Los matices y posturas en Unidos y Organizados sobre los candidatos y la táctica electoral
Por: Pablo Ibáñez
«Que florezcan mil flores pero que después queden dos o tres nomás». El dirigente, de probado ADN K, inoculó pragmatismo a uno de los dictámenes más taquilleros de Néstor Kirchner, el postnerudiano «que florezcan mil flores». pero que es original de Mao Tse Tung (para quien, de paso, las flores eran menos, sólo pedía cien).
El planteo refiere a la proliferación de candidatos presidenciales, dato que a priori supone dinámica política -y democrática interna- pero comienza a percibirse como un problema a futuro que sólo podría ordenarse de un modo: si Cristina de Kirchner posa su dedo mágico sobre un postulante.
Esperar el dedazo presidencial, a pesar de que muchos dirigentes entienden que eso finalmente no ocurrirá, se convirtió en el comodín del kirchnerismo para no expresar preferencia sobre los cuatro aspirantes declarados -Daniel Scioli, Sergio Urribarri, Juan Manuel Urtubey y Florencio Randazzo- y los varios en gateras -Jorge Capitanich, Agustín Rossi, Julián Domínguez, Aníbal Fernández, Jorge Taiana- que orbitan por la galaxia K.
Acordar con alguno de los precandidatos o aguardar hasta que la Presidente bendiga a un dirigente son los extremos de la táctica de Unidos y Organizados (UyO), la megaagrupación que comanda La Cámpora, y reune a más de 20 clanes ultra K; del MILES, de Luis D’Elía al Movimiento Evita de Emilio Pérsico; el Frente Grande, los sabbattelistas de Nuevo Encuentro o, entre muchos otros, el Frente Transversal de Edgardo Depetri.
De ese puñado de grupos, unos pocos mostraron las cartas y se lanzaron a apoyar a algún candidato. La Corriente Peronista Descamisados, que conduce Marcelo Koenig, avanzó en un gesto de apoyo a Urribarri, mientras que, con menos visibilidad, la Martín Fierro de Jorge «Quito» Aragón se movió en la misma dirección aunque, puertas adentro de UyO, avisaron que si la Presidente señala a otro, acompañarán a quien elija Cristina de Kirchner. El entrerriano, que sostiene su campaña sobre «ser K» y mostrarse como continuidad exacta del cristinismo, consiguió que otros, como el Frente Grande, lo respaldasen a nivel provincial.
Otros espacios, en particular el Evita, puso en la cancha a sus propios postulantes: el evitismo K empuja a Taiana para la pulseada presidencial y a Fernando «Chino» Navarro para gobernador bonaerense aunque mantiene vías de diálogo con otros postulantes.
La Corriente de la Militancia, que nuclea a varias grupos, expone una oferta propia: Agustín Rossi, el ministro de Defensa, anda de ronda para aparecer en el radar 2015.
«La Cámpora no puede decir que prefiere a un candidato u otro porque son la agrupación de Cristina y si lo hacen significa que Cristina apoya a ése…», explicó un referente de UyO. Sobre esa base, la mayoría de los sectores opta por aguardar una señal o que el tiempo y el viento ordenen las piezas. Con distinto margen de acción, Nuevo Encuentro, el Frente Grande, el Frente Transversal y Kolina, el partido de Alicia Kirchner, engordan ese pelotón. El sabbattelismo interpreta que «no es momento de optar» por alguno de los candidatos sino de «ordenar al kirchenrismo para garantizar el triunfo de 2015». Lo mismo, casi calcado, sostienen en el Frente Transversal, pero agregan un enfoque: «El candidato debe estar en sintonía con lo que expresa el proyecto nacional y no al revés». Kolina, que puso a Carlos Castagnetto para circular por la provincia de Buenos Aires, adhiere a la regla de «hacer lo que pida Cristina» a la vez que por tener base en varias provincias puede explorar acuerdos locales. No hay, al menos hasta ahora, sectores que apoyen explícitamente a Scioli. Es más: genéricamente, en reserva, todos coinciden en que el bonaerense figura entre sus opciones menos deseadas aunque, a diferencia de otros tiempos, dejan de considerarlo un intruso. «Mientras haya muchos postulantes pero ninguno ser el kirchnerista, es mejor para Scioli», interpretó un referente. Otro exploró los riesgos de la diversidad: «Que haya seis candidatos es muy democrático, pero al final es negativo porque ninguno logra el poder suficiente».
El timing de la Presidente para ordenar el caos también está en discusión. La decisión de esperar entiende que habrá una intervención directa de la Primera Mandataria que se espera para fin de año. El antecedente es la disputa por la candidatura a jefe de Gobierno porteño en 2011 que enfrente a Daniel Filmus, Amado Boudou y Carlos Tomada, a los que Cristina de Kirchner dejó andar hasta que, al final, intervino en beneficio de uno: eligió a Filmus y meses después entronizó a Boudou como su vice. Algunos creen que no habrá dedazo porque sería demasiado riesgoso elegir un candidato que podría quedar fuera de carrera en las PASO. «A lo Perón, va a bendecir a los dos o tres que queden», arriesgó un referente.
Por: Pablo Ibáñez
«Que florezcan mil flores pero que después queden dos o tres nomás». El dirigente, de probado ADN K, inoculó pragmatismo a uno de los dictámenes más taquilleros de Néstor Kirchner, el postnerudiano «que florezcan mil flores». pero que es original de Mao Tse Tung (para quien, de paso, las flores eran menos, sólo pedía cien).
El planteo refiere a la proliferación de candidatos presidenciales, dato que a priori supone dinámica política -y democrática interna- pero comienza a percibirse como un problema a futuro que sólo podría ordenarse de un modo: si Cristina de Kirchner posa su dedo mágico sobre un postulante.
Esperar el dedazo presidencial, a pesar de que muchos dirigentes entienden que eso finalmente no ocurrirá, se convirtió en el comodín del kirchnerismo para no expresar preferencia sobre los cuatro aspirantes declarados -Daniel Scioli, Sergio Urribarri, Juan Manuel Urtubey y Florencio Randazzo- y los varios en gateras -Jorge Capitanich, Agustín Rossi, Julián Domínguez, Aníbal Fernández, Jorge Taiana- que orbitan por la galaxia K.
Acordar con alguno de los precandidatos o aguardar hasta que la Presidente bendiga a un dirigente son los extremos de la táctica de Unidos y Organizados (UyO), la megaagrupación que comanda La Cámpora, y reune a más de 20 clanes ultra K; del MILES, de Luis D’Elía al Movimiento Evita de Emilio Pérsico; el Frente Grande, los sabbattelistas de Nuevo Encuentro o, entre muchos otros, el Frente Transversal de Edgardo Depetri.
De ese puñado de grupos, unos pocos mostraron las cartas y se lanzaron a apoyar a algún candidato. La Corriente Peronista Descamisados, que conduce Marcelo Koenig, avanzó en un gesto de apoyo a Urribarri, mientras que, con menos visibilidad, la Martín Fierro de Jorge «Quito» Aragón se movió en la misma dirección aunque, puertas adentro de UyO, avisaron que si la Presidente señala a otro, acompañarán a quien elija Cristina de Kirchner. El entrerriano, que sostiene su campaña sobre «ser K» y mostrarse como continuidad exacta del cristinismo, consiguió que otros, como el Frente Grande, lo respaldasen a nivel provincial.
Otros espacios, en particular el Evita, puso en la cancha a sus propios postulantes: el evitismo K empuja a Taiana para la pulseada presidencial y a Fernando «Chino» Navarro para gobernador bonaerense aunque mantiene vías de diálogo con otros postulantes.
La Corriente de la Militancia, que nuclea a varias grupos, expone una oferta propia: Agustín Rossi, el ministro de Defensa, anda de ronda para aparecer en el radar 2015.
«La Cámpora no puede decir que prefiere a un candidato u otro porque son la agrupación de Cristina y si lo hacen significa que Cristina apoya a ése…», explicó un referente de UyO. Sobre esa base, la mayoría de los sectores opta por aguardar una señal o que el tiempo y el viento ordenen las piezas. Con distinto margen de acción, Nuevo Encuentro, el Frente Grande, el Frente Transversal y Kolina, el partido de Alicia Kirchner, engordan ese pelotón. El sabbattelismo interpreta que «no es momento de optar» por alguno de los candidatos sino de «ordenar al kirchenrismo para garantizar el triunfo de 2015». Lo mismo, casi calcado, sostienen en el Frente Transversal, pero agregan un enfoque: «El candidato debe estar en sintonía con lo que expresa el proyecto nacional y no al revés». Kolina, que puso a Carlos Castagnetto para circular por la provincia de Buenos Aires, adhiere a la regla de «hacer lo que pida Cristina» a la vez que por tener base en varias provincias puede explorar acuerdos locales. No hay, al menos hasta ahora, sectores que apoyen explícitamente a Scioli. Es más: genéricamente, en reserva, todos coinciden en que el bonaerense figura entre sus opciones menos deseadas aunque, a diferencia de otros tiempos, dejan de considerarlo un intruso. «Mientras haya muchos postulantes pero ninguno ser el kirchnerista, es mejor para Scioli», interpretó un referente. Otro exploró los riesgos de la diversidad: «Que haya seis candidatos es muy democrático, pero al final es negativo porque ninguno logra el poder suficiente».
El timing de la Presidente para ordenar el caos también está en discusión. La decisión de esperar entiende que habrá una intervención directa de la Primera Mandataria que se espera para fin de año. El antecedente es la disputa por la candidatura a jefe de Gobierno porteño en 2011 que enfrente a Daniel Filmus, Amado Boudou y Carlos Tomada, a los que Cristina de Kirchner dejó andar hasta que, al final, intervino en beneficio de uno: eligió a Filmus y meses después entronizó a Boudou como su vice. Algunos creen que no habrá dedazo porque sería demasiado riesgoso elegir un candidato que podría quedar fuera de carrera en las PASO. «A lo Perón, va a bendecir a los dos o tres que queden», arriesgó un referente.