Reformar el INDEC era una tarea pendiente para cualquiera que tomara las riendas del país a fines de 2015. Al final de cuentas, la intervención en el organismo que para entonces llevaba más de nueve años, y que había distorsionado muchas de las estadísticas que se producían en pos de sostener “el relato”, requería fuertes decisiones de política que devolvieran a la sociedad el bien público que implican las estadísticas. Algo imprescindible para el diseño de las políticas públicas, pero también para el sector privado que toma a diario decisiones en base a proyecciones que requieren primero entender dónde está parada la economía.
Sin embargo, más allá del objetivo por demás loable que implica recuperar el INDEC a mediano plazo, en el corto plazo la decisión de política de frenar toda la difusión de estadísticas genera inconvenientes no menores. En efecto, desde hace un mes, quienes a diario usamos las estadísticas públicas, y que en los últimos años tuvimos que recurrir a parches para tratar de usar lo que servía y desechar o corregir aquello groseramente distorsionado, ya no contamos con datos de comercio, balanza de pagos, crecimiento, empleo, salarios, precios minoristas, mayoristas y de la construcción; ni sus bases de datos, ni tampoco con encuestas o indicadores sectoriales: ventas de supermercados y centros de compra, ventas de maquinaria agrícola, turismo, servicios públicos; ni siquiera con el relevamiento de Indicadores de la Producción Industrial que sólo recababa datos crudos de cámaras industriales. Información que en muchos casos constituían insumos de base para el armado de estadísticas alternativas por parte del sector privado.
Es cierto que reformar el organismo requería un replanteo organizativo teniendo en cuenta el aumento en la nómina de personal de los últimos años, en muchos casos poco calificado para las tareas (por no decir otra cosa), vis a vis la salida de cuadros técnicos que de distintas formas se opusieron a la intervención, aunque también quedaron otros cuadros técnicos que intentando defender su fuente de trabajo no pudieron o no quisieron enfrentarse, pero cuya calificación no está en dudas. Y también es cierto que corregir la alteración de algunos datos requería revisiones completas para poder asegurar la calidad estadística.
Pero como siempre, la capacidad de gestión está dada por intentar maximizar la eficiencia del producto, en este caso contar con estadísticas apropiadas, limitando los costos asociados y maximizando los beneficios en función de una restricción presupuestaria -caja y tiempos disponibles- En este caso, el bloqueo estadístico con tiempos vagamente definidos (a la fecha no hay un calendario de difusión), genera en el corto plazo un costo muy alto para quienes veníamos usando con prudencia estos datos, que en lo inmediato queda escondido detrás de la promesa futura de devolverle al INDEC la credibilidad perdida, pero que en la medida que el tiempo transcurre sin lo uno y sin lo otro, genera en forma creciente dificultades para el seguimiento de la economía.
Quizás y simplemente evaluando alternativas, hubiera sido mejor una continuación de la publicación del calendario oficial del INDEC evitando obviamente la falsificación y usando asteriscos para aclarar la baja confiabilidad de algunos indicadores mientras se trabajaba en paralelo en el diseño de estadísticas definitivas.
Probablemente esta nota no sea políticamente correcta, dado que la herencia recibida habilita a la política a usar un período de gracia decretando la Emergencia Estadística, pero las preguntas que recibimos a diario respecto a cómo reemplazar información que hoy no está pero que con pinzas usábamos para analizar la dinámica y/o construir estadísticas alternativas, o la consulta que la periodista de Associated Press hizo en la conferencia de prensa del INDEC para avisar que los tiempos se extienden, respecto a cuál va a ser la estadística que va a usar el Ministro de Economía para monitorear el cumplimiento de las metas de inflación que había anunciado el día anterior, nos hacen suponer que más temprano que tarde, el bloqueo estadístico va a entrar en la agenda.
De momento, el reemplazo del IPC NU por el IPC CABA para la definición del CER permite sortear uno de los principales obstáculos que imponía el bloqueo estadístico en términos contractuales. Esto, mientras la baja dinámica de la economía no genere dudas respecto al no pago del cupón del PIB en 2016 y 2017.
Miguel Bein y Marina Dal Poggetto
Economistas y Directores de Estudio Bein & Asociados
Sin embargo, más allá del objetivo por demás loable que implica recuperar el INDEC a mediano plazo, en el corto plazo la decisión de política de frenar toda la difusión de estadísticas genera inconvenientes no menores. En efecto, desde hace un mes, quienes a diario usamos las estadísticas públicas, y que en los últimos años tuvimos que recurrir a parches para tratar de usar lo que servía y desechar o corregir aquello groseramente distorsionado, ya no contamos con datos de comercio, balanza de pagos, crecimiento, empleo, salarios, precios minoristas, mayoristas y de la construcción; ni sus bases de datos, ni tampoco con encuestas o indicadores sectoriales: ventas de supermercados y centros de compra, ventas de maquinaria agrícola, turismo, servicios públicos; ni siquiera con el relevamiento de Indicadores de la Producción Industrial que sólo recababa datos crudos de cámaras industriales. Información que en muchos casos constituían insumos de base para el armado de estadísticas alternativas por parte del sector privado.
Es cierto que reformar el organismo requería un replanteo organizativo teniendo en cuenta el aumento en la nómina de personal de los últimos años, en muchos casos poco calificado para las tareas (por no decir otra cosa), vis a vis la salida de cuadros técnicos que de distintas formas se opusieron a la intervención, aunque también quedaron otros cuadros técnicos que intentando defender su fuente de trabajo no pudieron o no quisieron enfrentarse, pero cuya calificación no está en dudas. Y también es cierto que corregir la alteración de algunos datos requería revisiones completas para poder asegurar la calidad estadística.
Pero como siempre, la capacidad de gestión está dada por intentar maximizar la eficiencia del producto, en este caso contar con estadísticas apropiadas, limitando los costos asociados y maximizando los beneficios en función de una restricción presupuestaria -caja y tiempos disponibles- En este caso, el bloqueo estadístico con tiempos vagamente definidos (a la fecha no hay un calendario de difusión), genera en el corto plazo un costo muy alto para quienes veníamos usando con prudencia estos datos, que en lo inmediato queda escondido detrás de la promesa futura de devolverle al INDEC la credibilidad perdida, pero que en la medida que el tiempo transcurre sin lo uno y sin lo otro, genera en forma creciente dificultades para el seguimiento de la economía.
Quizás y simplemente evaluando alternativas, hubiera sido mejor una continuación de la publicación del calendario oficial del INDEC evitando obviamente la falsificación y usando asteriscos para aclarar la baja confiabilidad de algunos indicadores mientras se trabajaba en paralelo en el diseño de estadísticas definitivas.
Probablemente esta nota no sea políticamente correcta, dado que la herencia recibida habilita a la política a usar un período de gracia decretando la Emergencia Estadística, pero las preguntas que recibimos a diario respecto a cómo reemplazar información que hoy no está pero que con pinzas usábamos para analizar la dinámica y/o construir estadísticas alternativas, o la consulta que la periodista de Associated Press hizo en la conferencia de prensa del INDEC para avisar que los tiempos se extienden, respecto a cuál va a ser la estadística que va a usar el Ministro de Economía para monitorear el cumplimiento de las metas de inflación que había anunciado el día anterior, nos hacen suponer que más temprano que tarde, el bloqueo estadístico va a entrar en la agenda.
De momento, el reemplazo del IPC NU por el IPC CABA para la definición del CER permite sortear uno de los principales obstáculos que imponía el bloqueo estadístico en términos contractuales. Esto, mientras la baja dinámica de la economía no genere dudas respecto al no pago del cupón del PIB en 2016 y 2017.
Miguel Bein y Marina Dal Poggetto
Economistas y Directores de Estudio Bein & Asociados