INVERSORES ANTICIPAN QUE EL BANCO CENTRAL VOLVERÁ A BAJAR LAS TASAS Y APROVECHA PARA PACTAR MEJORES RENDIMIENTOS
Por: Ignacio Olivera Doll
La sospecha de que podría haber una nueva baja de tasas de interés, y de que se acerca así el final de un ciclo de buenas recompensas para los ahorristas, convenció a empresas y fondos comunes de inversión de dejar su dinero en el banco a plazos notablemente más largos. En abril se dio lo que no sucedía hace tiempo en el sistema financiero: los depósitos más cortos, menores a los 60 días, perdieron presencia en el total de los plazos fijos al crecer sólo un 3,4%, por debajo de todo el resto. Los más largos, en cambio, incluso aquellos mayores al año, dieron un salto inédito de hasta un 16,4%, (ver infografía). Por primera vez en lo que va de 2014, las mesas de las entidades financieras recibieron menos depósitos a corto que a mediano y largo plazo: unos $ 5.387 millones a menos de dos meses, y unos $ 8.800 millones a más de ese plazo.
El fenómeno se dio a partir de un movimiento que insinuó el Central a principios del mes pasado, al recortar apenas un punto porcentual las tasas de interés que ofrece en sus licitaciones de deuda. La baja, todavía insignificante, fue recibida por el mercado como una confirmación de que el Gobierno se esforzará, en lo que queda del año, por abaratar el dinero y evitar que se vean afectados el crédito y la actividad; aún a costa de exponerse a los conocidos riesgos cambiarios que puede provocar una política monetaria más expansiva.
«El mercado percibe que es el comienzo de una fase bajista de tasas y por eso pide colocar a largo plazo para aprovechar por más tiempo los buenos rendimientos. Es posible que una continuidad de la baja de retornos que se vio en las Lebac se traslade hacia adelante a los plazos fijos», comentó un ejecutivo en la mesa de dinero de una entidad extranjera.
A tono con el recorte del Central, los bancos redujeron en abril las tasas que pagan por un plazo fijo a 30 días, del 27,5% al 26,5% anual; aunque por depósitos a seis meses todavía llegan a ofrecer hoy más del 30% anual. Es lo que seduce hoy a las compañías a optar por plazos más largos.
La decisión no deja de parecer arriesgada en una economía que podría terminar el año con una inflación del 40%. Pero les resulta atractiva frente a la presunción de que, en poco tiempo, las tasas podrían volver a ubicarse más cerca del 24%. En los meses anteriores, la dinámica había sido exactamente al revés: los depósitos más cortos crecían siempre muy por encima de los más largos.
No se trata, así y todo, del primer cambio drástico que provoca en el fondeo de los bancos la decisión oficial de subir las tasas. En enero se alteró, también, una radiografía que había mantenido el sistema financiero durante prácticamente toda la era kirchnerista: por primera vez desde 2004, la cantidad de dinero en plazos fijos superó a la que se guarda en cajas de ahorro y cuentas corrientes. Los bancos perdieron en lo que va del año $ 11.000 millones de liquidez en estas «cuentas a la vista», por las que hoy no pagan prácticamente ningún tipo de tasa; y en cambio acumularon $ 44.000 millones en plazos fijos por los que llegan a ofrecer retornos de entre un 22% y un 26,5%. El cambio incrementó los costos que deben afrontar los banqueros para captar fondos y afectó, por lo tanto, el atractivo negocio de prestar que habían encontrado desde 2007 y les permitió alcanzar ganancias históricas en estos años.
Ahora, la intuición de que se aproxima el final de una época inédita, con grandes retornos, apura a los grandes ahorristas a colocar sus pesos en los plazos más largos que hoy tiene el sistema financiero en su menú. El propósito: aprovechar un ciclo de tasas altas que todos creen que se acerca al final, y que hará desaparecer las tentadoras recompensas que hoy pagan los bancos privados por dejar inmovilizado el dinero.
Por: Ignacio Olivera Doll
La sospecha de que podría haber una nueva baja de tasas de interés, y de que se acerca así el final de un ciclo de buenas recompensas para los ahorristas, convenció a empresas y fondos comunes de inversión de dejar su dinero en el banco a plazos notablemente más largos. En abril se dio lo que no sucedía hace tiempo en el sistema financiero: los depósitos más cortos, menores a los 60 días, perdieron presencia en el total de los plazos fijos al crecer sólo un 3,4%, por debajo de todo el resto. Los más largos, en cambio, incluso aquellos mayores al año, dieron un salto inédito de hasta un 16,4%, (ver infografía). Por primera vez en lo que va de 2014, las mesas de las entidades financieras recibieron menos depósitos a corto que a mediano y largo plazo: unos $ 5.387 millones a menos de dos meses, y unos $ 8.800 millones a más de ese plazo.
El fenómeno se dio a partir de un movimiento que insinuó el Central a principios del mes pasado, al recortar apenas un punto porcentual las tasas de interés que ofrece en sus licitaciones de deuda. La baja, todavía insignificante, fue recibida por el mercado como una confirmación de que el Gobierno se esforzará, en lo que queda del año, por abaratar el dinero y evitar que se vean afectados el crédito y la actividad; aún a costa de exponerse a los conocidos riesgos cambiarios que puede provocar una política monetaria más expansiva.
«El mercado percibe que es el comienzo de una fase bajista de tasas y por eso pide colocar a largo plazo para aprovechar por más tiempo los buenos rendimientos. Es posible que una continuidad de la baja de retornos que se vio en las Lebac se traslade hacia adelante a los plazos fijos», comentó un ejecutivo en la mesa de dinero de una entidad extranjera.
A tono con el recorte del Central, los bancos redujeron en abril las tasas que pagan por un plazo fijo a 30 días, del 27,5% al 26,5% anual; aunque por depósitos a seis meses todavía llegan a ofrecer hoy más del 30% anual. Es lo que seduce hoy a las compañías a optar por plazos más largos.
La decisión no deja de parecer arriesgada en una economía que podría terminar el año con una inflación del 40%. Pero les resulta atractiva frente a la presunción de que, en poco tiempo, las tasas podrían volver a ubicarse más cerca del 24%. En los meses anteriores, la dinámica había sido exactamente al revés: los depósitos más cortos crecían siempre muy por encima de los más largos.
No se trata, así y todo, del primer cambio drástico que provoca en el fondeo de los bancos la decisión oficial de subir las tasas. En enero se alteró, también, una radiografía que había mantenido el sistema financiero durante prácticamente toda la era kirchnerista: por primera vez desde 2004, la cantidad de dinero en plazos fijos superó a la que se guarda en cajas de ahorro y cuentas corrientes. Los bancos perdieron en lo que va del año $ 11.000 millones de liquidez en estas «cuentas a la vista», por las que hoy no pagan prácticamente ningún tipo de tasa; y en cambio acumularon $ 44.000 millones en plazos fijos por los que llegan a ofrecer retornos de entre un 22% y un 26,5%. El cambio incrementó los costos que deben afrontar los banqueros para captar fondos y afectó, por lo tanto, el atractivo negocio de prestar que habían encontrado desde 2007 y les permitió alcanzar ganancias históricas en estos años.
Ahora, la intuición de que se aproxima el final de una época inédita, con grandes retornos, apura a los grandes ahorristas a colocar sus pesos en los plazos más largos que hoy tiene el sistema financiero en su menú. El propósito: aprovechar un ciclo de tasas altas que todos creen que se acerca al final, y que hará desaparecer las tentadoras recompensas que hoy pagan los bancos privados por dejar inmovilizado el dinero.