En un verano lluvioso, la tormenta más compleja que azota Córdoba es el plus local a la descontrolada inflación nacional.
La suba de precios aparece como la principal amenaza para el Gobierno nacional en el comienzo del año clave para la suerte del kirchnerismo como proyecto político. La pelea con la Justicia, los intercambios epistolares con estrellas de cine, el regreso triunfal de navíos militares embargados, los alquileres de aviones a potencias colonialistas invasoras, los asados en predios del horror serán pompas de jabón al lado de la espiral inflacionaria.
“Un país con un 25 por ciento de inflación anual estalla”, dijo Cristina Fernández en septiembre en la universidad estadounidense de Harvard. Se habla del 30 por ciento para este 2013.
Los cordobeses le hemos puesto nuestro propio toque a la escalada de precios.
Desde la semana que viene, el liderazgo en el boleto de transporte urbano más caro del país será abrumador, no así el de la calidad de la prestación.
En 13 meses de gestión, Ramón Mestre actualizó la tarifa de un servicio que utilizan los sectores de la población de menores recursos en un 63,8 por ciento. La inflación nacional en ese período fue menos que la mitad.
Los aumentos de impuestos municipales han ido en sintonía con duplicar el alza de precios nacionales.
También José Manuel de la Sota ha salido a ganarle a la escalada nacional. Con la bandera de las rebajas de impuestos plegada, el gobernador está aplicando subas de alrededor de hasta el 57 por ciento en el Inmobiliario Urbano.
De la Sota y Mestre bien pueden adjudicar una parte de su sobreajuste a la discriminación que sufren del Gobierno nacional. Pero también tienen componentes propios de su gestión, con los que deberán lidiar este año.
El gobernador, que ha bajado el perfil en los primeros días del año, y el intendente, que saldrá de escena por vacaciones unos días, tendrán un año singular con el turno electoral. Se enfrentarán en las urnas pero harán todo lo posible por dejar su aceitada relación institucional en pie.
Por estos días hicieron equilibrio. Hubo una tenida por el impacto del aumentazo del transporte urbano en el boleto educativo y una coincidencia por el convenio para construir en el ex Batallón 141, en medio de la denuncias de corrupción por parte de la oposición.
Sierras caras. Para completar el panorama de la inflación a la cordobesa, los que pasan por las sierras vienen espantados de los precios. Un relevamiento de este diario determinó que el aumento promedio en los servicios turísticos es 38 por ciento en enero, más de 10 puntos por encima de la inflación nacional. A lo que debe sumarse que el mismo relevamiento había dado en enero pasado un 28 por ciento, es decir, seis puntos más que las alzas de precios nacionales. O sea, en un par de años, los precios en las sierras de Córdoba subieron por encima del 75 por ciento. Con el uso de las tarjeta de crédito y débito sin generalizar y largas colas ante los pocos cajeros automáticos, las comparaciones con la manera en que se comercializan otros destinos turísticos no nos favorece demasiado.
Si la temporada no estalla, como hasta ahora parece no estallar, será una de las víctimas de nuestro doble flagelo: la inflación nacional (y para nada popular) y la inflación a la cordobesa.
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La suba de precios aparece como la principal amenaza para el Gobierno nacional en el comienzo del año clave para la suerte del kirchnerismo como proyecto político. La pelea con la Justicia, los intercambios epistolares con estrellas de cine, el regreso triunfal de navíos militares embargados, los alquileres de aviones a potencias colonialistas invasoras, los asados en predios del horror serán pompas de jabón al lado de la espiral inflacionaria.
“Un país con un 25 por ciento de inflación anual estalla”, dijo Cristina Fernández en septiembre en la universidad estadounidense de Harvard. Se habla del 30 por ciento para este 2013.
Los cordobeses le hemos puesto nuestro propio toque a la escalada de precios.
Desde la semana que viene, el liderazgo en el boleto de transporte urbano más caro del país será abrumador, no así el de la calidad de la prestación.
En 13 meses de gestión, Ramón Mestre actualizó la tarifa de un servicio que utilizan los sectores de la población de menores recursos en un 63,8 por ciento. La inflación nacional en ese período fue menos que la mitad.
Los aumentos de impuestos municipales han ido en sintonía con duplicar el alza de precios nacionales.
También José Manuel de la Sota ha salido a ganarle a la escalada nacional. Con la bandera de las rebajas de impuestos plegada, el gobernador está aplicando subas de alrededor de hasta el 57 por ciento en el Inmobiliario Urbano.
De la Sota y Mestre bien pueden adjudicar una parte de su sobreajuste a la discriminación que sufren del Gobierno nacional. Pero también tienen componentes propios de su gestión, con los que deberán lidiar este año.
El gobernador, que ha bajado el perfil en los primeros días del año, y el intendente, que saldrá de escena por vacaciones unos días, tendrán un año singular con el turno electoral. Se enfrentarán en las urnas pero harán todo lo posible por dejar su aceitada relación institucional en pie.
Por estos días hicieron equilibrio. Hubo una tenida por el impacto del aumentazo del transporte urbano en el boleto educativo y una coincidencia por el convenio para construir en el ex Batallón 141, en medio de la denuncias de corrupción por parte de la oposición.
Sierras caras. Para completar el panorama de la inflación a la cordobesa, los que pasan por las sierras vienen espantados de los precios. Un relevamiento de este diario determinó que el aumento promedio en los servicios turísticos es 38 por ciento en enero, más de 10 puntos por encima de la inflación nacional. A lo que debe sumarse que el mismo relevamiento había dado en enero pasado un 28 por ciento, es decir, seis puntos más que las alzas de precios nacionales. O sea, en un par de años, los precios en las sierras de Córdoba subieron por encima del 75 por ciento. Con el uso de las tarjeta de crédito y débito sin generalizar y largas colas ante los pocos cajeros automáticos, las comparaciones con la manera en que se comercializan otros destinos turísticos no nos favorece demasiado.
Si la temporada no estalla, como hasta ahora parece no estallar, será una de las víctimas de nuestro doble flagelo: la inflación nacional (y para nada popular) y la inflación a la cordobesa.
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Bueno, evidentemente, alguno está, como mínimo, no diciendo la verdad… http://www.eldia.com.ar/edis/20130107/Boom-turistico-sierras-Cordoba-20130107085006.htm