Tanto el presidente Mauricio Macri como su equipo de ministros y secretarios de Estado más cercanos se mostraron muy molestos hoy al ser consultados por las noticias que llegaron anoche desde Washington: el Departamento de Comercio de los Estados Unidos finalmente decidió aplicar aranceles muy elevados, de entre 50,29% al 64,17% al biodiésel argentino tras acoger las denuncias de la industria local de que está subsidiado.
En uno de los ministerios consultados dijeron que ya tenían información de que habría una medida no favorable a los productores argentinos pero no esperaban aranceles tan elevados. «Se fueron a la mierda», dijo un funcionario. «Estamos recalientes» dijo otro.
La noticia llegó poco más de una semana después de la visita del vicepresidente Michael Pence a Buenos Aires, quien abordó esta cuestión con el presidente Macri pero después, ante los medios de prensa, evitó responder una pregunta al respecto. Además, aunque la medida es provisoria, ya que se espera que la decisión final se tome el 7 de noviembre, pocos esperan que se pueda torcer el rumbo de lo decidido y esto paralizará los embarques del biodiésel argentino a Estados Unidos, su principal mercado por un valor anual de U$S 1.200 millones. Estos ya estaban afectados desde que el National Biodiesel Board y un grupo de productores de ese país presentaron sus denuncias.
Wilbur Ross, secretario de Comercio de EE.UU.
Además de la visita de Pence, los argentinos tuvieron un último ámbito especial para hablar del tema. Fue durante la reciente visita a Washington del ministro de Agricultura Ricardo Buryaile; del secretario de Relaciones Económicas Internacionales de la Cancillería, Horacio Reyser, y del secretario de Comercio Miguel Braun. Todos sabían que ayer habría novedades pero no se esperaban semejante nivel de aranceles. «El monto de los derechos superiores al 50% no se corresponde con ningún tipo de investigación objetiva ni metodología aceptable desde el punto de vista de las normas de la OMC», dijeron aquí.
«El aumento de los derechos compensatorios está basado fundamentalmente en la errónea concepción de que los derechos de exportación impuestos a la soja constituyen un subsidio al productor de biodiésel», señaló una fuente de la Cancillería mientras se evalúa el tono de la respuesta oficial que se conocerá en las próximas horas. «A nivel comercial multilateral está firmemente establecido que un diferencial de derechos de exportación no constituye subsidio», agregaron.
Y señalaron que considerar como subsidios políticas argentinas -como préstamos a tasas de mercado otorgados por el Banco de la Nación Argentina, exenciones impositivas previstas por leyes provinciales y tasas municipales por servicios prestados a las empresas- «no tiene asidero alguno», y esperan que se «revea la medida».
En Presidencia y en todos los ministerios involucrados (Cancillería, Agricultura y Producción) señalaron que confiaban en que la Comisión de Comercio Internacional constate la inexistencia de daño alguno a la industria estadounidense. «Vamos a continuar realizando todos los esfuerzos necesarios para asegurar la continuidad del flujo de exportaciones argentinas de biodiésel. Con la vocación de diálogo y de solución de conflictos de siempre», dicen en el ministerio que conduce actualmente Jorge Faurie.
Macri en Washington, el 27 de abril, con Donald Trump
Pero las señales desde Washington no son promisorias. Anoche, el presidente interino del Renewable Energy Group, Randy Howard consideró la decisión de aumentar los aranceles para Argentina -también lo sufrirá Indonesia- como una «victoria para la manufactura estadounidense y la creación de empleos» en su país. Es decir, la misma frase que Donald Trump usó para su campaña presidencial. «El Departamento de Comercio fue justo con los productores de biodiésel nivelando en contra el biocombustible que estaba injustamente subsidiado. Y con esta ‘crítica circunstancia’ contra la Argentina, el gobierno estadounidense impuso una fuerte señal de que estas prácticas comerciales no deben continuar», dijo.
Ayer la prensa en EE.UU. señaló que al considerar el Departamento de Comercio que las importaciones argentinas eran de «crítica circunstancia» había una situación favorable a que los derechos de importación se consideraran retroactivos incluso a mayo. Los depósitos de los nuevos derechos aduaneros, según esta información, deberán ser hechos a partir de que el Registro Federal lo oficialice, en la semana del 28 de agosto aproximadamente, según indican desde Washington.
En cambio en Buenos Aires, el titular de la Cámara Argentina de Biocombustibles, Luis Zubizarreta, alertó que este duro golpe tendrá dos impactos. «Uno gravísimo para la industria, porque la mayoría de nuestras exportaciones iban a ese destino; otro, en toda la cadena económica más importante de Argentina, que es la de la agroindustria, y, sobre todo, la cadena de la soja, porque el biodiésel se produce con ella».
En uno de los ministerios consultados dijeron que ya tenían información de que habría una medida no favorable a los productores argentinos pero no esperaban aranceles tan elevados. «Se fueron a la mierda», dijo un funcionario. «Estamos recalientes» dijo otro.
La noticia llegó poco más de una semana después de la visita del vicepresidente Michael Pence a Buenos Aires, quien abordó esta cuestión con el presidente Macri pero después, ante los medios de prensa, evitó responder una pregunta al respecto. Además, aunque la medida es provisoria, ya que se espera que la decisión final se tome el 7 de noviembre, pocos esperan que se pueda torcer el rumbo de lo decidido y esto paralizará los embarques del biodiésel argentino a Estados Unidos, su principal mercado por un valor anual de U$S 1.200 millones. Estos ya estaban afectados desde que el National Biodiesel Board y un grupo de productores de ese país presentaron sus denuncias.
Wilbur Ross, secretario de Comercio de EE.UU.
Además de la visita de Pence, los argentinos tuvieron un último ámbito especial para hablar del tema. Fue durante la reciente visita a Washington del ministro de Agricultura Ricardo Buryaile; del secretario de Relaciones Económicas Internacionales de la Cancillería, Horacio Reyser, y del secretario de Comercio Miguel Braun. Todos sabían que ayer habría novedades pero no se esperaban semejante nivel de aranceles. «El monto de los derechos superiores al 50% no se corresponde con ningún tipo de investigación objetiva ni metodología aceptable desde el punto de vista de las normas de la OMC», dijeron aquí.
«El aumento de los derechos compensatorios está basado fundamentalmente en la errónea concepción de que los derechos de exportación impuestos a la soja constituyen un subsidio al productor de biodiésel», señaló una fuente de la Cancillería mientras se evalúa el tono de la respuesta oficial que se conocerá en las próximas horas. «A nivel comercial multilateral está firmemente establecido que un diferencial de derechos de exportación no constituye subsidio», agregaron.
Y señalaron que considerar como subsidios políticas argentinas -como préstamos a tasas de mercado otorgados por el Banco de la Nación Argentina, exenciones impositivas previstas por leyes provinciales y tasas municipales por servicios prestados a las empresas- «no tiene asidero alguno», y esperan que se «revea la medida».
En Presidencia y en todos los ministerios involucrados (Cancillería, Agricultura y Producción) señalaron que confiaban en que la Comisión de Comercio Internacional constate la inexistencia de daño alguno a la industria estadounidense. «Vamos a continuar realizando todos los esfuerzos necesarios para asegurar la continuidad del flujo de exportaciones argentinas de biodiésel. Con la vocación de diálogo y de solución de conflictos de siempre», dicen en el ministerio que conduce actualmente Jorge Faurie.
Macri en Washington, el 27 de abril, con Donald Trump
Pero las señales desde Washington no son promisorias. Anoche, el presidente interino del Renewable Energy Group, Randy Howard consideró la decisión de aumentar los aranceles para Argentina -también lo sufrirá Indonesia- como una «victoria para la manufactura estadounidense y la creación de empleos» en su país. Es decir, la misma frase que Donald Trump usó para su campaña presidencial. «El Departamento de Comercio fue justo con los productores de biodiésel nivelando en contra el biocombustible que estaba injustamente subsidiado. Y con esta ‘crítica circunstancia’ contra la Argentina, el gobierno estadounidense impuso una fuerte señal de que estas prácticas comerciales no deben continuar», dijo.
Ayer la prensa en EE.UU. señaló que al considerar el Departamento de Comercio que las importaciones argentinas eran de «crítica circunstancia» había una situación favorable a que los derechos de importación se consideraran retroactivos incluso a mayo. Los depósitos de los nuevos derechos aduaneros, según esta información, deberán ser hechos a partir de que el Registro Federal lo oficialice, en la semana del 28 de agosto aproximadamente, según indican desde Washington.
En cambio en Buenos Aires, el titular de la Cámara Argentina de Biocombustibles, Luis Zubizarreta, alertó que este duro golpe tendrá dos impactos. «Uno gravísimo para la industria, porque la mayoría de nuestras exportaciones iban a ese destino; otro, en toda la cadena económica más importante de Argentina, que es la de la agroindustria, y, sobre todo, la cadena de la soja, porque el biodiésel se produce con ella».