14/11/13
Javiera tiene 24 años y cero interés en ir a votar el domingo. “Pero voy a ir a poner AC, Asamblea Constituyente”, explica “porque hay que cambiar el sistema”. Como esta joven que trabaja en una peluquería del barrio pre cordillerano de La Reina, muchos chilenos se sienten llamados a participar en las elecciones más que nada para derogar la Constitución de 1980 , redactada durante la dictadura de Augusto Pinochet. “Nunca tuvimos una Constitución hecha más que por veinte hombres de Santiago; somos un país inequitativo económicamente y también en el reparto de poder”, explica Magdalena Garretón, vocera de la campaña “Marca tu voto”.
Esta iniciativa ciudadana llama a poner la sigla AC a un costado de la papeleta única electoral, sin anular el voto. Y cuenta con una amplia adhesión de gente de la cultura, de los movimientos sociales y de candidatos de distintos sectores políticos de izquierda y centroizquierda, desde el Partido Progresista (PRO) de Marco Enríquez-Ominami hasta una parte de la Nueva Mayoría, de Michelle Bachelet.
En la coalición Nueva Mayoría (ex Concertación y PC) no hay consenso sobre este tema y la balanza podría inclinarse más por una reforma vía Congreso. La ex presidenta y favorita propone una nueva Constitución, pero sin declararse explícitamente a favor de un mecanismo en concreto. Y también hay parlamentarios, como el senador socialista Camilo Escalona, que llegaron a decir sobre la posibilidad de convocar a una Asamblea Constituyente que “no nos pongamos a fumar opio”.
“Conozcamos la Constitución por su producto y no por su origen. Chile nunca había tenido tanta estabilidad y desarrollo”, subraya Jorge Sandrock, profesor de Derecho Constitucional de la Universidad Adolfo Ibáñez. “El texto original fue sometido a muchísimas reformas, y la de 2005 fue muy extensa. Desapareció la firma de Pinochet y de sus ministros y Ricardo Lagos habló incluso de la Nueva Constitución”, explica Sandrock a Clarín .
Según Magdalena Garretón, la campaña “Marca tu voto“ no toma “los malos ejemplos de la región” sino que espera incorporar a la derecha a la discusión. “Nos centramos en el mecanismo de Asamblea Constituyente sin meternos en los contenidos”, asegura, y se imagina una Asamblea formada por 80 personas, elegidas con leyes de cuotas que incluyan mujeres y pueblos originarios. Luego iría a plebiscito.
En 2005, Lagos logró –mediante un acuerdo político– eliminar resabios autoritarios como los senadores designados y vitalicios y dar al presidente la facultad de remover a los jefes de las FF.AA. Pero gran parte de la izquierda considera esta reforma un ejemplo de la “política de lo posible” de la Concertación , ya que quedan puntos críticos que hoy estarían dispuestos a modificar incluso sectores de la derecha, como son el sistema electoral binominal. El sistema binominal (ideado en 1989 cuando ya se conocía la relación de fuerzas políticas) hace que por cada distrito haya dos legisladores electos: va un legislador por la coalición más votada y un segundo legislador por la segunda coalición más votada, dejando afuera al resto. Esto favorece claramente a la primera minoría, que empata automáticamente con la mayoría, y hace casi imposible la irrupción de nuevas fuerzas políticas independientes.
Javiera tiene 24 años y cero interés en ir a votar el domingo. “Pero voy a ir a poner AC, Asamblea Constituyente”, explica “porque hay que cambiar el sistema”. Como esta joven que trabaja en una peluquería del barrio pre cordillerano de La Reina, muchos chilenos se sienten llamados a participar en las elecciones más que nada para derogar la Constitución de 1980 , redactada durante la dictadura de Augusto Pinochet. “Nunca tuvimos una Constitución hecha más que por veinte hombres de Santiago; somos un país inequitativo económicamente y también en el reparto de poder”, explica Magdalena Garretón, vocera de la campaña “Marca tu voto”.
Esta iniciativa ciudadana llama a poner la sigla AC a un costado de la papeleta única electoral, sin anular el voto. Y cuenta con una amplia adhesión de gente de la cultura, de los movimientos sociales y de candidatos de distintos sectores políticos de izquierda y centroizquierda, desde el Partido Progresista (PRO) de Marco Enríquez-Ominami hasta una parte de la Nueva Mayoría, de Michelle Bachelet.
En la coalición Nueva Mayoría (ex Concertación y PC) no hay consenso sobre este tema y la balanza podría inclinarse más por una reforma vía Congreso. La ex presidenta y favorita propone una nueva Constitución, pero sin declararse explícitamente a favor de un mecanismo en concreto. Y también hay parlamentarios, como el senador socialista Camilo Escalona, que llegaron a decir sobre la posibilidad de convocar a una Asamblea Constituyente que “no nos pongamos a fumar opio”.
“Conozcamos la Constitución por su producto y no por su origen. Chile nunca había tenido tanta estabilidad y desarrollo”, subraya Jorge Sandrock, profesor de Derecho Constitucional de la Universidad Adolfo Ibáñez. “El texto original fue sometido a muchísimas reformas, y la de 2005 fue muy extensa. Desapareció la firma de Pinochet y de sus ministros y Ricardo Lagos habló incluso de la Nueva Constitución”, explica Sandrock a Clarín .
Según Magdalena Garretón, la campaña “Marca tu voto“ no toma “los malos ejemplos de la región” sino que espera incorporar a la derecha a la discusión. “Nos centramos en el mecanismo de Asamblea Constituyente sin meternos en los contenidos”, asegura, y se imagina una Asamblea formada por 80 personas, elegidas con leyes de cuotas que incluyan mujeres y pueblos originarios. Luego iría a plebiscito.
En 2005, Lagos logró –mediante un acuerdo político– eliminar resabios autoritarios como los senadores designados y vitalicios y dar al presidente la facultad de remover a los jefes de las FF.AA. Pero gran parte de la izquierda considera esta reforma un ejemplo de la “política de lo posible” de la Concertación , ya que quedan puntos críticos que hoy estarían dispuestos a modificar incluso sectores de la derecha, como son el sistema electoral binominal. El sistema binominal (ideado en 1989 cuando ya se conocía la relación de fuerzas políticas) hace que por cada distrito haya dos legisladores electos: va un legislador por la coalición más votada y un segundo legislador por la segunda coalición más votada, dejando afuera al resto. Esto favorece claramente a la primera minoría, que empata automáticamente con la mayoría, y hace casi imposible la irrupción de nuevas fuerzas políticas independientes.