Por Luis Bruschtein
“Nos acaba de llamar un productor de Intratables.
“Pensamos: ‘Bueno, qué amables, al fin les notificaron que nos torturaron’.
“No.
– Queríamos saber si tienen data de un crimen perpetrado por un sicario en el barrio.
“¿De Iván y Ezequiel, entonces, no escucharon nada?
–Sí, pero cada programa tiene una agenda determinada y decide su contenido”.
Este diálogo circuló el martes por las redes como un texto escrito por los integrantes de la revista La Garganta Poderosa, que realizan vecinos de la Villa 21. Dos de ellos, Iván y Ezequiel, de 18 y 15 años, habían denunciado que el sábado 24 de septiembre fueron retenidos y torturados junto al Riachuelo por efectivos de la Prefectura. Cuando los llamaron de Intratables pensaron que se habían interesado en la denuncia. Pero el discurso mediático dominante se hace valer a rajatabla. “Cada programa decide su contenido”.
Hay un discurso interesado en la imagen del sicario de la villa y no en el vecino de la villa como sujeto de derechos. Es mejor si el delincuente es alguien del barrio. Lo cual merece ser conocido y difundido. El público se forma con esa idea que el discurso amplifica. La villa está llena de sicarios, los jóvenes y villeros son sicarios, por eso es necesario llenarla de Prefectura, Gendarmería y Policía Federal, no para proteger a los vecinos, sino para vigilar y reprimir a los jóvenes presuntos sicarios. Están para proteger a los que no viven en las villas, de los habitantes de las villas.
Cuando llegaron los prefectos y gendarmes, fueron bien recibidos en la villa con la idea de que venían a protegerlos. No hubiera sido así, si les decían que iban para proteger a los demás, de ellos. Son situaciones diferentes, que implican una conducción ideológica diferente desde la cúpula de las fuerzas de Seguridad.
Los hechos ocurrieron el sábado 24 de septiembre. Los chicos lo denunciaron a mitad de la semana. Página/12 publicó la información el jueves y los demás medios la ignoraron. Ya había un prefecto detenido y el viernes hubo más detenciones que fueron informadas por el diario ese fin de semana. Los demás medios ignoraron los hechos o los redujeron a un recuadro en páginas interiores. El martes La Garganta Poderosa difundió en las redes ese diálogo con la producción de Intratables. Y el miércoles, Iván fue al programa de Navarro en C5N que se centró en su denuncia. Esa misma noche, fue perseguido y amenazado en la villa por los prefectos.
El Ministerio de Seguridad de Patricia Bullrich tiene una política de difusión. Por ejemplo convoca a la sociedad a bautizar a cinco perritos que nacieron en el ministerio. Publica y megafonea la detención del chico que amenazó por Twitter al presidente Mauricio Macri. Les dedicó un gran esfuerzo mediático a esas dos estupideces. Pero mantuvo silencio de radio sobre las torturas a Iván y Ezequiel y no dijo que habían sido detenidos varios prefectos por ese delito. Mutis por el foro. Se entiende como una reacción corporativa. Pero los grandes medios concentrados hicieron lo mismo y no forman parte de la corporación policial.
¿Por qué a la producción de un programa le parece atractiva la historia de un sicario en la villa y no le da importancia a que dos chicos de la villa hayan sido torturados por un grupo de prefectos? No es que le da más importancia a una información sobre otra. Directamente la historia de los chicos no les interesó. En la respuesta a esa pregunta, está la anatomía del mecanismo donde se naturalizan esas dos situaciones: que los jóvenes villeros son sicarios y que en la convivencia con las fuerzas de seguridad se producen situaciones como las que denunciaron los chicos: “los delincuentes no son víctimas, son delincuentes”, publicó en su cuenta de Twitter, Gonzalo Cané, alto funcionario del Ministerio de Seguridad que encabeza Patricia Bullrich. En las redes es conocido por sus elogios a la justicia por mano propia y hasta llegó a afirmar que “los estados que desarman a su población son autoritarios”. Cané es el secretario de Cooperación con Poderes Judiciales, Ministerios públicos y Legislaturas. Y antes, este ultraliberal fanático se desempeñaba como funcionario de la Corte.
Los tuits de Cané son ilustrativos. Los pibes chorros, son los que usan gorras, o sea, todos los pibes. En la jerga policial les dicen “gorritas”, como los llama también Cané. Es una concepción que pone bajo sospecha a todos los jóvenes, a los que, si además son villeros, directamente los considera delincuentes. Y como afirma que los delincuentes no son sujetos de derecho, por lo tanto, tampoco los jóvenes villeros.
El discurso mediático amplifica el pensamiento de este energúmeno que ha sido funcionario de la Corte y que ahora es directivo del Ministerio de Seguridad. Está claro que con estos personajes, los chicos de las villas no van a estar seguros. Y que con ese discurso, amplificado por los medios concentrados, que convierten esta ideología violenta y supremacista en el sentido común dominante, los miembros de las fuerzas de seguridad se sienten respaldados para cometer las aberraciones que denunciaron los chicos de La Garganta Poderosa.
“Nos acaba de llamar un productor de Intratables.
“Pensamos: ‘Bueno, qué amables, al fin les notificaron que nos torturaron’.
“No.
– Queríamos saber si tienen data de un crimen perpetrado por un sicario en el barrio.
“¿De Iván y Ezequiel, entonces, no escucharon nada?
–Sí, pero cada programa tiene una agenda determinada y decide su contenido”.
Este diálogo circuló el martes por las redes como un texto escrito por los integrantes de la revista La Garganta Poderosa, que realizan vecinos de la Villa 21. Dos de ellos, Iván y Ezequiel, de 18 y 15 años, habían denunciado que el sábado 24 de septiembre fueron retenidos y torturados junto al Riachuelo por efectivos de la Prefectura. Cuando los llamaron de Intratables pensaron que se habían interesado en la denuncia. Pero el discurso mediático dominante se hace valer a rajatabla. “Cada programa decide su contenido”.
Hay un discurso interesado en la imagen del sicario de la villa y no en el vecino de la villa como sujeto de derechos. Es mejor si el delincuente es alguien del barrio. Lo cual merece ser conocido y difundido. El público se forma con esa idea que el discurso amplifica. La villa está llena de sicarios, los jóvenes y villeros son sicarios, por eso es necesario llenarla de Prefectura, Gendarmería y Policía Federal, no para proteger a los vecinos, sino para vigilar y reprimir a los jóvenes presuntos sicarios. Están para proteger a los que no viven en las villas, de los habitantes de las villas.
Cuando llegaron los prefectos y gendarmes, fueron bien recibidos en la villa con la idea de que venían a protegerlos. No hubiera sido así, si les decían que iban para proteger a los demás, de ellos. Son situaciones diferentes, que implican una conducción ideológica diferente desde la cúpula de las fuerzas de Seguridad.
Los hechos ocurrieron el sábado 24 de septiembre. Los chicos lo denunciaron a mitad de la semana. Página/12 publicó la información el jueves y los demás medios la ignoraron. Ya había un prefecto detenido y el viernes hubo más detenciones que fueron informadas por el diario ese fin de semana. Los demás medios ignoraron los hechos o los redujeron a un recuadro en páginas interiores. El martes La Garganta Poderosa difundió en las redes ese diálogo con la producción de Intratables. Y el miércoles, Iván fue al programa de Navarro en C5N que se centró en su denuncia. Esa misma noche, fue perseguido y amenazado en la villa por los prefectos.
El Ministerio de Seguridad de Patricia Bullrich tiene una política de difusión. Por ejemplo convoca a la sociedad a bautizar a cinco perritos que nacieron en el ministerio. Publica y megafonea la detención del chico que amenazó por Twitter al presidente Mauricio Macri. Les dedicó un gran esfuerzo mediático a esas dos estupideces. Pero mantuvo silencio de radio sobre las torturas a Iván y Ezequiel y no dijo que habían sido detenidos varios prefectos por ese delito. Mutis por el foro. Se entiende como una reacción corporativa. Pero los grandes medios concentrados hicieron lo mismo y no forman parte de la corporación policial.
¿Por qué a la producción de un programa le parece atractiva la historia de un sicario en la villa y no le da importancia a que dos chicos de la villa hayan sido torturados por un grupo de prefectos? No es que le da más importancia a una información sobre otra. Directamente la historia de los chicos no les interesó. En la respuesta a esa pregunta, está la anatomía del mecanismo donde se naturalizan esas dos situaciones: que los jóvenes villeros son sicarios y que en la convivencia con las fuerzas de seguridad se producen situaciones como las que denunciaron los chicos: “los delincuentes no son víctimas, son delincuentes”, publicó en su cuenta de Twitter, Gonzalo Cané, alto funcionario del Ministerio de Seguridad que encabeza Patricia Bullrich. En las redes es conocido por sus elogios a la justicia por mano propia y hasta llegó a afirmar que “los estados que desarman a su población son autoritarios”. Cané es el secretario de Cooperación con Poderes Judiciales, Ministerios públicos y Legislaturas. Y antes, este ultraliberal fanático se desempeñaba como funcionario de la Corte.
Los tuits de Cané son ilustrativos. Los pibes chorros, son los que usan gorras, o sea, todos los pibes. En la jerga policial les dicen “gorritas”, como los llama también Cané. Es una concepción que pone bajo sospecha a todos los jóvenes, a los que, si además son villeros, directamente los considera delincuentes. Y como afirma que los delincuentes no son sujetos de derecho, por lo tanto, tampoco los jóvenes villeros.
El discurso mediático amplifica el pensamiento de este energúmeno que ha sido funcionario de la Corte y que ahora es directivo del Ministerio de Seguridad. Está claro que con estos personajes, los chicos de las villas no van a estar seguros. Y que con ese discurso, amplificado por los medios concentrados, que convierten esta ideología violenta y supremacista en el sentido común dominante, los miembros de las fuerzas de seguridad se sienten respaldados para cometer las aberraciones que denunciaron los chicos de La Garganta Poderosa.