Frases que resonaron en el Foro Social

El Foro Social Mundial, que este año ha vuelto al estado brasileño de Río Grande do Sul, acabará pasado mañana. En el camino ha dejado un mensaje claro en contra de lo que dio en llamarse el “capitalismo verde”. En este foro creado en 2001 por impulso del ahora gobernante Partido de los Trabajadores (PT), entre otras organizaciones políticas y sociales, participó el pasado jueves el la presidenta de Brasil, Dilma Rousseff. Ayer, Juan Arias contó con claridad por qué la jefa de Estado prefirió ir a este encuentro y no al Foro Económico Mundial de Davos, Suiza. Aquí recordamos algunas de las declaraciones que dejó la líder brasileña en Porto Alegre y las de otros de los expositores en cuestiones que afectan a la economía.
Rousseff opinó que la crisis financiera internacional “no paró de agravarse”, pero en Latinoamérica “fueron construyéndose propuestas progresistas y democráticas con importantes transformaciones económicas, sociales y políticas”. “Nuestros países crecen y reducen la pobreza y la desigualdad social, mientras en otras regiones aumenta la desigualdad, la exclusión y avanza la estagnación. No cedemos la soberanía frente a potencias o agencias calificadoras de riesgo”, destacó Rousseff, antes de congraciarse por el progreso de Brasil en los últimos nueve años de Gobierno del PT: “Somos un país más justo, más desarrollado y más respetado. Un país que convive armónicamente y quiere construir con los países de América del Sur, de América Central y del Caribe un polo de desarrollo para el mundo”.
De todos modos, la jefa de Estado brasileña admitió: “No es fácil producir nuevas ideas y alternativas cuando estamos dominados por preconceptos políticos e ideológicos”. En una clara alusión a la actualidad europea, Rousseff soltó: “Conocemos bien esa historia. En los años 80 y 90, esos preconceptos impusieron en América Latina modelos conservadores que profundizaron la pobreza, el desempleo, la exclusión social y la recesión”. Señaló que se ciernen en el mundo «peligrosas amenazas» como el paro, la xenofobia y la paralización de las negociaciones para la reducción del calentamiento global. «La disonancia entre la voz de los mercados y la voz de las calles parece aumentar cada vez más en los países desarrollados, poniendo en riesgo no solo conquistas sociales, sino la propia democracia», denunció la jefa de Estado.
La presidenta brasileña se refirió a la Conferencia de la ONU sobre Desarrollo Sustentable Río+20, que se celebrará en Río de Janeiro en junio: “Debe ser un momento importante de renovación de ideas para que la palabra desarrollo sea crecer, proteger, incluir y conservar, articulando el crecimiento y la generación de empleo, la erradicación de la pobreza y la ampliación de derechos en medio de la preservación de los recursos ambientales”. Fue en el tema ambiental, precisamente, en el que Rousseff recibió las críticas de participantes en el foro por la construcción de la hidroeléctrica de Belo Monte, la tercera más grande del mundo, en la Amazonia.
En el público del gimnasio Gigantinho, entre los 4.000 asistentes, el exembajador de Bolivia ante la ONU Pablo Solón tomó la palabra frente a Rousseff: «Señora hermana presidenta Dilma: tenemos que cambiar el modelo consumista, porque el planeta tiene límites y el capitalismo los pasó todos. El capitalismo actual y el capitalismo futuro pintado de verde están poniendo en riesgo a todo el planeta». Criticó el capitalismo verde porque «eso convertirá a la naturaleza en una mercancía y llevará a la privatización del medio ambiente» por medio del comercio de las tecnologías, las licencias y los servicios ambientales, sin atacar el actual modelo de producción y consumo. Solón atacó a los países que dejan la economía verde en manos del sector privado por una supuesta falta de recursos financieros en tiempos de crisis: «Dicen que no hay dinero, pero es mentira. Basta con invertir el gasto militar en la defensa de la naturaleza». El diplomático boliviano opinó que vencer al capitalismo verde en Río+20 constituirá un «desafío mucho mayor» que la lucha contra el Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA), la iniciativa promovida por Estados Unidos que naufragó en la Cumbre de las Américas de Mar del Plata en 2005.
En otra de las miles de actividades del Foro Social, la exrival de Rousseff en las últimas elecciones presidenciales brasileñas y líder ambientalista, Marina Silva, criticó la propuesta de base de Río+20 porque «prioriza la dimensión económica». «Vivimos una crisis económica que precisa ser solucionada, una crisis ambiental, también una crisis social y una de valores, donde las enormes pérdidas acumuladas son compartidas por muchos y los beneficios, por pocos. El mundo no resiste el padrón de consumo y producción actuales», se quejó Silva. Nicola Bullard, activista de la organización Focus on the Global South, el concepto de «economía verde» que la ONU pretende introducir en Río+20 «tiene que ver con más expansión del capitalismo y la acumulación de beneficios».
«El capitalismo está en crisis y no es la economía verde la que pondrá fin a esa situación», opinó Pedro Torres, miembro de la campaña de clima y energía de Greenpeace. Se mostró con “pocas esperanzas” para la cumbre de junio porque «no se tocará el problema de fondo, que es un modelo equivocado» de producción y consumo.
Hasta Porto Alegre llegó la protesta de los argentinos contra la minería a cielo abierto. «La población de (la provincia) de La Rioja (noroeste de Argentina) está hoy movilizada contra la construcción de una mina a cielo abierto para extraer oro, plata y cobre», afirmó el Movimiento Socialista de los Trabajadores (MST), que pidió solidaridad con esta reclamación. «El Gobierno de Cristina Fernández, como antes el de su marido Néstor Kirchner, ha profundizado el modelo de saqueo y contaminación de las megamineras que diseñó el Gobierno neoliberal de (Carlos) Menem en la década de 1990″, atacó el MST. “Las consecuencias sobre la salud de la población serán gigantes. Se utilizará cianuro en toneladas, que terminarán como residuos y contaminarán el agua potable a la que acceden los pueblos», añadió ese pequeño partido de izquierda. Las masivas protestas en La Rioja en las últimas tres semanas en contra la minería a cielo abierto han llevado a que el gobernador de esa provincia, el kirchnerista Luis Beder Herrera, anunciara ayer que el polémico proyecto de explotación del cerro Famatina se paralizará mientras la población se oponga a él y mientras usa el tiempo para explicarle los efectos beneficios de la iniciativa. Un día antes, 10.000 riojanos habían marchado en la capital provincia pidiendo su renuncia. Una de las líderes antimineras, Carina Díaz Moreno, ha dicho a El País que continuarán bloqueando el camino a la mina hasta que se rescinda el contrato de explotación. Mientras tanto, en una provincia vecina, Catamarca, la Policía detuvo el pasado jueves a 10 manifestantes antimineros que interrumpían el tránsito en oposición a otro yacimiento, el de Bajo la Alumbrera.
Otros participantes del foro defendieron las posiciones ambientales del Gobierno anfitrión de Río+20. Eron Bezerra, diputado del estado de Amazonia por el Partido Comunista de Brasil (PCdoB), que integra la coalición en el poder, criticó a los grupos sociales que defienden la creación de «santuarios ecológicos», en los que los recursos naturales no son aprovechados, y abogó por su «uso responsable». Incluso acusó a los países ricos de estar detrás de esas posiciones ecologistas para impedir el desarrollo del mundo pobre. Bezerra opinó que el desarrollo solo es posible con sostenibilidad y viceversa, y propuso que el debate se centrara en la reducción del impacto ambiental del aprovechamiento de la naturaleza y en la creación de alternativas. Su correligionario Aldo Arantes, secretario nacional de Medio Ambiente del PCdoB, advirtió de que la crisis financiera internacional expone los límites del sistema económico vigente y frente a ello abogó por que la izquierda asuma con firmeza la tesis de proteger el ecosistema. Ana Elisa Osorio, diputada del gobernante Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), también defendió la «explotación sustentable» de recursos naturales y llamó a desarrollar la “capacidad única en el mundo” con la que cuenta América Latina en “energías renovables».
Por fuera del asunto ambiental, en una mesa titulada “Hacia un nuevo periodo histórico”, el sociólogo venezolano Egdardo Lander denunció una hegemonía del capital financiero, que impone su programa por medio de las agencias calificadoras de riesgo y que amenaza con desmontar el Estado de bienestar. «Los padrones de profunda desigualdad son grotescos y crecientes. No importa desde qué ángulo se mire, si es de acceso al agua, de expectativa de vida o de mortalidad infantil. Si no nos planteamos el tema de la desigualdad, no resolveremos los problemas», advirtió Lander.
Gustave Massiah, representante del Consejo Internacional del Foro Social, opinó que la lucha mundial contra el neoliberalismo está compuesta por cuatro etapas. La primera se opuso al pago de la deuda pública en los países periféricos en la década de 1980. La segunda, en los 90, se rebeló contra el desempleo y el libre comercio. La tercera comenzó con el Foro Social Mundial y se libró contra la hegemonía del capital financiero y la desigualdad que trajo acarreada, según Massiah, y la última comenzó con las revueltas que se iniciaron en Túnez hace un año.
Los indignados españoles también se hicieron presentes en el foro. «No somos mercancías en manos de políticos y banqueros», expuso Jorge Sánchez, que había participado en las protestas en la Plaza Catalunya de Barcelona. «Indignados nace de 15 años en los que el Estado del bienestar despolitizó a la gente joven. La clase política dejó de hacer política para el pueblo, los sindicatos no hicieron gestión para los trabajadores. Y llegamos a un 50% de paro entre los jóvenes, que se ven sin oportunidad», agregó Sánchez. Su compañera Ester Vivas explicó que los une “una crítica rotunda a un sistema y clase políticos supeditados al poder de las finanzas y los bancos». Un veterano activista del Foro Social de Austria, el filósofo Leo Gabriel, les respondió: «Estamos luchando desde hace años por las mismas causas».

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