Islandia gana, nadie pierde
ELVIRA HUELBES | 30 de enero de 2013
Imagen de archivo de las protestas registradas en 2008 como consecuencia de la crisis financiera islandesa. / Wikipedia
Tres años después de la airada denuncia que Gran Bretaña y Holanda pusieron contra Islandia por el impago de sus deudas bancarias a acreedores ingleses y holandeses, el Tribunal de la Asociación Europea de Libre Comercio (AELC) ha dado la razón a Reikiavik ya que entiende que Islandia no actuó mal al negarse a devolver ese dinero que los ahorradores extranjeros habían depositado en los bancos especuladores islandeses. El fallo producía expectación ya que se trataba de saber si el dinero público estaba obligado a salvar bancos quebrados por sus ansias de aventuras.
Como muy bien ha destacado el economista islandés Magnus Skúlasson, en El País: “Es una victoria para la democracia. Se envía el mensaje de que los bancos no pueden recoger los beneficios y mandar la factura a los contribuyentes cuando las cosas van mal”.
Lo mejor del caso es que la sentencia también favorece a los gobiernos británico y holandés, ya que, de haber sido contraria, habría hecho responsables a los Estados de todos los depósitos bancarios, lo que no resulta nada apetecible para ningún país, tal como se está poniendo la actividad financiera, más un Armagedón que otra cosa.
Este fallo del tribunal ha puesto las pilas a la Comisión Europea, que anda estudiando la sentencia por si da ideas a otros países con problemas parecidos de fondos de garantía de depósitos, incapaces de responder a sus obligaciones.
Por desgracia para España, y aunque no estemos tan lejos como parece del problema islandés, hay un obstáculo insalvable para que hubiéramos seguido la misma senda: se llama Unión Europea. De haber tenido capacidad premonitoria, España podría haber pasado de unirse a Europa, en 1986, pero de nada sirve volver la vista tan atrás. A lo que íbamos.
Hay que recordar que los islandeses están pagando un mínimo exigido por la debacle bancaria, de hecho ya llevan pagado un 90 por ciento del total, cerca de 3.500 millones. Y, como cuenta la profesora Elvira Méndez en una entrevista reciente, los islandeses han sufrido mucho en sus carnes la orgía financiera de los “vikingos expansivos” –financieros, todos varones y entre 30 y 50 años, discípulos de los mayores depredadores económicos USA- y muchos jóvenes han tenido que emigrar fuera del país, aunque poco a poco están regresando. “Se ha recuperado la economía de lo real. Los recortes han sido escalonados, se ha procurado un ajuste fiscal y presupuestario para no provocar pobreza y exclusión social, aunque también se ha producido, pero se intentó evitar. La clave es el no rescate indiscriminado de los bancos, que ha librado a Islandia del destino de Grecia, Irlanda o España”, resume Méndez.
Lo que más admirable me parece de la actuación islandesa es su capacidad reflexiva y su esfuerzo en solucionar un grave problema de la mejor manera posible para todos. El mal estaba hecho y había que pagar los platos rotos, pero siempre tuvieron claro que los paganos tenían que ser principalmente los que rompieron esos platos. No cundió tanto como aquí el mantra negativo del “hemos vivido por encima de nuestras posibilidades” que tan divinamente les ha venido a los bichos financieros. Como escribe en su libro Méndez, entre los avances de la sociedad islandesa surgidos tras la crisis está “el intento de perseguir la criminalidad de empresa y la delincuencia económica en el sector bancario. Esto significa investigar y procesar por vía penal a los responsables del colapso y la bancarrota de los bancos“. Nada se deja a la presunción de honradez ni de buena voluntad, sino que se vigila y se actúa. Lecciones.
Islandia es la luz al final del túnel. Lo malo es que nuestro túnel no está en el mismo paralelo.
Mi esperanza es que este fallo y el ejemplo islandés sirvan al presidente español a cavilar que no hay porqué obedecer sumisamente el mandato del Bundesbank –el jefe de Merkel- a quien le ha ido genial hundir en la miseria a los países del sur y que sólo ahora se da cuenta de que si los del sur no compran igual los alemanes no venden. Y todos perdemos.
Es claramente intolerable el tono condescendiente con que la canciller germana ha sugerido a Rajoy que se le queje menos y se dedique a vender productos de calidad a los países iberoamericanos. Pero ¿no quedamos en que la calidad es de nacionalidad alemana? Pues habrá que empezar por trabajar contra ese prejuicio que tanto obstaculiza y, efectivamente, vender calidad española. Parece que en ello andamos.
ELVIRA HUELBES | 30 de enero de 2013
Imagen de archivo de las protestas registradas en 2008 como consecuencia de la crisis financiera islandesa. / Wikipedia
Tres años después de la airada denuncia que Gran Bretaña y Holanda pusieron contra Islandia por el impago de sus deudas bancarias a acreedores ingleses y holandeses, el Tribunal de la Asociación Europea de Libre Comercio (AELC) ha dado la razón a Reikiavik ya que entiende que Islandia no actuó mal al negarse a devolver ese dinero que los ahorradores extranjeros habían depositado en los bancos especuladores islandeses. El fallo producía expectación ya que se trataba de saber si el dinero público estaba obligado a salvar bancos quebrados por sus ansias de aventuras.
Como muy bien ha destacado el economista islandés Magnus Skúlasson, en El País: “Es una victoria para la democracia. Se envía el mensaje de que los bancos no pueden recoger los beneficios y mandar la factura a los contribuyentes cuando las cosas van mal”.
Lo mejor del caso es que la sentencia también favorece a los gobiernos británico y holandés, ya que, de haber sido contraria, habría hecho responsables a los Estados de todos los depósitos bancarios, lo que no resulta nada apetecible para ningún país, tal como se está poniendo la actividad financiera, más un Armagedón que otra cosa.
Este fallo del tribunal ha puesto las pilas a la Comisión Europea, que anda estudiando la sentencia por si da ideas a otros países con problemas parecidos de fondos de garantía de depósitos, incapaces de responder a sus obligaciones.
Por desgracia para España, y aunque no estemos tan lejos como parece del problema islandés, hay un obstáculo insalvable para que hubiéramos seguido la misma senda: se llama Unión Europea. De haber tenido capacidad premonitoria, España podría haber pasado de unirse a Europa, en 1986, pero de nada sirve volver la vista tan atrás. A lo que íbamos.
Hay que recordar que los islandeses están pagando un mínimo exigido por la debacle bancaria, de hecho ya llevan pagado un 90 por ciento del total, cerca de 3.500 millones. Y, como cuenta la profesora Elvira Méndez en una entrevista reciente, los islandeses han sufrido mucho en sus carnes la orgía financiera de los “vikingos expansivos” –financieros, todos varones y entre 30 y 50 años, discípulos de los mayores depredadores económicos USA- y muchos jóvenes han tenido que emigrar fuera del país, aunque poco a poco están regresando. “Se ha recuperado la economía de lo real. Los recortes han sido escalonados, se ha procurado un ajuste fiscal y presupuestario para no provocar pobreza y exclusión social, aunque también se ha producido, pero se intentó evitar. La clave es el no rescate indiscriminado de los bancos, que ha librado a Islandia del destino de Grecia, Irlanda o España”, resume Méndez.
Lo que más admirable me parece de la actuación islandesa es su capacidad reflexiva y su esfuerzo en solucionar un grave problema de la mejor manera posible para todos. El mal estaba hecho y había que pagar los platos rotos, pero siempre tuvieron claro que los paganos tenían que ser principalmente los que rompieron esos platos. No cundió tanto como aquí el mantra negativo del “hemos vivido por encima de nuestras posibilidades” que tan divinamente les ha venido a los bichos financieros. Como escribe en su libro Méndez, entre los avances de la sociedad islandesa surgidos tras la crisis está “el intento de perseguir la criminalidad de empresa y la delincuencia económica en el sector bancario. Esto significa investigar y procesar por vía penal a los responsables del colapso y la bancarrota de los bancos“. Nada se deja a la presunción de honradez ni de buena voluntad, sino que se vigila y se actúa. Lecciones.
Islandia es la luz al final del túnel. Lo malo es que nuestro túnel no está en el mismo paralelo.
Mi esperanza es que este fallo y el ejemplo islandés sirvan al presidente español a cavilar que no hay porqué obedecer sumisamente el mandato del Bundesbank –el jefe de Merkel- a quien le ha ido genial hundir en la miseria a los países del sur y que sólo ahora se da cuenta de que si los del sur no compran igual los alemanes no venden. Y todos perdemos.
Es claramente intolerable el tono condescendiente con que la canciller germana ha sugerido a Rajoy que se le queje menos y se dedique a vender productos de calidad a los países iberoamericanos. Pero ¿no quedamos en que la calidad es de nacionalidad alemana? Pues habrá que empezar por trabajar contra ese prejuicio que tanto obstaculiza y, efectivamente, vender calidad española. Parece que en ello andamos.