Incertidumbre de muchos padres cuando falta poco para el inicio de las clases

Melina Oranges y Luna, de tres años. Foto: Santiago Filipuzzi
«Éste fue el peor verano de mi vida», dijo Melina Oranges al relatar su derrotero tras una vacante para su hijita Luna, de 3 años. «Desde el 9 de diciembre tenía la preocupación por la escuela a la que iría y todo lo que eso acarrea para la organización de la familia», agregó.
La angustia de Melina es compartida por al menos otras 7000 familias que inscribieron a sus hijos de 3 años en escuelas públicas de la ciudad y por otras, cuyo número no fue precisado por el gobierno porteño, que los anotaron para primer grado de primaria o primer año del secundario.
En el Ministerio de Educación admiten que «de 0 a 3 años seguimos con el problema. Los ponemos en lista de espera y alguno de ellos puede terminar obteniendo la vacante», dijo el ministro de Educación, Esteban Bullrich (ver aparte).
Melina eligió para Luna un jardín de doble jornada en el barrio de Saavedra para poder retirarla ella o su marido al salir de sus respectivos trabajos en el mismo viaje que a su hija mayor que concurre a quinto grado a otra escuela primaria estatal de Saavedra. Anotó a Luna a través del sistema online en diciembre. En enero la llamaron representantes del Ministerio de Educación para avisarle que Luna estaba en lista de espera en ese jardín y que le ofrecían vacantes en escuelas del barrio de Agronomía sólo para el turno mañana y otra en Coghlan sólo turno tarde. «Ambos están muy lejos de mi casa. Para evitar esto presentamos certificados de trabajo de mi marido y mío», le dijo Melina a la empleada del Ministerio, que le respondió: «Al final a los padres nada les viene bien, ¡yo no sé por qué se quejan!».
Hace pocos días, Melina y su esposo compartieron su problema con la directora del jardín maternal de Vicente López al que concurría Luna y ella los ayudó a encontrar una vacante en un jardín de esa localidad, cercan a su domicilio. Patricia Suárez y su hijita, Emilia. Foto: Fabián Marelli Muchos padres se quejaron también porque el sistema no les ofrecía opción a la escuela que ellos habían elegido y, al no conocer otras, no pudieron agregar otras. «Tuvimos que sacar esa función que tenía el sistema original por pedido de los gremios y de un juez», dijo a LA NACION Jorge Aguado, responsable del área de tecnología educativa del Ministerio de Educación porteño. El funcionario, como lo hizo Bullrich, admitió la existencia de «problemas en la implementación sobre todo en los casos de ingresos directos, en los que tuvimos que hacer reajustes».
Una madre, que pide reserva de su nombre -«soy docente y como tal pueden hacerme un sumario si hago declaraciones a la prensa»-, dijo que tuvo problemas con el sistema informático, pero no pasó a mayores. «El sistema estuvo mal planteado porque no se verificó antes. Cuando las inscripciones las hacíamos en el colegio primero se ubicaba a los que tenían ingreso directo, a quienes conocíamos porque somos las que estamos en contacto con ellos, y después recién abríamos a los nuevos», dijo.
A raíz de la problemática, algunos afectados armaron páginas en Facebook: «Me gusta la educación publica» y «No a la inscripción online». Allí confluyen también padres que ya participaban de otros grupos, como «Familias x la Educación» ,»Unidos por la escuela pública» y «Campaña por la educación pública».
Otro caso es el de Romina López, una docente de Villa Crespo. Su hijo de dos años está haciendo en estos días la adaptación en una salita privada aun cuando su intención fue enviarlo a uno estatal. En noviembre lo anotó por el sistema online en cuatro de las escuelas cercanas a su casa, pero quedó en lista de espera.
«A fines de enero me llamó una operadora del 147 para ofrecerme una vacante en Saavedra, en la otra punta de la ciudad. La rechacé porque es muy lejos y presenté el reclamo en todos los canales habilitados por el gobierno -el 147, el Suasi vía web, las escuelas que se abrieron en verano para eso- y también hice un amparo judicial, a través de UTE y en conjunto con otras docentes que tenían el mismo problema», contó.
«Que un chico de dos años no tenga vacante no es novedoso. Es algo que sucede desde hace años, pero lo que le pasó a una compañera de trabajo, que también se llama Romina, es de no creer», dijo.
Su homónima y colega en la Escuela 17, DE2 de Parque Centenario tenía a sus dos hijos inscriptos en esa escuela. Uno pasó a quinto grado y el otro, Luciano, a primer grado. Sin embargo, no tiene certeza de que Luciano cursará en la Escuela 17. A pesar de ser hijo de una docente que trabaja allí, de tener un hermano inscripto y de ser él mismo alumno de preescolar, salió en lista de espera en diciembre. «Le dijeron que se quedara tranquila porque en enero saldrían nuevas listas. El miércoles pasado llegaron los listados a la escuela y Luciano no figura. Romina fue el jueves a averiguar al Ministerio de Educación y le dijeron que se quedara tranquila, que la semana próxima (por esta semana) habría nuevas listas», contó la colega. Y agregó: «Es de locos. Se enterará si Luciano está inscripto casi cuando empiezan las clases».
La novedad del sistema tomó por sorpresa a los padres y a algunos directivos. Como lo recuerda Litz, mamá de una niña de 3 años, en la puerta del jardín Margarita Ravioli, de Caballito: «Vine a anotar a mi nena de tres años en noviembre y la directora se ofreció para ayudarme. Pero ella no sabía cómo se hacía y le pidieron a una representante del Ministerio de Educación que estaba ahí por el nuevo sistema de inscripción. Y tampoco ella supo cómo se hacía y nos pidió los papeles, a mí y a otras dos madres, y dijo que inscribiría a nuestros hijos. No sé si lo hizo. Me dijeron que volviera el 20 de febrero, fui y como no estaba la directora me pidieron que volviera otro día». .

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