siguen mostrando en cambio una caída: en junio hubo un 2,7% menos de asalariados fabriles que un año atrás, y los funcionarios admiten que la recuperación llevará más tiempo, porque con la mayor actividad, las primeras decisiones llevan a extender las jornadas de trabajo de quienes ya están ocupados.
Cabrera dijo que próximamente habrá dos nuevos anuncios de inversión en la industria automotriz y afirmó que será renovado el acuerdo por Precios Cuidados -la vigencia del actual cae el miércoles próximo-, aunque no anticipó cuál será el porcentaje de modificación de los valores. También sostuvo que de las inversiones productivas anunciadas desde el inicio de la gestión, por un monto de US$ 70.000 millones, están en ejecución US$ 44.000 millones.
-¿Cuándo podría reactivarse la industria textil y cómo influyen las importaciones, que generan quejas de la Unión Industrial?
Francisco Cabrera: -Cuando se evalúa la situación respecto del consumo, el sector textil ha caído. Tradicionalmente son las marcas las que importan para completar su oferta; eso es natural, pero ante la caída del consumo hay sectores que se quejan. La verdad es que se ha hecho un buen trabajo contra el contrabando: cuando se comparan las toneladas traídas en 2015 y en 2016 hubo un aumento de 7%, pero según la Fundación ProTejer, cuando se considera lo que había de contrabando da una caída de 16%.
Martín Etchegoyen: -Es de los sectores a los que más les cuesta recuperarse, porque es donde el consumo se ha retrasado más. En términos de productos finales, el mercado textil local es de US$ 6000 millones y sólo en Chile en los últimos 12 meses se compró por US$ 1200 millones, y hay que sumar Miami y otros destinos.
F. C.: -Nadie cree que el verdadero problema sea la importación; por supuesto que afecta a algunas compañías, pero en términos agregados, el verdadero problema es el consumo y el precio de la indumentaria en el país.
-¿Y eso es a su vez un problema de los costos internos?
F. C.: -De todo el costo argentino, que incluye impuestos, logística, capital, acceso a la tecnología, burocracia. Sobre eso tenemos que trabajar, y todos los días solucionamos algo.
M. E.: -En años anteriores hubo además un stockeo de mercaderías por compras con el dólar a 9 pesos, cuando todos sabíamos que en realidad valía 12 pesos. Eso tuvo un efecto al comparar los números de 2016. Hay que ver de qué se hablaba en la industria en 2015: desdoblamiento del tipo de cambio, falta de reintegros, derechos de exportación, de no poder girar divisas. Esa era la agenda; 2016 fue un año duro, pero no hubo más desdoblamiento del tipo de cambio; se habilitó un plazo de hasta 10 años para liquidar exportaciones; se quitó la retención de 5% a las exportaciones de la industria. En los primeros siete meses de 2017 crecieron las exportaciones industriales por primera vez desde 2011. En lo impositivo y por la ley de pequeñas y medianas empresas, las pymes industriales se beneficiaron en $ 1300 millones [por compensar el impuesto al cheque y descontar inversiones de Ganancias]. Hoy la agenda es la de verdad, y cuando se dice que la presión impositiva es alta o que hay que mejorar la logística, es verdad; tenemos que seguir bajando costos.
-Un tema de costos que se sumó en 2016 es la suba de tarifas de gas y electricidad, ¿cómo impactó?
M. E.: -Hubo un cambio de agenda, porque antes muchas compañías pensaban si iban a invertir o no, porque no sabían si iban a tener energía. Obviamente que hubo un impacto en la actividad de la industria en 2016.
-¿Hubo cierres por eso?
M. E.: -No, cierres, no. Hubo algunos casos, particularmente en sectores llamados electrointensivos, para los cuales dispusimos una reducción de tarifas que llegó hasta el 20%. Eso amortiguó muchísimo el impacto. Y se creó un fondo para ayudar a compañías con situación crítica.
-En una entrevista con LA NACION, Joachim Maier, presidente de Adefa, que agrupa a las automotrices, dijo que no hubo aún ninguna reforma estructural para mejorar la competitividad.
F. C.: -No, no, no. Está absolutamente equivocado el presidente de Mercedes-Benz. Si le parece que no es una reforma estructural profunda haber unificado el tipo de cambio, haber cambiado las reglas de la integración al mundo, haber sacado las DJAI, tener un mercado de cambio libre, entonces no sé dónde vive. Estoy de acuerdo en que aún no se hicieron modificaciones en Ingresos Brutos, pero hay, por ejemplo, una ley de autopartes que promueve a las empresas locales. Si hay un sector que atrajo inversiones es el automotor.
-Más del 60% de los autos que se venden en el país son importados y no de fabricación local, ¿eso es hoy un problema?
F. C.: -Al hablar de industria, lo importante es cuántos autos se hacen. Yo estoy muy contento con lo que se fabrica, lo que se vende, lo que se invierte, y con el acceso a mercados.
M. E.: -La Argentina es un mercado potencial de 1,2 millones de autos por año, 1 millón es muy buen mercado y 850.000 también, visto de dónde venimos, y ese el número al que probablemente se llegue este año. Una gran porción no puede abastecerse con lo local, porque tendrías que tener muchas terminales y líneas de producción con escala baja. El país se tiene que especializar. España fabrica 3 millones y tiene un mercado de un millón, en el que la participación de lo local es del 40%. El mercado argentino está muy bien y el brasileño, estancado. La participación de importados en 2011 era igual, pero se le vendía mucho a Brasil y no se hablaba entonces de eso.
Fernando Grasso: -Para que sea viable la inversión para fabricar un auto con una plataforma competitiva, hay que hablar de 80.000 o 100.000 autos por año de un modelo. Hoy todos los sectores se transforman e invierten, incluso el textil, porque con muchos años de economía cerrada, los propios empresarios dejan de hacer gimnasia y queda la necesidad de inversiones y mejorar los procesos.
-¿Qué lectura hacen de lo ocurrido en el caso del biodiésel y el arancel puesto por EE.UU.?
F. C.: -Fue una sorpresa la magnitud del arancel. Sabíamos que iba a haber un arancel preliminar y luego, una negociación entre privados, pero este arancel al ser tan alto no incentiva al sector privado americano a sentarse a discutir. Pensábamos que iba a estar en alrededor de 23%. Presentamos la queja formal y el secretario de Comercio de EE.UU. me dijo que tomaría riendas en el asunto.
-¿Qué pasa si no se avanza y no se logra un mercado alternativo?
F. C.: -Tenemos que seguir defendiendo la exportación de biodiésel en un mundo que va a privilegiar las energías renovables. Desde lo económico, si no se exporta biodiésel se exportará aceite de soja, con un precio muy parecido.
-¿Cuándo se concretará el ingresos de carne porcina de EE.UU.?
F. C.: -Falta acordar temas del protocolo sanitario. Es positivo cualquier acuerdo por productos agrícolas, porque les permite a ellos colocar productos aquí, y a nosotros allí. Nos interesa EE.UU. como comprador, porque eso abre otros mercados.
-¿Qué opinan de que Entre Ríos, Santa Fe y Córdoba analicen barreras propias para esa carne?
F. C.: -No me parece ni mal ni bien; si lo quieren hacer, está bien, pero no creo que tengan controles sanitarios más rigurosos que los ya aplicados.
-¿Cómo ven el valor del dólar?
F. C.: -El tipo de cambio va a estar estable por mucho tiempo y el foco de competitividad deberá ponerse en otros temas.
M. E.: -Si se piensa en ganancias de competitividad por el tipo de cambio como en el pasado, se va mal. Tenemos un plan productivo de ocho ejes: el acceso al financiamiento, la mejora de la infraestructura, los cambios impositivos, el desarrollo tecnológico, la simplificación de trámites, los acuerdos de competitividad, la defensa de la competencia y la integración inteligente al mundo.
F. C.: -Es una visión antiquísima pensar que cualquier integración al mundo primarizaría nuestra economía. El país seguirá haciendo autos porque es muy productivo desde lo industrial. Me pueden decir que los autos son caros: eso es por el caos de costos. Pero la Argentina puede ser muy productiva, no hay razón para que no lo sea.
El equipo de industria
Francisco Cabrera
Ministro de Producción
Profesión
Ingeniero
Ocupación anterior
Ministro de Desarrollo (GCBA)
Fernando Grasso
Subsecretario de Industria
Profesión
Lic. en Economía
Ocupación anterior
Economista de Adimra
Martín Etchegoyen
Secretario de Industria
Profesión
Lic. en Administración
Ocupación anterior
Director de la Unión Industrial
Sergio Drucaroff
Subs. de Gestión Productiva
Profesión
Lic. en Economía
Ocupación anterior
Jefe del Dpto. Pyme (UIA Joven)