ECONOMIA › PANORAMA ECONOMICO
Que la economía del siglo XXI se parecerá a las del siglo XIX, cuando las elites económicas heredaban la riqueza en lugar de obtenerla del trabajo, es uno de los conceptos que provocó más impacto del panorama “Guía Piketty” publicado el sábado pasado. La idea perturbadora de que se está transitando hacia una sociedad parecida a la neovictoriana clasista, dominada por la riqueza no ganada de una elite hereditaria. Será una economía hegemonizada por quienes tienen la suerte de nacer en una posición de riqueza heredada. El capital en el siglo XXI, del economista francés Thomas Piketty, analiza ese proceso en países desarrollados (Estados Unidos, Francia, Alemania, Italia, Canadá, Japón y el Reino Unido). Uno de sus principales postulados es que se está definiendo una economía donde prevalecerá el “capitalismo patrimonial”, donde la lista Forbes 400 (los más ricos del mundo) estará integrada no por los fundadores de las empresas líderes sino por hijos y nietos de la súper elite de hoy. ¿Cómo se despliega ese proceso en Argentina? No escapa a esa dinámica de acumulación y herencia de la riqueza en las elites.
Motivada por esa reseña del libro de Piketty, Ana Castellani, investigadora del Conicet y del Instituto de Altos Estudios Sociales de la Universidad Nacional de San Martín, compartió uno de sus trabajos, realizado con Gastón Beltrán, en el que abordan la dinámica de reproducción de la riqueza y la transformación de las elites económicas en Argentina. El documento “Cambio estructural y reconfiguración de la elite económica argentina (1976-2001)”, publicado en la revista Observatorio Latinoamericano, confirma la tesis de Piketty para Argentina respecto del origen social y la herencia de la posición de elite. Castellani y su equipo de colaboradores están extendiendo el análisis para el período 2002-2012.
Existen valiosos estudios acerca de la concentración y centralización del capital, combinado con una reprimarización de la estructura económica, y la acelerada extranjerización económica y de desplazamiento del Estado en la producción de bienes y servicios desde la década del setenta en Argentina. Pero son escasos los trabajos que abordan la elite económica desde la perspectiva de los individuos que la componen.
La investigación rescata la noción de elite del sociólogo estadounidense Charles Wright Mills (autor de La elite del poder), que dice que es “un grupo relativamente cohesionado, que posee vínculos estrechos entre sí y que tienen la capacidad de influir sobre la economía, tanto a partir de sus acciones directas al interior de la firma/grupo como a partir de su influencia en los ámbitos gubernamentales”.
El documento de Castellani y Beltrán es un aporte relevante para conocer las transformaciones en la elite económica argentina mediante la reconstrucción del perfil y las trayectorias del conjunto de individuos que ocupan altas posiciones en las grandes firmas del país y/o puestos de dirección en las principales organizaciones corporativas del empresariado.
Para ello realizaron una muestra conformada por las siguientes tres fuentes:
1. Los individuos que se desempeñaron como presidentes de las empresas que estuvieron al menos tres años en el ranking de las 100 firmas de mayor facturación del país.
2. Los presidentes de los 18 grupos económicos locales a los que pertenecen las firmas privadas nacionales que integran ese ranking. Esto significa que cada vez que una firma de la muestra forma parte de un grupo económico nacional, se incluye también a los presidentes de ese grupo al que pertenece la empresa.
3. Los principales dirigentes corporativos de las seis asociaciones empresarias de 3 grado más tradicionales del país (Unión Industrial, Sociedad Rural, Cámara de Comercio, Bolsa de Comercio, Asociación de Bancos Argentinos y Asociación de la banca extranjera).
Una vez identificadas las posiciones y los individuos que las ocuparon, la investigación reconstruyó, para cada miembro de la elite económica, datos sociodemográficos básicos, trayectoria familiar, educativa y ocupacional y formas de participación social, para establecer los principales cambios y continuidades en la elite. El objetivo planteado fue precisar, a partir de la reconstrucción del origen social de los individuos y de la distribución de sus recursos (simbólicos, culturales, sociales y económicos), los procesos de selección y vías de acceso a los puestos superiores en la estructura de las empresas. Con esos rasgos definieron la mayor o menor posibilidad de que una persona, cuyo origen social se encuentra fuera de los círculos de elite, pudiera acceder a una posición de privilegio a lo largo de su trayectoria personal. También determinar la capacidad de reproducción de las elites, es decir, la posibilidad de que los hijos de un miembro de la elite ocupen también una posición de privilegio.
Esto constituye el “capitalismo patrimonial” de Piketty, cuya base es la riqueza no ganada de una elite hereditaria.
Las conclusiones de la investigación de Castellani y Beltrán son notables sobre la herencia de la riqueza y la consiguiente reproducción social de la elite argentina:
– Si se toma en cuenta el origen profesional del padre, a mediados de los setenta, casi el 60 por ciento de los individuos que ocupaban una posición en la elite eran hijos de empresarios. En los noventa, esa proporción subió al 90 por ciento.
– En la comparación entre la década del setenta y la del noventa se observa una restricción al acceso a la elite de aquellos que no tienen un origen social empresario. Hasta los años setenta era posible encontrar un número significativo de miembros de la elite económica que provenían de orígenes sociales diversos. En cambio, desde los noventa esos valores se concentran, homogenizando a los miembros de la elite de acuerdo con su origen.
Además de la cuestión hereditaria, el estudio señala otras transformaciones en ese período. Destaca que “en términos demográficos, se produjo un proceso de paulatina modernización: en los noventa las elites son menos religiosas, poseen familias menos numerosas y, como en el resto de la sociedad, la institución del matrimonio pierde el peso que tenía en el pasado”. Pese a esos cambios, la elite económica continúa estando conformada mayoritariamente por argentinos residentes del área metropolitana; la extranjerización de la economía no afectó la composición de la elite en términos de nacionalidad, pero impulsó la existencia de una elite más internacionalizada, al menos en lo que respecta a su educación formal; y las elites son más educadas que en el pasado, y si bien los ingenieros siguen siendo predominantes, los economistas han desplazado a los abogados.
Castellani y Beltrán destacaron que los cambios más importantes se han desarrollado en relación con el grado de reproducción social y el cierre en el acceso a la elite. Esto significa que se ha vedado el ingreso a la elite a quienes, por origen social, no pertenecen a ella. Integrar la elite económica se hereda y no depende del resultado de trayectorias individuales. Son simplemente los herederos del poder económico.
azaiat@pagina12.com.ar
Que la economía del siglo XXI se parecerá a las del siglo XIX, cuando las elites económicas heredaban la riqueza en lugar de obtenerla del trabajo, es uno de los conceptos que provocó más impacto del panorama “Guía Piketty” publicado el sábado pasado. La idea perturbadora de que se está transitando hacia una sociedad parecida a la neovictoriana clasista, dominada por la riqueza no ganada de una elite hereditaria. Será una economía hegemonizada por quienes tienen la suerte de nacer en una posición de riqueza heredada. El capital en el siglo XXI, del economista francés Thomas Piketty, analiza ese proceso en países desarrollados (Estados Unidos, Francia, Alemania, Italia, Canadá, Japón y el Reino Unido). Uno de sus principales postulados es que se está definiendo una economía donde prevalecerá el “capitalismo patrimonial”, donde la lista Forbes 400 (los más ricos del mundo) estará integrada no por los fundadores de las empresas líderes sino por hijos y nietos de la súper elite de hoy. ¿Cómo se despliega ese proceso en Argentina? No escapa a esa dinámica de acumulación y herencia de la riqueza en las elites.
Motivada por esa reseña del libro de Piketty, Ana Castellani, investigadora del Conicet y del Instituto de Altos Estudios Sociales de la Universidad Nacional de San Martín, compartió uno de sus trabajos, realizado con Gastón Beltrán, en el que abordan la dinámica de reproducción de la riqueza y la transformación de las elites económicas en Argentina. El documento “Cambio estructural y reconfiguración de la elite económica argentina (1976-2001)”, publicado en la revista Observatorio Latinoamericano, confirma la tesis de Piketty para Argentina respecto del origen social y la herencia de la posición de elite. Castellani y su equipo de colaboradores están extendiendo el análisis para el período 2002-2012.
Existen valiosos estudios acerca de la concentración y centralización del capital, combinado con una reprimarización de la estructura económica, y la acelerada extranjerización económica y de desplazamiento del Estado en la producción de bienes y servicios desde la década del setenta en Argentina. Pero son escasos los trabajos que abordan la elite económica desde la perspectiva de los individuos que la componen.
La investigación rescata la noción de elite del sociólogo estadounidense Charles Wright Mills (autor de La elite del poder), que dice que es “un grupo relativamente cohesionado, que posee vínculos estrechos entre sí y que tienen la capacidad de influir sobre la economía, tanto a partir de sus acciones directas al interior de la firma/grupo como a partir de su influencia en los ámbitos gubernamentales”.
El documento de Castellani y Beltrán es un aporte relevante para conocer las transformaciones en la elite económica argentina mediante la reconstrucción del perfil y las trayectorias del conjunto de individuos que ocupan altas posiciones en las grandes firmas del país y/o puestos de dirección en las principales organizaciones corporativas del empresariado.
Para ello realizaron una muestra conformada por las siguientes tres fuentes:
1. Los individuos que se desempeñaron como presidentes de las empresas que estuvieron al menos tres años en el ranking de las 100 firmas de mayor facturación del país.
2. Los presidentes de los 18 grupos económicos locales a los que pertenecen las firmas privadas nacionales que integran ese ranking. Esto significa que cada vez que una firma de la muestra forma parte de un grupo económico nacional, se incluye también a los presidentes de ese grupo al que pertenece la empresa.
3. Los principales dirigentes corporativos de las seis asociaciones empresarias de 3 grado más tradicionales del país (Unión Industrial, Sociedad Rural, Cámara de Comercio, Bolsa de Comercio, Asociación de Bancos Argentinos y Asociación de la banca extranjera).
Una vez identificadas las posiciones y los individuos que las ocuparon, la investigación reconstruyó, para cada miembro de la elite económica, datos sociodemográficos básicos, trayectoria familiar, educativa y ocupacional y formas de participación social, para establecer los principales cambios y continuidades en la elite. El objetivo planteado fue precisar, a partir de la reconstrucción del origen social de los individuos y de la distribución de sus recursos (simbólicos, culturales, sociales y económicos), los procesos de selección y vías de acceso a los puestos superiores en la estructura de las empresas. Con esos rasgos definieron la mayor o menor posibilidad de que una persona, cuyo origen social se encuentra fuera de los círculos de elite, pudiera acceder a una posición de privilegio a lo largo de su trayectoria personal. También determinar la capacidad de reproducción de las elites, es decir, la posibilidad de que los hijos de un miembro de la elite ocupen también una posición de privilegio.
Esto constituye el “capitalismo patrimonial” de Piketty, cuya base es la riqueza no ganada de una elite hereditaria.
Las conclusiones de la investigación de Castellani y Beltrán son notables sobre la herencia de la riqueza y la consiguiente reproducción social de la elite argentina:
– Si se toma en cuenta el origen profesional del padre, a mediados de los setenta, casi el 60 por ciento de los individuos que ocupaban una posición en la elite eran hijos de empresarios. En los noventa, esa proporción subió al 90 por ciento.
– En la comparación entre la década del setenta y la del noventa se observa una restricción al acceso a la elite de aquellos que no tienen un origen social empresario. Hasta los años setenta era posible encontrar un número significativo de miembros de la elite económica que provenían de orígenes sociales diversos. En cambio, desde los noventa esos valores se concentran, homogenizando a los miembros de la elite de acuerdo con su origen.
Además de la cuestión hereditaria, el estudio señala otras transformaciones en ese período. Destaca que “en términos demográficos, se produjo un proceso de paulatina modernización: en los noventa las elites son menos religiosas, poseen familias menos numerosas y, como en el resto de la sociedad, la institución del matrimonio pierde el peso que tenía en el pasado”. Pese a esos cambios, la elite económica continúa estando conformada mayoritariamente por argentinos residentes del área metropolitana; la extranjerización de la economía no afectó la composición de la elite en términos de nacionalidad, pero impulsó la existencia de una elite más internacionalizada, al menos en lo que respecta a su educación formal; y las elites son más educadas que en el pasado, y si bien los ingenieros siguen siendo predominantes, los economistas han desplazado a los abogados.
Castellani y Beltrán destacaron que los cambios más importantes se han desarrollado en relación con el grado de reproducción social y el cierre en el acceso a la elite. Esto significa que se ha vedado el ingreso a la elite a quienes, por origen social, no pertenecen a ella. Integrar la elite económica se hereda y no depende del resultado de trayectorias individuales. Son simplemente los herederos del poder económico.
azaiat@pagina12.com.ar