¿Qué tienen que ver las revoluciones democráticas del mundo árabe, los «indignados» de Madrid y Atenas,el movimiento Occupy Wall-Street, la proliferación nuclear, la crisis financiera y el recalentamiento climático? Todo. Si las crisis económicas, ecológicas y de seguridad globales nacen de la incapacidad del sistema político nacional/internacional para enfrentar los desafíos planteados por la globalización, el creciente número y relevancia global de los movimientos sociales expresan un descontento generalizado con las formas existentes de representación democrática, restringidas hoy, en plena era global, a la escala nacional.
Por este motivo, un grupo de académicos e intelectuales de todo el planeta hemos decidido hacer conocer nuestra posición en favor de un orden global más justo, pacífico, democrático y humano, a través del «Manifiesto por una democracia global», una declaración pluralista (http://globaldemocracymanifesto.wordpress.com) que pone el énfasis en los valores cosmopolitas compartidos por personas de muy distintos orígenes y convicciones, y en la necesidad de avanzar hacia nuevas instituciones democráticas regionales, internacionales y mundiales capaces de afrontar los desafíos del siglo XXI.
Aunque el documento extiende su crítica a los principales responsables de las decisiones globales, intenta también encontrar una razón que supere los meros cargos personales: «Durante los últimos años, los principales líderes nacionales e internacionales del mundo han corrido detrás de los acontecimientos globales. Su reiterado fracaso demuestra que no bastan las reuniones ocasionales, ni los acuerdos intergubernamentales, ni la cooperación internacional, ni el pretendido multilateralismo, ni las actuales formas de gobernanza interestatales. La globalización de las finanzas, las cadenas productivas y los sistemas de comunicación, y el poder planetario alcanzado por las tecnologías destructivas exigen la globalización de las instituciones políticas de regulación y control».
De allí, el «Manifiesto por una democracia global» pasa a enunciar una serie de propuestas sostenidas por varios de sus firmantes, unificando varias iniciativas de las cuales algunas tienen por ahora un carácter meramente académico, pero muchas -como la de la Asamblea Parlamentaria de la ONU, aprobada por los parlamentos europeo, latinoamericano, africano, del Mercosur y argentino- han avanzado ya mediante el desarrollo de vastas campañas globales: «Las crisis globales requieren soluciones globales. Por eso exigimos la urgente creación de nuevas agencias globales especializadas en el desarme, el crecimiento equitativo y sostenible y la protección del medio ambiente, y la rápida implementación de formas de gobernanza democrática global en todos los temas que las actuales cumbres intergubernamentales han demostrado ser incapaces de resolver? Las organizaciones nacional-estatales deben formar parte de una estructura más amplia y mejor coordinada, que debe articular instituciones regionales democráticas en todos los continentes, la reforma de la Corte Internacional de Justicia, una Corte Penal Internacional más justa y equitativa, y una Asamblea Parlamentaria en las Naciones Unidas, embrión de un futuro Parlamento Mundial».
El cierre corresponde a una reinterpretación en clave global del concepto de ciudadanía, nacido -como el propio nombre lo indica- en las ciudades y detenido hoy en el nivel nacional: «No queremos ser mundialmente gobernados por quienes sólo han sido elegidos para hacerlo a nivel nacional -sostienen-, ni por organismos internacionales que no nos representan. Por eso reclamamos instituciones políticas regionales, internacionales y mundiales que expresen las diferentes visiones y defiendan los intereses comunes de los siete mil millones de mujeres y hombres que componemos hoy la humanidad. Reivindicamos nuestro derecho a participar de las decisiones globales que afectan nuestras vidas. Queremos ser ciudadanos del mundo y no sus meros habitantes». Finalmente, el «Manifiesto…» concluye en clave de convocatoria de alcance planetario: «Exigimos democracia no sólo a nivel nacional, sino una democracia global, nos comprometemos a trabajar por su desarrollo y llamamos a todos los líderes políticos, intelectuales y civiles, a todas las organizaciones, partidos y movimientos democráticos, y a todas las personas de convicciones democráticas del planeta a participar activamente de su constitución».
El «Manifiesto por una democracia global» ha sido firmado ya por reconocidas autoridades en el estudio y discusión de estas problemáticas, entre otros: Abdullahi Ahmed An-Na’im, Daniele Archibugi, Jacques Attali, Bertrand Badie, Zygmunt Bauman, Ulrich Beck, Mary Burton, Noam Chomsky, Richard Falk, Susan George, David Held, Mary Kaldor, Mathias Koenig-Archibugi, Lucio Levi, George Monbiot, Toni Negri, Heikki Patomaki, Beatriz Sarlo, Saskia Sassen, Fernando Savater, Juan José Sebreli, Richard Sennett, Vandana Shiva y Andy Strauss. Lo lanzaremos este miércoles en la London School of Economics, mediante una conferencia de prensa que se desarrollará bajo el lema «Intelectuales de todo el planeta llaman a los líderes mundiales y los ciudadanos del mundo a construir una democracia global». Será la primera de una serie que incluirá a Roma, en septiembre, y a Buenos Aires, en noviembre, y que continuará en 2013, en Nueva York, Bruselas, Nueva Delhi, Tokio y otras ciudades de todo el planeta.
Como en los duros tiempos de la finalización de la Segunda Guerra afirmaron varios líderes pacifistas y federalistas mundiales, parece haber llegado el momento de elegir entre un mundo o ninguno.
© La Nacion.
Por este motivo, un grupo de académicos e intelectuales de todo el planeta hemos decidido hacer conocer nuestra posición en favor de un orden global más justo, pacífico, democrático y humano, a través del «Manifiesto por una democracia global», una declaración pluralista (http://globaldemocracymanifesto.wordpress.com) que pone el énfasis en los valores cosmopolitas compartidos por personas de muy distintos orígenes y convicciones, y en la necesidad de avanzar hacia nuevas instituciones democráticas regionales, internacionales y mundiales capaces de afrontar los desafíos del siglo XXI.
Aunque el documento extiende su crítica a los principales responsables de las decisiones globales, intenta también encontrar una razón que supere los meros cargos personales: «Durante los últimos años, los principales líderes nacionales e internacionales del mundo han corrido detrás de los acontecimientos globales. Su reiterado fracaso demuestra que no bastan las reuniones ocasionales, ni los acuerdos intergubernamentales, ni la cooperación internacional, ni el pretendido multilateralismo, ni las actuales formas de gobernanza interestatales. La globalización de las finanzas, las cadenas productivas y los sistemas de comunicación, y el poder planetario alcanzado por las tecnologías destructivas exigen la globalización de las instituciones políticas de regulación y control».
De allí, el «Manifiesto por una democracia global» pasa a enunciar una serie de propuestas sostenidas por varios de sus firmantes, unificando varias iniciativas de las cuales algunas tienen por ahora un carácter meramente académico, pero muchas -como la de la Asamblea Parlamentaria de la ONU, aprobada por los parlamentos europeo, latinoamericano, africano, del Mercosur y argentino- han avanzado ya mediante el desarrollo de vastas campañas globales: «Las crisis globales requieren soluciones globales. Por eso exigimos la urgente creación de nuevas agencias globales especializadas en el desarme, el crecimiento equitativo y sostenible y la protección del medio ambiente, y la rápida implementación de formas de gobernanza democrática global en todos los temas que las actuales cumbres intergubernamentales han demostrado ser incapaces de resolver? Las organizaciones nacional-estatales deben formar parte de una estructura más amplia y mejor coordinada, que debe articular instituciones regionales democráticas en todos los continentes, la reforma de la Corte Internacional de Justicia, una Corte Penal Internacional más justa y equitativa, y una Asamblea Parlamentaria en las Naciones Unidas, embrión de un futuro Parlamento Mundial».
El cierre corresponde a una reinterpretación en clave global del concepto de ciudadanía, nacido -como el propio nombre lo indica- en las ciudades y detenido hoy en el nivel nacional: «No queremos ser mundialmente gobernados por quienes sólo han sido elegidos para hacerlo a nivel nacional -sostienen-, ni por organismos internacionales que no nos representan. Por eso reclamamos instituciones políticas regionales, internacionales y mundiales que expresen las diferentes visiones y defiendan los intereses comunes de los siete mil millones de mujeres y hombres que componemos hoy la humanidad. Reivindicamos nuestro derecho a participar de las decisiones globales que afectan nuestras vidas. Queremos ser ciudadanos del mundo y no sus meros habitantes». Finalmente, el «Manifiesto…» concluye en clave de convocatoria de alcance planetario: «Exigimos democracia no sólo a nivel nacional, sino una democracia global, nos comprometemos a trabajar por su desarrollo y llamamos a todos los líderes políticos, intelectuales y civiles, a todas las organizaciones, partidos y movimientos democráticos, y a todas las personas de convicciones democráticas del planeta a participar activamente de su constitución».
El «Manifiesto por una democracia global» ha sido firmado ya por reconocidas autoridades en el estudio y discusión de estas problemáticas, entre otros: Abdullahi Ahmed An-Na’im, Daniele Archibugi, Jacques Attali, Bertrand Badie, Zygmunt Bauman, Ulrich Beck, Mary Burton, Noam Chomsky, Richard Falk, Susan George, David Held, Mary Kaldor, Mathias Koenig-Archibugi, Lucio Levi, George Monbiot, Toni Negri, Heikki Patomaki, Beatriz Sarlo, Saskia Sassen, Fernando Savater, Juan José Sebreli, Richard Sennett, Vandana Shiva y Andy Strauss. Lo lanzaremos este miércoles en la London School of Economics, mediante una conferencia de prensa que se desarrollará bajo el lema «Intelectuales de todo el planeta llaman a los líderes mundiales y los ciudadanos del mundo a construir una democracia global». Será la primera de una serie que incluirá a Roma, en septiembre, y a Buenos Aires, en noviembre, y que continuará en 2013, en Nueva York, Bruselas, Nueva Delhi, Tokio y otras ciudades de todo el planeta.
Como en los duros tiempos de la finalización de la Segunda Guerra afirmaron varios líderes pacifistas y federalistas mundiales, parece haber llegado el momento de elegir entre un mundo o ninguno.
© La Nacion.