«Para muchos, Mauricio Macri es ‘gente como uno’ y con eso alcanza», sostuvo el historiador Norberto Galasso, para quien el candidato a presidente de Cambiemos concentra a un electorado definido, en gran medida, por su rechazo a la experiencia peronista y a continuidad en el kirchnerismo. Galasso acaba de publicar Mauricio Macri, la vuelta al pasado, un libro que esta semana pondrá a la venta editorial Colihue. El trabajo, una biografía en clave política del alcalde porteño y su familia, se vio demorado por los problemas de salud que mantuvieron al investigador fuera de la máquina de escribir durante todo mayo y la mitad de junio. «No pude venir a la oficina», se lamentó Galass en diálogo con Tiempo Argentino.
– ¿Cómo surgió la idea de trabajar sobre un personaje que le es contemporáneo?
– Uno de los temas centrales que nos interesan a los argentinos es la burguesía nacional. Eso me ha llevado a estudiar a estos grupos económicos que se hicieron bastante fuertes durante la dictadura y que formaron una especie de oligarquía distinta de la vacuna tradicional. Fui haciendo carpetas de Bulgheroni, Pérez Companc, Techint y, entre otros, Macri. A esto se suma que se produjo el fenómeno de la candidatura de Mauricio. Entonces, me pareció que podía ser oportuno publicar este material, para provocar un elemento de debate sobre quién es Macri, quiénes son las fuerzas que se expresan a través de él y qué pasaría si llegase a ganar las elecciones.
– El libro repasa la vida de Macri y su trayectoria política. En ese recorrido, resulta interesante la figura de su padre, Franco. ¿Qué rol cumple?
– Son curiosas las diferencias que se dan entre Franco y Mauricio. Franco es de los que hacen empresas y su poder toma vigor económico durante la dictadura. Pero Franco se define como un industrial, entonces por momentos es proteccionista y no coincide en absoluto con Mauricio, que se manifestaba como liberal. Eso, junto a otros aspectos vinculados a la personalidad, da lugar a diferencias bastante apreciables entre ambos. El viejo Macri ahora va y viene de China, es una especie de intermediario de los negocios que se pueden dar con ese país. Es decir, no va a la Embajada de los Estados Unidos como su hijo.
– Entonces, ¿en qué tradición ideológico-política se inscribe la familia?
– El que terminó por jugar políticamente fue Mauricio y su posición en el terreno económico es totalmente liberal.
-¿Cómo fueron sus años de juventud?
– Los primeros 20 años son los del hijo de un millonario. Se dedicó al ocio, el deporte, las minas, los safaris…, a pesar de que su padre trató de introducirlo en el mundo empresarial. Después, cerca de los 30, empezó a tener una inquietud política pero que no lo llevó a la política directamente, sino a Boca. Esto cuando el padre ya le había dado funciones en el grupo que se conformaba como Socma. Y Mauricio se llevó de ahí para Boca a varios dirigentes ejecutivos. Más que hacedor de industrias o empresario, creo que él quería buscar el éxito, estar en las revistas. Y así como primero consigue estar en las revistas de fútbol, después aparece su intención de ser jefe de gobierno de la Ciudad, en 2003, cuando es derrotado por Aníbal Ibarra.
– Con estos elementos, ¿qué tipo de figura política se podría decir que es Macri?
– En realidad, le faltan rasgos del político común. Porque él es diputado en 2005 y hay reiteradas fotos que lo muestran durmiendo. Se aburre de los informes largos, de las discusiones. Incluso, a mediados de 2006, pidió licencia en búsqueda de la jefatura de gobierno de la Ciudad, que logra en 2007, y una vez allí, los cambios que hizo son una especie de cosmética. Arregla los parques, pavimenta y repavimenta las misas calles, algo que es puro negocio, y aplica otros ejemplos de ese adornar la Ciudad, especialmente en el barrio norte, porque no le interesa el barrio sur. Es decir, un tipo más bien superficial.
– ¿Quiénes influyeron en su formación?
– Su madre es Blanco Villegas, un apellido relacionado a las familias conservadoras tradicionales. Su tío Jorge Blanco Villegas, por ejemplo, lo llevó a un instituto de economía social de mercado. También conoció tempranamente a Ricardo Zinn, que fue quien asesoró a María Julia Alsogaray para las privatizaciones en la época de Menem. Zinn también es el hombre del rodrigazo. Esas amistades influyen, como la de Nicolás Caputo, que es un tipo que jugó y juega mucho, junto a otros amigos del Colegio Cardenal Newman. Casi todos vienen de esa formación individualista, antisolidaria, donde el mercado es el dios.
– ¿Cuál es el atractivo electoral de un candidato a presidente como el líder del PRO?
– Para muchos, es «gente como uno» y con eso alcanza. No es el tipo que en televisión trate de explicar la renta agraria diferencial, sino que baila como loco. Es muy parecido a «uno» en sus aspiraciones, por ejemplo, viajar por el mundo, y además tiene un distanciamiento muy claro con lo que ellos llaman «los negros», que son los «cabecitas» de antes.
– ¿Qué se juegan los sectores que apoyan a Macri?
– Si bien ellos no tienen mucha certeza, y nosotros tampoco, de que Daniel Scioli profundice la política que se viene haciendo, el solo hecho de que se restablezcan los aportes jubilatorios o medidas de ese tipo los pone muy mal. De ahí que Magnetto juegue todas sus fuerzas y sus 300 bocas de difusión en campañas tremendas con el objetivo de cruzarse a una profundización del kirchnerismo. Para bien de todos, no aparece la gran figura de presencia política de la derecha. No tienen un paladín y tampoco pueden salir a decir abiertamente cuál es su plan: privatizar y ajustar. No hay un plan y si lo hay, es impresentable. No se lo pueden revelar al pueblo.
– ¿Cómo surgió la idea de trabajar sobre un personaje que le es contemporáneo?
– Uno de los temas centrales que nos interesan a los argentinos es la burguesía nacional. Eso me ha llevado a estudiar a estos grupos económicos que se hicieron bastante fuertes durante la dictadura y que formaron una especie de oligarquía distinta de la vacuna tradicional. Fui haciendo carpetas de Bulgheroni, Pérez Companc, Techint y, entre otros, Macri. A esto se suma que se produjo el fenómeno de la candidatura de Mauricio. Entonces, me pareció que podía ser oportuno publicar este material, para provocar un elemento de debate sobre quién es Macri, quiénes son las fuerzas que se expresan a través de él y qué pasaría si llegase a ganar las elecciones.
– El libro repasa la vida de Macri y su trayectoria política. En ese recorrido, resulta interesante la figura de su padre, Franco. ¿Qué rol cumple?
– Son curiosas las diferencias que se dan entre Franco y Mauricio. Franco es de los que hacen empresas y su poder toma vigor económico durante la dictadura. Pero Franco se define como un industrial, entonces por momentos es proteccionista y no coincide en absoluto con Mauricio, que se manifestaba como liberal. Eso, junto a otros aspectos vinculados a la personalidad, da lugar a diferencias bastante apreciables entre ambos. El viejo Macri ahora va y viene de China, es una especie de intermediario de los negocios que se pueden dar con ese país. Es decir, no va a la Embajada de los Estados Unidos como su hijo.
– Entonces, ¿en qué tradición ideológico-política se inscribe la familia?
– El que terminó por jugar políticamente fue Mauricio y su posición en el terreno económico es totalmente liberal.
-¿Cómo fueron sus años de juventud?
– Los primeros 20 años son los del hijo de un millonario. Se dedicó al ocio, el deporte, las minas, los safaris…, a pesar de que su padre trató de introducirlo en el mundo empresarial. Después, cerca de los 30, empezó a tener una inquietud política pero que no lo llevó a la política directamente, sino a Boca. Esto cuando el padre ya le había dado funciones en el grupo que se conformaba como Socma. Y Mauricio se llevó de ahí para Boca a varios dirigentes ejecutivos. Más que hacedor de industrias o empresario, creo que él quería buscar el éxito, estar en las revistas. Y así como primero consigue estar en las revistas de fútbol, después aparece su intención de ser jefe de gobierno de la Ciudad, en 2003, cuando es derrotado por Aníbal Ibarra.
– Con estos elementos, ¿qué tipo de figura política se podría decir que es Macri?
– En realidad, le faltan rasgos del político común. Porque él es diputado en 2005 y hay reiteradas fotos que lo muestran durmiendo. Se aburre de los informes largos, de las discusiones. Incluso, a mediados de 2006, pidió licencia en búsqueda de la jefatura de gobierno de la Ciudad, que logra en 2007, y una vez allí, los cambios que hizo son una especie de cosmética. Arregla los parques, pavimenta y repavimenta las misas calles, algo que es puro negocio, y aplica otros ejemplos de ese adornar la Ciudad, especialmente en el barrio norte, porque no le interesa el barrio sur. Es decir, un tipo más bien superficial.
– ¿Quiénes influyeron en su formación?
– Su madre es Blanco Villegas, un apellido relacionado a las familias conservadoras tradicionales. Su tío Jorge Blanco Villegas, por ejemplo, lo llevó a un instituto de economía social de mercado. También conoció tempranamente a Ricardo Zinn, que fue quien asesoró a María Julia Alsogaray para las privatizaciones en la época de Menem. Zinn también es el hombre del rodrigazo. Esas amistades influyen, como la de Nicolás Caputo, que es un tipo que jugó y juega mucho, junto a otros amigos del Colegio Cardenal Newman. Casi todos vienen de esa formación individualista, antisolidaria, donde el mercado es el dios.
– ¿Cuál es el atractivo electoral de un candidato a presidente como el líder del PRO?
– Para muchos, es «gente como uno» y con eso alcanza. No es el tipo que en televisión trate de explicar la renta agraria diferencial, sino que baila como loco. Es muy parecido a «uno» en sus aspiraciones, por ejemplo, viajar por el mundo, y además tiene un distanciamiento muy claro con lo que ellos llaman «los negros», que son los «cabecitas» de antes.
– ¿Qué se juegan los sectores que apoyan a Macri?
– Si bien ellos no tienen mucha certeza, y nosotros tampoco, de que Daniel Scioli profundice la política que se viene haciendo, el solo hecho de que se restablezcan los aportes jubilatorios o medidas de ese tipo los pone muy mal. De ahí que Magnetto juegue todas sus fuerzas y sus 300 bocas de difusión en campañas tremendas con el objetivo de cruzarse a una profundización del kirchnerismo. Para bien de todos, no aparece la gran figura de presencia política de la derecha. No tienen un paladín y tampoco pueden salir a decir abiertamente cuál es su plan: privatizar y ajustar. No hay un plan y si lo hay, es impresentable. No se lo pueden revelar al pueblo.
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