Argentina
Horizontes de la campaña mirando a octubre
El análisis de Sergio De Piero
Comienza en esta semana la campaña electoral que cierra un año marcado por muchas continuidades y pocos cambios. Sin embargo, todavía nos falta el hecho más relevante, las presidenciales de octubre, para arribar a conclusiones precisas e indagar sobre el impacto que tendrán en el futuro político argentino.
Por lo pronto nos espera la campaña electoral con una novedad para la historia argentina: está precedida por una elección primaria; ésta, como es sabido, significó una recolección de votos cuantiosa, para la actual Presidenta de la Nación en el camino de su reelección. El resultado fue tan contundente que no deja posibilidades a las especulaciones, ni siquiera a las más audaces. Esta cuestión marca el tono y los objetivos que en la campaña llevarán adelante el conjunto de las fuerzas en competencia y los mismos candidatos en particular. La victoria de Cristina Fernández se vive a tal punto de certeza que el resto de los partidos, pero también el Frente para la Victoria, ajustan sus estrategias a este escenario.
La prensa tendió a mostrar los enfrentamientos suscitados al interior de alianzas que aspiraban a un mayor caudal de votos. Pero al interior de las alianzas, los “pases de factura” eran inevitables, y se seguirán procesando en lo que resta del año.
Así las cosas, la alianza que generó la UDESO, cuyos socios principales son el radicalismo y el partido de Francisco de Narváez, surge como la más dañada por el resultado electoral, ya que el desempeño fue malo tanto a nivel nacional como en la provincia de Buenos Aires, donde se esperaba traccionar votos. Nada de lo esperado ocurrió: ni el empresario fue un convocante de votos lejanos al radicalismo ni Alfonsín pudo generar un liderazgo que superara las modestas aspiraciones radicales. Pocas veces un segundo lugar significó tan poco en términos de evaluación política, porque la estrategia en definitiva, generó menos adhesión que la fórmula del 2007, encabezada por Lavagna.
No menos errático se presenta el futuro para Duhalde; su tercer puesto, aun en un virtual empate con Alfonsín, le deja gusto a nada (el hecho de que siga asegurando la existencia de un fraude, no hace mas que certificar esa idea). La partida de Felipe Solá de la oposición, el bajísimo perfil de Mario Das Neves desde el 14 de agosto hasta acá y las declaraciones de Rodríguez Saá afirmando que entre el ex presidente y Cristina Fernández elegiría a esta última, dejan a Duhalde solo en su construcción política, mostrando a las claras que el futuro de eso que dio en llamarse Peronismo Federal tiene fecha de vencimiento, mas allá de la construcción que pueda seguir sosteniendo con algunos diputados nacionales; deja también una señal para quienes quieran crecer de cara al 2015: el camino de la crítica obstinada al kirchnerismo y un discurso de retroceso en términos políticos y culturales, no parece ser la senda indicada.
Por su lado, Hermes Binner y el conjunto del Frente Amplio y Progresista, esperan trepar en la lista final que depare el domingo 23 de octubre y ser una segunda fuerza cuyos votos obtenidos bien pueden ser los mismos de Ricardo Alfonsín o, acaso, alguno más.
Pero mientras que, para el radical, esos números fueron la marca de una derrota, al santafesino lo puede posicionar como símbolo de u mejor futuro. Desde luego no significa demasiado y lo saben, pero ser segundo e incrementar votos respecto de las primarias no deja de ser una señal positiva. Su estrategia, por lo pronto, se concentra, aunque improbable, en obtener una victoria en la Ciudad de Buenos Aires, esperando lograr el favor la suma de los votantes propios de las primarias, los escasos radicales y los de PRO, huérfanos de fórmula presidencial.
En tanto, el Frente para la Victoria es quien se enfrenta al mejor escenario con una victoria ya anunciada, que sólo le plantea el desafío simbólico de subir algunos escalones respecto del 50% ya alcanzado, y uno menos abstracto, que significa sumar diputados para fortalecer el bloque en el Congreso, cuando la política de gobierno vuelva a rodar el próximo 10 de diciembre.
Horizontes de la campaña mirando a octubre
El análisis de Sergio De Piero
Comienza en esta semana la campaña electoral que cierra un año marcado por muchas continuidades y pocos cambios. Sin embargo, todavía nos falta el hecho más relevante, las presidenciales de octubre, para arribar a conclusiones precisas e indagar sobre el impacto que tendrán en el futuro político argentino.
Por lo pronto nos espera la campaña electoral con una novedad para la historia argentina: está precedida por una elección primaria; ésta, como es sabido, significó una recolección de votos cuantiosa, para la actual Presidenta de la Nación en el camino de su reelección. El resultado fue tan contundente que no deja posibilidades a las especulaciones, ni siquiera a las más audaces. Esta cuestión marca el tono y los objetivos que en la campaña llevarán adelante el conjunto de las fuerzas en competencia y los mismos candidatos en particular. La victoria de Cristina Fernández se vive a tal punto de certeza que el resto de los partidos, pero también el Frente para la Victoria, ajustan sus estrategias a este escenario.
La prensa tendió a mostrar los enfrentamientos suscitados al interior de alianzas que aspiraban a un mayor caudal de votos. Pero al interior de las alianzas, los “pases de factura” eran inevitables, y se seguirán procesando en lo que resta del año.
Así las cosas, la alianza que generó la UDESO, cuyos socios principales son el radicalismo y el partido de Francisco de Narváez, surge como la más dañada por el resultado electoral, ya que el desempeño fue malo tanto a nivel nacional como en la provincia de Buenos Aires, donde se esperaba traccionar votos. Nada de lo esperado ocurrió: ni el empresario fue un convocante de votos lejanos al radicalismo ni Alfonsín pudo generar un liderazgo que superara las modestas aspiraciones radicales. Pocas veces un segundo lugar significó tan poco en términos de evaluación política, porque la estrategia en definitiva, generó menos adhesión que la fórmula del 2007, encabezada por Lavagna.
No menos errático se presenta el futuro para Duhalde; su tercer puesto, aun en un virtual empate con Alfonsín, le deja gusto a nada (el hecho de que siga asegurando la existencia de un fraude, no hace mas que certificar esa idea). La partida de Felipe Solá de la oposición, el bajísimo perfil de Mario Das Neves desde el 14 de agosto hasta acá y las declaraciones de Rodríguez Saá afirmando que entre el ex presidente y Cristina Fernández elegiría a esta última, dejan a Duhalde solo en su construcción política, mostrando a las claras que el futuro de eso que dio en llamarse Peronismo Federal tiene fecha de vencimiento, mas allá de la construcción que pueda seguir sosteniendo con algunos diputados nacionales; deja también una señal para quienes quieran crecer de cara al 2015: el camino de la crítica obstinada al kirchnerismo y un discurso de retroceso en términos políticos y culturales, no parece ser la senda indicada.
Por su lado, Hermes Binner y el conjunto del Frente Amplio y Progresista, esperan trepar en la lista final que depare el domingo 23 de octubre y ser una segunda fuerza cuyos votos obtenidos bien pueden ser los mismos de Ricardo Alfonsín o, acaso, alguno más.
Pero mientras que, para el radical, esos números fueron la marca de una derrota, al santafesino lo puede posicionar como símbolo de u mejor futuro. Desde luego no significa demasiado y lo saben, pero ser segundo e incrementar votos respecto de las primarias no deja de ser una señal positiva. Su estrategia, por lo pronto, se concentra, aunque improbable, en obtener una victoria en la Ciudad de Buenos Aires, esperando lograr el favor la suma de los votantes propios de las primarias, los escasos radicales y los de PRO, huérfanos de fórmula presidencial.
En tanto, el Frente para la Victoria es quien se enfrenta al mejor escenario con una victoria ya anunciada, que sólo le plantea el desafío simbólico de subir algunos escalones respecto del 50% ya alcanzado, y uno menos abstracto, que significa sumar diputados para fortalecer el bloque en el Congreso, cuando la política de gobierno vuelva a rodar el próximo 10 de diciembre.