Mar Del Plata. Enviado Especial – 06/01/12
Daniel Scioli trotaba en la cancha auxiliar del complejo, con la 9 naranja en la espalda, concentrado como antes de una final. Daba órdenes, arengaba, les decía ‘vamos, vamos’ a sus compañeros. En eso apareció Mauricio Macri, que se había terminado de calzar la 10 de Boca en el vestuario visitante. “Andá, andá a saludarlo, si sabés que Daniel te está esperando”, lo alentaron.
Claro que lo esperaba. Se abrazaron, se dieron un beso, se rieron como lo que son, viejos conocidos.
Scioli, que lo había invitado especialmente a jugar en Mar del Plata, le agradeció el gesto y giró rápido a pedido de los fotógrafos. Ya le corrían gotas de sudor cuando cruzó la primera chicana : Te doy la ventaja de la piedra y el cólico- le dijo No llores, no llores-, le respondió el jefe de Gobierno.
El partido de futsal, a beneficio del hospital marplatense, que La Ñata le ganó a Boca por 10 a 5 fue la excusa para que se vieran y -sobre todo- para que se mostraran juntos en pleno verano, en una Mar del Plata repleta de gente y con todos los móviles en vivo desde Punto Sur, el complejo donde se hace el torneo.
Fácil explicar el encuentro en el universo PRO: cualquier gesto de apertura , de diálogo, de referencia con otra fuerza política en principio es lo que está buscando Macri rumbo a 2015.
Más difícil, en cambio, el camino que transita Scioli . El acercamiento con Macri, se sabe, no genera más que escozor en el kirchnerismo de paladar negro. Más, se supone, en estos momentos.
“No hay que hacer lecturas con cizaña. Es un partido de fútbol”, se desentendió Scioli ante Clarín . “Estamos en espacios políticos distintos. Yo soy peronista y pertenezco al espacio que creó Néstor en 2003.
Eso no quiere decir que no haya una agenda de trabajo común con Macri , de problema comunes, como el medio ambiente, la seguridad o el transporte. La gente quiere soluciones”, dijo el gobernador bonaerense.
Macri también se ocupó de protegerlo. “Me invitó a jugar 20 veces y nunca pude, esta vez me insistió, era a beneficio, ¿qué tiene de malo? Nos conocemos hace 20 años, nuestras mujeres son amigas”, dijo.
Karina Rabolini y Juliana Awada, en las tribunas, se comentaban cosas al oído, risueñas . Antes de que la pelota comenzara a rodar habían provocado el atropello de los fotógrafos de las revistas del corazón que cubren la temporada y que les habían pedido todo tipo de poses. La más buscada: la de Rabolini con Antonia en brazos, la hija de Macri de dos meses.
Junto a las esposas de Scioli y Macri estaban varios de los funcionarios de ambos gobiernos. Los macristas Emilio Monzó y Diego Santilli (ministros de Gobierno y de Espacio Público y Medio Ambiente), el presidente de Boca, Daniel Angelici y el ex piloto de TC “Lalo” Ramos, quien suena como futuro candidato del PRO en Mar del Plata; por el lado de Scioli, el ministro de Salud, Alejandro Collia y el de la Producción, Cristian Breiteinstein.
Scioli, además, llevó hinchada: su gente copó las dos tribunas con banderas naranjas y nunca paró de alentar. Redoblantes, bombos y trompetas sonaron durante todo el juego.
¿El jefe de la hinchada? El autoproclamado rey de la carne, Alberto Samid , cuyo equipo, La Lonja de La Matanza, también participa en el torneo. Samid alentó con una simpática gorrita que rezaba: Yo creo.
Es que Scioli vivió el partido a full. Si en política, tiende a ser conciliador, moderado, quizá sorprenda su metamorfosis en una cancha de fútbol: protesta, discute a muerte con el árbitro, insulta al aire, grita cada gol como si fuera el último. Macri no es tan distinto ni política ni futbolísticamente pero al menos ayer fue menos vistoso: a los pocos minutos, cansado, pidió el cambio y siguió el partido desde el banco. Volvió a entrar más tarde, pero el resultado ya era irremontable.
Daniel Scioli trotaba en la cancha auxiliar del complejo, con la 9 naranja en la espalda, concentrado como antes de una final. Daba órdenes, arengaba, les decía ‘vamos, vamos’ a sus compañeros. En eso apareció Mauricio Macri, que se había terminado de calzar la 10 de Boca en el vestuario visitante. “Andá, andá a saludarlo, si sabés que Daniel te está esperando”, lo alentaron.
Claro que lo esperaba. Se abrazaron, se dieron un beso, se rieron como lo que son, viejos conocidos.
Scioli, que lo había invitado especialmente a jugar en Mar del Plata, le agradeció el gesto y giró rápido a pedido de los fotógrafos. Ya le corrían gotas de sudor cuando cruzó la primera chicana : Te doy la ventaja de la piedra y el cólico- le dijo No llores, no llores-, le respondió el jefe de Gobierno.
El partido de futsal, a beneficio del hospital marplatense, que La Ñata le ganó a Boca por 10 a 5 fue la excusa para que se vieran y -sobre todo- para que se mostraran juntos en pleno verano, en una Mar del Plata repleta de gente y con todos los móviles en vivo desde Punto Sur, el complejo donde se hace el torneo.
Fácil explicar el encuentro en el universo PRO: cualquier gesto de apertura , de diálogo, de referencia con otra fuerza política en principio es lo que está buscando Macri rumbo a 2015.
Más difícil, en cambio, el camino que transita Scioli . El acercamiento con Macri, se sabe, no genera más que escozor en el kirchnerismo de paladar negro. Más, se supone, en estos momentos.
“No hay que hacer lecturas con cizaña. Es un partido de fútbol”, se desentendió Scioli ante Clarín . “Estamos en espacios políticos distintos. Yo soy peronista y pertenezco al espacio que creó Néstor en 2003.
Eso no quiere decir que no haya una agenda de trabajo común con Macri , de problema comunes, como el medio ambiente, la seguridad o el transporte. La gente quiere soluciones”, dijo el gobernador bonaerense.
Macri también se ocupó de protegerlo. “Me invitó a jugar 20 veces y nunca pude, esta vez me insistió, era a beneficio, ¿qué tiene de malo? Nos conocemos hace 20 años, nuestras mujeres son amigas”, dijo.
Karina Rabolini y Juliana Awada, en las tribunas, se comentaban cosas al oído, risueñas . Antes de que la pelota comenzara a rodar habían provocado el atropello de los fotógrafos de las revistas del corazón que cubren la temporada y que les habían pedido todo tipo de poses. La más buscada: la de Rabolini con Antonia en brazos, la hija de Macri de dos meses.
Junto a las esposas de Scioli y Macri estaban varios de los funcionarios de ambos gobiernos. Los macristas Emilio Monzó y Diego Santilli (ministros de Gobierno y de Espacio Público y Medio Ambiente), el presidente de Boca, Daniel Angelici y el ex piloto de TC “Lalo” Ramos, quien suena como futuro candidato del PRO en Mar del Plata; por el lado de Scioli, el ministro de Salud, Alejandro Collia y el de la Producción, Cristian Breiteinstein.
Scioli, además, llevó hinchada: su gente copó las dos tribunas con banderas naranjas y nunca paró de alentar. Redoblantes, bombos y trompetas sonaron durante todo el juego.
¿El jefe de la hinchada? El autoproclamado rey de la carne, Alberto Samid , cuyo equipo, La Lonja de La Matanza, también participa en el torneo. Samid alentó con una simpática gorrita que rezaba: Yo creo.
Es que Scioli vivió el partido a full. Si en política, tiende a ser conciliador, moderado, quizá sorprenda su metamorfosis en una cancha de fútbol: protesta, discute a muerte con el árbitro, insulta al aire, grita cada gol como si fuera el último. Macri no es tan distinto ni política ni futbolísticamente pero al menos ayer fue menos vistoso: a los pocos minutos, cansado, pidió el cambio y siguió el partido desde el banco. Volvió a entrar más tarde, pero el resultado ya era irremontable.