Hace algunas semanas, Ingrid Beck tuvo que defender a la publicación que dirige, la revista Barcelona, en el estrado del Juzgado Civil 108, a cargo de Susana Novile. La demanda la inició la esposa del Mayor (RE) Pedro Rafael Mercado, Cecilia Pando, por una tapa del año 2010 en la que se muestra una foto de su rostro montado al fino cuerpo de una modelo desconocida. Pando, que presentó como testigo a la esposa del represor condenado a prisión perpetua Carlos Plá, aduce entre otras cosas que la imagen le produjo un «daño moral» y que no reacciona por la crítica a sus ideas políticas sino por la «vergüenza pública al difundir una imagen de mi rostro con el cuerpo desnudo de otra mujer, como si fuera yo misma». Fuera del recinto, el colectivo de La Garganta Poderosa y lectores de Barcelona cantaron: «Que no se ofendan en Marcos Paz, pornografía es defender a Etchecolatz.» Lo que está en juego es la libertad de expresión.
–No sé si estamos dejando algo. Lo que a mí me atrae de Barcelona es la forma de trabajo y transmitir que se puede hacer un medio horizontal a la hora de pensar, más no a la hora de hacer porque tiene que haber jerarquías operativas. También comprueba que se puede hacer una revista independiente, con un compromiso político pero no partidario ni empresarial, que no va a ser un éxito económico pero puede ser un éxito editorial y creo que Barcelona fue vanguardia en revelar la trama Clarín, no por algo arbitrario sino porque hace una década se trataba del diario más vendido de la Argentina, el que marcaba agenda en todos los aspectos públicos y privados y esta idea de presentarse como periodismo independiente, objetivo y neutral nos resultaba indignante. Entonces, arrancamos deformando esa trama que después con la Ley de Servicios Audiovisuales se hizo (de alguna manera) popular y estalló en el mundo periodístico. Eso fue positivo aunque después tuvo los efectos colaterales, como esa suerte de macartismo que hablamos antes, y que no son peleas ideológicas sino más bien miserables.
–Creo que es la principal deuda de la democracia. La violencia institucional es una deuda de la democracia en general, aunque habría que determinar primero si existe democracia sin violencia institucional. Hay casos de gatillo fácil, tenés narcotráfico con implicancia de las fuerzas de seguridad y eso es violencia institucional. Hace 30 años no se discutían las cosas que hoy suceden y eso está bueno. Hay que seguir discutiendo la dictadura y juzgando a los genocidas. Eso es enorme. La reparación de la memoria es algo invaluable más allá del signo político. No creo que sea un logro del kirchnerismo sino que se dio con la consolidación de la democracia porque si estos tipos no iban en cana, estábamos en problemas.
Egresada del Taller Escuela Agencia (TEA), fue guionista y columnista de programas de Rock&Pop, del programa Negrópolis, docente de TEA, jefa de redacción de las revistas La García y La Maga y es coautora de los libros Género y Comunicación. El lado oscuro de los medios, Queríamos tanto a Olmedo y Puto el que lee. Tiene dos hijos, Simón y de Miguel y escribió, las ediciones de Guía (inútil) para madres primerizas I y II, con Paula Rodríguez, y ¡Auxilio, somos padres! Manual para no enloquecer (al pediatra).
Es directora de Barcelona.
alfonsín y la semana santa del ’87
El domingo 19 de abril de 1987, el ex presidente Raúl Alfonsín habló en los balcones de la Casa Rosada ante una multitud de personas que lo escucharon desde la Plaza de Mayo. Como un boxeador laborioso, la democracia hacía una de sus primeras defensas en el ring que los carapintadas instalaron en Campo de Mayo. El propio Alfonsín viajó a negociar la rendición con Aldo Rico pero, sin poder militar para detener el golpe de Estado, concedió a los líderes militares la garantía de que no habría nuevos juicios en su contra por violación de los Derechos Humanos. A los pocos días, el Congreso aprobó, a propuesta del Poder Ejecutivo, la Ley de Obediencia Debida.
«Es difícil elegir un solo momento pero elijo la imagen de la plaza de Mayo de Alfonsín en Semana Santa. Entiendo que es la síntesis de esa democracia todavía cercada por las amenazas. Fue pensar que tu papá no te quiere. Nos fuimos todos a casa llorando y ese momento se convirtió en mi primera decepción de la democracia. Creo que ahí crecí. No era militante orgánica pero todavía simpatizaba con Alfonsín. La marcha contra el indulto es otro hito y el aniversario del golpe del 24 de marzo cuando se cumplieron 25 años, en 2011. Ese día fui con mis hijos a la plaza y fue muy fuerte.
–No sé si estamos dejando algo. Lo que a mí me atrae de Barcelona es la forma de trabajo y transmitir que se puede hacer un medio horizontal a la hora de pensar, más no a la hora de hacer porque tiene que haber jerarquías operativas. También comprueba que se puede hacer una revista independiente, con un compromiso político pero no partidario ni empresarial, que no va a ser un éxito económico pero puede ser un éxito editorial y creo que Barcelona fue vanguardia en revelar la trama Clarín, no por algo arbitrario sino porque hace una década se trataba del diario más vendido de la Argentina, el que marcaba agenda en todos los aspectos públicos y privados y esta idea de presentarse como periodismo independiente, objetivo y neutral nos resultaba indignante. Entonces, arrancamos deformando esa trama que después con la Ley de Servicios Audiovisuales se hizo (de alguna manera) popular y estalló en el mundo periodístico. Eso fue positivo aunque después tuvo los efectos colaterales, como esa suerte de macartismo que hablamos antes, y que no son peleas ideológicas sino más bien miserables.
–Creo que es la principal deuda de la democracia. La violencia institucional es una deuda de la democracia en general, aunque habría que determinar primero si existe democracia sin violencia institucional. Hay casos de gatillo fácil, tenés narcotráfico con implicancia de las fuerzas de seguridad y eso es violencia institucional. Hace 30 años no se discutían las cosas que hoy suceden y eso está bueno. Hay que seguir discutiendo la dictadura y juzgando a los genocidas. Eso es enorme. La reparación de la memoria es algo invaluable más allá del signo político. No creo que sea un logro del kirchnerismo sino que se dio con la consolidación de la democracia porque si estos tipos no iban en cana, estábamos en problemas.
Egresada del Taller Escuela Agencia (TEA), fue guionista y columnista de programas de Rock&Pop, del programa Negrópolis, docente de TEA, jefa de redacción de las revistas La García y La Maga y es coautora de los libros Género y Comunicación. El lado oscuro de los medios, Queríamos tanto a Olmedo y Puto el que lee. Tiene dos hijos, Simón y de Miguel y escribió, las ediciones de Guía (inútil) para madres primerizas I y II, con Paula Rodríguez, y ¡Auxilio, somos padres! Manual para no enloquecer (al pediatra).
Es directora de Barcelona.
alfonsín y la semana santa del ’87
El domingo 19 de abril de 1987, el ex presidente Raúl Alfonsín habló en los balcones de la Casa Rosada ante una multitud de personas que lo escucharon desde la Plaza de Mayo. Como un boxeador laborioso, la democracia hacía una de sus primeras defensas en el ring que los carapintadas instalaron en Campo de Mayo. El propio Alfonsín viajó a negociar la rendición con Aldo Rico pero, sin poder militar para detener el golpe de Estado, concedió a los líderes militares la garantía de que no habría nuevos juicios en su contra por violación de los Derechos Humanos. A los pocos días, el Congreso aprobó, a propuesta del Poder Ejecutivo, la Ley de Obediencia Debida.
«Es difícil elegir un solo momento pero elijo la imagen de la plaza de Mayo de Alfonsín en Semana Santa. Entiendo que es la síntesis de esa democracia todavía cercada por las amenazas. Fue pensar que tu papá no te quiere. Nos fuimos todos a casa llorando y ese momento se convirtió en mi primera decepción de la democracia. Creo que ahí crecí. No era militante orgánica pero todavía simpatizaba con Alfonsín. La marcha contra el indulto es otro hito y el aniversario del golpe del 24 de marzo cuando se cumplieron 25 años, en 2011. Ese día fui con mis hijos a la plaza y fue muy fuerte.